Estrenos: “Interestelar”, de Christopher Nolan

INTERESTELAR, más que cualquier otra cosa, es una película de ciencia ficción en la que el más cerebral de los cineastas trata de explicarnos cuestiones como el amor y los sentimientos, y cómo nos alteran la vida –y las decisiones que tomamos– más allá de lo imaginable. Y no, no puede. Lo intenta de mil maneras: mezclando Isaac Newton con Dylan Thomas, los descubrimientos de Albert Einstein con textos que parecen sacados de canciones románticas de los ’80, una granja de película de los ’30 (o de la versión Shyamalan/Spielberg de la “América profunda”) con la visión futurista más enrevesada desde que a Stanley Kubrick se le dio por meterse con los malogrados “starchilds”. Impacta, por momentos, pero no mueve un pelo.

El problema es que tampoco consiguen lo otro: transformar esas ideas en imágenes que funcionen por sí mismas. Asumamos que, como el propio Kubrick, Nolan es un cineasta frío que tiene dificultades para manejarse con las emociones humanas más clásicas y tratemos de disfrutar la película como una fascinante exploración interespacial pura y dura. Pero tampoco logra envolvernos en eso porque se ve obligado todo el tiempo a hacer algo que podríamos denominar techposition. En la jerga cinematográfica “exposition” es el término que se usa cuando los personajes más que dialogar se explican el uno al otro (y, fundamentalmente, a la audiencia) qué es lo que está sucediendo en la trama. En GAME OF THRONES, de hecho, inventaron un hermoso término que es la “sexposition” que no tiene que ver con posiciones sexuales sino con la cantidad de escenas en las que, mientras tienen sexo con bellas prostitutas que hacían dietas fibrosas en Westeros, los personajes se (y nos) explican lo que está pasando entre los Lannister, los Stark y la amenazante Daenerys Targaryen y su trío de díscolos dragones.

No hace falta. La ciencia ficción tiene algo de magia y esa “fórmula” del amor debería tenerlo también. Solo basta mirar GRAVEDAD, la película de Alfonso Cuarón que con mínimas explicaciones técnicas nos ponía en cuerpo y alma allí con Sandra Bullock, su casco y sus cables, y no nos importaba demasiado si los chinos manejaban sus naves para la derecha o para la izquierda. O cualquier película hollywoodense en la que la “química” entre dos protagonistas no se explica en un pizarrón sino en las miradas entre un actor y otro, la forma de entenderse cuando hablan, en su sentido del humor compartido. Nolan no entiende qué quiere decir todo eso y tal vez no le importe. Quizás en el futuro descubra un brebaje que permita salvar a la humanidad del desastre –o al menos que Huracán logre volver a jugar en Primera de una vez por todas–, pero lo cierto que por ahora solo logra arruinar sus propias películas.

La película puede tener imágenes fascinantes, pero así como al principio un personaje declara que la llegada a la Luna fue falsa –un invento para quebrar económicamente a la entonces Unión Soviética–, uno siente exactamente lo mismo viendo INTERESTELAR. Se le notan los hilos, los cables, la construcción. Es una película tragada por su propio guión, atorada por él, como si Christopher no pudiera decirle a su hermano Jonathan que no hace falta un chart que explique las paradojas espacio-temporales de los agujeros negros (al final, más que entenderlas nos confunden, aunque sería spoilear hablar de eso) y que si la película conecta y los personajes nos interesan, nos da igual cómo funciona el Campeonato Mundial de Galaxias y lo que tarda cada una en dar una vuelta sobre sí misma y ganar la Medalla de Oro…

Los Nolan seguramente haya sido los mejores alumnos de todas las clases a las que concurrieron, de eso estoy convencido. Y seguramente también impresionaron a sus profesores con sus conocimientos. Lo que no creo es que hayan logrado interesar demasiado a sus compañeros “no especializados” con sus 500 páginas para explicar cómo funciona un ventilador de techo, digamos. Y ni hablar de su relación con el sexo opuesto: tan nerds y obsesionados con los detalles son que cualquier cosa que se parezca a una mujer o bien está muerta, o queda varada en el espacio, o es una madre o una hija, con quienes las relaciones son utópicas o conflictivas, pero que no incluyen nada parecido a lo sexual. El amor, para los Nolan, es una cosa que se pasa de padres a hijos, como los tomos de la Enciclopedia Británica o laBreve Historia del Tiempo, de Stephen Hawking. Estrechándoles las manos, claro, como buenos caballeros británicos que son.
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