De lealtades y de Lance
Hoy los enemigos celebran y los compañeros ven en otra dirección
El texano paseó orgulloso la bandera de Estados Unidos en el Tour de Francia, donde forjó su leyenda. Hoy Armstrong está amenazado incluso con la quiebra económica AP
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GERARDO JOSÉ CHACÓN* , *ODONTÓLOGO. CIRUJANO ORAL Y PERIODONCISTA| ESPECIAL/ELUNIVERSAL
miércoles 24 de octubre de 2012 12:00 AM
Pese a todo, el caso de Lance Armstrong es un ejemplo.
Un ejemplo de vida, de lucha. De esa lucha eterna entre el bien y el mal. Del cielo y el infierno. Porque es imposible una cosa sin la otra, así como resulta imposible la muerte sin vida previa.
No obstante, a lo que hace referencia este artículo no es a un ultramoderno, sofisticado y supersecreto sistema de dopaje en el deporte que hace palidecer a la CIA, el Mossad y al MI6 de James Bond.
Este artículo no va de un mortal que se hace héroe, se convierte en mito, coquetea con ser leyenda, pero de un día a otro -y tras años de persecución- se transforma en villano, como si de una invención de Stan Lee se tratase.
Estas líneas hacen referencia a un tema mucho más humano, y por completo menospreciado, masacrado y humillado, se refiere a la lealtad.
Para todos es bien conocida la historia de Lance. Más aun, me permitiré resumir algunos aspectos destacables del ciclista de Texas:
Nace en 1971, fue nadador y triatleta desde su infancia y adolescencia. En 1993 ganó el mundial de ruta azotado por la lluvia y bajo un nublado cielo, que desde ese entonces parecía augurar la oscuridad sobre su futuro y sus logros, -y que se cerniría por siempre como una mancha-. El segundo lugar de aquel podio fue para, nada menos que Miguel Indurain.
En 1995 vino la clásica de San Sebastián, ese mártir que fue atado a un árbol y cubierto de saetas porque decidió no renunciar al Cristianismo para adorar múltiples dioses como ocurría en la antigua Roma.
En 1996 le diagnostican cáncer testicular, y muchos afirman que esa vez, recluido en cama, (con metástasis perforando sus pulmones, arañando su cerebro y corroyendo sus ideas), el equipo al cual pertenecía rescindió de su contrato. Fue la primera prueba del gusto a hiel que se siente cuando todos te abandonan al caer.
Luego de la convalecencia, la recuperación y la disciplina férrea, cimentó sus sueños.
En 1997 funda LiveStrong.
Pero fue en 1999 cuando el mundo entero lo conoció en realidad, porque es partir de ese año (tres años después de su diagnóstico de cáncer) que gana su primer tour de Francia y comienza a hilvanar siete campeonatos.
Un número nada desdeñable y con bastante simbología bíblica, que hoy yace por los suelos. 7 tours que hoy le han sido retirados, y que están siendo apedreados, azotados, ajusticiados y desgarrados a mordiscos por mandíbulas feroces de sus enemigos y por los dientes, -que en sonrisas le mostraban muchos de sus amigos-. Amigos, compañeros, periodistas, médicos, que lo ayudaron en los ascensos de los majestuosos Alpes y Pirineos Franceses. Ascensos narrados por la dulce voz de Goga, ascensos en los que lo vimos caer para levantarse y ganar al comisario Ulrich, o retar al añorado y depresivo pirata Marco Pantani; mientras un nudo atenazaba nuestra garganta y nos anegaba los ojos de lágrimas por el orgullo ajeno, mientras veíamos al público gritar su nombre y correr tras él a los lados de la carretera en su ascenso al Olimpo. Ascenso en el que iba custodiado por su séquito para ir minando la resistencia física y mental de los rivales hasta quedarse solo uno a su rueda, con él, empujándolo, gritándole, animándole, como un escudero fiel y determinante, para arengarlo contra el último de sus rivales mientras desde los cielos un helicóptero nos regalaba la épica imagen de la lucha de pocos hombres contra sí mismos y una colosal y hermosa montaña.
Pero, ¿qué pensaba Lance en esos momentos en que estaba siendo torturado por las piernas de sus rivales, por la inclinación del Tourmalet, del Mt Ventoux o del Alpe d´ Hues, por su disciplina y lo que es peor aún, por su conciencia? Es muy probable que sea eso mismo lo que piense ahora.
Ahora, cuando ninguna montaña, azote, saeta o cable de electricidad podría causarle más dolores en su lenta tortura que su propia conciencia, esa misma conciencia que de pronto le gritaba desde dentro de su cerebro, -cuando iba en contra del reloj o de la gravedad- que debía ganar para demostrar que el cáncer no fue capaz de matarlo, y que todo aquel que le retiró su apoyo se había equivocado de la A la Z.
Sin embargo hoy, más de una década después, se encuentra nuevamente solo, abandonado y humillado; la tela de juicio sobre la que se sustenta es tan delgada como la capa superficial de hielo de un lago antes de abril.
Porque hoy, esos compañeros con los que sorteó rivales, ascendió montañas, inhaló bocanadas de oxígeno inexistente, le han dado la espalda, culpable o no, así lo han hecho.
Hoy, amigos, compañeros y patrocinadores huyen de él, como si de un leproso medieval se tratase, porque hoy se le considera un mentiroso, un villano, un fraude.
Hoy, todos han olvidado el cáncer que sobrevivió, los ascensos, y el primer lugar en la contrarreloj, porque todo era falso. Hoy los enemigos celebran y los amigos y compañeros miran en otra dirección y evitan el tema.
Me cuesta entonces, imaginar el dolor, (y la resignación), que debe experimentar Lance al ver que quienes se sentaron a su mesa a idolatrarlo y alabarlo, e incluso a fotografiarse con él intentando ser salpicados por esa chispa de genialidad, lo aborrecen.
Este artículo pretende humildemente hacer un llamado de atención, porque no es la primera vez que ocurre, ni será la última: Bolívar, Aníbal, Alejandro, Escipión el africano, también lo vivieron, también fueron desgarrados y hechos girones en carne viva, por las fauces de la envidia y la falsa amistad. Este artículo no pretende defender lo indefendible, ni justificar lo injustificable, es solo que para algunos hombres, el fin siempre justifica los medios, y si ese fin se logra, los medios no se critican por los amigos, ni los beneficiados. De hecho estos se alaban, y se admiran, hasta que se demuestra lo contrario, y es cuando todos huimos temblorosos y nos hacemos justicieros al lado de la razón.
Ya bien lo decía Nietzche: confía en los malos pues los malos, eso siempre son.
¿Hasta cuando somos hojas en el viento, que nos dejamos llevar donde más fuerte sople?
Mi Admirado Lance, un abrazo en la distancia.
Ahora más que nunca te ha llegado el momento de VIVIR FUERTE.
Un ejemplo de vida, de lucha. De esa lucha eterna entre el bien y el mal. Del cielo y el infierno. Porque es imposible una cosa sin la otra, así como resulta imposible la muerte sin vida previa.
No obstante, a lo que hace referencia este artículo no es a un ultramoderno, sofisticado y supersecreto sistema de dopaje en el deporte que hace palidecer a la CIA, el Mossad y al MI6 de James Bond.
Este artículo no va de un mortal que se hace héroe, se convierte en mito, coquetea con ser leyenda, pero de un día a otro -y tras años de persecución- se transforma en villano, como si de una invención de Stan Lee se tratase.
Estas líneas hacen referencia a un tema mucho más humano, y por completo menospreciado, masacrado y humillado, se refiere a la lealtad.
Para todos es bien conocida la historia de Lance. Más aun, me permitiré resumir algunos aspectos destacables del ciclista de Texas:
Nace en 1971, fue nadador y triatleta desde su infancia y adolescencia. En 1993 ganó el mundial de ruta azotado por la lluvia y bajo un nublado cielo, que desde ese entonces parecía augurar la oscuridad sobre su futuro y sus logros, -y que se cerniría por siempre como una mancha-. El segundo lugar de aquel podio fue para, nada menos que Miguel Indurain.
En 1995 vino la clásica de San Sebastián, ese mártir que fue atado a un árbol y cubierto de saetas porque decidió no renunciar al Cristianismo para adorar múltiples dioses como ocurría en la antigua Roma.
En 1996 le diagnostican cáncer testicular, y muchos afirman que esa vez, recluido en cama, (con metástasis perforando sus pulmones, arañando su cerebro y corroyendo sus ideas), el equipo al cual pertenecía rescindió de su contrato. Fue la primera prueba del gusto a hiel que se siente cuando todos te abandonan al caer.
Luego de la convalecencia, la recuperación y la disciplina férrea, cimentó sus sueños.
En 1997 funda LiveStrong.
Pero fue en 1999 cuando el mundo entero lo conoció en realidad, porque es partir de ese año (tres años después de su diagnóstico de cáncer) que gana su primer tour de Francia y comienza a hilvanar siete campeonatos.
Un número nada desdeñable y con bastante simbología bíblica, que hoy yace por los suelos. 7 tours que hoy le han sido retirados, y que están siendo apedreados, azotados, ajusticiados y desgarrados a mordiscos por mandíbulas feroces de sus enemigos y por los dientes, -que en sonrisas le mostraban muchos de sus amigos-. Amigos, compañeros, periodistas, médicos, que lo ayudaron en los ascensos de los majestuosos Alpes y Pirineos Franceses. Ascensos narrados por la dulce voz de Goga, ascensos en los que lo vimos caer para levantarse y ganar al comisario Ulrich, o retar al añorado y depresivo pirata Marco Pantani; mientras un nudo atenazaba nuestra garganta y nos anegaba los ojos de lágrimas por el orgullo ajeno, mientras veíamos al público gritar su nombre y correr tras él a los lados de la carretera en su ascenso al Olimpo. Ascenso en el que iba custodiado por su séquito para ir minando la resistencia física y mental de los rivales hasta quedarse solo uno a su rueda, con él, empujándolo, gritándole, animándole, como un escudero fiel y determinante, para arengarlo contra el último de sus rivales mientras desde los cielos un helicóptero nos regalaba la épica imagen de la lucha de pocos hombres contra sí mismos y una colosal y hermosa montaña.
Pero, ¿qué pensaba Lance en esos momentos en que estaba siendo torturado por las piernas de sus rivales, por la inclinación del Tourmalet, del Mt Ventoux o del Alpe d´ Hues, por su disciplina y lo que es peor aún, por su conciencia? Es muy probable que sea eso mismo lo que piense ahora.
Ahora, cuando ninguna montaña, azote, saeta o cable de electricidad podría causarle más dolores en su lenta tortura que su propia conciencia, esa misma conciencia que de pronto le gritaba desde dentro de su cerebro, -cuando iba en contra del reloj o de la gravedad- que debía ganar para demostrar que el cáncer no fue capaz de matarlo, y que todo aquel que le retiró su apoyo se había equivocado de la A la Z.
Sin embargo hoy, más de una década después, se encuentra nuevamente solo, abandonado y humillado; la tela de juicio sobre la que se sustenta es tan delgada como la capa superficial de hielo de un lago antes de abril.
Porque hoy, esos compañeros con los que sorteó rivales, ascendió montañas, inhaló bocanadas de oxígeno inexistente, le han dado la espalda, culpable o no, así lo han hecho.
Hoy, amigos, compañeros y patrocinadores huyen de él, como si de un leproso medieval se tratase, porque hoy se le considera un mentiroso, un villano, un fraude.
Hoy, todos han olvidado el cáncer que sobrevivió, los ascensos, y el primer lugar en la contrarreloj, porque todo era falso. Hoy los enemigos celebran y los amigos y compañeros miran en otra dirección y evitan el tema.
Me cuesta entonces, imaginar el dolor, (y la resignación), que debe experimentar Lance al ver que quienes se sentaron a su mesa a idolatrarlo y alabarlo, e incluso a fotografiarse con él intentando ser salpicados por esa chispa de genialidad, lo aborrecen.
Este artículo pretende humildemente hacer un llamado de atención, porque no es la primera vez que ocurre, ni será la última: Bolívar, Aníbal, Alejandro, Escipión el africano, también lo vivieron, también fueron desgarrados y hechos girones en carne viva, por las fauces de la envidia y la falsa amistad. Este artículo no pretende defender lo indefendible, ni justificar lo injustificable, es solo que para algunos hombres, el fin siempre justifica los medios, y si ese fin se logra, los medios no se critican por los amigos, ni los beneficiados. De hecho estos se alaban, y se admiran, hasta que se demuestra lo contrario, y es cuando todos huimos temblorosos y nos hacemos justicieros al lado de la razón.
Ya bien lo decía Nietzche: confía en los malos pues los malos, eso siempre son.
¿Hasta cuando somos hojas en el viento, que nos dejamos llevar donde más fuerte sople?
Mi Admirado Lance, un abrazo en la distancia.
Ahora más que nunca te ha llegado el momento de VIVIR FUERTE.
La UCI pidió la devolución del dinero ganado en premios
Los Tours ganados por Armstrong quedarán desiertos
Nadie heredará los siete títulos del Tour de France que se le quitaron al estadounidense Lance Armstrong por doping, según decidió hoy en una reunión extraordinaria en Ginebra la Unión Ciclista Internacional.
Sólo en el Tour, Armstrong ganó más de tres millones de euros (AFP)
EL UNIVERSAL
viernes 26 de octubre de 2012 11:29 AM
Ginebra.- Nadie heredará los siete títulos del Tour de France que se le quitaron al estadounidense Lance Armstrong por doping, según decidió hoy en una reunión extraordinaria en Ginebra la Unión Ciclista Internacional (UCI).
El organismo internacional prefirió que el palmarés quede desierto, pues todos los ciclistas que terminaron en segundo lugar en los Tour de Armstrong (de 1999 a 2005) estuvieron también implicados en casos de doping, informó DPA.
El suizo Alex Zülle (1999), el español Joseba Beloki (2002), el italiano Ivan Basso (2005) y los alemanes Jan Ullrich (2000, 2001 y 2003) y Andreas Klöden (2004) fueron los corredores que ocuparon el segundo escalón del podio en los Campos Elíseos de París.
La UCI anunció el lunes que despojaba a Armstrong de sus victorias en el Tour, tras aceptar las pruebas presentadas por la Agencia Estadounidense Antidoping (USADA) en un extenso informe hecho público el 10 de octubre, en el que acusaba al texano de organizar en el US Postal el "sistema de doping más sofisticado jamás visto".
En su reunión de hoy, el órgano rector del ciclismo decidió además pedir la devolución del dinero ganado en premios a los ciclistas que fueron sancionados por doping. Sólo en el Tour, Armstrong ganó más de tres millones de euros (unos cuatro millones de dólares).
La UCI anunció además que constituirá una comisión independiente de investigación para aclarar las duras acusaciones realizadas en los últimos días contra el organismo, al que se acusa de laxitud en la lucha contra el doping y de connivencia con Armstrong.
Los detalles sobre la comisión se ofrecerán en la primera semana de noviembre.
El organismo internacional prefirió que el palmarés quede desierto, pues todos los ciclistas que terminaron en segundo lugar en los Tour de Armstrong (de 1999 a 2005) estuvieron también implicados en casos de doping, informó DPA.
El suizo Alex Zülle (1999), el español Joseba Beloki (2002), el italiano Ivan Basso (2005) y los alemanes Jan Ullrich (2000, 2001 y 2003) y Andreas Klöden (2004) fueron los corredores que ocuparon el segundo escalón del podio en los Campos Elíseos de París.
La UCI anunció el lunes que despojaba a Armstrong de sus victorias en el Tour, tras aceptar las pruebas presentadas por la Agencia Estadounidense Antidoping (USADA) en un extenso informe hecho público el 10 de octubre, en el que acusaba al texano de organizar en el US Postal el "sistema de doping más sofisticado jamás visto".
En su reunión de hoy, el órgano rector del ciclismo decidió además pedir la devolución del dinero ganado en premios a los ciclistas que fueron sancionados por doping. Sólo en el Tour, Armstrong ganó más de tres millones de euros (unos cuatro millones de dólares).
La UCI anunció además que constituirá una comisión independiente de investigación para aclarar las duras acusaciones realizadas en los últimos días contra el organismo, al que se acusa de laxitud en la lucha contra el doping y de connivencia con Armstrong.
Los detalles sobre la comisión se ofrecerán en la primera semana de noviembre.
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