Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 15 de octubre de 2012

Ya fuera entonces por intereses foráneos, por el empeño del poder local de acallar la disidencia o por el atraso tecnológico, lo cierto es que el cine en tiempos de Pérez Jiménez no vivió su mejor momento.


Una bota sobre el cine

El cine venezolano vivió uno de sus peores momentos con Pérez Jiménez

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La avanzada de de Hollywood había replegado el cine mexicano a pocas salas (Cortesía)
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ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
domingo 7 de octubre de 2012  12:00 AM
A mediados de los años 50, los caraqueños se sorprendieron con lo que vieron en la portada de una revista local: Marcos Pérez Jiménez, presidente de la República, y la actriz italiana Silvana Pampanini, eran captados en traje de baño en la orilla de la piscina de un reconocido hotel capitalino. Los rumores del supuesto idilio entre ambos y la visita de la diva a la residencia presidencial de la isla de La Orchila, no se hicieron esperar. 

Pero más allá del affaire entre el militar y la protagonista de cintas comoEsclava del pecado (1954) y La bella de Roma (1955), ¿había un interés del dictador por el séptimo arte, tal como lo mostró otro dictador venezolano: Juan Vicente Gómez? ¿Qué mostró el cine venezolano de 1952 a 1958? 

Rodolfo Izaguirre escribió para el libro Panorama Histórico del Cine en Venezuela: 1896-1993, editado por la Cinemateca Nacional en 1997, que Rómulo Gallegos significaría una esperanza para el cine nacional dada su afinidad por el séptimo arte. Sin embargo, su derrocamiento en 1948 acabó con toda ilusión. 

"El nombre de Ávila Films o Estudios Ávila, por ejemplo, y la presencia de Rómulo Gallegos, cineasta, son referencias prestigiosas, aunque la empresa Ávila Films que él creó en 1938 se viese forzada a cesar en sus actividades para convertirse, en 1942, en los Estudios América y tuviese el propio Gallegos que desviar su mirada hacia la industria cinematográfica mexicana", recuerda Izaguirre en el ensayo, al tiempo que señala: "Durante la administración democrática de Rómulo Gallegos, Venezuela se convertiría en centro de irradiación cinematográfica sobre toda la América Latina... Nada se irradió. Las ilusiones se esfumaron y todo volvió a la acostumbrada y exasperante medianía". 

El arquitecto Guillermo Barrios, autor del libro Tramas cruzadas: El rol de la ciudad en el cine venezolano (2009), menciona también a Rómulo Gallegos como un precedente importante al hablar del cine en tiempos de Pérez Jiménez. "Las primeras manifestaciones de una industria cinematográfica venezolana, estimulada por la llegada de Gallegos al poder, se derrumban coincidiendo con la instalación plena de la dictadura, a partir de 1952. En el período previo, ya a la caída de Gallegos, 1949-1952, Bolívar Films, punta de lanza de una productora local, estrenó nueve filmes, de El demonio es un ángel La balandra Isabel llegó esta tarde (1949) a Territorio verde (1952)". 

Barrios señala que con la llegada de la dictadura, todo aquello se desplomó. "Se produce fundamentalmente un cine 'oficial', de propaganda del régimen y, esporádicamente un cine asociado a la instalación de la industria televisiva. En cuanto a lo primero, hay que mencionar que el régimen contrató a una empresa estadounidense, la Hamilton Wright, para producir y distribuir en el circuito internacional, registros cinematográficos de los avances en materia de infraestructura, principalmente, en el país. Una cinta, compendio de estos registros y titulada La cenicienta de América, fue estrenada en 1956". 

Carlos Oteyza, director del documental Tiempos de dictadura -actualmente en cartelera-, dice que Bolívar y Tiuna Films, dos de las grandes productoras de la época, hacían principalmente noticieros en los que solo se podía hablar positivamente de la obra de Gobierno. "La industria cinematográfica venezolana era deficitaria, y el cine pobre y acartonado". 

Una novela original de José Miguel de Mora titulada Los héroes no van al frente, fue adaptada al cine por el propio autor, quien escribió y dirigió el filme Festín para la muerte (1954), cuyo tema transcurre en Europa en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. César Enríquez, director de una de las primeras películas de temática social (La escalinata, 1950), filma en 1956 Tambores en la colina, una cinta que según Izaguirre, "trataba de resumir atropelladamente, en noventa minutos, la agobiante banalidad de un melodrama televisivo del momento". Nada podía hablarse de los movimientos izquierdistas que ganaban terreno en Centroamérica o los presos políticos, torturados, exiliados y muertos de la Seguridad Nacional. 

Oteyza asoma dos factores importantes: el cine en los años 50 era un asunto de industria, "era muy difícil el cine independiente; con la llegada de las cámaras de 16 milímetros en los 60 es que se abre esta posibilidad". Esto coincide, según él, con las temáticas políticas y sociales que comienzan a imponerse en el cine local. 

En su libro Tramas cruzadas..., Barrios escribe que curiosamente el sistema de salas de cine en Venezuela llegó a alcanzar un pico histórico durante los años de la dictadura: 85 salas en Caracas para 1957. Eso, sumado a su solvencia económica, hizo de Venezuela uno de los mercados más codiciados de América Latina. "No es de extrañar que en la literatura de investigación del campo se sugiera una y otra vez la posibilidad de una permanente intromisión norteamericana, a través de representantes de la gran industria cinematográfica, para impedir o dificultar la instalación de una industria de cine comercial en Venezuela, mediante un arreglo con los factores de poder. Durante la dictadura, el cine doméstico, habiendo dejado de lado sus aspiraciones a favor de un mercado exhibitorio despejado para las producciones extranjeras, atiende a una misión claramente proselitista o de exploración documental de los valores de la geografía nacional". 

Ya fuera entonces por intereses foráneos, por el empeño del poder local de acallar la disidencia o por el atraso tecnológico, lo cierto es que el cine en tiempos de Pérez Jiménez no vivió su mejor momento.

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