Mariana Rondón: "Venezuela rinde culto a la apariencia"
La película Pelo Malo dirigida y escrita por Mariana Rondón se estrena hoy en el Festival de Toronto
Rondón rodó parte de la película en el 23 de enero
EL UNIVERSAL
sábado 7 de septiembre de 2013 11:45 AM
Toronto.- Un niño moreno de pelo enrulado, facciones delicadas y grandes ojos marrones obsesionado por alisarse la cabellera para la foto escolar es el protagonista de "Pelo malo", película venezolana que se estrena hoy en el Festival de Toronto y según su directora, Mariana Rondón, intenta reflejar "al absurdo de la violencia".
Junior (Samuel Lange), de unos 9 años, vive junto a su madre, una guardia de seguridad que se quedó sin empleo tras un "incidente" que nunca queda del todo claro, y junto a su hermanito en uno de los numerosos y superpoblados complejos habitacionales de Caracas, donde la violencia es pan de cada día.
Le película, escrita también por Rondón, fue rodada en dos complejos, el "23 de enero" y el "Simón Rodríguez" de la capital venezolana, que la directora describe como "grandes infiernos verticales" de alta complejidad social "donde la gente común y corriente, profesionales y trabajadores, coexisten con delincuencia organizada o grupos de militancia política radical".
Sin embargo, la violencia que sufre Junior no tiene que ver sólo con su vecindario, donde los niños se arrojan al piso con pasmosa naturalidad cuando escuchan algún tiro cerca, sino también con su madre, Marta (Samantha Castillo), que ve con preocupación la afición de éste por alisarse el pelo, cantar, bailar y hasta orinar sentado y que alterna por ello entre la indiferencia y el maltrato.
Junior cuenta, sin embargo, con dos aliadas: una amiguita (María Emilia Sulbarán) que sueña con fotografiarse vestida de Miss Venezuela y su abuela Carmen (Nelly Ramos), que le enseña canciones y coreografías y le cose trajes que se parecen a vestidos.
"Venezuela es un país que le rinde culto a la apariencia y creo que una buena parte de la población lucha contra ese 'Pelo Malo'. El pelo en mi película es una metáfora de cómo una persona define una personalidad", comenta Rondón.
Una diferencia que es respondida con violencia, algo que según la directora de "Postales de Leningrado" es difícil de obviar en una sociedad como la venezolana. "La inflación económica es muy grande y genera violencia en toda la sociedad. Los servicios básicos para la supervivencia son precarios. Existe una polarización política que mantiene en tensión constante y violenta al país", apunta. "La película no es más que un espejo de cómo lo público entra en la vida privada y cada gesto carga en sí esa violencia hasta el lugar de la intolerancia hacia el otro".
Esa presencia de lo público en lo privado queda de manifiesto mediante la inclusión, en la película, de dos escenas en las que los protagonistas ven en el telediario noticias que parecen trazar un paralelo con sus propias vidas: cómo un grupo de seguidores de Hugo Chávez decidió raparse el pelo en solidaridad con el mandatario cuando éste luchaba contra el cáncer (el pelo como símbolo) y la noticia policial acerca de un hombre de 40 años que asesinó a su madre "para ofrecerla en sacrificio a Chávez" (la relación con la madre).
"Decidí dejar claro el tiempo en el que transcurre la película y tomar casi al azar las noticias de los días de rodaje. Pero de las muchas noticias, estas me parecieron pertinentes para dibujar uno de los momentos más perturbados de la historia contemporánea del país", comenta Rondón, que estudió cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. "Filmamos durante los meses de la enfermedad de Chávez. La política, que debería ser parte de la vida cívica, fue convertida en fanatismo religioso, la psiquis de una población volcada al milagro o peor aún, al sacrificio".
En "Pelo Malo", cuyos actores son casi todos debutantes en cine, no hay juicios ni evaluaciones. El film no intenta explicar los comportamientos de sus protagonistas, especialmente el de Junior, sino simplemente mostrar la realidad de sus propias vidas y también del entorno en el que están inmersos.
"La película se vuelve una y otra vez espejo del país. Hace dos semanas un diputado de la Asamblea Nacional, representante del partido de gobierno, acusó a miembros de la oposición de homosexuales, como si esto fuera un delito. Supuestamente era una acusación de corrupción, pero hizo un gran show homofóbico", dice la directora.
"Quise abordar como eje central la intolerancia. No es una película que obedezca a ninguna militancia, es una historia sobre el camino duro y solitario de ser diferente".
Junior (Samuel Lange), de unos 9 años, vive junto a su madre, una guardia de seguridad que se quedó sin empleo tras un "incidente" que nunca queda del todo claro, y junto a su hermanito en uno de los numerosos y superpoblados complejos habitacionales de Caracas, donde la violencia es pan de cada día.
Le película, escrita también por Rondón, fue rodada en dos complejos, el "23 de enero" y el "Simón Rodríguez" de la capital venezolana, que la directora describe como "grandes infiernos verticales" de alta complejidad social "donde la gente común y corriente, profesionales y trabajadores, coexisten con delincuencia organizada o grupos de militancia política radical".
Sin embargo, la violencia que sufre Junior no tiene que ver sólo con su vecindario, donde los niños se arrojan al piso con pasmosa naturalidad cuando escuchan algún tiro cerca, sino también con su madre, Marta (Samantha Castillo), que ve con preocupación la afición de éste por alisarse el pelo, cantar, bailar y hasta orinar sentado y que alterna por ello entre la indiferencia y el maltrato.
Junior cuenta, sin embargo, con dos aliadas: una amiguita (María Emilia Sulbarán) que sueña con fotografiarse vestida de Miss Venezuela y su abuela Carmen (Nelly Ramos), que le enseña canciones y coreografías y le cose trajes que se parecen a vestidos.
"Venezuela es un país que le rinde culto a la apariencia y creo que una buena parte de la población lucha contra ese 'Pelo Malo'. El pelo en mi película es una metáfora de cómo una persona define una personalidad", comenta Rondón.
Una diferencia que es respondida con violencia, algo que según la directora de "Postales de Leningrado" es difícil de obviar en una sociedad como la venezolana. "La inflación económica es muy grande y genera violencia en toda la sociedad. Los servicios básicos para la supervivencia son precarios. Existe una polarización política que mantiene en tensión constante y violenta al país", apunta. "La película no es más que un espejo de cómo lo público entra en la vida privada y cada gesto carga en sí esa violencia hasta el lugar de la intolerancia hacia el otro".
Esa presencia de lo público en lo privado queda de manifiesto mediante la inclusión, en la película, de dos escenas en las que los protagonistas ven en el telediario noticias que parecen trazar un paralelo con sus propias vidas: cómo un grupo de seguidores de Hugo Chávez decidió raparse el pelo en solidaridad con el mandatario cuando éste luchaba contra el cáncer (el pelo como símbolo) y la noticia policial acerca de un hombre de 40 años que asesinó a su madre "para ofrecerla en sacrificio a Chávez" (la relación con la madre).
"Decidí dejar claro el tiempo en el que transcurre la película y tomar casi al azar las noticias de los días de rodaje. Pero de las muchas noticias, estas me parecieron pertinentes para dibujar uno de los momentos más perturbados de la historia contemporánea del país", comenta Rondón, que estudió cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. "Filmamos durante los meses de la enfermedad de Chávez. La política, que debería ser parte de la vida cívica, fue convertida en fanatismo religioso, la psiquis de una población volcada al milagro o peor aún, al sacrificio".
En "Pelo Malo", cuyos actores son casi todos debutantes en cine, no hay juicios ni evaluaciones. El film no intenta explicar los comportamientos de sus protagonistas, especialmente el de Junior, sino simplemente mostrar la realidad de sus propias vidas y también del entorno en el que están inmersos.
"La película se vuelve una y otra vez espejo del país. Hace dos semanas un diputado de la Asamblea Nacional, representante del partido de gobierno, acusó a miembros de la oposición de homosexuales, como si esto fuera un delito. Supuestamente era una acusación de corrupción, pero hizo un gran show homofóbico", dice la directora.
"Quise abordar como eje central la intolerancia. No es una película que obedezca a ninguna militancia, es una historia sobre el camino duro y solitario de ser diferente".
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