Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 3 de junio de 2012

¿Cómo lograrlo si las fuerzas de la conciencia nacional no se unifican por encima de sus legítimas diferencias, postergan el logro de sus legítimas ambiciones y posponen la conquista de sus anhelos particulares en aras del bien común?

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Notitarde 02-06-12 | 

No hay otro camino que el 

de la unidad

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Se lo ha reiterado hasta el cansancio, pero nunca sobra repetirlo: solo la unidad inquebrantable 
de los demócratas puede hacerle frente exitosamente a una tiranía. Particularmente si se 
trata de una tiranía que ha echado raíces en la ignorancia del sentimiento popular y domina 
el arte del sometimiento, del fraude, del engaño. Y más aún si es inescrupulosa - como solo 
una tiranía puede serlo -, y está dispuesta a matar para afianzarse aún más y entronizarse 
para siempre. Luego de someter y apropiarse de todos los poderes públicos y no contar con 
un solo contrapoder capaz de ponerle un fin definitivo. Que no sea – he allí la clave – el de 
un pueblo férreamente unido y dispuesto a jugarse la vida por la libertad y la justicia aherrojados.
Es la naturaleza de la tiranía que hoy impera en Venezuela y a cuyo desplazamiento y superación 
se han comprometido todos los espíritus de la decencia nacional. Una tiranía que posee el poder 
de las armas, a las que ha comprado con la corrupción del rentismo petrolero, primero, y 
del control del narcotráfico, después; el respaldo del más aleve y siniestro de los poderes tiránicos 
que hayan existido en el Caribe y América Latina – la satrapía castrista; y que cuenta con 
los más poderosos recursos económicos y financieros jamás existidos en nuestro país y en 
país alguno de la región: el petróleo manejado con espíritu de saqueo y expoliación.
Pues quiera o no quiera hacerlo explícito por razones tácticas o estratégicas, la oposición 
venezolana 
enfrenta a un tirano y ha de vérselas con una tiranía. No solo ni principalmente con un mal 
gobierno y un pésimo Presidente de la República. Que no por contar con la complicidad 
o la aquiescencia de amplios sectores de la población más menesterosa de nuestro país, 
que aún no aprende a valorar en su justo significado los principios morales y espirituales 
que nos conforman como Nación, es menos canallesco y alevoso. Verificándose el insólito 
extravío de que son víctimas precisamente esos sectores que lo respaldan, carne de cañón 
de la compra de conciencia y la obra de automutilación en que están empeñados el 
tirano y su tiranía. Esos sectores depauperados son los chivos expiatorios del deterioro 
material y espiritual del país. ¡Y creen ser sus principales beneficiarios!
Con lo cual se dificulta inmensamente el combate contra la maldad intrínseca del régimen: 
es una tiranía que puede pavonearse de contar con amplios respaldos populares, a los 
que ha terminado por envilecer, extraviar, pervertir y adormecer. A los que seduce con la promesa 
eternamente incumplida, a los que pretende convertir en protagonistas de un proceso de liberación 
que busca precisamente lo contrario: instaurar una dictadura permanente. Para lo cual le es 
esencial depauperar, envilecer, empobrecer, pervertir y engañar.
¿Cómo provocar el despertar del engaño y la apatía en que el terror, el hambre, el desempleo 
y la permanente dependencia de las dádivas de la tiranía mantienen a amplias masas de 
los sectores menos favorecidos del país? ¿Cómo hacerles ver el extravío y el abismo a los 
que el régimen los conduce? ¿Cómo lograrlo si las fuerzas de la conciencia nacional no 
se unifican por encima de sus legítimas diferencias, postergan el logro de sus legítimas 
ambiciones y posponen la conquista de sus anhelos particulares en aras del bien común?
2
Y con la unidad sucede como con el maravilloso verso de Antonio Machado: "Caminante 
no hay camino. Se hace camino al andar". La unidad no es un objeto para quienes la 
anhelan y necesitan, como al agua el sediento: es un proceso en permanente construcción, 
una andadura interminable y sin fin que se va creando y fortaleciendo a medida que se 
materializa. La unidad no es ni un contrato ni un acuerdo: es una acción diaria, 
un tejido de vida, un compromiso existencial que debe ser reafirmado día a día y paso 
a paso. Un ejercicio de comunión diaria, frente al que nunca damos lo suficiente y 
frente al cual siempre estamos en deuda. Siempre estamos menos unidos de lo que debiéramos, 
deuda que solo podrá ser saldada el día en que el magno cometido que nos hemos 
propuesto – desplazar del poder a quienes envilecen nuestra nacionalidad y pervierten nuestras 
tradiciones y costumbres – sea plenamente logrado. Y nos hagamos al propósito único y 
verdadero: construir la república sobre nuevas bases, obtener el progreso y la prosperidad 

que nos merecemos y sentirnos orgullosos del papel que como nacionales de un país 
renovado desempeñamos en el concierto de las naciones.
Dada la naturaleza espiritual del cometido unitario y la necesaria voluntariedad de la 
adscripción, la unidad no puede ser impuesta por la fuerza, a palos. Pues la unidad 
es asunto de libre albedrío. Más, muchísimo más aportan a la unidad aquéllos que 
están dispuestos a sacrificar sus propios intereses en bien del interés común. Pues son 
ellos los verdaderos protagonistas de la unidad que reclama el proceso histórico. 
Pero tampoco el sentirse y ser depositarios del auténtico mensaje unitario faculta a quienes 
desbrozaron el camino apartar del sendero a quienes se suman a medias, lo hacen por 
cálculos mezquinos, condicionan la unidad de acción al privilegio del fruto que pretenden 
les pertenece por derecho propio.
La unidad del cálculo, no es unitaria. La unidad auténtica se nutre del sacrificio y la generosidad. 
Sirve al engrandecimiento de la cruzada, fortalece la andadura y puede llegar a hacer 
invencible el esfuerzo pretendido. Pues la unidad – asunto que quienes desconfían de ella 
desconocen – se autoalimenta, se retroalimenta, combina todos los elementos unidos para 
convertirlos en un poder y en una energía que nada ni nadie puede detener.
Ésa es la fuerza de la unidad. Si ella se ha convertido en el motor interior de un esfuerzo 
colectivo y no es la máscara falaz que oculta pugnas internas, ambiciones descontroladas, 
pretensiones desmedidas. La historia está llena de éxitos obtenidos gracias a la unidad de 
quienes se mancomunaron tras un objetivo superior. También está llena de fracasos de quienes 
no estuvieron a la altura de sus circunstancias y carecieron de la lucidez, la inteligencia, 
la generosidad que el momento histórico exigía. Pues no hay otro camino que la unidad.
Todos los otros caminos conducen al fracaso. La desunión es la madre de todas las 
frustraciones, el sendero seguro al infierno de las derrotas. De allí la vieja sentencia de los 
tiranos: divide et impera. Divide y dominarás.
3
No hay otro camino que el de la unidad. Es el único camino seguro hacia la victoria. 
Así el enemigo invoque todas las malas artes de la manipulación política para sembrar 
el desconcierto, el miedo y la desunión. Última baza con la que cuenta para tratar de impedir 
la catástrofe que le acecha y la muerta que ronda por sus cuarteles. Tarea que en gran 
medida encarga a quienes venden sus habilidades en manipular el mercado al mejor postor. 
Pues yendo a la esencia del asunto: así las encuestas no se equivoquen: se equivocan 
los engañados. Someterse a la falaz tiranía de los numeritos y traicionar los verdaderos 
objetivos estratégicos de saneamiento nacional desenmascara la perversión moral a la que se 
ha rebajado alguna parte de nuestra dirigencia. Ésa es la verdadera cuestión. La tiranía de los 
tiranizados.
Que la unidad es el único camino lo han demostrado todos los últimos procesos electorales. 
En todos ellos obtuvo la victoria la oposición democrática. Tras haber superado las diferencias 
y haberse unido. En todos ellos demostró la canallesca falacia de encuestadores y 
manipuladores de oficio. Solo la inmoralidad que ha hecho carne de nuestra vida pública puede 
escamotear esa verdad del tamaño de una catedral y atarnos a los mercaderes de la opinión: 
sus falsos gurúes aseguraron que perdíamos el Referéndum Constitucional: arrasamos. Reacción 
del tirano: "una victoria de mierda". Las vacas sagradas del marketing político pusieron a 
Ledezma en la cola de los perdedores: arrasó. Los mismos encuestadores que mostraron 
su carencia de seriedad y experticia – Schemmel y Luis Vicente León, Seijas y Jesse Chacón -
 volvieron a jurar que no obtendríamos más de 35 diputados. Duplicamos esa cifra. Si lo que aquí 
señalamos no es cierto, el camino de los tribunales está abierto.
Pero vuelvo a insistir en lo verdaderamente esencial: dejar en manos de empresarios 
de la demoscopia el destino de nuestras decisiones estratégicas en medio de una crisis 
existencial como la que sufrimos manifiesta una grave pérdida del sentido político y un 
avasallamiento del sentido de la moral pública. Hacerlo hoy a nuestro favor es tan criminal 
como permitir que lo sea mañana a favor de nuestros adversarios. Contra todo lo que la 
decadencia de nuestras élites permitan suponer, como bien decía Gramsci: solo la verdad 
es revolucionaria. Es decir: verdadera.
E-mail: sanchezgarciacaracas@gmail.com
Twitter: @sangarccs

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