Fallecimiento de don Luis Quiroga Torrealba
El pleno de la Academia Venezolana de la Lengua manifiesta su pesar por el fallecimiento el día 30 de septiembre de 2012 de don Luis Quiroga Torrealba, individuo de número, ocupante del sillón letra S. Considerado como uno de los más importantes propulsores y modernizadores de la lingüística, la investigación y la enseñanza de la lengua en Venezuela, don Luis Quiroga Torrealba desarrolló una destacada labor en nuestra institución, como miembro de la Junta Directiva (2005-2007) y también en su condición de coordinador por varios años de la comisión de Lexicografía, responsabilidad esta última desde la cual fue proponente de la incorporación de un amplio número de venezolanismos al Diccionario de la Real Academia Española. Internacionalmente su nombre resalta en diversas actividades, entre ellas la de exintegrante de la Junta Directiva de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL) y representante del país en diversos eventos profesionales e instituciones, aparte de haber auspiciado y coordinado múltiples investigaciones sobre el español de Venezuela. En su amplia y muy productiva labor como pedagogo destacan sus propuestas y aciertos en el campo de la lingüística aplicada y la publicación de importantes materiales didácticos. Fue cofundador, con otro de nuestros ilustres numerarios, don Oscar Sambrano Urdaneta, del Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias Andrés Bello, en el Instituto Pedagógico de Caracas. La actividad docente del maestro Quiroga, principalmente desarrollada durante varias décadas en el Instituto Pedagógico de Caracas, deja un vacío dentro de su amplia familia de colegas y discípulos, pero su trayectoria queda también como ejemplo de rectitud ciudadana, de profesionalismo académico y de responsabilidad pública. Paz a sus restos
Notitarde 05-10-12
Quiroga
Mañanero, llega el saludo siempre fraterno y señorial de Julio Rafael Silva Sánchez…
Pero esta vez trae un aire de tristeza: “¿Sabes? Acabo de leer en la prensa
que ayer murió el profesor Luis Quiroga Torrealba…”. La noticia golpea, como
una pedrada. Comentamos, tal vez muy ligeramente el peso de este adiós que
a ambos nos conmueve. El espíritu humanístico de Julio Rafael, siempre
inmerso en el mundo intelectual, es admirable. No sé si él fue alumno o
amigo del doctor Quiroga Torrealba, porque al fin y al cabo Julio es historiador
y Quiroga fue, por sobre todo, un lingüista de proyección universal. Eso pienso
ahora, mientras surge esta nota de mis propios recuerdos y especialmente de
lo que para muchos compañeros de generación significó el haber sido alumnos
y amigos de tan excepcional maestro. En lo personal, lo conocí en el Instituto
Pedagógico Nacional, en octubre de 1953, en mi primer año como alumno del
Depto. de Castellano, Literatura, Latín y Raíces Griegas. Nuestros profesores
en ese inicio fueron Olga de León de Padrón, Ramón Piña Daza, Luis Beltrán
Guerrero, Edoardo Crema, Guillermo Pérez Enciso, Felipe Ruán y el padre
Manuel Montaner Salazar (el célebre “cura” Montaner). Pocos meses estaría
el Prof. Quiroga frente a su cátedra de Fonérica (lo sustituyó el Dr. José Ramón
Ayala), pues debió irse a Europa a concluir sus estudios de Lingüística en unos
estudios que, sin duda alguna, lo llevaron a ser uno de los más brillantes
lingüistas no solamente de la lengua castellana sino de la cultura universal.
Siempre mantuvimos una relación muy afectiva con él. Cuando venía a
Siempre mantuvimos una relación muy afectiva con él. Cuando venía a
Venezuela lo buscábamos, lo escuchábamos, lo leíamos, le consultábamos con
devoción y afecto invariable. Éramos sus alumnos. Admirábamos no solamente
su profundidad científica, su sabiduría, su dominio de la especialidad, sino su
temple ciudadano, su carácter, su sencillez y humildad, su rectitud moral y
profesional y, sobre todo, su posición ante la vida. Él siempre fue un hombre
paradigmático. Un espejo en el cual nuestra propia conciencia suele buscar
raíces insustituibles y fundamentales. Luis Quiroga Torrealba, yaracuyano
maestro de siempre para la memoria de nuestro amado país. Honor y gloria
a su nombre, a su tránsito vital y a su recuerdo.
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