Rafael Castillo Zapata: "Siempre
nos interesa la vida de otros"
"El arte es una forma de apelación al otro. Tú no escribes para ti, ni siquiera un diario íntimo", indica el escritor.
Castillo publicó "Travesías: Diarios de viajes" (Gustavo Bandres)
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DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
sábado 9 de febrero de 2013 09:35 AM
Rafael Castillo Zapata (Caracas, 1958) escribe diarios de forma discontinua desde 1984. Hubo intervalos en los que abandonó esa escritura para retomarla algún tiempo después -"un diario es la historia de los días, pero con lagunas", Lisboa, 16 de agosto de 1992 (p.30)-. Más de 20 años después, el escritor venezolano decidió publicar sus apuntes personales, que están recopilados en Travesías: Diarios de viajes. La relación infinita, 1990-2010.
Fue en 2008 cuando el autor descubrió que tenía literatura en esas páginas ya remotas. "Me puse a revisar mis diarios con la intención de rescatar de ellos proyectos de escritura que no había desarrollado. Y me di cuenta de la importancia de las cosas acumuladas que estaban allí que no recordaba. Entonces empecé a pensar que el diario era una forma de hacer obra en acto antes de que llegara la energía o la disponibilidad de acometer esa gran escritura que se supone que es la literatura propiamente dicha, que serían relatos o novelas", contó el también poeta, que publicó Estancias en 2009.
Castillo Zapata también se refiere al diario como una ampliación de la obra de un autor. "El diario es proteico. Es un laboratorio, la cocina del escritor. Es como ese cajón de sastre donde vas echando cosas que no sabes qué vas a hacer con ellas (...). El diario es una forma de hacerse uno mismo, de organizar su propia subjetividad. Se escribe para ser releído. Yo lo reviso siempre porque ahí están las huellas de tu experiencia. Hay literatura, narración, relato, aunque no haya ficción", agregó el profesor de Teoría Literaria en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Reflexiones de lecturas, descripciones de ciudades, comentarios, anécdotas, intimidades. Transformación de la vida cotidiana en trascendencia. El mismo autor se pregunta en sus apuntes a quién le interesaría leer las páginas de alguien que no ha dejado otras hojas memorables en la literatura. "Los seres humanos somos curiosos por naturaleza. Y más allá de que un hombre sea célebre o no, o haya hecho alguna hazaña en cualquier área, siempre nos interesa la vida de los otros. Al final, lo último que podemos esperar de un diario es que te ponga en escena la experiencia de un hombre. Y eso ya me parece que tiene valor político y ético, que alguien comparta con sus semejantes una experiencia personal".
Querido diario
El 27 de febrero de 2006, Rafael Castillo Zapata se preguntó qué sería de nuestros vínculos sociales si los otros llegaran a conocer nuestros miedos. Ese temor aún existe, a pesar de la exposición que trae consigo la edición de sus diarios. "Hay algo extraño: hay pudor, pero también deseo de compartir esa cosa que ya existe. Como si no pudieras tener eso contigo solo. No lo publicas porque sea íntimo, sino porque es parte de ti, de tu creación, aunque a través de esa experiencia se transmitan contenidos personales a veces arriesgados o temerarios en contextos culturales también desafiantes", dijo el investigador literario.
También hay algo de exhibicionismo, de parte del autor, y voyerismo, de parte del lector, al acercarse a esos apuntes. Castillo Zapata lo tiene claro. "Sí, pero eso está en toda operación artística, que es una forma de exponerse siempre. La misma pregunta se la haría yo al escritor que al artista: ¿por qué mostrarse, exhibirse, por qué aparecer en público? El arte es una forma de apelación al otro, al prójimo. Tú no escribes para ti, ni siquiera un diario íntimo. Cuando escribes, hay la figuración de un otro al que le escribes. No escribes en el vacío".
Así, el diario es, además, una manera de retiro interior que luego se hace externa, pública. "Y eso es parte del riesgo de esa llamada escritura del yo (...) El diario es u. n género estoico, en el sentido de que los estoicos hicieron una disciplina de la autocontemplación como una forma de trabajar el alma, pero ese trabajo del alma era con relación a la comunidadEso que Séneca decía de publicarse el yo. No somos hombres sino en función de los otros; y escribir es eso, sino sería un regodeo narcisista absoluto", dijo el miembro fundador del extinto grupo literario Tráfico. El diario también podría ser un libro de (desa)sosiego.
Fue en 2008 cuando el autor descubrió que tenía literatura en esas páginas ya remotas. "Me puse a revisar mis diarios con la intención de rescatar de ellos proyectos de escritura que no había desarrollado. Y me di cuenta de la importancia de las cosas acumuladas que estaban allí que no recordaba. Entonces empecé a pensar que el diario era una forma de hacer obra en acto antes de que llegara la energía o la disponibilidad de acometer esa gran escritura que se supone que es la literatura propiamente dicha, que serían relatos o novelas", contó el también poeta, que publicó Estancias en 2009.
Castillo Zapata también se refiere al diario como una ampliación de la obra de un autor. "El diario es proteico. Es un laboratorio, la cocina del escritor. Es como ese cajón de sastre donde vas echando cosas que no sabes qué vas a hacer con ellas (...). El diario es una forma de hacerse uno mismo, de organizar su propia subjetividad. Se escribe para ser releído. Yo lo reviso siempre porque ahí están las huellas de tu experiencia. Hay literatura, narración, relato, aunque no haya ficción", agregó el profesor de Teoría Literaria en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Reflexiones de lecturas, descripciones de ciudades, comentarios, anécdotas, intimidades. Transformación de la vida cotidiana en trascendencia. El mismo autor se pregunta en sus apuntes a quién le interesaría leer las páginas de alguien que no ha dejado otras hojas memorables en la literatura. "Los seres humanos somos curiosos por naturaleza. Y más allá de que un hombre sea célebre o no, o haya hecho alguna hazaña en cualquier área, siempre nos interesa la vida de los otros. Al final, lo último que podemos esperar de un diario es que te ponga en escena la experiencia de un hombre. Y eso ya me parece que tiene valor político y ético, que alguien comparta con sus semejantes una experiencia personal".
Querido diario
El 27 de febrero de 2006, Rafael Castillo Zapata se preguntó qué sería de nuestros vínculos sociales si los otros llegaran a conocer nuestros miedos. Ese temor aún existe, a pesar de la exposición que trae consigo la edición de sus diarios. "Hay algo extraño: hay pudor, pero también deseo de compartir esa cosa que ya existe. Como si no pudieras tener eso contigo solo. No lo publicas porque sea íntimo, sino porque es parte de ti, de tu creación, aunque a través de esa experiencia se transmitan contenidos personales a veces arriesgados o temerarios en contextos culturales también desafiantes", dijo el investigador literario.
También hay algo de exhibicionismo, de parte del autor, y voyerismo, de parte del lector, al acercarse a esos apuntes. Castillo Zapata lo tiene claro. "Sí, pero eso está en toda operación artística, que es una forma de exponerse siempre. La misma pregunta se la haría yo al escritor que al artista: ¿por qué mostrarse, exhibirse, por qué aparecer en público? El arte es una forma de apelación al otro, al prójimo. Tú no escribes para ti, ni siquiera un diario íntimo. Cuando escribes, hay la figuración de un otro al que le escribes. No escribes en el vacío".
Así, el diario es, además, una manera de retiro interior que luego se hace externa, pública. "Y eso es parte del riesgo de esa llamada escritura del yo (...) El diario es u. n género estoico, en el sentido de que los estoicos hicieron una disciplina de la autocontemplación como una forma de trabajar el alma, pero ese trabajo del alma era con relación a la comunidadEso que Séneca decía de publicarse el yo. No somos hombres sino en función de los otros; y escribir es eso, sino sería un regodeo narcisista absoluto", dijo el miembro fundador del extinto grupo literario Tráfico. El diario también podría ser un libro de (desa)sosiego.
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