''He sentido, casi físicamente en estos días no fáciles, la fuerza de las oraciones y el amor de la Iglesia que me traéis''
Primera audiencia general del Benedicto XVI tras el anuncio a los cardenales de su renuncia
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2013 (Zenit.org) - El Aula Pablo VI está hoy, como cada miércoles, llena de fieles que quieren ver y saludar al papa. Pero en este día la gente está especialmente entusiasmada porque quieren hacer llegar al santo padre papa su apoyo. Los fieles presentes han recibido y hecho sentir su presencia a Benedicto XVI con fuertes y largos aplausos. Los cantos, las banderas y los "Viva el papa" tienen hoy un matiz especial.
Antes de comenzar la catequesis, el pontífice ha querido dirigirse a los fieles y les ha explicado lo que ya anunció el lunes pasado a los cardenales. Esta vez en italiano, "Queridos hermanos y hermanas, como sabéis, he decidido..." --dijo el papa antes de ser interrumpido por los aplausos--. A la conclusión de los mismos, indicó: "Gracias por vuestra simpatía". Y retomó su discurso: "He dedicido renunciar al ministerio que el Señor me ha confiado el 19 de abril de 2005 --ha comenzado el papa. Y aclara a continuación- he hecho esto en plena libertad por el bien de la Iglesia, después de haber rezado mucho y haber examinado delante de Dios mi conciencia, muy consciente de la gravedad del acto, pero también consciente de no estar capacitado para desempeñar mi ministerio petrino con la misma forma que esto requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual no hará que falte su guía y su cuidado. Doy gracias a todos por el amor y la oración con la que me habéis acompañado. Gracias, he sentido casi físicamente, en estos días no fáciles, la fuerza de las oraciones y el amor de la Iglesia que me traéis. Continuad rezando por el papa y por la Iglesia".
Al terminar la catequesis, los aplausos han durado algo más de lo habitual. Al papa se le veía sonriente, agradecido y tranquilo. Había entrado con inusitada agilidad en la Sala Pablo VI, sin ayuda de bastón ni del brazo de ningún ayudante, con paso firme y seguro. Y, desde luego, con un rostro mucho más distendido que el de este 11 de febrero.
En la síntesis de la catequesis en lengua española ha comenzado recordando que hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Es un tiempo de particular esfuerzo --ha añadido- en nuestro camino espiritual. Además ha recordado que "cuarenta días es el periodo que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública, y donde fue tentado por el diablo.
A continuación ha recordado que reflexionar sobre las tentaciones de Jesús en el desierto es una invitación a responder a la pregunta fundamental: ¿qué es lo más importante en la vida? ¿qué puesto ocupa el Señor en nuestra existencia? Y ha aclarado: "las tentaciones que afronta Jesús muestran el riesgo de instrumentalizar a Dios, de usarlo para el propio interés, para la propia gloria. Dar a Dios el primer puesto ante las tentaciones requiere 'convertirse'; significa seguir a Cristo de forma que su Evangelio sea guía concreta de la vida" y que solamente 'perdiendo' la vida por su causa la podemos ganar.
Al finalizar su intervención en español, ha dirigido un saludo cordial a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Perú, México y los demás países latinoamericanos. Dentro de este grupo, varios asistentes alzaron folios con letras componiendo la frase: "Gracias, santo padre". "Invito a todos en este tiempo de Cuaresma --dijo- a renovar el compromiso de conversión, dejando espacio a Dios, aprendiendo a mirar con sus ojos la realidad de cada día".
Entre el público, un grupo de universitarios de Comunión y Liberación enarbolaba una enorme pancarta, al fondo de la Sala, con las palabras: "Grazie, Santo Padre".
Debido a la gran afluencia de personas que quieren ver al papa tras el anuncio de su renuncia, hoy miércoles, 13 de febrero a las 17 horas, Benedicto XVI celebrará el rito de bendición e imposición de las cenizas en la basílica vaticana y no en la basílica romana de Santa Sabina, donde ha tenido lugar habitualmente.
Por la misma razón, el encuentro anual del papa con los párrocos de Roma, programado para mañana 14 de febrero, tendrá lugar en el Aula Pablo VI.
Al final de las intervenciones, y antes de la bendición final, un coro de niños y niñas, tocados con alegres gorras amarillas con el logo de la escuela primaria italiana L'Arca, han cantado una canción que ha emocionado al obispo de Roma. Luego, han hecho tremolar sus gorras, saludando al papa que ha correspondido alzando las manos e improvisando de nuevo unas palabras para ellos: "Gracias por cantar estas canciones tan queridas por mí. Gracias".
Antes de comenzar la catequesis, el pontífice ha querido dirigirse a los fieles y les ha explicado lo que ya anunció el lunes pasado a los cardenales. Esta vez en italiano, "Queridos hermanos y hermanas, como sabéis, he decidido..." --dijo el papa antes de ser interrumpido por los aplausos--. A la conclusión de los mismos, indicó: "Gracias por vuestra simpatía". Y retomó su discurso: "He dedicido renunciar al ministerio que el Señor me ha confiado el 19 de abril de 2005 --ha comenzado el papa. Y aclara a continuación- he hecho esto en plena libertad por el bien de la Iglesia, después de haber rezado mucho y haber examinado delante de Dios mi conciencia, muy consciente de la gravedad del acto, pero también consciente de no estar capacitado para desempeñar mi ministerio petrino con la misma forma que esto requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual no hará que falte su guía y su cuidado. Doy gracias a todos por el amor y la oración con la que me habéis acompañado. Gracias, he sentido casi físicamente, en estos días no fáciles, la fuerza de las oraciones y el amor de la Iglesia que me traéis. Continuad rezando por el papa y por la Iglesia".
Al terminar la catequesis, los aplausos han durado algo más de lo habitual. Al papa se le veía sonriente, agradecido y tranquilo. Había entrado con inusitada agilidad en la Sala Pablo VI, sin ayuda de bastón ni del brazo de ningún ayudante, con paso firme y seguro. Y, desde luego, con un rostro mucho más distendido que el de este 11 de febrero.
En la síntesis de la catequesis en lengua española ha comenzado recordando que hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Es un tiempo de particular esfuerzo --ha añadido- en nuestro camino espiritual. Además ha recordado que "cuarenta días es el periodo que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública, y donde fue tentado por el diablo.
A continuación ha recordado que reflexionar sobre las tentaciones de Jesús en el desierto es una invitación a responder a la pregunta fundamental: ¿qué es lo más importante en la vida? ¿qué puesto ocupa el Señor en nuestra existencia? Y ha aclarado: "las tentaciones que afronta Jesús muestran el riesgo de instrumentalizar a Dios, de usarlo para el propio interés, para la propia gloria. Dar a Dios el primer puesto ante las tentaciones requiere 'convertirse'; significa seguir a Cristo de forma que su Evangelio sea guía concreta de la vida" y que solamente 'perdiendo' la vida por su causa la podemos ganar.
Al finalizar su intervención en español, ha dirigido un saludo cordial a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Perú, México y los demás países latinoamericanos. Dentro de este grupo, varios asistentes alzaron folios con letras componiendo la frase: "Gracias, santo padre". "Invito a todos en este tiempo de Cuaresma --dijo- a renovar el compromiso de conversión, dejando espacio a Dios, aprendiendo a mirar con sus ojos la realidad de cada día".
Entre el público, un grupo de universitarios de Comunión y Liberación enarbolaba una enorme pancarta, al fondo de la Sala, con las palabras: "Grazie, Santo Padre".
Debido a la gran afluencia de personas que quieren ver al papa tras el anuncio de su renuncia, hoy miércoles, 13 de febrero a las 17 horas, Benedicto XVI celebrará el rito de bendición e imposición de las cenizas en la basílica vaticana y no en la basílica romana de Santa Sabina, donde ha tenido lugar habitualmente.
Por la misma razón, el encuentro anual del papa con los párrocos de Roma, programado para mañana 14 de febrero, tendrá lugar en el Aula Pablo VI.
Al final de las intervenciones, y antes de la bendición final, un coro de niños y niñas, tocados con alegres gorras amarillas con el logo de la escuela primaria italiana L'Arca, han cantado una canción que ha emocionado al obispo de Roma. Luego, han hecho tremolar sus gorras, saludando al papa que ha correspondido alzando las manos e improvisando de nuevo unas palabras para ellos: "Gracias por cantar estas canciones tan queridas por mí. Gracias".
''Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia''
Benedicto XVI reitera su acto público de renuncia
Por Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Benedicto XVI ha comparecido hoy ante los fieles en Audiencia General. Lo que había dicho en latín --su fórmula de renuncia--, ante los cardenales del consistorio, lo ha querido repetir hoy ante los fieles del Aula Pablo VI y ante todos los que le acompañaban en directo por la televisión e internet, o quienes accedería a sus palabras a través de los medios posteriormente. Es precisamente uno de los requisitos del Código de Derecho Canónico sobre la renuncia: que lo haga públicamente y declare que es libre al hacerlo. Ofrecemos esas palabras introductorias a la catequesis de esta mañana, que pronunció esta vez en italiano.
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Queridos hermanos y hermanas:
Como sabéis he decidido [ante los aplausos que interrumpen su discurso dice: gracias por vuestra simpatía], he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril de 2005. Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado mi conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará.
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Queridos hermanos y hermanas:
Como sabéis he decidido [ante los aplausos que interrumpen su discurso dice: gracias por vuestra simpatía], he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril de 2005. Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado mi conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará.
Renovamos nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Señor
Homilía de Benedicto XVI en la liturgia del Miércoles de Ceniza
Por Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2013 (Zenit.org) - A las 17 horas de hoy, Miércoles de Ceniza, Benedicto XVI celebró en la Basílica Vaticana la Santa Misa con el rito de bendición y de imposición de las cenizas. Publicamos la homilia que el papa ha pronunciado en la Celebración Eucarística, interrumpido en diversos pasajes por los aplausos de una basílica repleta de fieles, entre los que se percibían no pocas lágrimas. Por tercera vez, el obispo de Roma ha aludido a su renuncia al ministerio petrino y ha subrayado que el único Pastor de la Iglesia es Cristo Señor.
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¡Venerados hermanos, queridos hermanos y hermanas!:
Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos un nuevo camino cuaresmal, un camino que se desgrana a lo largo de cuarenta días y nos conduce a la alegría de la Pascua del Señor, a la victoria de la Vida sobre la muerte. Siguiendo la antiquísima tradición romana de las estaciones cuaresmales, nos hemos reunido para la Celebración de la Eucaristía. Tal tradición prevé que la primera estación tenga lugar en la Basílica de Santa Sabina sobre la colina del Aventino. Las circunstancias han sugerido reunirse en la Basílica Vaticana. Esta tarde somos numerosos en torno a la Tumba del Apóstol Pedro también para pedir su intercesión para el camino de la Iglesia en este particular momento, renovando nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Señor. Para mí es una ocasión propicia para dar las gracias a todos, especialmente a los fieles de la Diócesis de Roma, mientas me dispongo a concluir el ministerio petrino, y para pedir un especial recuerdo en la oración.
Las lecturas que han sido proclamadas nos ofrecen puntos que, con la gracia de Dios, estamos llamados a convertirse en actitudes y comportamientos concretos en esta Cuaresma. La Iglesia nos vuelve a proponer, sobre todo, el fuerte llamado que el profeta Joel dirige al pueblo de Israel: «Así dice el Señor: volvéos a mí con todo el corazón, con ayunos, con llantos y lamentos» (2,12). Hay que subrayar la expresión «con todo el corazón», que significa desde el centro de nuestros pensamientos y sentimientos, de las raíces de nuestras decisiones, opciones y acciones, con un gesto de total y radical libertad. ¿Pero es posible esto retorno a Dios? Sí, porque hay una fuerza que no reside en nuestro corazón sino que mana del mismo corazón de Dios. es la fuerza de su misericordia. Dice todavía el profeta: «Volved al Señor, vuestro Dios, porque El es misericordioso y piadoso, lento a la ira, de gran amor, pronto a arrepentirse ante el mal» (v.13). La vuelta al Señor es posible como ‘gracia’, porque es obra de Dios y fruto de la fe que nosotros depositamos en su misericordia. Pero este volver a Dios se hace realidad concreta en nuestra vida sólo cuando la gracia del Señor penetra en lo profundo y lo sacude donándonos la fuerza de «lacerar el corazón». Es el profeta una vez más que hace resonar da parte de Dios estas palabras: "Rasgad los corazones, no las vestiduras" (v.13). En efecto, también en nuestros días, muchos están listos para "rasgarse las vestiduras" ante escándalos e injusticias –cometidas naturalmente por otros–, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio “corazón”, sobre la propia conciencia y sobre las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta.
Aquel "convertíos a mí de todo corazón", es una llamada que no solo implica al individuo, sino a la comunidad. Hemos escuchado siempre en la primera Lectura: "Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión; congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a muchachos y niños de pecho; salga el esposo de la alcoba" (vv.15-16). La dimensión comunitaria es un elemento esencial en la fe y en la vida cristiana. Cristo ha venido "para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos" (Cfr. Jn 11, 52). El "Nosotros" de la Iglesia es la comunidad en la que Jesús nos reúne (Cfr. Jn 12, 32): la fe es necesariamente eclesial. Y esto es importante recordarlo y vivirlo en este Tiempo de la Cuaresma: que cada uno sea consiente que el camino penitencial no lo enfrenta solo, sino junto a tantos hermanos y hermanas, en la Iglesia.
El profeta, en fin, se detiene sobre la oración de los sacerdotes, los cuales, con los ojos llenos de lágrimas, se dirigen a Dios diciendo: "¡No entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?" (v.17). Esta oración nos hace reflexionar sobre la importancia del testimonio de fe y de vida cristiana de cada uno y de nuestras comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia y cómo, algunas veces este rostro es desfigurado. Pienso, en particular, en las culpas contra la unidad de la Iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial. Vivir la Cuaresma en una comunión eclesial más intensa y evidente, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para los que están alejados de la fe o los indiferentes.
"¡Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación!" (2 Co 6, 2). Las palabras del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto resuenan también para nosotros con una urgencia que no admite omisiones o inercias. El término “éste” repetido tantas veces dice que este momento non se debe dejar escapar, se nos ofrece como ocasión única e irrepetible. Y la mirada del Apóstol se concentra en el compartir, con el que Cristo ha querido caracterizar su existencia, asumiendo todo lo humano hasta hacerse cargo del mismo pecado de los hombres. La frase de san Pablo es muy fuerte: Dio "Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro". Jesús, el inocente, el Santo, «Aquél que no conoció el pecado" (2 Co 5, 21), asume el peso del pecado compartiendo con la humanidad el resultado de la muerte, y de la muerte en la cruz. La reconciliación que se nos ofrece ha tenido un precio altísimo, el de la cruz levantada en el Gólgota, donde fue colgado el Hijo de Dios hecho hombre. En esta inmersión de Dios en el sufrimiento humano en el abismo del mal está la raíz de nuestra justificación. El "volver a Dios con todo nuestro corazón" en nuestro camino cuaresmal pasa a través de la Cruz, el seguir a Cristo por el camino que conduce al Calvario, al don total de sí. Es un camino en el cual debemos aprender cada día a salir cada vez más de nuestro egoísmo y de nuestro ensimismamiento, para dejar espacio a Dios que abre y transforma el corazón. Y san Pablo recuerda que el anuncio de la Cruz resuena también para nosotros gracias a la predicación de la Palabra, de la que el mismo Apóstol es embajador; un llamado para nosotros, para que este camino cuaresmal se caracterice por una escucha más atenta y asidua de la Palabra de Dios, luz que ilumina nuestros pasos.
En la página del Evangelio de Mateo, del llamado Sermón de la Montaña, Jesús se refiere a tres prácticas fundamentales previstas por la Ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno; son también indicadores tradicionales en el camino cuaresmal para responder a la invitación de "volver a Dios de todo corazón". Pero Jesús subraya que la calidad y la verdad de la relación con Dios son las que califican la autenticidad de todo gesto religioso. Por ello Él denuncia la hipocresía religiosa, el comportamiento que quiere aparentar, las conductas que buscan aplausos y aprobación. El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al “público”, sino a su Señor, en la sencillez y en la generosidad: "Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6,4.6.18). Nuestro testimonio, entonces, será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria y seremos conscientes de que la recompensa del justo es Dios mismo, el estar unidos a Él, aquí abajo, en el camino de la fe, y al final de la vida, en la paz y en la luz del encuentro cara a cara con Él para siempre (Cfr. 1 Co 13, 12).
Queridos hermanos y hermanas, comencemos confiados y alegres este itinerario cuaresmal. Que resuene fuerte en nosotros la invitación a la conversión, a "volver a Dios de todo corazón", acogiendo su gracia que nos hace hombres nuevos, con aquella sorprendente novedad que es participación en la vida misma de Jesús. Nadie, por lo tanto, haga oídos sordos a esta llamada, que se nos dirige también en el austero rito, tan sencillo y al mismo tiempo tan sugestivo, de la imposición de las cenizas, que realizaremos dentro de poco ¡Que nos acompañe en este tiempo la Virgen María, Madre de la Iglesia y modelo de todo auténtico discípulo del Señor! ¡Amén!
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¡Venerados hermanos, queridos hermanos y hermanas!:
Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos un nuevo camino cuaresmal, un camino que se desgrana a lo largo de cuarenta días y nos conduce a la alegría de la Pascua del Señor, a la victoria de la Vida sobre la muerte. Siguiendo la antiquísima tradición romana de las estaciones cuaresmales, nos hemos reunido para la Celebración de la Eucaristía. Tal tradición prevé que la primera estación tenga lugar en la Basílica de Santa Sabina sobre la colina del Aventino. Las circunstancias han sugerido reunirse en la Basílica Vaticana. Esta tarde somos numerosos en torno a la Tumba del Apóstol Pedro también para pedir su intercesión para el camino de la Iglesia en este particular momento, renovando nuestra fe en el Pastor Supremo, Cristo Señor. Para mí es una ocasión propicia para dar las gracias a todos, especialmente a los fieles de la Diócesis de Roma, mientas me dispongo a concluir el ministerio petrino, y para pedir un especial recuerdo en la oración.
Las lecturas que han sido proclamadas nos ofrecen puntos que, con la gracia de Dios, estamos llamados a convertirse en actitudes y comportamientos concretos en esta Cuaresma. La Iglesia nos vuelve a proponer, sobre todo, el fuerte llamado que el profeta Joel dirige al pueblo de Israel: «Así dice el Señor: volvéos a mí con todo el corazón, con ayunos, con llantos y lamentos» (2,12). Hay que subrayar la expresión «con todo el corazón», que significa desde el centro de nuestros pensamientos y sentimientos, de las raíces de nuestras decisiones, opciones y acciones, con un gesto de total y radical libertad. ¿Pero es posible esto retorno a Dios? Sí, porque hay una fuerza que no reside en nuestro corazón sino que mana del mismo corazón de Dios. es la fuerza de su misericordia. Dice todavía el profeta: «Volved al Señor, vuestro Dios, porque El es misericordioso y piadoso, lento a la ira, de gran amor, pronto a arrepentirse ante el mal» (v.13). La vuelta al Señor es posible como ‘gracia’, porque es obra de Dios y fruto de la fe que nosotros depositamos en su misericordia. Pero este volver a Dios se hace realidad concreta en nuestra vida sólo cuando la gracia del Señor penetra en lo profundo y lo sacude donándonos la fuerza de «lacerar el corazón». Es el profeta una vez más que hace resonar da parte de Dios estas palabras: "Rasgad los corazones, no las vestiduras" (v.13). En efecto, también en nuestros días, muchos están listos para "rasgarse las vestiduras" ante escándalos e injusticias –cometidas naturalmente por otros–, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio “corazón”, sobre la propia conciencia y sobre las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta.
Aquel "convertíos a mí de todo corazón", es una llamada que no solo implica al individuo, sino a la comunidad. Hemos escuchado siempre en la primera Lectura: "Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión; congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a muchachos y niños de pecho; salga el esposo de la alcoba" (vv.15-16). La dimensión comunitaria es un elemento esencial en la fe y en la vida cristiana. Cristo ha venido "para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos" (Cfr. Jn 11, 52). El "Nosotros" de la Iglesia es la comunidad en la que Jesús nos reúne (Cfr. Jn 12, 32): la fe es necesariamente eclesial. Y esto es importante recordarlo y vivirlo en este Tiempo de la Cuaresma: que cada uno sea consiente que el camino penitencial no lo enfrenta solo, sino junto a tantos hermanos y hermanas, en la Iglesia.
El profeta, en fin, se detiene sobre la oración de los sacerdotes, los cuales, con los ojos llenos de lágrimas, se dirigen a Dios diciendo: "¡No entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?" (v.17). Esta oración nos hace reflexionar sobre la importancia del testimonio de fe y de vida cristiana de cada uno y de nuestras comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia y cómo, algunas veces este rostro es desfigurado. Pienso, en particular, en las culpas contra la unidad de la Iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial. Vivir la Cuaresma en una comunión eclesial más intensa y evidente, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para los que están alejados de la fe o los indiferentes.
"¡Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación!" (2 Co 6, 2). Las palabras del apóstol Pablo a los cristianos de Corinto resuenan también para nosotros con una urgencia que no admite omisiones o inercias. El término “éste” repetido tantas veces dice que este momento non se debe dejar escapar, se nos ofrece como ocasión única e irrepetible. Y la mirada del Apóstol se concentra en el compartir, con el que Cristo ha querido caracterizar su existencia, asumiendo todo lo humano hasta hacerse cargo del mismo pecado de los hombres. La frase de san Pablo es muy fuerte: Dio "Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro". Jesús, el inocente, el Santo, «Aquél que no conoció el pecado" (2 Co 5, 21), asume el peso del pecado compartiendo con la humanidad el resultado de la muerte, y de la muerte en la cruz. La reconciliación que se nos ofrece ha tenido un precio altísimo, el de la cruz levantada en el Gólgota, donde fue colgado el Hijo de Dios hecho hombre. En esta inmersión de Dios en el sufrimiento humano en el abismo del mal está la raíz de nuestra justificación. El "volver a Dios con todo nuestro corazón" en nuestro camino cuaresmal pasa a través de la Cruz, el seguir a Cristo por el camino que conduce al Calvario, al don total de sí. Es un camino en el cual debemos aprender cada día a salir cada vez más de nuestro egoísmo y de nuestro ensimismamiento, para dejar espacio a Dios que abre y transforma el corazón. Y san Pablo recuerda que el anuncio de la Cruz resuena también para nosotros gracias a la predicación de la Palabra, de la que el mismo Apóstol es embajador; un llamado para nosotros, para que este camino cuaresmal se caracterice por una escucha más atenta y asidua de la Palabra de Dios, luz que ilumina nuestros pasos.
En la página del Evangelio de Mateo, del llamado Sermón de la Montaña, Jesús se refiere a tres prácticas fundamentales previstas por la Ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno; son también indicadores tradicionales en el camino cuaresmal para responder a la invitación de "volver a Dios de todo corazón". Pero Jesús subraya que la calidad y la verdad de la relación con Dios son las que califican la autenticidad de todo gesto religioso. Por ello Él denuncia la hipocresía religiosa, el comportamiento que quiere aparentar, las conductas que buscan aplausos y aprobación. El verdadero discípulo no se sirve a sí mismo o al “público”, sino a su Señor, en la sencillez y en la generosidad: "Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6,4.6.18). Nuestro testimonio, entonces, será más incisivo cuando menos busquemos nuestra gloria y seremos conscientes de que la recompensa del justo es Dios mismo, el estar unidos a Él, aquí abajo, en el camino de la fe, y al final de la vida, en la paz y en la luz del encuentro cara a cara con Él para siempre (Cfr. 1 Co 13, 12).
Queridos hermanos y hermanas, comencemos confiados y alegres este itinerario cuaresmal. Que resuene fuerte en nosotros la invitación a la conversión, a "volver a Dios de todo corazón", acogiendo su gracia que nos hace hombres nuevos, con aquella sorprendente novedad que es participación en la vida misma de Jesús. Nadie, por lo tanto, haga oídos sordos a esta llamada, que se nos dirige también en el austero rito, tan sencillo y al mismo tiempo tan sugestivo, de la imposición de las cenizas, que realizaremos dentro de poco ¡Que nos acompañe en este tiempo la Virgen María, Madre de la Iglesia y modelo de todo auténtico discípulo del Señor! ¡Amén!
Cardenal Bertone: ''Esta tarde hay un velo de tristeza en nuestro corazón"
Palabras del secretario de Estado al papa Benedicto XVI en la basílica de San Pedro
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Al final de la liturgia del Miércoles de Ceniza, en la basílica de San Pedro, presidida por Benedicto XVI, el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone ha dirigido unas palabras de agradecimiento al santo padre. Ofrecemos el texto de dicas palabras.
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Beatísimo Padre:
Con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto no sólo la Iglesia, sino todo el mundo, han recibido la noticia de su decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, sucesor del Apóstol Pedro.
No seríamos sinceros, santidad, si no le dijéramos que esta tarde hay un velo de tristeza en nuestro corazón. En estos años, su Magisterio ha sido una ventana abierta hacia la Iglesia y el mundo, que ha dejado pasar los rayos de la verdad y del amor de Dios, para dar luz y calor a nuestro camino, también y, sobre todo, en los momentos en que las nubes se adensaban en el cielo.
Todos nosotros comprendimos que precisamente el amor profundo que su Santidad tiene a Dios y a la Iglesia le ha impulsado a este acto, revelando esa pureza de ánimo, esa fe robusta y exigente, esa fuerza de la humildad y de la mansedumbre, junto a un gran valor, que caracterizaron cada paso de su vida y de su ministerio, y que pueden venir solamente del estar con Dios, del estar ante la luz de la Palabra de Dios, del subir continuamente a la montaña del encuentro con Él para volver a descender después a la Ciudad de los hombres.
Santo Padre, hace pocos días con los seminaristas de su diócesis de Roma, usted dijo que siendo cristianos sabemos que el futuro es nuestro, el futuro es de Dios, que el árbol de la Iglesia crece siempre de nuevo. La Iglesia se renueva siempre, renace siempre. Servir a la Iglesia con la firme convicción de que no es nuestra, sino de Dios, que no somos nosotros quienes la construimos, sino que es Él; poder decir con verdad: “Somos siervos inútiles. Hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc 17, 10), confiando totalmente en el Señor, es una gran enseñanza que usted, también con esta decisión sufrida, nos regala, no sólo a nosotros, pastores de la Iglesia, sino al entero Pueblo de Dios.
La Eucaristía es un dar gracias a Dios. Esta tarde nosotros queremos dar gracias al Señor por el camino que toda la Iglesia ha hecho bajo la guía de su santidad y queremos decirle desde lo más íntimo de nuestro corazón, con gran afecto, conmoción y admiración: gracias por habernos dado el luminoso ejemplo de sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor, pero de un trabajador que ha sabido realizar en todo momento lo que es más importante: llevar a Dios a los hombres y llevar los hombres a Dios.
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Beatísimo Padre:
Con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto no sólo la Iglesia, sino todo el mundo, han recibido la noticia de su decisión de renunciar al ministerio de Obispo de Roma, sucesor del Apóstol Pedro.
No seríamos sinceros, santidad, si no le dijéramos que esta tarde hay un velo de tristeza en nuestro corazón. En estos años, su Magisterio ha sido una ventana abierta hacia la Iglesia y el mundo, que ha dejado pasar los rayos de la verdad y del amor de Dios, para dar luz y calor a nuestro camino, también y, sobre todo, en los momentos en que las nubes se adensaban en el cielo.
Todos nosotros comprendimos que precisamente el amor profundo que su Santidad tiene a Dios y a la Iglesia le ha impulsado a este acto, revelando esa pureza de ánimo, esa fe robusta y exigente, esa fuerza de la humildad y de la mansedumbre, junto a un gran valor, que caracterizaron cada paso de su vida y de su ministerio, y que pueden venir solamente del estar con Dios, del estar ante la luz de la Palabra de Dios, del subir continuamente a la montaña del encuentro con Él para volver a descender después a la Ciudad de los hombres.
Santo Padre, hace pocos días con los seminaristas de su diócesis de Roma, usted dijo que siendo cristianos sabemos que el futuro es nuestro, el futuro es de Dios, que el árbol de la Iglesia crece siempre de nuevo. La Iglesia se renueva siempre, renace siempre. Servir a la Iglesia con la firme convicción de que no es nuestra, sino de Dios, que no somos nosotros quienes la construimos, sino que es Él; poder decir con verdad: “Somos siervos inútiles. Hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc 17, 10), confiando totalmente en el Señor, es una gran enseñanza que usted, también con esta decisión sufrida, nos regala, no sólo a nosotros, pastores de la Iglesia, sino al entero Pueblo de Dios.
La Eucaristía es un dar gracias a Dios. Esta tarde nosotros queremos dar gracias al Señor por el camino que toda la Iglesia ha hecho bajo la guía de su santidad y queremos decirle desde lo más íntimo de nuestro corazón, con gran afecto, conmoción y admiración: gracias por habernos dado el luminoso ejemplo de sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor, pero de un trabajador que ha sabido realizar en todo momento lo que es más importante: llevar a Dios a los hombres y llevar los hombres a Dios.
SANTA SEDE
El cónclave será entre el 15 y el 20 de marzo
El papa estará en Castel Gandolfo cuando decaiga el mandato
Por H. Sergio Mora
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Tras una audiencia en la que Benedicto XVI fue ovacionado y en la que dijo "he sentido, casi físicamente en estos días no fáciles, la fuerza de las oraciones y el amor de la Iglesia que me traéis", el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, realizó una rueda en la Sala de Prensa del Vaticano.
“Según la constitución apostólica el cónclave tiene que ser convocado entre el 15 y el 20 del mes de marzo, de acuerdo a lo que dice la Constitución apostólica Universi Dominici Gregi” indicó el padre Lombardi.
Cuál será el título que tendrá Benedicto XVI después de su renuncia, “aún no ha sido decidido” precisó, y “ni siquiera me siento de hacer hipótesis fiables” dijo. Aunque días atrás no descartó la posibilidad que se usara 'obispo emérito de Roma', como había sido propuesto por un periodista.
El papa viajará el 28 por la tarde en helicóptero a Castel Gandolfo: “No creo que haya ninguna ceremonia en el momento del decaimiento del mandato –añadió el portavoz– pues la renuncia fue ya hecha, y fijado el momento del final del mandato”.
Sobre lo que percibió entre la gente, el portavoz comentó: “El estado de ánimo fundamental para muchos, veo que es de sorpresa y reflexión sobre esta decisión, y de lo que comporta para la Iglesia”. A mi me suscita un sentimiento de gran admiración por esta decisión humilde, sabia, corajosa y responsable del santo padre”. Y añadió: “Siento admiración por esta decisión del papa que ha vivido su ministerio adecuadamente hasta hoy con sus exigencias, y que utilizó esta posibilidad contemplada por el derecho canónico, con gran espíritu de fe por la Iglesia”.
Sobre la audiencia de esta mañana, recordó que el papa “ha vuelto a proponer lo sustancial de su renuncia, si bien ahora pronunciado en un idioma corriente como es el italiano”, dijo el portavoz, y reiteró que fue “en plena libertad y por el bien de la Iglesia”.
Indicó que la frase “Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual no hará que falte su guía y su cuidado” significa “que si alguien se siente desorientado, que sepa que su renuncia está fundada en un clima de fe y de certeza por su Iglesia, una fe que da serenidad y confianza al pueblo de Dios”. “Me volvieron a la mente --prosiguió Lombardi- diversas veces que el papa me dijo que sentía el fuerte apoyo de los fieles”.
A una pregunta de ZENIT sobre si Benedicto XVI podrá hacer alguna declaración pública, una vez se haya retirado, el padre Lombardi respondió: "Pienso, hipotizando sobre el asunto, que no sería ahora lo mejor justo ahora".
Respecto a la estancia del papa en una monasterio dentro del Vaticano, como opuesto a permanecer en otro lugar fuera del Vaticano, dijo: "Los cardenales se alegrarán de tenerle cerca de la Iglesia, y el apoyará el servicio de su sucesor en la Curia Romana con su presencia espiritual".
El portavoz reiteró que el calendario de empeños que tiene el papa, se mantiene casi íntegro, iniciando hoy con la celebración del Miércoles de Ceniza, en la basílica de San Pedro y no en Santa Sabina como de costumbre, debido a la gran cantidad de fieles que se esperan.
Mañana jueves, en el Aula Pablo VI, está confirmado el encuentro de Benedicto XVI con los seminaristas de Roma, y el viernes la audiencia al presidente de Rumanía y con los obispos de la región italiana de Liguria.
El sábado 16, el santo padre recibirá al presidente de Guatemala, y a los obispos de la Región de Lombardía. Y por la tarde tendrá una audiencia personal con el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Monti.
El domingo 17, el papa recitará el Ángelus y este día inician los ejercicios espirituales de la Semana Santa, junto con la Curia Romana, dirigidos por el cardenal Gianfranco Ravasi. Por lo tanto esa semana no hay empeños.
El sábado 23, concluirán los ejercicios espirituales, y ese día encontrará al presidente Giorgio Napolitano. El domingo 24, será el Ángelus y el lunes 25 recibirá a cardenales. En cambio, ese día, se anula el encuentro con los obispos de la región italiana de Las Marcas. El martes 26, el papa tendrá un día libre de empeños públicos. El miércoles 27, será la Audiencia General, y si el tiempo lo permite será en la plaza de san Pedro. Al día siguiente, jueves, en la Sala Clementina el papa mantendrá un encuentro con los cardenales. Y el jueves 28 por la tarde, se trasladará a la residencia de descanso pontificia de Castel Gandolfo.
El portavoz indicó también que fue nombrado vicecamarlengo, monseñor Giuseppe Sciacca. E indicó que es posible que en los próximos días sea nombrado el presidente del Instituto de las Obras Religiosas (IOR).
“Según la constitución apostólica el cónclave tiene que ser convocado entre el 15 y el 20 del mes de marzo, de acuerdo a lo que dice la Constitución apostólica Universi Dominici Gregi” indicó el padre Lombardi.
Cuál será el título que tendrá Benedicto XVI después de su renuncia, “aún no ha sido decidido” precisó, y “ni siquiera me siento de hacer hipótesis fiables” dijo. Aunque días atrás no descartó la posibilidad que se usara 'obispo emérito de Roma', como había sido propuesto por un periodista.
El papa viajará el 28 por la tarde en helicóptero a Castel Gandolfo: “No creo que haya ninguna ceremonia en el momento del decaimiento del mandato –añadió el portavoz– pues la renuncia fue ya hecha, y fijado el momento del final del mandato”.
Sobre lo que percibió entre la gente, el portavoz comentó: “El estado de ánimo fundamental para muchos, veo que es de sorpresa y reflexión sobre esta decisión, y de lo que comporta para la Iglesia”. A mi me suscita un sentimiento de gran admiración por esta decisión humilde, sabia, corajosa y responsable del santo padre”. Y añadió: “Siento admiración por esta decisión del papa que ha vivido su ministerio adecuadamente hasta hoy con sus exigencias, y que utilizó esta posibilidad contemplada por el derecho canónico, con gran espíritu de fe por la Iglesia”.
Sobre la audiencia de esta mañana, recordó que el papa “ha vuelto a proponer lo sustancial de su renuncia, si bien ahora pronunciado en un idioma corriente como es el italiano”, dijo el portavoz, y reiteró que fue “en plena libertad y por el bien de la Iglesia”.
Indicó que la frase “Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual no hará que falte su guía y su cuidado” significa “que si alguien se siente desorientado, que sepa que su renuncia está fundada en un clima de fe y de certeza por su Iglesia, una fe que da serenidad y confianza al pueblo de Dios”. “Me volvieron a la mente --prosiguió Lombardi- diversas veces que el papa me dijo que sentía el fuerte apoyo de los fieles”.
A una pregunta de ZENIT sobre si Benedicto XVI podrá hacer alguna declaración pública, una vez se haya retirado, el padre Lombardi respondió: "Pienso, hipotizando sobre el asunto, que no sería ahora lo mejor justo ahora".
Respecto a la estancia del papa en una monasterio dentro del Vaticano, como opuesto a permanecer en otro lugar fuera del Vaticano, dijo: "Los cardenales se alegrarán de tenerle cerca de la Iglesia, y el apoyará el servicio de su sucesor en la Curia Romana con su presencia espiritual".
El portavoz reiteró que el calendario de empeños que tiene el papa, se mantiene casi íntegro, iniciando hoy con la celebración del Miércoles de Ceniza, en la basílica de San Pedro y no en Santa Sabina como de costumbre, debido a la gran cantidad de fieles que se esperan.
Mañana jueves, en el Aula Pablo VI, está confirmado el encuentro de Benedicto XVI con los seminaristas de Roma, y el viernes la audiencia al presidente de Rumanía y con los obispos de la región italiana de Liguria.
El sábado 16, el santo padre recibirá al presidente de Guatemala, y a los obispos de la Región de Lombardía. Y por la tarde tendrá una audiencia personal con el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Monti.
El domingo 17, el papa recitará el Ángelus y este día inician los ejercicios espirituales de la Semana Santa, junto con la Curia Romana, dirigidos por el cardenal Gianfranco Ravasi. Por lo tanto esa semana no hay empeños.
El sábado 23, concluirán los ejercicios espirituales, y ese día encontrará al presidente Giorgio Napolitano. El domingo 24, será el Ángelus y el lunes 25 recibirá a cardenales. En cambio, ese día, se anula el encuentro con los obispos de la región italiana de Las Marcas. El martes 26, el papa tendrá un día libre de empeños públicos. El miércoles 27, será la Audiencia General, y si el tiempo lo permite será en la plaza de san Pedro. Al día siguiente, jueves, en la Sala Clementina el papa mantendrá un encuentro con los cardenales. Y el jueves 28 por la tarde, se trasladará a la residencia de descanso pontificia de Castel Gandolfo.
El portavoz indicó también que fue nombrado vicecamarlengo, monseñor Giuseppe Sciacca. E indicó que es posible que en los próximos días sea nombrado el presidente del Instituto de las Obras Religiosas (IOR).
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