Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 11 de febrero de 2013

La incertidumbre política venezolana y la obra Angelus Novus de Paul Klee


INCERTIDUMBRE

¿Quién es el jorobado que opera los engranajes y las poleas de este gobierno autómata?

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ANDRÉS VOLPE |  EL UNIVERSAL
lunes 11 de febrero de 2013  12:00 AM
Walter Benjamin en su trabajo Tesis de filosofía de la historia nos relata en el párrafo primero un breve cuento. Nos refiere a un robot ideado para ganar cualquier juego de ajedrez. Es la máquina ilusoria creada por Wolfgang von Kempelen en 1770. La presunta máquina se asemejaba a un ser humano vestido con ropas de la antigua Turquía. Enfrente tenía una mesa con el tablero de ajedrez. En un ejercicio de transparencia, el ilusionista mostraba que la mesa contenía unas puertas en las cuales se encontraban los engranajes y las poleas que daban vida al mágico robot. No obstante, no daba ninguna pista sobre el origen de su inteligencia invencible. Se dice que el robot logró derrotar a figuras importantes como Napoleón y Benjamin Franklin. A raíz de ello, personajes como Edgar Allan Poe decidieron descubrir el secreto. 

Robert-Houdin, el ilusionista francés considerado como el fundador de la magia moderna, estableció en sus memorias que el genio detrás del robot de Kempelen era un desventurado soldado polaco que había perdido las piernas y podía ser ocultado fácilmente. Por otro lado, W. Benjamin, estableció que un jorobado maestro en ajedrez operaba el robot, igualmente, ocultado dentro de los mecanismos de la mesa. 

Las dos explicaciones resaltan el hecho de la existencia de una ilusión de inteligencia fantástica, llevada a cabo a través del engaño del público, al hacerles creer, bajo un ejercicio de transparencia, que la mesa no contenía sino poleas y engranajes. 

Mucho se parece este juego de engaño a la realidad venezolana. Puede abordarse desde diferentes perspectivas. La primera puede ser el tratar de establecer quién es el genio detrás del robot. ¿Quién es el jorobado que opera los engranajes y las poleas de este gobierno autómata? ¿De dónde están recibiendo órdenes los delegados en el poder? En este caso ya no es la mente de Edgar Allan Poe, que se ocupa del acertijo por simple curiosidad intelectual, sino la mente de todos los venezolanos que tratan de entender por quiénes están siendo gobernados. 

La segunda perspectiva para establecer la analogía es resaltar el engaño perpetrado por medio del establecimiento de una falsa transparencia y conseguir una legitimidad de tal grado frente al público que siembra la duda de las mismas convicciones. En otras palabras, crear un estado de confusión en el cual no se sepa ya qué creer. La diferencia entre un juego de ilusión que termina cuando cae el telón y la confusión creada por el Gobierno venezolano, es que aquel es un simple entretenimiento, la otra es la realidad con la que tienen que vivir millones de personas. 

Es así como hay una percepción de separación de realidades. La incertidumbre política y económica del país crea la sensación de que el tiempo se arrastra en un presente que se extiende sin resolución hacia un futuro indiscernible. Paralelamente, existe la realidad impuesta por la fuerza de la cotidianidad que sigue su ritmo, abriéndose paso entre las incertidumbres como testigo de un curso que fluye concretamente al ritmo del tiempo. Un escenario kafkiano. Quizás sea ya más comprensible para cada venezolano la confusión y exasperación experimentada por Gregorio Samsa al despertarse como víctima de una metamorfosis que le impide ir a trabajar y seguir con el ritmo de la cotidianidad. 

Para explicar la situación presente del venezolano podemos recurrir a la interpretación de W. Benjamin de la pintura Angelus Novus

Klee-angelus-novus.jpg
AutorPaul Klee
Creación1920
UbicaciónMuseo de Israel (Jerusalén)
TécnicaAcuarelatinta china y tiza
Dimensiones31,8 cm x 24,2 cm1

Angelus Novus del pintor Klee. En la pintura, se encuentra un ángel contemplando fijamente algo que no se alcanza a ver. Su boca está abierta y las alas estrechadas ofreciendo resistencia al viento. Este es el ángel de la historia con su rostro mirando hacia el pasado. Para él, el pasado no es una serie de eventos, sino una sola catástrofe que arroja destrucción a sus pies. Él quiere quedarse y despertar a los muertos para reparar lo que ha sido destruido. Pero no puede. Hay una tormenta que lo empuja con violencia de espaldas hacia delante. Ya no puede cerrar sus alas y es propulsado hacia el futuro mientras ve cómo se sigue acumulando la destrucción. La tormenta es llamada progreso histórico. 

Así el pueblo venezolano ve hacia su pasado y ve los errores cometidos a lo largo de su historia. Todo es una catástrofe de caudillismos y democracias tornadas en demagogias y oclocracias. La tormenta del progreso histórico nos hala hacia el futuro incierto sin estar preparados. Avanzamos hacia la incertidumbre causada por el temor y el pánico.



Sobre la obra citada Angelus Novus es un dibujo a tinta china, tiza y acuarela sobre papel, pintado en 1920 por el pintor suizo Paul Klee y adquirido posteriormente por el filósofo y crítico judeo-alemán Walter Benjamin.1
El título de la obra, Angelus Novus ('ángel nuevo' en latín), remite a una leyenda judía originaria del Talmud. Este motivo sirvió de inspiración a Benjamin para su famosa teoría del «Ángel de la historia», una visión pesimista del devenir histórico como un ciclo incesante de desesperación.1 2Un «ángel nuevo», según la tradición hebrea, es una criatura celestial creada para servir y renovar un cántico eterno ante Dios.3 4 Walter Benjamin lo explicaba en la presentación de la revista Angelus Novus: «Una leyenda talmúdica nos dice que una legión de ángeles nuevos son creados a cada instante para, tras entonar su himno ante Dios, terminar y disolverse ya en la nada».5 2
La conservadora de arte israelí Ariella Azoulay dedicó un capítulo de su libro Once Upon a Time: Photography following Walter Benjamin ("Érase una vez: la fotografía después de Walter Benjamin") al Angelus Novus, en donde aportaba una nueva lectura del cuadro de Klee. Contrariamente a la imagen descrita por Benjamin en su alegoría del «Ángel de la historia», donde el ángel miraba al frente con ojos desorbitados, la autora sostenía que el ángel era bizco, y sus ojos en realidad se torcían hacia los lados.2Posteriormente, en una reseña del libro de Azoulay, la artista israelí Michal Heiman afirmaba que tanto Benjamin como su compatriota habían pasado por alto un detalle importante de la pintura. Según defendía Heiman en su artículo, Klee habría sugerido la doble naturaleza sexual del ángel dotándolo de un «órgano sexual puntiagudo» y ataviándolo con una falda.2
La revisión del Angelus Novus propuesta por Heiman se suma a toda una serie de interpretaciones sobre la pintura, algunas de ellas basadas en aspectos biográficos, filosóficos y teológicos. Según el estudioso Stéphane Mosès, el ángel representa una alegoría de la «utopía mesiánica», que se resiste al progreso y que simboliza la catástrofe interminable. El filósofo Giorgio Agamben identifica al ángel con el hombre moderno, quien, al perder contacto con su pasado, es incapaz de encontrar su lugar en la historia
Paul Klee pintó Angelus Novus en un año decisivo para su carrera; en 1920 realizaba su primera gran exposición en Múnich, se disponía a unirse a la Bauhaus, y había publicado su credo artístico,Confesión creativa, donde explicaba su percepción metafísica de la realidad. Los seres mitológicos presentes en los cuadros del pintor suizo —durante sus últimos años de vida, plasmó medio centenar de ángeles celestiales— se enmarcan dentro de este contexto metafísico.1
El cuadro suscitó el interés de Walter Benjamin, quien lo adquirió en 1921.1 Esta pintura tendría una importante repercusión en la vida de Benjamin, representando una fuente de inspiración constante y un catalizador de su pensamiento filosófico. 6 Por todo ello, la obra le acompañaría hasta su muerte en todos los lugares donde el filósofo alemán fijó su residencia.2 En 1921, fundó una publicación llamadaAngelus Novus, en parte como un intento de establecer lazos entre la vanguardia artística de la época y la leyenda talmúdica del «ángel nuevo».2 Benjamin también mencionaba la pintura de Klee en un ensayo de 1931, dedicado al escritor austriaco Karl Kraus, donde señalaba que la imagen permitía «reconocer a una humanidad que se acredita en la destrucción».5
En 1933, el ascenso al poder del partido nazi precipitó su salida inmediata de Berlín y su exilio en la isla de Ibiza, adonde no pudo llevarse su preciada acuarela. Dos años más tarde, un amigo pudo recuperarla y enviársela a París, donde residía por entonces. A principios de 1939, trató sin éxito de vender la pintura —su única pertenencia— para poder costearse el pasaje a Estados Unidos.2 En junio de 1940, antes de abandonar París, sacó la lámina de su marco y la guardó junto con sus escritos en una maleta que entregó al escritor Georges Bataille, quien se encargó de ocultarla en la Biblioteca Nacional de la capital francesa.6Finalmente, en septiembre de 1940, Benjamin se suicidó en Port Bou, en la última parada de su huida infructuosa del régimen nazi.1
Paul Klee
Después de la Segunda Guerra Mundial, la obra pasó a manos del filósofo Theodor Adorno, quien, conforme a la última voluntad de Benjamin, la legó a Gershom Scholem, amigo personal del escritor y eminente erudito de la mística judía.6 Tras la muerte de Scholem, su viuda donó la obra al Museo de Israel, en Jerusalén, donde actualmente se exhibe como una de las joyas de la colección.2
En su célebre ensayo Tesis sobre la filosofía de la historia, Walter Benjamin, inspirado por la lectura cabalística de su amigo Gershom Scholem,7 dejó escrito:
Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.
—TESIS IX8
La reflexión sobre la historia constituye un hilo conductor del pensamiento de Benjamin, quien alzó una crítica radical contra la «razón histórica» y sus axiomas (las ideas de continuidad, de causalidad y de progreso).9 Al analizar la figura del Angelus Novus que el autor alemán expuso en sus Tesis sobre la filosofía de la historiaSusan Buck-Morss ha observado que «una construcción de la historia que mira hacia atrás más que hacia delante, hacia la destrucción de la naturaleza material tal como ésta realmente ocurrió, proporciona un contraste dialéctico al mito futurista del progreso histórico (que sólo puede afirmarse a través del olvido de lo que ha ocurrido)». 10
La alegoría benjaminiana del «Ángel de la historia», que mira hacia el pasado descubriendo la barbarie allí donde la historia se percibe como un continuo, supuso una crítica a los ideales quiméricos que alentaban el pensamiento de buena parte de la izquierda.11 En el relato, el ángel sobrevuela horrorizado las cenizas que arroja el pasado, al tiempo que no puede escapar del futuro, arrastrado por la vorágine del progreso; desde su atalaya, la noción de historia se entrelaza con las de memoria e identidad, en un instante en el que pasado, presente y futuro convergen.11
Walter Benjamin (1892–1940), propietario del Angelus Novusdesde 1921 hasta su muerte


Benjamin buscaba una teoría de la historia que permitiese analizar el fenómeno del fascismo y las causas que precipitaron la debacle de la izquierda europea en el periodo de entreguerras. Sus ideas al respecto influyeron notablemente en el pensamiento posterior de algunos filósofos de la Escuela de Frankfurt, como Theodor W. Adorno y Max Horkheimer.11
Pese al tono apocalíptico que impregna el «Ángel de la historia» descrito por Benjamin, existen también lecturas optimistas en torno al mismo. El filósofo Jürgen Habermas, por ejemplo, sostiene que el ángel representa la posibilidad de redención o de transformación, al ser su mirada hacia el pasado una retrospectiva que se enfrenta al daño causado. Por su parte, el académico israelí Galili Shaharafirma —retomando la idea cabalística de daño y reparación (shever vetikkun)— que el concepto de historia de Benjamin envuelve «una débil fuerza mesiánica, una fuerza menor, que se ha comprometido a corregir males». En su libro Los restos de la revelación, el mismo autor añade: «Lo que fue derrotado, y olvidado, y reprimido, y borrado de las páginas de la historia, aún sigue en espera de ser revelado, y por ende, transformado. La redención implica la transformación del pasado»

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