San Pablo, el espía romano. EL IMPOSTOR
de Pedro Ángel Palou
Como no es común que las personas caigan de caballos y se levanten convertidas en cristianos, la historia de Saulo de Tarso -quien más tarde sería conocido como San Pablo- es uno de los ejemplos favoritos de las catequistas al momento de ilustrar eso que los creyentes nombran “el llamado”. Personaje fundamental para la cultura en Occidente y junto con Judas uno de los “secundarios” más fascinantes del Nuevo Testamento, San Pablo representa también un misterio histórico. ¿Qué tanto sabemos del hombre que inventó el cristianismo tal y como lo conocemos?
Con el propósito de ofrecer una visión distinta del apóstol, Pedro Ángel Palou se dedicó por seis años a indagar la figura y tiempo de San Pablo antes de emprender la escritura de esta novela (de ahí que, para describir su obra, Palou prefiera el término “ficción documental” sobre el de “novela histórica”). El impostor se muestra así como una ficcionalización ampliamente investigada de las actividades de Saulo como cristiano convertido, pero también como un retrato de su personalidad ambigua. Pablo, sostiene este libro, no fue el hombre transformado por el resplandor de Cristo sino un espía romano, cuya misión precisamente era sabotear las actividades políticas de los seguidores de Jesús.
Para contar esta historia de operaciones militares y disputas entre judíos y romanos, Palou se ha valido de un personaje, Timoteo, quien desde la vejez reconstruye la figura del apóstol. Como testigo privilegiado de los hechos. Timoteo puede dibujarnos a un Pablo de naturaleza huidiza, servicial a Roma y que usa la simulación para infiltrarse en el grupo rebelde.
En los primeros años de nuestra era hubo en Palestina alrededor de 22 levantamientos, la mitad liderados por algún mesías. Aquella rebelión encabezada por Jesús ha permanecido en la historia gracias, sobre todo, a las andanzas de Pablo, el hombre que le otorgó divinidad, el primero en considerarlo “Hijo de Dios”. Por ello, para entender la historia judeocristiana -finalmente nuestra historia-, Palou no acude a la vida de Cristo, sino a la de Saulo. Quiere entender no al Salvador, sino al publicista.
La novela abarca las décadas esenciales del primer siglo de nuestra era, los años comprendidos entre la muerte de Jesús y el ajusticiamiento de Pablo, momento definitorio para el cristianismo.
Jerusalén era en el año 37 una ciudad de ladrones y falsos profetas, de judíos que servían al imperio y judíos que buscaban deshacerse de los romanos. Ese año, Timoteo va a Jerusalén en busca de Saulo y, tras encontrarlo en plena lapidación de un hombre, le entrega una carta del césar. Las órdenes del emperador eran claras: Saulo tenía que entrar a formar parte de los nazareos y eliminar a sus líderes. Pero, ¿cómo lograr ese propósito cuando durante todos esos años aquel hombre no había hecho otra cosa más que castigar con saña a esos revolucionarios independentistas?
De la conversión de Pablo camino a Damasco a los 15 mil kilómetros que recorrió por 30 años para hablar de Jesús, El impostor exhibe el nacimiento del cristianismo como consecuencia de una operación encubierta y sugiere al lector intuir las repercusiones que tuvieron para los siglos venideros los engaños del apóstol.
Personaje contradictorio, de disciplina férrea, y un mentiroso que termina por creer en sus propias invenciones, el Pablo de Palou enriquece no sólo nuestra lectura de las cartas paulinas sino nuestra percepción de cualquier iglesia cimentada en la resurrección de Cristo. Con ánimo provocador, sí, pero también con rigor documental, Palou ha querido escarbar en el umbral de eso que llamamos Occidente y hallar aquella mentira que nos explique.
Por Eduardo Huchín
Imagen: Portada del libro El impostor de Pedro Ángel Palou.
Mascultura 25-Jul-12
Mascultura 25-Jul-12
A San Pablo no le importa el Jesús histórico: Palou
CULTURA • 21 JUNIO 2012 - 1:25AM — ISRAEL MORALES
El investigador mexicano aborda en su novela histórica "El impostor" la vida de este personaje bíblico que cambió la concepción de la humanidad.
Monterrey • Pedro Ángel Palou da a conocer su nueva novela El impostor (Planeta, 2012), ahora con un personaje esencial en la historia de Occidente: San Pablo, por lo que sigue en la línea de las obras de temas históricos y religiosos, aunque ahora con la exigencia de referirse a uno de los personajes que cambió la concepción de la humanidad. En entrevista nos platica de esta obra que él menciona como ficción documental.
¿Es San Pablo el primer espía reconocido por la historia de acuerdo a tu novela?
Es una curiosa pregunta que no me había hecho. Pero creo que sí. Hubo espías anteriores, pero su labor no fue ni tan importante ni tan esencial. De hecho se trata de la operación encubierta más grande de la historia. Un topo se infiltra en los esenios, se vuelve uno de ellos, propaga los conocimientos esotéricos y políticos bajo el empeño de dividir a los discípulos de Cristo e inicia la religión más poderosa de Occidente.
¿Qué tan difícil fue abordar a un personaje que se podría decir cambió la concepción de la humanidad?
Mucho, se requiere responsabilidad histórica. De allí la cantidad de investigación (siete años) y la necesidad de revisar en al menos la tradición católica, la judía y la protestante, además de textos de filósofos contemporáneos que bien podríamos calificar de ateos o al menos agnósticos.
Incluso trazaste una cartografía de los viajes, donde aparecen desde luego Roma, Atenas, Jerusalén, ¿qué me puedes decir de este viaje?
Quise seguir los pasos o las huellas de Pablo, ir con él y permitir que los lectores viajaran con él por todo el Imperio Romano. Lo mismo Judea, Palestina que Roma, Grecia e incluso España. Se trata de un viajero peregrino incansable. Podemos calcular que caminó 15 mil kilómetros a lo largo de la vida.
¿También se debe replantear el término apóstol, luego de leer tu novela?
Él se llamó a sí aun a sabiendas de que no había conocido a Cristo, de que había tenido que convertirse para que los demás creyeran en él. No sólo no lo conoció, sino que el Jesús histórico no le importa en lo más mínimo. Él necesita sólo la idea de resurrección para divinizarlo. Toma del marketing político romano la idea de “hijo de Dios” (Augusto frente a Julio César) y la idea judía de Mesías, hijo del hombre o simplemente elegido y los mezcla.
¿La palabra impostor abarca más de lo que Saulo es en la novela?
Es cierto, de hecho se trata de una novela no sobre un impostor solamente, sino sobre la impostura misma, la identidad traspuesta una y otra vez. El espía no tiene rostro, es una suplantación eterna.
¿Es esta tu versión novelada del cristianismo o una versión que apela por mucho a la historia del cristianismo?
Es novelada en cuanto a la retórica, la estructura narrativa, los elementos mismos del relato, pero es histórica en tanto ha sido documentada fielmente. Yo digo que escribo no novela histórica sino ficción documental, creo que el término aclara mi enfoque.
El personaje que narra, Timoteo, es directo y ceremonioso, ¿cómo trabajaste a este narrador que abre tu novela?
Era uno de los retos mayores de la novela, conseguir un narrador fidedigno, contrastante (es un cínico), lleno de conocimientos del mundo romano fascinante. Su voz narrativa es, creo, uno de los aciertos de la novela, ya que otorga distancia, perspectiva, memoria. Enriquece la anécdota.
¿Te fascinó por igual abordar a un personaje como San Pablo?
Sí, claro. Con personajes así es inevitable el síndrome de Estocolmo, terminas secuestrado por la figura, pero debes ser en cierto modo objetivo, verlo en sus ambigüedades y contradicciones.
¿Cómo contaste una historia difícil o con miles de vericuetos para que El impostor tenga un ritmo envolvente?
Yo creo que el reto de la verdadera novela histórica, la de empaque, como Yo, Claudio, de Robert Graves, requiere intriga. Quería que fuera como estar viendo una teleserie de calidad. Como estar viendo Roma o Los Borgia, pero en las páginas de un libro.
Has abordado varios temas religiosos, éste lo noto más ambicioso, ¿es así o me equivoco?
Sí, esta es una de mis novelas más ambiciosas. Quise que todo lo que he aprendido en diez años de escribir novela histórica y 25 de escribir ficción entraran al libro. Creo que los grandes libros son aquellos en los que el escritor se vacía y se entrega por completo. El impostor es, como digo en el epílogo, mi metafísica de la ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario