En defensa del Táchira
El Nacional 30 DE AGOSTO 2015 - 00:01
La arbitraria decisión de Nicolás Maduro de declarar un estado de excepción en los municipios fronterizos Bolívar, Ureña, Junín, Urdaneta, Capacho Libertad y Capacho Independencia del estado Táchira, sin existir causas suficientes, viola flagrantemente los derechos humanos y muestra un sorprendente desconocimiento de nuestra historia. Las profundas vinculaciones económicas, culturales y familiares existentes entre los pueblos del estado Táchira y del departamento del Norte de Santander surgieron desde los tiempos coloniales para irse fortaleciendo durante los siglos XIX y XX. Una de las manifestaciones más curiosas de esas relaciones fueron las ferias que se organizaban en las más importantes ciudades de las dos regiones. Además, siempre acogieron con particular simpatía a los exiliados políticos que tenían que pasar las fronteras perseguidos por los gobiernos dictatoriales venezolanos o enfrentar las consecuencias de las guerras civiles colombianas. Buenos ejemplos fueron el gobierno de Juan Vicente Gómez y la guerra de los Mil Días.
Las consecuencias empiezan a sentirse de manera muy dolorosa al resentirse el orden social en los municipios fronterizos: los negocios amanecen cerrados; nadie va al trabajo; la escasez de productos de primera necesidad alcanza niveles de tal gravedad que es posible que lleguen a faltar de manera definitiva; los liceos y las escuelas están paralizadas; nadie se atreve a salir de su casa, ante el temor que produce el convencimiento de que los efectivos militares y policiales pueden actuar sin ningún control, como ya han empezado a demostrarlo en distintas acciones. En definitiva, un verdadero caos. Lo único que ha logrado tan disparatada decisión, si eso puede considerarse un objetivo para una acción de esa importancia, ha sido la expulsión de cerca de 2.000 colombianos indocumentados. Un aspecto difícil de justificar es la destrucción de sus viviendas. Ni siquiera el contrabando se ha paralizado. Empiezan a surgir rumores de que, aun con la frontera cerrada, los productos subsidiados venezolanos ingresan a Colombia por los caminos verdes.
Nicolás Maduro está desesperado. No es para menos. Analicemos algunos aspectos de la última encuesta IVAD: 80% considera que la situación del país es mala; 92,8% ha tenido problemas para conseguir productos de primera necesidad; 87,9% no le alcanza el dinero para comprar lo necesario para el hogar; 70% cree que la gestión de Nicolás Maduro es mala o muy mala; 64,9% no tiene confianza en el gobierno nacional. En conclusión, si las elecciones fueran hoy la oposición obtendría 68,7% de los votos contra 23% del oficialismo. Esta situación, a mi criterio, es irreversible. El voto castigo es una realidad. Nicolás Maduro tiene la esperanza de que el cierre de la frontera pueda generar un mejoramiento de la situación de abastecimiento en el resto del país. Estoy convencido de que fracasará estruendosamente, al no lograr que la realidad actual se modifique en los municipios fronterizos. Otro aspecto a considerar es el desprestigio internacional que enfrenta Venezuela ante los delicados señalamientos de graves violaciones de derechos humanos. .
Los tachirenses deben reflexionar sobre su futuro cercano. Nicolás Maduro ha dicho que la frontera permanecerá cerrada sin importarle el profundo daño que le hace a la sociedad tachirense. El gobernador Vielma Mora está decidido a abrir manu militari los comercios de las principales ciudades fronterizas, sin valorar las causas por las cuales se mantienen cerrados. Definitivamente, el régimen chavista no está dispuesto a considerar la opinión y los intereses del pueblo tachirense. Su actuación solo está supeditada a los objetivos políticos nacionales ante la cercanía de las elecciones del 6 de diciembre. Esa es la verdadera causa del enfrentamiento con Colombia. Buscar un enemigo externo para que nuestro pueblo olvide sus problemas. Esta realidad deben conocerla los tachirenses. Es un desafío inaceptable a la voluntad popular. Se requiere enfrentar con decisión y firmeza la absurda arbitrariedad centralista. No podemos permitir que la desbordada propaganda oficialista nos divida. Los tachirenses somos un solo pueblo decidido a defender nuestros derechos… ¡Viva el Táchira!
@FOchoaAntich
El Nacional 30 DE AGOSTO 2015 - 00:01
La arbitraria decisión de Nicolás Maduro de declarar un estado de excepción en los municipios fronterizos Bolívar, Ureña, Junín, Urdaneta, Capacho Libertad y Capacho Independencia del estado Táchira, sin existir causas suficientes, viola flagrantemente los derechos humanos y muestra un sorprendente desconocimiento de nuestra historia. Las profundas vinculaciones económicas, culturales y familiares existentes entre los pueblos del estado Táchira y del departamento del Norte de Santander surgieron desde los tiempos coloniales para irse fortaleciendo durante los siglos XIX y XX. Una de las manifestaciones más curiosas de esas relaciones fueron las ferias que se organizaban en las más importantes ciudades de las dos regiones. Además, siempre acogieron con particular simpatía a los exiliados políticos que tenían que pasar las fronteras perseguidos por los gobiernos dictatoriales venezolanos o enfrentar las consecuencias de las guerras civiles colombianas. Buenos ejemplos fueron el gobierno de Juan Vicente Gómez y la guerra de los Mil Días.
Las consecuencias empiezan a sentirse de manera muy dolorosa al resentirse el orden social en los municipios fronterizos: los negocios amanecen cerrados; nadie va al trabajo; la escasez de productos de primera necesidad alcanza niveles de tal gravedad que es posible que lleguen a faltar de manera definitiva; los liceos y las escuelas están paralizadas; nadie se atreve a salir de su casa, ante el temor que produce el convencimiento de que los efectivos militares y policiales pueden actuar sin ningún control, como ya han empezado a demostrarlo en distintas acciones. En definitiva, un verdadero caos. Lo único que ha logrado tan disparatada decisión, si eso puede considerarse un objetivo para una acción de esa importancia, ha sido la expulsión de cerca de 2.000 colombianos indocumentados. Un aspecto difícil de justificar es la destrucción de sus viviendas. Ni siquiera el contrabando se ha paralizado. Empiezan a surgir rumores de que, aun con la frontera cerrada, los productos subsidiados venezolanos ingresan a Colombia por los caminos verdes.
Nicolás Maduro está desesperado. No es para menos. Analicemos algunos aspectos de la última encuesta IVAD: 80% considera que la situación del país es mala; 92,8% ha tenido problemas para conseguir productos de primera necesidad; 87,9% no le alcanza el dinero para comprar lo necesario para el hogar; 70% cree que la gestión de Nicolás Maduro es mala o muy mala; 64,9% no tiene confianza en el gobierno nacional. En conclusión, si las elecciones fueran hoy la oposición obtendría 68,7% de los votos contra 23% del oficialismo. Esta situación, a mi criterio, es irreversible. El voto castigo es una realidad. Nicolás Maduro tiene la esperanza de que el cierre de la frontera pueda generar un mejoramiento de la situación de abastecimiento en el resto del país. Estoy convencido de que fracasará estruendosamente, al no lograr que la realidad actual se modifique en los municipios fronterizos. Otro aspecto a considerar es el desprestigio internacional que enfrenta Venezuela ante los delicados señalamientos de graves violaciones de derechos humanos. .
Los tachirenses deben reflexionar sobre su futuro cercano. Nicolás Maduro ha dicho que la frontera permanecerá cerrada sin importarle el profundo daño que le hace a la sociedad tachirense. El gobernador Vielma Mora está decidido a abrir manu militari los comercios de las principales ciudades fronterizas, sin valorar las causas por las cuales se mantienen cerrados. Definitivamente, el régimen chavista no está dispuesto a considerar la opinión y los intereses del pueblo tachirense. Su actuación solo está supeditada a los objetivos políticos nacionales ante la cercanía de las elecciones del 6 de diciembre. Esa es la verdadera causa del enfrentamiento con Colombia. Buscar un enemigo externo para que nuestro pueblo olvide sus problemas. Esta realidad deben conocerla los tachirenses. Es un desafío inaceptable a la voluntad popular. Se requiere enfrentar con decisión y firmeza la absurda arbitrariedad centralista. No podemos permitir que la desbordada propaganda oficialista nos divida. Los tachirenses somos un solo pueblo decidido a defender nuestros derechos… ¡Viva el Táchira!
@FOchoaAntich
Nuestro amigo común: Intensa mente
“Riley (Kaitlyn Dias) es una niña alegre que está por llegar a la pubertad. Juega al hockey, se lleva bien con sus padres y sus amigas, sin embargo por una mudanza desde Minesota a San Francisco todo cambiará”
Entender que las emociones se complementan y que un niño no tiene por qué ser feliz todo el tiempo no debería ser muy difícil para un adulto. Los niños no tienen por qué entender los procesos complejísimos de la neurociencia. Con islas de conceptos, salas de control, y peloticas de coloresInside out (2015, Pete Docter; Ronaldo del Carmen) hace imagen estos procesos reduciéndolos a una representación de lo elemental, así, el niño tendrá una lejana idea de cómo se da aquella complejidad.
Riley (Kaitlyn Dias) es una niña alegre que está por llegar a la pubertad. Juega al hockey, se lleva bien con sus padres y sus amigas, sin embargo por una mudanza desde Minesota a San Francisco todo cambiará. Se tornará a veces taciturna, otras hostil. Y es que entramos en su cabeza a ver cómo funciona: islas que representan a la familia, la amistad, el humor, sus gustos y deseos; laberintos interminables de recuerdos hechos esferas coloradas; el tren del pensamiento (literalmente un tren); el bosque oscuro del inconsciente ligado a los estudios de cine que representan los sueños, y una sala de mando con las emociones que rigen a Riley hechas personajes. Alegría (Amy Poehler), Tristeza, Enojo, Desagrado y Miedo hacen su trabajo haciendo reaccionar a Riley de acuerdo a la situación. Cuando Riley está por llegar a la pubertad y empiezan los cambios Tristeza y Alegría se pierden en la cabeza de la niña e intentarán volver a la sala de mando para ponerla bajo control. Mientras, Riley sufre un sinfín de conflictos consigo, sus padres y amigos.
La mayoría de las notas acerca de esta película la señalan como una obra comparable con tratados psicológicos tan importantes como los de Sigmund Freud y con obras fundacionales como la Odisea. Si bien se trata de una buena película, resulta descabellado elevar Inside out a la categoría de los estudios de Roger Penrose o al fundamento de la cultura grecolatina. Su comparación con Inception (2010) de Nolan es comprensible: ambas representan gráficamente el inconsciente y si hay algo complejo, es el asunto científico que sustenta las tramas de manera extra cinematográfica y el proceso de realización de ambas películas, mas no lo que se cuenta.
Parecería suceder entonces que Docter (director de Up!) y compañía han llevado a cabo una buena película que los niños podrían llegar a entender casi en su totalidad –dudaría que un niño entienda la escena del pensamiento abstracto– y que un adulto, el que los acompaña al cine, con suerte comprende entera. El peligro está en que ese adulto promedio, al no tener referentes de la neurociencia o la psicología, crea que Inside out e Inception sean suficientes para convertirlos en un referente que ocupe el lugar de los estudios de Oliver Sacks. En la sala, en la fila frente a mí, una familia de cinco veía la película. El padre, cuarentón, embutido en una camisa deportiva indescifrable, reía de lo mismo que los niños: Alegría y Tristeza chocando contra la ventana de la sala de control y resbalando lentamente con sus rostros aplastados contra ella, por ejemplo. Intensa mente es una película para un público infantil, se tengan ocho o cuarenta y cinco años.
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