"Nos convertimos en el tercer benefactor de Cuba, en su nuevo sugar daddy".
El exjefe de la Sección de intereses de EE.UU. en Cuba James Cason usa la frase en inglés que ilustra al típico hombre adinerado que "ayuda" a mujeres, generalmente más jóvenes.
Y la usa el exdiplomático y actual alcalde de Coral Gables, en Miami, para referise a lo que considera el efecto del acercamiento entre Washigton y La Habana.
Cason fue el máximo representante estadounidense en la isla entre 2002 y 2005. Sus años en La Habana estuvieron caracterizados por polémicas y enfrentamientos con el líder Fidel Castro, quien le puso el sobrenombre de "Cabo Cason".
La televisión cubana llegó a intentar ridiculizarlo al tomar esa idea de Castro para convertirlo en el protagonista de una serie de dibujos animados titulada "Casos y cosas del Cabo Cason".
Y él respondió con humor, asumiendo el personaje hasta el punto que encargó la fabricación de muñecos de trapo del "Cabo Cason". Uno lo tiene en su despacho en la alcaldía.
Deshielo
Diez años después de su paso por la isla y en víspera de la simbólica izada de la bandera estadounidense en la nueva embajada, Cason afirma que el "deshielo" con Washington solo beneficia a La Habana.
"Creo que con el acercamiento le ofrecimos un salvavidas a Cuba cuando tenían dificultades. Antes tuvieron a la Unión Soviética y luego a Venezuela, que como ya no puede mantener el nivel de ayuda que le ofrecía a Cuba, entonces llega Estados Unidos", cuenta en entrevista con BBC Mundo.
Cason imaginaba el día en que la bandera estadounidense volvería a ondear en La Habana de manera diferente.
"Pensé que pasaría cuando los Castro ya no estuvieran en el poder y Cuba estuviera en camino hacia la libertad y la democracia. Solo entonces sería el momento lógico para restablecer relaciones".
El político republicano recuerda su época en La Habana como "un desafío".
"Traté muchas veces de entablar una conversación con las autoridades pero siempre me decían que no iban a hablar conmigo. Todo lo que yo hacía en Cuba les molestaba".
Provocaciones
Cason reconoce que disfrutaba siendo provocativo con el gobierno de la isla.Y en más de una ocasión esto generó en incidentes diplomáticos.
Fue el cerebro detrás de un cartel lumínico que comenzó a difundir mensajes a favor de los derechos humanos desde lo alto de la sección de intereses de EE.UU. en pleno Malecón habanero.
Pero "lo que más les molestó fueron las luces de Navidad".
Cason recuerda cuando decoraron el jardín con "un inflable de Santa Claus de 9 metros, un muñeco de nieve y un enorme lumínico con el número 75".
"Ese detalle sí que los irritó. Me llamaron a capítulo y me amenazaron con expulsarme del país si no lo quitaba".
El incidente sirvió para llamar la atención de la prensa internacional sobre la situación de 75 presos políticos que habían sido arrestados en la primavera de 2003.
Cason está convencido de que Fidel Castro, a pesar de todo, le tenía respeto. "Los gobiernos así respetan a alguien que los confronta y yo fui la primera persona que hizo eso en Cuba", afirma.
"Si no les haces frente, te aplastan. Por eso creo que con el gobierno de Cuba lo que funciona es la reciprocidad. Si me lo haces a mí te lo hago a ti. Y funcionó".
Cabo Cason
El gobierno de la isla no se demoró en responder.
En uno de sus discursos, Fidel se refirió a los supuestos planes de EE.UU. de invadir Cuba, pero puso en duda su capacidad para hacerlo ya que su hombre en La Habana era un "simple cabo", refiriéndose al grado militar.
"A partir de ese momento me convertí en el Cabo Cason", recuerda.
"Entonces Fidel comenzó a atacarme personalmente, se convirtió en una obsesión. Probablemente soy el único diplomático en la historia del mundo al que el gobierno anfitrión creó caricaturas en su contra que pasaba por la televisión nacional".
La serie se llamó "Cosas y casos del Cabo Cason". "Yo era el personaje malo de la serie. Aparezco flanqueado por dos 'gusanos cubanos' (argot para los exiliados) hablando de la democracia y los derechos humanos", cuenta.
Para Cason, "el propósito de las caricaturas fue decirles a los cubanos que debían temer el cambio".
Sin embargo, su respuesta fue un curioso contraataque, creó un muñeco de trapo del Cabo Cason que decía "mejores tiempos vendrán".
"El gobierno cubano, y en general los gobiernos totalitarios, no soportan el humor. Son serios y yo me reía del personaje. Y por eso no sabían cómo reaccionar", asegura.
Cason creó también una banderita con el personaje del Cabo Cason que la puso en su auto oficial con el que circulaba por La Habana. "Y a los cubanos les encantaba".
Nada positivo
Sobre el futuro de las nuevas relaciones entre ambos países, el político se muestra escéptico de vayan a beneficiar a los cubanos, más allá de la "élite gobernante".
"Hace diez años, cuando estaba en La Habana, estábamos discutiendo sobre los mismos temas que ahora: migración, huracanes, tráfico de drogas, casos de pornografía infantil. Eso ya se conversaba incluso antes de tener relaciones diplomáticas", explica.
"Con los cubanos se puede conversar de todo menos derechos humanos. En cuanto lo mencionas comienzan a gritar y a decir que ellos no tienen ningún problema de derechos humanos, que Estados Unidos sí."
Cason no ve nada positivo en el restablecimiento de las relaciones si se queda solo en eso.
"Mientras más estadounidenses viajen a la isla, eso significa que el dinero que gastan le llega al ejército, que es el que reprime al pueblo. Y eso envía un mensaje a los disidentes de que ellos no nos importan."
Cason cree que la política de diálogo y acercamiento implementada por el gobierno de Obama no es algo nuevo.
"Es la política más fallida del mundo. Por 55 años Cuba ha recibido turismo e inversión europea, y nada ha cambiado en la isla", asegura.
"Yo no creo que los viajes de estadounidenses vayan a tener ningún impacto en el régimen ni en más libertad y democracia para los cubanos".
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