El Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres o simplemente Manual de Carreño es un libro escrito en 1853 por el político y escritor venezolano Manuel Antonio Carreño. Actualizado para el S.XXI por
¡Salude mijito!
Debiéramos darle una mirada al Manual de Carreño, actualizándolo a esta época...
REINALDO ROJAS | EL UNIVERSAL
martes 4 de agosto de 2015 12:00 AM
Así nos decían nuestros padres y abuelos cuando nos encontrábamos con alguna persona en la calle o al entrar en algún lugar. Hay que saludar. Pues bien, un amigo que viajó a Ecuador me contó que un joven funcionario de inmigración, cuando pasaba a sellar su pasaporte en el aeropuerto de Quito, le hizo esta pregunta: "¿Por qué los venezolanos no saludan, no dan los buenos días?". Ese comentario me llevó a observar nuestro diario comportamiento y, efectivamente, el venezolano no sólo ha venido perdiendo la costumbre de saludar sino que parece ignorar las normas del buen comportamiento.
Esta situación me hizo recordar el famoso Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos, escrito por Manuel Antonio Carreño y cuya primera edición fue realizada en Nueva York, por D. Appleton y Co., en 1854. Esta obra, que trata de los deberes y de las reglas de urbanidad que deben seguirse para comportarse en sociedad, fue escrita por este músico, pedagogo y político venezolano que nació en Caracas en 1812 y murió en París en 1874. Carreño fue fundador del Colegio Roscio y como músico escribió 500 ejercicios para piano, que seguramente fueron fundamentales en la formación de su hija, nuestra gran Teresa Carreño. Fue, además, ministro de Relaciones Exteriores y de Hacienda en 1861.
Las buenas maneras
Hace ciento sesenta años que el Congreso Nacional acordó recomendar el uso de esta obra de Carreño para la educación ciudadana. Indudablemente, el tiempo ha pasado y las costumbres han cambiado. Sin embargo, las buenas maneras de comportarse siguen siendo fundamentales en el funcionamiento de una sociedad. Y en ello es que deben esmerarse, primero la familia y luego la escuela. En el siglo XIX y hasta muy entrado el siglo XX, el Manual de Carreño, como se le conoce, fue texto obligado para formar a la persona en lo que se denominaba, entonces, moral y buenas costumbres. En su edición original el autor dividió este tema en las siguientes materias: deberes morales del hombre y urbanidad, al estilo de las sociedades europeas. Lecturas más contemporáneas destacan de la obra las normas de comportamiento personal; en la casa y con la familia; con las personas y en la comunidad; y en la escuela o en el trabajo. Todo eso bastaría, teóricamente, para saber comportarse en la vida pública y privada. Pero la realidad señala más bien conductas contrarias al llamado "buen vivir" y que son la base para la convivencia ciudadana.
Uno de los rasgos de la crisis social que hoy alimenta el debate público tiene que ver con esta situación. Porque la observancia de estas normas no depende de constituciones, leyes y decretos jurídicos, sino de esa ley social que se nutre de valores y costumbres y define nuestras formas de sociabilidad e idiosincrasia cultural. El tema es, pues, trascendente porque permea todos los niveles sociales y determina inclusive nuestro funcionamiento institucional. El mal comportamiento y los malos hábitos son factores que inciden en cualquier desempeño pro- fesional. La queja por funcionarios irrespetuosos es común. Pero la actitud del ciudadano no es menos preocupante. ¿Cuántos conflictos pudieran evitarse entre vecinos y familias, si existiera un mínimo de normas de respecto y convivencia?
Todo es necesario
Debido a ello es que han surgido instrumentos reguladores como las ordenanzas de convivencia ciudadana. Todo eso es necesario. Pero es en la dimensión de los valores donde hay que insistir. Acatar las normas que nos damos es respetarnos a nosotros mismos respetando al otro. Lo otro es la anarquía, donde prospera la ley del más fuerte, la desvalorización del ser humano y la violencia. Parece mentira, pero todo empieza por saludar, dar los buenos días, despedirse con respeto, pedir permiso, hablar cuando nos corresponde, guardar silencio para escuchar al otro o pedir disculpas cuando nos equivocamos.
Ese llamado de atención o recla-mo que el joven ecuatoriano le hizo a nuestro amigo y que encabeza estas reflexiones, es un alerta, máxime cuando es curioso que haya sido un venezolano el que elaboró un manual de urbanidad conocido y utilizado en todo nuestro continente, en momentos en que el país vivía la antesala de la Guerra Federal. ¿Es que acaso pensaba el maestro Carreño conjurar aquel conflicto que devastó la mitad del país, enseñándonos las normas de la convivencia ciudadana? Es evidente que su pequeño libro fue insuficiente para detener aquel conflicto. Pero allí quedó su testimonio y principal consejo: Cultivar las reglas de la urbanidad para ser metódicos y exactos en el cumplimiento de nuestros deberes sociales. Debiéramos darle una mirada al Manual de Carreño, actualizándolo, en esta época donde la anarquía que nos rodea puede ser un poderoso factor de disolución social.
enfoques14@gmail.com
Esta situación me hizo recordar el famoso Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos, escrito por Manuel Antonio Carreño y cuya primera edición fue realizada en Nueva York, por D. Appleton y Co., en 1854. Esta obra, que trata de los deberes y de las reglas de urbanidad que deben seguirse para comportarse en sociedad, fue escrita por este músico, pedagogo y político venezolano que nació en Caracas en 1812 y murió en París en 1874. Carreño fue fundador del Colegio Roscio y como músico escribió 500 ejercicios para piano, que seguramente fueron fundamentales en la formación de su hija, nuestra gran Teresa Carreño. Fue, además, ministro de Relaciones Exteriores y de Hacienda en 1861.
Las buenas maneras
Hace ciento sesenta años que el Congreso Nacional acordó recomendar el uso de esta obra de Carreño para la educación ciudadana. Indudablemente, el tiempo ha pasado y las costumbres han cambiado. Sin embargo, las buenas maneras de comportarse siguen siendo fundamentales en el funcionamiento de una sociedad. Y en ello es que deben esmerarse, primero la familia y luego la escuela. En el siglo XIX y hasta muy entrado el siglo XX, el Manual de Carreño, como se le conoce, fue texto obligado para formar a la persona en lo que se denominaba, entonces, moral y buenas costumbres. En su edición original el autor dividió este tema en las siguientes materias: deberes morales del hombre y urbanidad, al estilo de las sociedades europeas. Lecturas más contemporáneas destacan de la obra las normas de comportamiento personal; en la casa y con la familia; con las personas y en la comunidad; y en la escuela o en el trabajo. Todo eso bastaría, teóricamente, para saber comportarse en la vida pública y privada. Pero la realidad señala más bien conductas contrarias al llamado "buen vivir" y que son la base para la convivencia ciudadana.
Uno de los rasgos de la crisis social que hoy alimenta el debate público tiene que ver con esta situación. Porque la observancia de estas normas no depende de constituciones, leyes y decretos jurídicos, sino de esa ley social que se nutre de valores y costumbres y define nuestras formas de sociabilidad e idiosincrasia cultural. El tema es, pues, trascendente porque permea todos los niveles sociales y determina inclusive nuestro funcionamiento institucional. El mal comportamiento y los malos hábitos son factores que inciden en cualquier desempeño pro- fesional. La queja por funcionarios irrespetuosos es común. Pero la actitud del ciudadano no es menos preocupante. ¿Cuántos conflictos pudieran evitarse entre vecinos y familias, si existiera un mínimo de normas de respecto y convivencia?
Todo es necesario
Debido a ello es que han surgido instrumentos reguladores como las ordenanzas de convivencia ciudadana. Todo eso es necesario. Pero es en la dimensión de los valores donde hay que insistir. Acatar las normas que nos damos es respetarnos a nosotros mismos respetando al otro. Lo otro es la anarquía, donde prospera la ley del más fuerte, la desvalorización del ser humano y la violencia. Parece mentira, pero todo empieza por saludar, dar los buenos días, despedirse con respeto, pedir permiso, hablar cuando nos corresponde, guardar silencio para escuchar al otro o pedir disculpas cuando nos equivocamos.
Ese llamado de atención o recla-mo que el joven ecuatoriano le hizo a nuestro amigo y que encabeza estas reflexiones, es un alerta, máxime cuando es curioso que haya sido un venezolano el que elaboró un manual de urbanidad conocido y utilizado en todo nuestro continente, en momentos en que el país vivía la antesala de la Guerra Federal. ¿Es que acaso pensaba el maestro Carreño conjurar aquel conflicto que devastó la mitad del país, enseñándonos las normas de la convivencia ciudadana? Es evidente que su pequeño libro fue insuficiente para detener aquel conflicto. Pero allí quedó su testimonio y principal consejo: Cultivar las reglas de la urbanidad para ser metódicos y exactos en el cumplimiento de nuestros deberes sociales. Debiéramos darle una mirada al Manual de Carreño, actualizándolo, en esta época donde la anarquía que nos rodea puede ser un poderoso factor de disolución social.
enfoques14@gmail.com
La fiesta del odio
Carlos, su madre y Blanca, tienen los mismos derechos bajo los ojos de Washington, pero...
JONATHAN REVERÓN | EL UNIVERSAL
martes 4 de agosto de 2015 12:00 AM
JONATHAN REVERÓN | EL UNIVERSAL
martes 4 de agosto de 2015 12:00 AM
at IHOP a white lady stepped in and insulted my ... - YouTube
www.youtube.com/watch?v=aRW98PWwYYU
hace 4 días - Subido por PIAOB & The Wall Of Shame
Carlos Steven Vasquez Yesterday · Edited · So today at IHOP a white lady stepped in and insulted my mother ...
El video del que paso a hablarles, ya tiene 13.238.267 vistas en Facebook. La descripción del contenido subido por Carlos Steven Vásquez dice: "Hoy en IHOP una señora blanca insultó a mi madre por hablar español. Le dijo a mi mamá que hablara en inglés o que se fuera de América. Mi madre habla inglés con acento. Interferí y no dejé que hiciera eso. Por favor, compártanlo. Esto no va a parar si no interferimos. Los latinos tenemos que hablar contra el racismo. Este es el video con la prueba".
La señora Blanca: aquí hablamos en inglés.
Madre de Carlos (en inglés): Yo no soy basura, tú eres basura.
LSB: Anda de regreso a España.
MDC: Cállate. Yo hablo inglés también.
Ante la alteración de la madre de Carlos, la señora blanca retrocede asustada.
MDC: También trabajo en este país.
LSB: (Grita).
MDC: Yo limpio oficinas y limpio baños, estúpida.
LSB: Nosotros hablamos inglés en América.
MDC: Yo hablo inglés, no lo hablo bien, pero lo hablo. ¿Okey? Estúpida.
El perfil del joven Carlos dice que pertenece a una banda tributo a Red Hot Chili Peppers y que estudió en Los Angeles High School of the Arts. Carlos interrumpe la pelea para decirle en inglés a la señora Blanca que su madre no es de España y que no sólo los españoles hablan español.
LSB: ¿Quieres a los rusos aquí diciéndote qué hacer? ¿Quieres a los nazis diciéndote qué hacer?
Carlos: Eso fue lo que le hizo a mi mamá, le está diciendo qué hacer.
LSB: ¡En Estados Unidos se habla inglés! Tenemos libertad de expresión, tú eres la prueba de eso. Queremos mantener esa libertad.
Carlos: Pero no puede andarle diciendo a los demás qué idioma hablar. Yo no le digo cómo vivir, esto es América.
LSB: ¡No queremos a los nazis de vuelta. No queremos a los fascistas de regreso!
Carlos: ¿quién está hablando de los nazis aquí?
LSB: No queremos a Castro de vuelta.
Carlos: ¿Quién está hablando de Castro aquí? No puede hacer eso.
LSB: Ves, "no puedes hacer eso". Tú no quieres libertad.
Carlos: Pero usted empezó diciéndonos qué hacer. Yo no le estoy diciendo que aprenda a hablar español. No me importa si no sabe hablar español.
LSB: Tú no has ido a España, yo sí.
Luego la conversación va de mal a peor, hasta que Carlos le dice a la señora: "¡Usted va a morir muy pronto".
LSB: ¡Los Castro están aquí!
Carlos: ¡No a Donald Trump!
En La insoportable levedad del ser, Milan Kundera escribe: "la invasión rusa no fue sólo una tragedia sino también una fiesta del odio, llena de una extraña (y ya inexplicable) euforia". Quizás nos encontramos a las puertas, o en el ojo de ese inexplicable huracán de nuevo. "Obedecer a un extraño es particularmente demencial (... ) el que está en el extranjero vive en un espacio vacío en lo alto, encima de la tierra, sin la red protectora que le otorga su propio país, donde tiene su familia, sus compañeros, sus amigos y puede hacerse entender fácilmente en el idioma que habla desde la infancia". Las pausas que hacía la mamá de Carlos se parecen a ese tartamudeo que sufren los Estados que provocan el exilio.
"Pero es precisamente el débil quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil".
Carlos, su madre y la señora Blanca, tienen los mismos derechos bajo los ojos de Washington, pero aún así están buscando quién es el nuevo "débil".
@elreveron
www.elReverón.com
www.youtube.com/watch?v=aRW98PWwYYU
hace 4 días - Subido por PIAOB & The Wall Of Shame
Carlos Steven Vasquez Yesterday · Edited · So today at IHOP a white lady stepped in and insulted my mother ...
El video del que paso a hablarles, ya tiene 13.238.267 vistas en Facebook. La descripción del contenido subido por Carlos Steven Vásquez dice: "Hoy en IHOP una señora blanca insultó a mi madre por hablar español. Le dijo a mi mamá que hablara en inglés o que se fuera de América. Mi madre habla inglés con acento. Interferí y no dejé que hiciera eso. Por favor, compártanlo. Esto no va a parar si no interferimos. Los latinos tenemos que hablar contra el racismo. Este es el video con la prueba".
La señora Blanca: aquí hablamos en inglés.
Madre de Carlos (en inglés): Yo no soy basura, tú eres basura.
LSB: Anda de regreso a España.
MDC: Cállate. Yo hablo inglés también.
Ante la alteración de la madre de Carlos, la señora blanca retrocede asustada.
MDC: También trabajo en este país.
LSB: (Grita).
MDC: Yo limpio oficinas y limpio baños, estúpida.
LSB: Nosotros hablamos inglés en América.
MDC: Yo hablo inglés, no lo hablo bien, pero lo hablo. ¿Okey? Estúpida.
El perfil del joven Carlos dice que pertenece a una banda tributo a Red Hot Chili Peppers y que estudió en Los Angeles High School of the Arts. Carlos interrumpe la pelea para decirle en inglés a la señora Blanca que su madre no es de España y que no sólo los españoles hablan español.
LSB: ¿Quieres a los rusos aquí diciéndote qué hacer? ¿Quieres a los nazis diciéndote qué hacer?
Carlos: Eso fue lo que le hizo a mi mamá, le está diciendo qué hacer.
LSB: ¡En Estados Unidos se habla inglés! Tenemos libertad de expresión, tú eres la prueba de eso. Queremos mantener esa libertad.
Carlos: Pero no puede andarle diciendo a los demás qué idioma hablar. Yo no le digo cómo vivir, esto es América.
LSB: ¡No queremos a los nazis de vuelta. No queremos a los fascistas de regreso!
Carlos: ¿quién está hablando de los nazis aquí?
LSB: No queremos a Castro de vuelta.
Carlos: ¿Quién está hablando de Castro aquí? No puede hacer eso.
LSB: Ves, "no puedes hacer eso". Tú no quieres libertad.
Carlos: Pero usted empezó diciéndonos qué hacer. Yo no le estoy diciendo que aprenda a hablar español. No me importa si no sabe hablar español.
LSB: Tú no has ido a España, yo sí.
Luego la conversación va de mal a peor, hasta que Carlos le dice a la señora: "¡Usted va a morir muy pronto".
LSB: ¡Los Castro están aquí!
Carlos: ¡No a Donald Trump!
En La insoportable levedad del ser, Milan Kundera escribe: "la invasión rusa no fue sólo una tragedia sino también una fiesta del odio, llena de una extraña (y ya inexplicable) euforia". Quizás nos encontramos a las puertas, o en el ojo de ese inexplicable huracán de nuevo. "Obedecer a un extraño es particularmente demencial (... ) el que está en el extranjero vive en un espacio vacío en lo alto, encima de la tierra, sin la red protectora que le otorga su propio país, donde tiene su familia, sus compañeros, sus amigos y puede hacerse entender fácilmente en el idioma que habla desde la infancia". Las pausas que hacía la mamá de Carlos se parecen a ese tartamudeo que sufren los Estados que provocan el exilio.
"Pero es precisamente el débil quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil".
Carlos, su madre y la señora Blanca, tienen los mismos derechos bajo los ojos de Washington, pero aún así están buscando quién es el nuevo "débil".
@elreveron
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La señora Blanca: aquí hablamos en inglés.
Madre de Carlos (en inglés): Yo no soy basura, tú eres basura.
LSB: Anda de regreso a España.
MDC: Cállate. Yo hablo inglés también.
Ante la alteración de la madre de Carlos, la señora blanca retrocede asustada.
MDC: También trabajo en este país.
LSB: (Grita).
MDC: Yo limpio oficinas y limpio baños, estúpida.
LSB: Nosotros hablamos inglés en América.
MDC: Yo hablo inglés, no lo hablo bien, pero lo hablo. ¿Okey? Estúpida.
El perfil del joven Carlos dice que pertenece a una banda tributo a Red Hot Chili Peppers y que estudió en Los Angeles High School of the Arts. Carlos interrumpe la pelea para decirle en inglés a la señora Blanca que su madre no es de España y que no sólo los españoles hablan español.
LSB: ¿Quieres a los rusos aquí diciéndote qué hacer? ¿Quieres a los nazis diciéndote qué hacer?
Carlos: Eso fue lo que le hizo a mi mamá, le está diciendo qué hacer.
LSB: ¡En Estados Unidos se habla inglés! Tenemos libertad de expresión, tú eres la prueba de eso. Queremos mantener esa libertad.
Carlos: Pero no puede andarle diciendo a los demás qué idioma hablar. Yo no le digo cómo vivir, esto es América.
LSB: ¡No queremos a los nazis de vuelta. No queremos a los fascistas de regreso!
Carlos: ¿quién está hablando de los nazis aquí?
LSB: No queremos a Castro de vuelta.
Carlos: ¿Quién está hablando de Castro aquí? No puede hacer eso.
LSB: Ves, "no puedes hacer eso". Tú no quieres libertad.
Carlos: Pero usted empezó diciéndonos qué hacer. Yo no le estoy diciendo que aprenda a hablar español. No me importa si no sabe hablar español.
LSB: Tú no has ido a España, yo sí.
Luego la conversación va de mal a peor, hasta que Carlos le dice a la señora: "¡Usted va a morir muy pronto".
LSB: ¡Los Castro están aquí!
Carlos: ¡No a Donald Trump!
En La insoportable levedad del ser, Milan Kundera escribe: "la invasión rusa no fue sólo una tragedia sino también una fiesta del odio, llena de una extraña (y ya inexplicable) euforia". Quizás nos encontramos a las puertas, o en el ojo de ese inexplicable huracán de nuevo. "Obedecer a un extraño es particularmente demencial (... ) el que está en el extranjero vive en un espacio vacío en lo alto, encima de la tierra, sin la red protectora que le otorga su propio país, donde tiene su familia, sus compañeros, sus amigos y puede hacerse entender fácilmente en el idioma que habla desde la infancia". Las pausas que hacía la mamá de Carlos se parecen a ese tartamudeo que sufren los Estados que provocan el exilio.
"Pero es precisamente el débil quien tiene que ser fuerte y saber marcharse cuando el fuerte es demasiado débil para ser capaz de hacerle daño al débil".
Carlos, su madre y la señora Blanca, tienen los mismos derechos bajo los ojos de Washington, pero aún así están buscando quién es el nuevo "débil".
@elreveron
www.elReverón.com
¿Sabe Ud. qué es el Síndrome X?
80% de los entrevistados en el Primer Mundo no les interesa ganar más dinero, tienen suficiente
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
domingo 2 de agosto de 2015 12:00 AM
Los otrora indignados en Grecia pasaron a la categoría de estafados, una vez que Alexis Tsipras, su Primer Ministro, llama a votar NO en el referéndum para luego misteriosamente engañar y defenestrar a su carnal Varufakis, los ministros recién nombrados que lo acompañaron en tal irresponsabilidad y a todos los votantes. Hoy en el partido aparecen tendencias a la división. En ninguna lógica política se entiende burla tan sangrienta, que no anuncia nada bueno sobre la cabecita del "líder". Los españoles cada día aprenden mejor las truculencias y enredijos de Pablo Iglesias, mientras la sociedad en conjunto, al lado de la portuguesa, avanzan en la recuperación, sorteadas las aguas turbias revolucionarias. En otra parte del mundo los habitantes de Níger, Liberia, Zaire, Burundi, Lesotho, Sierra Leona o Zambia, como balance del "socialismo africano", son la encarnación del concepto de miseria atroz.
Tienen un ingreso per cápita anual de 500 dólares o menos, una ingesta diaria por debajo de mil calorías, y mueren de males curables y hambre antes de los 35 años. En el otro extremo de la vida humana, un grupo de países con ingresos de entre 33 mil y 40 mil dólares, tienen expectativas de vida de -cerca- 80 años, mientras un natural de Suazilandia vive apenas 31 años. Unas sociedades son hoy desarrolladas porque establecieron la mejor forma de producción en la lucha del hombre por dominar las adversidades circundantes y las de su propia naturaleza, y poseen los mejores índices económicos, sociales y culturales. Son las que algunos llaman tontamente "capitalistas", para hacerle el juego semiótico al marxismo. Aun quien gana relativamente menos, se beneficia por el hecho de pertenecer a ese entorno colectivo, como bien saben los inmigrantes.
Ricos y hambrientos
El drama del mundo desarrollado es paradójicamente la sobrealimentación. Se llama Síndrome X y es la enfermedad por ingesta de grasas, automovilismo, sedentarismo, alcoholismo-tabaquismo, estrés y aburrimiento (infartos, cáncer, arteriosclerosis, diabetes, ACVs, obesidad), quienes menos comen, desde EEUU hasta Australia, para sorpresa, son personas de mayores ingresos, que intentan llevar una vida más sana. Y por contraste, la obesidad cunde entre los sectores medios y pobres. Los revolucionarios tercermundistas se empeñan en matar de hambre a sus pueblos a nombre de la "dignidad" y el antiimperialismo, y a despecho hoy africanos, árabes, latinoamericanos prefieren morir de infarto o atropellados en el túnel de Calais, que de tifoidea en Zimbabue o de un tiro en Caracas. Ronald Inglehart en su libro seminal sobre el cambio posmoderno (Modernización y postmodernización) cita la Encuesta Mundial de Valores.
En ella más de 80% de los entrevistados en el Primer Mundo no les interesa ganar más dinero, porque tienen suficiente, viven en la abundancia. Los jóvenes no conocen el hambre y poseen todo el arsenal tecnológico de la vida actual, la riqueza que se mide en indicadores materiales y espirituales. Por eso sus aspiraciones y preocupaciones apuntan, por el contrario, a fines sociales, ambientales, morales, intelectuales. En los países tercermundistas, 85% de la gente ansía sobre cualquier otra cosa comer más e incrementar los ingresos para poseer bienes de la vida moderna. Algunos en España, Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, estuvieron "indignados" con el Estado de Bienestar que pagan Alemania y Francia, que les da seguridad material y elimina el stress de la sobrevivencia.
La revolución y la peste
Tsipras, Iglesias y otros mercaderes de la locura, inventan que la sociedad abierta es un antro y que deben hacer una revolución. Las consignas son vagarosas, vacías, tóxicas. Predican contra "el sistema financiero", "los políticos", "el sistema electoral injusto", "los ricos", "el capitalismo" y por una "auténtica democracia". Podemos y Tziriza acuatizaban en "propuestas" primitivas, radicalismo bolivariano con los mismos afiches del Che. Se oponen a los partidos políticos, a la economía privada y la austeridad fiscal. Proponen leyes inmobiliarias contra los propietarios, hostilizan el sistema financiero y la propiedad en general y rechazan modernizar las vetustas universidades europeas. El desempleo simboliza el desarreglo de la economía, pero requiere acciones contrarias a sus propuestas: reducir el gasto público, hoy subsidiado por la Unión Europea para evitar el colapso del Euro y la Eurozona.
Odian las privatizaciones y la reducción de nóminas públicas sobre infladas. La experiencia mundial enseña que crear empleos requiere equilibrios macroeconómicos y condiciones para la inversión, no impagables sistemas de seguridad social, ni mercados laborales ultra protegidos (hay países que dan quince días de descanso contra stress). Eso contraría las propuestas "indignadas". América Latina superó circunstancias parecidas con las reformas a raíz de la Crisis de la Deuda nacida en México en 1984, gracias a la voluntad de un grupo de líderes continentales. Salvo en Venezuela los "indignados" locales no pudieron descarrilar el proceso. Tendrán que aprender eso para despejar su propio futuro. Saltar el anacrónico y falso debate de "capitalismo" y "socialismo", permitirá sobreponerse a la miseria creada por el socialismo.
@CarlosRaulHer
Tienen un ingreso per cápita anual de 500 dólares o menos, una ingesta diaria por debajo de mil calorías, y mueren de males curables y hambre antes de los 35 años. En el otro extremo de la vida humana, un grupo de países con ingresos de entre 33 mil y 40 mil dólares, tienen expectativas de vida de -cerca- 80 años, mientras un natural de Suazilandia vive apenas 31 años. Unas sociedades son hoy desarrolladas porque establecieron la mejor forma de producción en la lucha del hombre por dominar las adversidades circundantes y las de su propia naturaleza, y poseen los mejores índices económicos, sociales y culturales. Son las que algunos llaman tontamente "capitalistas", para hacerle el juego semiótico al marxismo. Aun quien gana relativamente menos, se beneficia por el hecho de pertenecer a ese entorno colectivo, como bien saben los inmigrantes.
Ricos y hambrientos
El drama del mundo desarrollado es paradójicamente la sobrealimentación. Se llama Síndrome X y es la enfermedad por ingesta de grasas, automovilismo, sedentarismo, alcoholismo-tabaquismo, estrés y aburrimiento (infartos, cáncer, arteriosclerosis, diabetes, ACVs, obesidad), quienes menos comen, desde EEUU hasta Australia, para sorpresa, son personas de mayores ingresos, que intentan llevar una vida más sana. Y por contraste, la obesidad cunde entre los sectores medios y pobres. Los revolucionarios tercermundistas se empeñan en matar de hambre a sus pueblos a nombre de la "dignidad" y el antiimperialismo, y a despecho hoy africanos, árabes, latinoamericanos prefieren morir de infarto o atropellados en el túnel de Calais, que de tifoidea en Zimbabue o de un tiro en Caracas. Ronald Inglehart en su libro seminal sobre el cambio posmoderno (Modernización y postmodernización) cita la Encuesta Mundial de Valores.
En ella más de 80% de los entrevistados en el Primer Mundo no les interesa ganar más dinero, porque tienen suficiente, viven en la abundancia. Los jóvenes no conocen el hambre y poseen todo el arsenal tecnológico de la vida actual, la riqueza que se mide en indicadores materiales y espirituales. Por eso sus aspiraciones y preocupaciones apuntan, por el contrario, a fines sociales, ambientales, morales, intelectuales. En los países tercermundistas, 85% de la gente ansía sobre cualquier otra cosa comer más e incrementar los ingresos para poseer bienes de la vida moderna. Algunos en España, Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, estuvieron "indignados" con el Estado de Bienestar que pagan Alemania y Francia, que les da seguridad material y elimina el stress de la sobrevivencia.
La revolución y la peste
Tsipras, Iglesias y otros mercaderes de la locura, inventan que la sociedad abierta es un antro y que deben hacer una revolución. Las consignas son vagarosas, vacías, tóxicas. Predican contra "el sistema financiero", "los políticos", "el sistema electoral injusto", "los ricos", "el capitalismo" y por una "auténtica democracia". Podemos y Tziriza acuatizaban en "propuestas" primitivas, radicalismo bolivariano con los mismos afiches del Che. Se oponen a los partidos políticos, a la economía privada y la austeridad fiscal. Proponen leyes inmobiliarias contra los propietarios, hostilizan el sistema financiero y la propiedad en general y rechazan modernizar las vetustas universidades europeas. El desempleo simboliza el desarreglo de la economía, pero requiere acciones contrarias a sus propuestas: reducir el gasto público, hoy subsidiado por la Unión Europea para evitar el colapso del Euro y la Eurozona.
Odian las privatizaciones y la reducción de nóminas públicas sobre infladas. La experiencia mundial enseña que crear empleos requiere equilibrios macroeconómicos y condiciones para la inversión, no impagables sistemas de seguridad social, ni mercados laborales ultra protegidos (hay países que dan quince días de descanso contra stress). Eso contraría las propuestas "indignadas". América Latina superó circunstancias parecidas con las reformas a raíz de la Crisis de la Deuda nacida en México en 1984, gracias a la voluntad de un grupo de líderes continentales. Salvo en Venezuela los "indignados" locales no pudieron descarrilar el proceso. Tendrán que aprender eso para despejar su propio futuro. Saltar el anacrónico y falso debate de "capitalismo" y "socialismo", permitirá sobreponerse a la miseria creada por el socialismo.
@CarlosRaulHer
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