Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 10 de agosto de 2015

Teología y política en el discurso del papa Francisco. ¿Dónde está el pueblo? El papa Francisco se mueve permanentemente entre lo teológico y lo político y ha logrado que, en un mundo secularizado, la teología vuelva a ser central en los medios de comunicación. Habla al pueblo en el lenguaje del pueblo, se radicaliza en la pobreza y desde allí se posiciona como un referente del debate político. Pero ¿es Francisco un teólogo de la liberación? ¿Qué significa esa teología del pobre? En este artículo se analiza la Teología del Pueblo como modalidad nacional y popular de la Teología de la Liberación, para distinguir luego entre dos categorías aparentemente opuestas dentro de la teología del obispo de Roma: la de pueblo como pobre y la de pueblo como unidad. Por último, se reflexiona sobre la diferencia entre una teología secularizada y una cultura teologizada, para situar el kairos de Francisco entre la Teología de la Liberación y la Teología del Pueblo.Por Emilce Cuda

Francisco y la Teología del Pueblo

Repensar a una Iglesia que está llamada a "optar por el pueblo pobre"....

RAFAEL LUCIANI |  EL UNIVERSAL
sábado 8 de agosto de 2015  12:00 AM
El reciente viaje de Francisco a Sudamérica representó un giro importante. Se trata del inicio de una segunda etapa en la que deja claro el nexo existente entre sus discursos y lineamientos teológico-pastorales, y el enfoque propuesto por la llamada Teología del Pueblo o Teología de la Cultura. Desde el estudio de esta rama de la teología latinoamericana, que surge en el contexto socio-histórico de la recepción del Concilio Vaticano II en América Latina, podemos comprender que lo que propone Francisco no es un mero cambio de enfoque en la pastoral eclesial, como tampoco un refrescamiento del lenguaje o actualización de las formas religiosas existentes, sino el replanteo de un modo de ser Iglesia que reconoce los graves efectos de la crisis estructural que vive y se propone retomar la senda trazada por el Concilio Vaticano II.

Este nuevo modo de ser de Iglesia asume un talante profético, entendiendo a la acción pastoral a partir de nuestra inserción en la realidad del pobre y la asunción de los valores que brotan de estos sectores populares. Se trata de un nuevo modo de ser Iglesia a partir de la opción preferencial por esa parte del pueblo que son los pobres, la periferia, y el impacto que ellos tienen para generar procesos de conversión en todos aquellos que hacemos vida en la institución eclesiástica y en la sociedad en general. No cabe, pues, la postura de quienes "viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial" (Laudato Si, 49). Esta falta de conexión con la realidad, ayuda "a cauterizar la conciencia" (LS 49).

La Teología del Pueblo es una rama de la teología latinoamericana de la liberación que fue desarrollada en Argentina por los teólogos Lucio Gera y Rafael Tello. Sin embargo, sus orígenes se remontan al año 1966 cuando se crea laCoepal (Comisión Episcopal de Pastoral), que acuña el término de "pueblo" entendido como "la existencia de una cultura común, enraizada en una historia común y comprometida con el bien común".

Esta Teología no busca el cambio de las estructuras sociales y políticas por sí mismas, sino el discernimiento de la misión e identidad de la institución eclesiástica a partir de su opción por el pueblo pobre, expresada en un firme discurso religioso que impulse el diálogo sociopolítico y promueva una praxis pastoral informada por la justicia social como valor de ese "pueblo fiel" que quiere ser seguidor de la praxis de Jesús (Sebastián Politi, Teología del Pueblo).

Esta opción teológico-pastoral no parte del análisis de las condiciones económicas y sociopolíticas para interpretarlas a la luz del método marxista, sino de la conexión real con el pueblo y el estudio de su cultura o ethos común, y apuesta por la promoción integral del sujeto humano, el fomento del diálogo sociopolítico y la práctica de la justicia social.

El reto que dejó Francisco en su reciente viaje a Sudamérica es, pues, el de repensar a una Iglesia que está llamada a "optar por el pueblo pobre" y "alejarse de tentaciones de propuestas unicistas, cercanas a dictaduras, ideologías y sectarismos" (Quito, 7-7-2015). Una Iglesia que debe alejarse de "los elitismos socioeconómicos y las desconexiones con lo real", y que, como ha dicho en repetidas ocasiones, "desmonte el clericalismo y el carrerismo eclesial" que reina en la mente de tantos clérigos que sólo piensan en ser obispos y llegar a puestos de poder por el mero hecho de ser ministros ordenados. En palabras de Francisco, "estos son signos de una fe que no es fiel al Evangelio" y que "necesita salir de sí".

Doctor y Profesor de Teología

rlteologiahoy@gmail.com

@rafluciani

El Papa en el Ángelus: 'Si tienes el corazón cerrado, la fe no entra'
Texto completo. Francisco explicó este domingo que la fe no es propiedad privada, sino que es un don para compartir
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 09 de agosto de 2015 (ZENIT.org)
Como cada domingo, el papa Francisco rezó el Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este domingo prosigue la lectura del capítulo sexto del Evangelio de Juan, donde Jesús, habiendo cumplido el gran milagro de la multiplicación de los panes, explica a la gente el significado de aquel “signo” (Jn 6,41-51).Como había hecho antes con la Samaritana, a partir de la experiencia de la sed y del signo del agua, aquí Jesús parte de la experiencia del hambre y del signo del pan, para revelarse e invitarnos a creer en Él.
La gente lo busca, la gente lo escucha, porque se ha quedado entusiasmada con el milagro, ¡querían hacerlo rey! Pero cuando Jesús afirma que el verdadero pan, donado por Dios, es Él mismo, muchos se escandalizan, no comprenden, y comienzan a murmurar entre ellos: “De él --decían--, ¿no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo'? (Jn 6,42)”. Y comienzan a murmurar. Entonces Jesús responde: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió”, y añade “el que cree, tiene la vida eterna” (vv 44.47).
Nos sorprende, y nos hace reflexionar esta palabra del Señor: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre”, “el que cree en mí, tiene la vida eterna”. Nos hace reflexionar. Esta palabra introduce en la dinámica de la fe, que es una relación: la relación entre la persona humana, todos nosotros, y la persona de Jesús, donde el Padre juega un papel decisivo, y naturalmente, también el Espíritu Santo, que está implícito aquí. No basta encontrar a Jesús para creer en Él, no basta leer la Biblia, el Evangelio, eso es importante ¿eh?, pero no basta. No basta ni siquiera asistir a un milagro, como el de la multiplicación de los panes. Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron, es más, también lo despreciaron y condenaron. Y yo me pregunto: ¿por qué, esto? ¿No fueron atraídos por el Padre? No, esto sucedió porque su corazón estaba cerrado a la acción del Espíritu de Dios. Y si tú tienes el corazón cerrado, la fe no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús. Somos nosotros quienes abrimos nuestro corazón o lo cerramos.
En cambio la fe, que es como una semilla en lo profundo del corazón, florece cuando nos dejamos “atraer” por el Padre hacia Jesús, y “vamos a Él” con ánimo abierto, con corazón abierto, sin prejuicios; entonces reconocemos en su rostro el rostro de Dios y en sus palabras la palabra de Dios, porque el Espíritu Santo nos ha hecho entrar en la relación de amor y de vida que hay entre Jesús y Dios Padre. Y ahí nosotros recibimos el don, el regalo de la fe.
Entonces, con esta actitud de fe, podemos comprender el sentido del “Pan de la vida” que Jesús nos dona, y que Él expresa así: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). En Jesús, en su “carne” --es decir, en su concreta humanidad-- está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna.
Aquella que ha vivido esta experiencia en modo ejemplar es la Virgen de Nazaret, María: la primera persona humana que ha creído en Dios acogiendo la carne de Jesús. Aprendamos de Ella, nuestra Madre, la alegría y la gratitud por el don de la fe. Un don que no es “privado”, un don que no es “propiedad privada”, sino que es un don para compartir: es un don “para la vida del mundo”.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:
Angelus Domini nuntiavit Mariae...
Al concluir la plegaria, el Papa recordó a Hiroshima y Nagasaki en el 70 aniversario del trágico suceso:
Queridos hermanos y hermanas,
Hace setenta años, el 6 y el 9 de agosto de 1945, sucedieron los tremendos bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki. A distancia de tanto tiempo, este trágico suceso suscita todavía horror y repulsión. Este se ha convertido en el símbolo del ilimitado poder destructivo del hombre cuando hace un uso equivocado del progreso de la ciencia y de la técnica, y constituye una advertencia continua para la humanidad, para que repudie para siempre la guerra y destierre las armas nucleares y toda arma de destrucción masiva. Esta triste ocasión nos llama sobre todo a rezar y a comprometernos por la paz, para difundir en el mundo una ética de fraternidad y un clima de serena convivencia entre los pueblos. De cada tierra se eleve una única voz: ¡no a la guerra, no a la violencia, sí al diálogo, sí a la paz! Con la guerra siempre se pierde. ¡El único modo de vencer una guerra es no hacerla!
Además, el Pontífice manifestó su preocupación por la situación que atraviesa El Salvador:
Sigo con viva preocupación las noticias que llegan desde El Salvador, donde en los últimos tiempos se ha agravado la situación de la población a causa de la carestía, de la crisis económica, de agudos contrastes sociales y de la creciente violencia. Animo al querido pueblo salvadoreño a perseverar unido en la esperanza, y exhorto a todos a rezar para que en la tierra del beato Óscar Romero florezcan de nuevo la justicia y la paz.
A continuación llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Santo Padre:
Dirijo mi saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos; en especial a los jóvenes de Mason Vicentino, Villaraspa, Nova Milanese, Fossò, Sandon, Ferrara, y a los monaguillos de Calcarelli.
Saludo a los motociclistas de San Zeno (Brescia), comprometidos a favor de los niños hospitalizados en el Hospital Bambin Gesú.
Como de costumbre, el papa Francisco concluyó su intervención diciendo:
Y a todos les deseo un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)
Francisco reclama el cese de la guerra y la violencia
El Pontífice recordó este domingo los lanzamientos de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Pidió desterrar para siempre las armas nucleares y las de destrucción masiva
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 09 de agosto de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco ha recordado este domingo por la mañana a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en el 70 aniversario de los lanzamientos de las bombas atómicas por parte de Estados Unidos y ha señalado que lo ocurrido “constituye una advertencia continua para la humanidad, para que repudie para siempre la guerra y destierre las armas nucleares y toda arma de destrucción masiva”.
“Hace setenta años, el 6 y el 9 de agosto de 1945, sucedieron los tremendos bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki”, ha dicho el Santo Padre durante el rezo del Ángelus, al tiempo que ha asegurado que “este trágico suceso suscita todavía horror y repulsión”.
Ante la multitud congregada en la Plaza de San Pedro, el Pontífice ha indicado que este hecho “se ha convertido en el símbolo del ilimitado poder destructivo del hombre cuando hace un uso equivocado del progreso de la ciencia y de la técnica”. “Esta triste ocasión nos llama sobre todo a rezar y a comprometernos por la paz, para difundir en el mundo una ética de fraternidad y un clima de serena convivencia entre los pueblos”, ha añadido.
Así, Francisco ha pedido que “de cada tierra se eleve una única voz: ¡no a la guerra, no a la violencia, sí al diálogo, sí a la paz!” “Con la guerra siempre se pierde. ¡El único modo de vencer una guerra es no hacerla!”, ha subrayado.
Por otra parte, el Papa ha afirmado que sigue “con viva preocupación” las noticias que llegan desde El Salvador, “donde en los últimos tiempos se ha agravado la situación de la población a causa de la carestía, de la crisis económica, de agudos contrastes sociales y de la creciente violencia”. “Animo al querido pueblo salvadoreño a perseverar unido en la esperanza, y exhorto a todos a rezar para que en la tierra del beato Óscar Romero florezcan de nuevo la justicia y la paz”, ha concluido.

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