A todos les llega su día de furia
Los especialistas en salud mental señalan que cuando la tensión y el estrés se hacen crónicos el individuo se enferma y una de las características de las dolencias que se prolongan en el tiempo es la agresividad. Expertos consideran que la psique del venezolano está en vilo y experimenta en este momento un nivel instintivo y animal. La gente solo logra entretenerse con la búsqueda de las necesidades básicas.
por HERCILIA GARNICA | imagen: ALEXANDRA GUEVARA | DOMINGO 16 DE AGOSTO DE 2015
Caso 1
Pelea por un pollo
Dos mujeres discutieron airadamente en un supermercado por el último pollo que quedaba en la nevera del establecimiento. La discusión ameritó la presencia policial. Una de las clientas, que aseguró haber tomado primero el ave beneficiada, se quejó porque la otra dama ya tenía una entre los brazos y quería llevarse dos.
Finalmente, el pollo quedó en manos de la señora que lo avistó primero, aunque el incidente provocó, adicionalmente, una disputa familiar y un profundo ratón moral por una situación inédita entre las personas involucradas.
Caso 2
El carrito del supermercado
Coincidió su día autorizado por cédula con la llegada de leche descremada a los anaqueles del supermercado. Tomó los cuatro envases permitidos y siguió con un recorrido que no había ofrecido sorpresas hasta que se distrajo por un segundo y los envases desaparecieron de su carrito. Enfurecida, comenzó a revisar cada cesta de compras en un intento desesperado por dar con la leche que ya había asegurado. Dio manotazos, regaló insultos e hizo lo mismo que le habían hecho: tomó los cuatro litros que le quitaron y la calma regresó a su cuerpo.
Caso 3
Disparos por un retrovisor
El pasado 7 de abril de 2015 un hombre disparó contra dos motorizados que se estrellaron contra el retrovisor de su camioneta, mientras circulaban por Prados del Este. El conductor del vehículo siguió a los sujetos, les disparó y posteriormente se dio a la fuga. El suceso dejó un herido, según informó la Policía de Baruta. El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas inició de inmediato las investigaciones del caso.
¿Qué desató en cada una de estas personas esas furibundas reacciones? ¿Qué provocó tan desproporcionadas respuestas? ¿Se reconocieron ellas mismas luego del incidente? ¿Es saludable dejar que esas emociones fluyan?
Robert Lespinasse, médico psiquiatra, expresidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, lo define con una frase: estrés crónico, una reacción fisiológica que surge ante circunstancias como las que los venezolanos están viviendo desde hace años, de manera sostenida. "Hay elevadísimos niveles de angustia, de desesperación en las personas. La gente está sensible, irritable, explosiva y cualquier incidente menor lo incrementa".
La Federación de Psicólogos de Venezuela y la Red de Apoyo Psicológico de la que forman parte profesionales de las universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Metropolitana, emitieron un comunicado, recientemente, en el que manifestaron su preocupación por las emociones descontroladas que afectan a los venezolanos hoy en día. "Angustia, miedo, ansiedad, depresión, indignación, enfermedades psicosomáticas, inseguridad ante el futuro, agresividad, desesperanza, apatía, repliegue individual y reducción de actividades en espacios compartidos" son algunas de las sensaciones que experimenta cualquier ciudadano en Venezuela.
Los especialistas de ambas organizaciones aseguran que la frecuencia y la intensidad de estas emociones han provocado cambios en el comportamiento del venezolano y han convertido el daño psicológico en un problema de salud pública.
Cómo sobrellevar la cotidianidad
Le proponemos hacer un test. Diga cuál de las siguientes sensaciones: angustia, miedo, ansiedad, tristeza, indignación, frustración, impotencia, agresividad, desolación, apatía o enfermedades psicosomáticas ha experimentado en las últimas semanas. Si respondió afirmativamente a alguna de ellas usted es venezolano y vive actualmente en Venezuela.
La enumeración de trastornos fue tipificada por la Federación de Psicólogos de Venezuela y la Red de Apoyo Psicológico con el fin de alertar sobre las alteraciones que provocan en las personas el desabastecimiento de alimentos y medicinas, el aumento de la criminalidad, la polarización y la inflación.
Todo ese conjunto de situaciones ha ocasionado que la cotidianidad de los venezolanos se exprese en colas, en que ir al mercado sea una tortura, que sea una compulsión aceptada mirar la bolsa de las compras del vecino, que los motorizados generen un bombazo de adrenalina en quien se tope con ellos y que sea imposible reconocernos porque los estímulos son tan extremos que ya nadie sabe cómo reaccionará en la calle ante un simple tropezón.
Es una cadena a la que cada día se le suman eslabones y que no parece tener fin. Al panorama hay que añadirle la polarización, como otro factor que contribuyó a la división de los venezolanos en "buenos" y "malos". Un grupo persigue al otro y lo sataniza. Ambos bandos se perciben como enemigos y no como adversarios políticos. La violencia les parece cotidiana, normal, a tal punto que logran justificar los ataques que se produzcan entre unos y otros sólo por el hecho de que son contrarios.
Por si fuera poco, la violencia producto de la delincuencia, marcada por la impunidad extrema, convierte las agresiones en un ejercicio libre y "legítimo" del que todos participan porque nunca se recibe una condena.
La psicóloga social y profesora universitaria Mireya Lozada, disertó sobre el tema en una entrevista: "La actual situación de polarización ha provocado una fractura social muy difícil de reparar. La separación que se ha hecho dentro de los espacios familiares y políticos ha resentido un tejido social que tomará años en recuperarse y que tiene consecuencias directas en la convivencia".
La frecuencia e intensidad de estas emociones produjo cambios en el comportamiento del venezolano y la integridad del ciudadano común ha sido seriamente afectada, se lee en el comunicado que los expertos en psicología difundieron por las redes sociales y los medios de comunicación.
Encarar o huir
Robert Lespinasse reconoce que las consultas psiquiátricas han aumentado enormemente. "La gente nos plantea sensaciones de inseguridad, deseos de irse, de comenzar desde cero en otro país porque no ven salida. Se ven desesperados, alterados, tristes, llorosos, con tensión constante, dolores musculares, dificultad para dormir, cansancio, irritabilidad, distraídos, con pensamientos negativos recurrentes y alteraciones en el apetito. Muchos están bajo los efectos del miedo y ante el miedo caben dos posibilidades: se enfrenta o se huye, como ya lo ha hecho 6% de la población".
Ese coctel de sensaciones deriva en lo que se conoce como estrés crónico permanente. El psicólogo Omar Barrios recuerda que el estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones que representan una amenaza o peligro. El problema se presenta cuando el estrés se prolonga en el tiempo, se hace crónico y se mantienen las respuestas de alerta en el organismo, lo que llega a afectar la salud. Empiezan, entonces, las alteraciones en la presión arterial, problemas gastrointestinales, disminución de los linfocitos o inmunosupresión, elevación de la glucosa en sangre, tensión muscular, aumento de la transpiración de la piel, gripes a repetición por la alteración de la respuesta inmune, problemas respiratorios, disminución de los intereses y del apetito sexual, entre otras señales.
El médico psiquiatra y terapeuta junguiano Freddy Javier Guevara añade un elemento relevante. Cuando la tensión se hace crónica el individuo se enferma (y una de las características de las enfermedades crónicas que aparecen en la población es la agresividad de su comportamiento) y en el caso de una sociedad se produce un caos. "La psique del venezolano está en vilo, está mermada, metódica y lentamente, hasta un nivel instintivo y animal, entretenida solo en la búsqueda de las necesidades básicas". Por eso se explica que una mujer que se reconocía como tranquila pelee por un pollo en el supermercado.
En efecto, Barrios advierte que la rabia es una emoción natural y que reprimirla no es saludable. "Hay que sentirla, reconocerla y expresarla cuando lo consideremos apropiado, en un modo que no haga daño ni a nosotros mismos ni a otros. La rabia mal manejada puede llegar a los extremos de la violencia verbal o física".
Ante los estallidos de furia, que cualquiera puede experimentar, el psicólogo recomienda asumirlos como una tormenta, frente a la cual siempre se aguarda por la calma. "Nadie furioso puede cabalmente razonar", refiere.
Roberto De Vries, psiquiatra, comunicador social y experto en imagen y poder, cree que hay que dejar que quien esté bajo una crisis hable todo lo que quiera y que nadie intente callarlo. "Siempre hay que manifestar la ira o la rabia, pero de ser posible, hacerlo en su aspectos positivos. Manejar la ira es aprovechar los impulsos que produce, las ganas y el hambre de cambios. Por eso hay que hacer masiva la educación y la formación emocional", señala.
De Vries, incluso, recomienda buscar, en forma sistemática y permanente, fuentes de optimismo y de esperanza. "Hay varias herramientas en la psicología positiva que nos permiten hacerlo como la serendipia, hacer planificación de corto plazo y la resiliencia. La solución fundamental es la ciudadanía activa para hacer redes que ayuden a localizar y elegir un liderazgo que no vea en esto una calamidad sino un reto importante".
El especialista insiste en que hay que hacer todo lo posible para que cada persona identifique con claridad bajo qué emoción está y en cuáles están quienes le rodean.
Luego de hacer este reconocimiento se puede ver qué ofrece cada una. "La ira, el potencial para aprovechar su fuerza; el miedo, la capacidad para organizar, y la tristeza, la posibilidad para reflexionar, para buscar nuevas soluciones a los problemas humanos que, por serlo, son 'divergentes'; es decir, que pueden solventarse".
Caso 1
Pelea por un pollo
Dos mujeres discutieron airadamente en un supermercado por el último pollo que quedaba en la nevera del establecimiento. La discusión ameritó la presencia policial. Una de las clientas, que aseguró haber tomado primero el ave beneficiada, se quejó porque la otra dama ya tenía una entre los brazos y quería llevarse dos.
Finalmente, el pollo quedó en manos de la señora que lo avistó primero, aunque el incidente provocó, adicionalmente, una disputa familiar y un profundo ratón moral por una situación inédita entre las personas involucradas.
Caso 2
El carrito del supermercado
Coincidió su día autorizado por cédula con la llegada de leche descremada a los anaqueles del supermercado. Tomó los cuatro envases permitidos y siguió con un recorrido que no había ofrecido sorpresas hasta que se distrajo por un segundo y los envases desaparecieron de su carrito. Enfurecida, comenzó a revisar cada cesta de compras en un intento desesperado por dar con la leche que ya había asegurado. Dio manotazos, regaló insultos e hizo lo mismo que le habían hecho: tomó los cuatro litros que le quitaron y la calma regresó a su cuerpo.
Caso 3
Disparos por un retrovisor
El pasado 7 de abril de 2015 un hombre disparó contra dos motorizados que se estrellaron contra el retrovisor de su camioneta, mientras circulaban por Prados del Este. El conductor del vehículo siguió a los sujetos, les disparó y posteriormente se dio a la fuga. El suceso dejó un herido, según informó la Policía de Baruta. El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas inició de inmediato las investigaciones del caso.
¿Qué desató en cada una de estas personas esas furibundas reacciones? ¿Qué provocó tan desproporcionadas respuestas? ¿Se reconocieron ellas mismas luego del incidente? ¿Es saludable dejar que esas emociones fluyan?
Robert Lespinasse, médico psiquiatra, expresidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, lo define con una frase: estrés crónico, una reacción fisiológica que surge ante circunstancias como las que los venezolanos están viviendo desde hace años, de manera sostenida. "Hay elevadísimos niveles de angustia, de desesperación en las personas. La gente está sensible, irritable, explosiva y cualquier incidente menor lo incrementa".
La Federación de Psicólogos de Venezuela y la Red de Apoyo Psicológico de la que forman parte profesionales de las universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Metropolitana, emitieron un comunicado, recientemente, en el que manifestaron su preocupación por las emociones descontroladas que afectan a los venezolanos hoy en día. "Angustia, miedo, ansiedad, depresión, indignación, enfermedades psicosomáticas, inseguridad ante el futuro, agresividad, desesperanza, apatía, repliegue individual y reducción de actividades en espacios compartidos" son algunas de las sensaciones que experimenta cualquier ciudadano en Venezuela.
Los especialistas de ambas organizaciones aseguran que la frecuencia y la intensidad de estas emociones han provocado cambios en el comportamiento del venezolano y han convertido el daño psicológico en un problema de salud pública.
Cómo sobrellevar la cotidianidad
Le proponemos hacer un test. Diga cuál de las siguientes sensaciones: angustia, miedo, ansiedad, tristeza, indignación, frustración, impotencia, agresividad, desolación, apatía o enfermedades psicosomáticas ha experimentado en las últimas semanas. Si respondió afirmativamente a alguna de ellas usted es venezolano y vive actualmente en Venezuela.
La enumeración de trastornos fue tipificada por la Federación de Psicólogos de Venezuela y la Red de Apoyo Psicológico con el fin de alertar sobre las alteraciones que provocan en las personas el desabastecimiento de alimentos y medicinas, el aumento de la criminalidad, la polarización y la inflación.
Todo ese conjunto de situaciones ha ocasionado que la cotidianidad de los venezolanos se exprese en colas, en que ir al mercado sea una tortura, que sea una compulsión aceptada mirar la bolsa de las compras del vecino, que los motorizados generen un bombazo de adrenalina en quien se tope con ellos y que sea imposible reconocernos porque los estímulos son tan extremos que ya nadie sabe cómo reaccionará en la calle ante un simple tropezón.
Es una cadena a la que cada día se le suman eslabones y que no parece tener fin. Al panorama hay que añadirle la polarización, como otro factor que contribuyó a la división de los venezolanos en "buenos" y "malos". Un grupo persigue al otro y lo sataniza. Ambos bandos se perciben como enemigos y no como adversarios políticos. La violencia les parece cotidiana, normal, a tal punto que logran justificar los ataques que se produzcan entre unos y otros sólo por el hecho de que son contrarios.
Por si fuera poco, la violencia producto de la delincuencia, marcada por la impunidad extrema, convierte las agresiones en un ejercicio libre y "legítimo" del que todos participan porque nunca se recibe una condena.
La psicóloga social y profesora universitaria Mireya Lozada, disertó sobre el tema en una entrevista: "La actual situación de polarización ha provocado una fractura social muy difícil de reparar. La separación que se ha hecho dentro de los espacios familiares y políticos ha resentido un tejido social que tomará años en recuperarse y que tiene consecuencias directas en la convivencia".
La frecuencia e intensidad de estas emociones produjo cambios en el comportamiento del venezolano y la integridad del ciudadano común ha sido seriamente afectada, se lee en el comunicado que los expertos en psicología difundieron por las redes sociales y los medios de comunicación.
Encarar o huir
Robert Lespinasse reconoce que las consultas psiquiátricas han aumentado enormemente. "La gente nos plantea sensaciones de inseguridad, deseos de irse, de comenzar desde cero en otro país porque no ven salida. Se ven desesperados, alterados, tristes, llorosos, con tensión constante, dolores musculares, dificultad para dormir, cansancio, irritabilidad, distraídos, con pensamientos negativos recurrentes y alteraciones en el apetito. Muchos están bajo los efectos del miedo y ante el miedo caben dos posibilidades: se enfrenta o se huye, como ya lo ha hecho 6% de la población".
Ese coctel de sensaciones deriva en lo que se conoce como estrés crónico permanente. El psicólogo Omar Barrios recuerda que el estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones que representan una amenaza o peligro. El problema se presenta cuando el estrés se prolonga en el tiempo, se hace crónico y se mantienen las respuestas de alerta en el organismo, lo que llega a afectar la salud. Empiezan, entonces, las alteraciones en la presión arterial, problemas gastrointestinales, disminución de los linfocitos o inmunosupresión, elevación de la glucosa en sangre, tensión muscular, aumento de la transpiración de la piel, gripes a repetición por la alteración de la respuesta inmune, problemas respiratorios, disminución de los intereses y del apetito sexual, entre otras señales.
El médico psiquiatra y terapeuta junguiano Freddy Javier Guevara añade un elemento relevante. Cuando la tensión se hace crónica el individuo se enferma (y una de las características de las enfermedades crónicas que aparecen en la población es la agresividad de su comportamiento) y en el caso de una sociedad se produce un caos. "La psique del venezolano está en vilo, está mermada, metódica y lentamente, hasta un nivel instintivo y animal, entretenida solo en la búsqueda de las necesidades básicas". Por eso se explica que una mujer que se reconocía como tranquila pelee por un pollo en el supermercado.
En efecto, Barrios advierte que la rabia es una emoción natural y que reprimirla no es saludable. "Hay que sentirla, reconocerla y expresarla cuando lo consideremos apropiado, en un modo que no haga daño ni a nosotros mismos ni a otros. La rabia mal manejada puede llegar a los extremos de la violencia verbal o física".
Ante los estallidos de furia, que cualquiera puede experimentar, el psicólogo recomienda asumirlos como una tormenta, frente a la cual siempre se aguarda por la calma. "Nadie furioso puede cabalmente razonar", refiere.
Roberto De Vries, psiquiatra, comunicador social y experto en imagen y poder, cree que hay que dejar que quien esté bajo una crisis hable todo lo que quiera y que nadie intente callarlo. "Siempre hay que manifestar la ira o la rabia, pero de ser posible, hacerlo en su aspectos positivos. Manejar la ira es aprovechar los impulsos que produce, las ganas y el hambre de cambios. Por eso hay que hacer masiva la educación y la formación emocional", señala.
De Vries, incluso, recomienda buscar, en forma sistemática y permanente, fuentes de optimismo y de esperanza. "Hay varias herramientas en la psicología positiva que nos permiten hacerlo como la serendipia, hacer planificación de corto plazo y la resiliencia. La solución fundamental es la ciudadanía activa para hacer redes que ayuden a localizar y elegir un liderazgo que no vea en esto una calamidad sino un reto importante".
El especialista insiste en que hay que hacer todo lo posible para que cada persona identifique con claridad bajo qué emoción está y en cuáles están quienes le rodean.
Luego de hacer este reconocimiento se puede ver qué ofrece cada una. "La ira, el potencial para aprovechar su fuerza; el miedo, la capacidad para organizar, y la tristeza, la posibilidad para reflexionar, para buscar nuevas soluciones a los problemas humanos que, por serlo, son 'divergentes'; es decir, que pueden solventarse".
Pelea por un pollo
Dos mujeres discutieron airadamente en un supermercado por el último pollo que quedaba en la nevera del establecimiento. La discusión ameritó la presencia policial. Una de las clientas, que aseguró haber tomado primero el ave beneficiada, se quejó porque la otra dama ya tenía una entre los brazos y quería llevarse dos.
Finalmente, el pollo quedó en manos de la señora que lo avistó primero, aunque el incidente provocó, adicionalmente, una disputa familiar y un profundo ratón moral por una situación inédita entre las personas involucradas.
Caso 2
El carrito del supermercado
Coincidió su día autorizado por cédula con la llegada de leche descremada a los anaqueles del supermercado. Tomó los cuatro envases permitidos y siguió con un recorrido que no había ofrecido sorpresas hasta que se distrajo por un segundo y los envases desaparecieron de su carrito. Enfurecida, comenzó a revisar cada cesta de compras en un intento desesperado por dar con la leche que ya había asegurado. Dio manotazos, regaló insultos e hizo lo mismo que le habían hecho: tomó los cuatro litros que le quitaron y la calma regresó a su cuerpo.
Caso 3
Disparos por un retrovisor
El pasado 7 de abril de 2015 un hombre disparó contra dos motorizados que se estrellaron contra el retrovisor de su camioneta, mientras circulaban por Prados del Este. El conductor del vehículo siguió a los sujetos, les disparó y posteriormente se dio a la fuga. El suceso dejó un herido, según informó la Policía de Baruta. El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas inició de inmediato las investigaciones del caso.
¿Qué desató en cada una de estas personas esas furibundas reacciones? ¿Qué provocó tan desproporcionadas respuestas? ¿Se reconocieron ellas mismas luego del incidente? ¿Es saludable dejar que esas emociones fluyan?
Robert Lespinasse, médico psiquiatra, expresidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, lo define con una frase: estrés crónico, una reacción fisiológica que surge ante circunstancias como las que los venezolanos están viviendo desde hace años, de manera sostenida. "Hay elevadísimos niveles de angustia, de desesperación en las personas. La gente está sensible, irritable, explosiva y cualquier incidente menor lo incrementa".
La Federación de Psicólogos de Venezuela y la Red de Apoyo Psicológico de la que forman parte profesionales de las universidades Central de Venezuela, Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Metropolitana, emitieron un comunicado, recientemente, en el que manifestaron su preocupación por las emociones descontroladas que afectan a los venezolanos hoy en día. "Angustia, miedo, ansiedad, depresión, indignación, enfermedades psicosomáticas, inseguridad ante el futuro, agresividad, desesperanza, apatía, repliegue individual y reducción de actividades en espacios compartidos" son algunas de las sensaciones que experimenta cualquier ciudadano en Venezuela.
Los especialistas de ambas organizaciones aseguran que la frecuencia y la intensidad de estas emociones han provocado cambios en el comportamiento del venezolano y han convertido el daño psicológico en un problema de salud pública.
Cómo sobrellevar la cotidianidad
Le proponemos hacer un test. Diga cuál de las siguientes sensaciones: angustia, miedo, ansiedad, tristeza, indignación, frustración, impotencia, agresividad, desolación, apatía o enfermedades psicosomáticas ha experimentado en las últimas semanas. Si respondió afirmativamente a alguna de ellas usted es venezolano y vive actualmente en Venezuela.
La enumeración de trastornos fue tipificada por la Federación de Psicólogos de Venezuela y la Red de Apoyo Psicológico con el fin de alertar sobre las alteraciones que provocan en las personas el desabastecimiento de alimentos y medicinas, el aumento de la criminalidad, la polarización y la inflación.
Todo ese conjunto de situaciones ha ocasionado que la cotidianidad de los venezolanos se exprese en colas, en que ir al mercado sea una tortura, que sea una compulsión aceptada mirar la bolsa de las compras del vecino, que los motorizados generen un bombazo de adrenalina en quien se tope con ellos y que sea imposible reconocernos porque los estímulos son tan extremos que ya nadie sabe cómo reaccionará en la calle ante un simple tropezón.
Es una cadena a la que cada día se le suman eslabones y que no parece tener fin. Al panorama hay que añadirle la polarización, como otro factor que contribuyó a la división de los venezolanos en "buenos" y "malos". Un grupo persigue al otro y lo sataniza. Ambos bandos se perciben como enemigos y no como adversarios políticos. La violencia les parece cotidiana, normal, a tal punto que logran justificar los ataques que se produzcan entre unos y otros sólo por el hecho de que son contrarios.
Por si fuera poco, la violencia producto de la delincuencia, marcada por la impunidad extrema, convierte las agresiones en un ejercicio libre y "legítimo" del que todos participan porque nunca se recibe una condena.
La psicóloga social y profesora universitaria Mireya Lozada, disertó sobre el tema en una entrevista: "La actual situación de polarización ha provocado una fractura social muy difícil de reparar. La separación que se ha hecho dentro de los espacios familiares y políticos ha resentido un tejido social que tomará años en recuperarse y que tiene consecuencias directas en la convivencia".
La frecuencia e intensidad de estas emociones produjo cambios en el comportamiento del venezolano y la integridad del ciudadano común ha sido seriamente afectada, se lee en el comunicado que los expertos en psicología difundieron por las redes sociales y los medios de comunicación.
Encarar o huir
Robert Lespinasse reconoce que las consultas psiquiátricas han aumentado enormemente. "La gente nos plantea sensaciones de inseguridad, deseos de irse, de comenzar desde cero en otro país porque no ven salida. Se ven desesperados, alterados, tristes, llorosos, con tensión constante, dolores musculares, dificultad para dormir, cansancio, irritabilidad, distraídos, con pensamientos negativos recurrentes y alteraciones en el apetito. Muchos están bajo los efectos del miedo y ante el miedo caben dos posibilidades: se enfrenta o se huye, como ya lo ha hecho 6% de la población".
Ese coctel de sensaciones deriva en lo que se conoce como estrés crónico permanente. El psicólogo Omar Barrios recuerda que el estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones que representan una amenaza o peligro. El problema se presenta cuando el estrés se prolonga en el tiempo, se hace crónico y se mantienen las respuestas de alerta en el organismo, lo que llega a afectar la salud. Empiezan, entonces, las alteraciones en la presión arterial, problemas gastrointestinales, disminución de los linfocitos o inmunosupresión, elevación de la glucosa en sangre, tensión muscular, aumento de la transpiración de la piel, gripes a repetición por la alteración de la respuesta inmune, problemas respiratorios, disminución de los intereses y del apetito sexual, entre otras señales.
El médico psiquiatra y terapeuta junguiano Freddy Javier Guevara añade un elemento relevante. Cuando la tensión se hace crónica el individuo se enferma (y una de las características de las enfermedades crónicas que aparecen en la población es la agresividad de su comportamiento) y en el caso de una sociedad se produce un caos. "La psique del venezolano está en vilo, está mermada, metódica y lentamente, hasta un nivel instintivo y animal, entretenida solo en la búsqueda de las necesidades básicas". Por eso se explica que una mujer que se reconocía como tranquila pelee por un pollo en el supermercado.
En efecto, Barrios advierte que la rabia es una emoción natural y que reprimirla no es saludable. "Hay que sentirla, reconocerla y expresarla cuando lo consideremos apropiado, en un modo que no haga daño ni a nosotros mismos ni a otros. La rabia mal manejada puede llegar a los extremos de la violencia verbal o física".
Ante los estallidos de furia, que cualquiera puede experimentar, el psicólogo recomienda asumirlos como una tormenta, frente a la cual siempre se aguarda por la calma. "Nadie furioso puede cabalmente razonar", refiere.
Roberto De Vries, psiquiatra, comunicador social y experto en imagen y poder, cree que hay que dejar que quien esté bajo una crisis hable todo lo que quiera y que nadie intente callarlo. "Siempre hay que manifestar la ira o la rabia, pero de ser posible, hacerlo en su aspectos positivos. Manejar la ira es aprovechar los impulsos que produce, las ganas y el hambre de cambios. Por eso hay que hacer masiva la educación y la formación emocional", señala.
De Vries, incluso, recomienda buscar, en forma sistemática y permanente, fuentes de optimismo y de esperanza. "Hay varias herramientas en la psicología positiva que nos permiten hacerlo como la serendipia, hacer planificación de corto plazo y la resiliencia. La solución fundamental es la ciudadanía activa para hacer redes que ayuden a localizar y elegir un liderazgo que no vea en esto una calamidad sino un reto importante".
El especialista insiste en que hay que hacer todo lo posible para que cada persona identifique con claridad bajo qué emoción está y en cuáles están quienes le rodean.
Luego de hacer este reconocimiento se puede ver qué ofrece cada una. "La ira, el potencial para aprovechar su fuerza; el miedo, la capacidad para organizar, y la tristeza, la posibilidad para reflexionar, para buscar nuevas soluciones a los problemas humanos que, por serlo, son 'divergentes'; es decir, que pueden solventarse".
Escasez incrementa la depresión y la ansiedad entre venezolanos
Especialistas coinciden en que los impedimentos para satisfacer las necesidades básicas han incentivado la violencia
Faltan medicinas contra cáncer, hipertensión, epilepsia y otras patologías. Siguen los asesinatos. Los establecimientos públicos volvieron a vender por el terminal de la cédula, las colas toman cada día los abastos y supermercados. Hay escasez de repuestos, de harina, de artículos de aseo personal y de materia prima para los productos básicos y sus empaques.
La situación del país creó un consenso entre psicólogos y psiquiatras: la falta de garantías para satisfacer necesidades básicas como alimentación, salud y seguridad personal son el caldo de cultivo para la aparición de angustia, depresión y ansiedad.
Cuando una persona hace una cola por horas para hallar un producto, cuando está obligada a esperar el día correspondiente al terminal de su cédula con el fin de comprar comida o debe adquirir lo que necesita a un precio muy superior al que puede pagar, no solo siente angustia sino también frustración, el paso previo a las conductas violentas.
Gilberto Aldana, presidente de la Sociedad Venezolana de Psicología de la Salud, advierte que los venezolanos están cada vez más cerca del límite de resistencia.
“Una de las razones psicosociales que favorece la violencia es la necesidad de supervivencia. Los venezolanos viven un alto nivel de frustración, que es un instigador de las conductas violentas. Las personas están ocupadas en obtener los recursos para satisfacer las necesidades primarias, tratando de sobrevivir y eso le quita tiempo para atender sus niveles de ansiedad”, destaca.
Luis Madrid Peroza, coordinador del comité de Trastornos Afectivos de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, expone que la crisis, que describe como “una sensación de foso sin fondo”, genera angustia, estrés, desesperación y desesperanza, pues las personas perciben que no hay avances pese a los esfuerzos. También afecta lo físico. Se incrementa la producción de cortisol y adrenalina, lo cual incide en el metabolismo.
“Tenemos tiempo diciendo u oyendo que aquí va a pasar algo. Eso va produciendo una actividad en la psique y crece la incertidumbre al no saber lo que ocurre ni qué camino se va a tomar”, dice.
Robert Lespinasse, ex presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, asegura que la situación se ha agravado en los últimos ocho meses.
“No se está garantizando la más mínima condición humana. La desesperación puede conducir a los saqueos, que reflejan la pérdida del control porque la gente se desespera. Además, se está tomando la justicia por propia mano, por la incapacidad de las autoridades de contener a los delincuentes, no hay confianza. Eso puede llevar a una pérdida de control social total”, alerta.
La defensa. El psiquiatra Luis Madrid Peroza indica que la crisis detona cinco respuestas de autodefensa. Sin embargo, dos de estas predominan en el país: la posición depresiva, como forma de defensa patológica que lleva a la apatía, la desmotivación y que se somatiza a través de insomnio y depresión; y la posición psicopática, que lleva a las personas a transgredir las normas debido al caos, la anarquía y la ruptura de valores, lo que favorece la violencia hacia el otro como una manera de sobrevivir.
“A medida que se incrementan las posturas hay más caos y favorece una implosión social. La guerra está ocurriendo entre nosotros”, subraya.
El cuadro de posturas de autodefensa lo completan la posición paranoide, que lleva a las personas a pensar que el otro siempre tiene malas intenciones; la posición fóbica, que hace percibir situaciones de peligro inminente e inexplicable, y la posición disociativa, que lleva a la gente a aislarse.
Limitados. El psicólogo clínico Gilberto Aldana destaca que la situación nacional limita a la población en la búsqueda de ayuda especializada. Algunas personas pueden pagar una consulta con un especialista. Otros disminuyeron la frecuencia de sus controles. Los que no tiene dinero no van a especialistas y están a merced de sus emociones primarias. Un cuarto grupo va a los especialistas, son medicados, pero no consiguen los fármacos para tratarse.
No hay números oficiales sobre la cantidad de personas atendidas en las especialidades de Psicología o Psiquiatría. Hace un año el programa del área de Min Salud señaló que aproximadamente 2.500 personas recibían atención en la red pública.
Lespinasse y Madrid Peroza, ex presidentes de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, coinciden en que las consultas se incrementaron y señalan que entre tres y cuatro veces por semana atienden pacientes con estrés postraumático y depresión, producto de la situación nacional, especialmente por la violencia.
Pese a la escasez de medicamentos señalan que siempre hay alternativas para tratar las crisis.
“Los especialistas tienen que reunirse a reinstrumentarse y ayudar a la gente. Se recomienda hacer grupos catárticos, practicar actividades físicas e ir a terapia para una escucha activa, para redefinirse”, completa Madrid Peroza.
Sin fármacosLa higiene mental no está exenta de la escasez que afecta al sector farmacéutico.
La psiquiatra Astrid Matute, coordinadora de la sección de Gerontopsiquiatría de la SVP, dice que faltan por lo menos 10 tipos de medicamentos en el inventario de principios activos de antipsicóticos, ansiolíticos y antidepresivos.
“No hay clonazepan ni antidepresivos como escitalopran, venlafaxina, paroxetina, fluoxetina y citalopran. Los más críticos son los antipsicóticos incisivos, para tratar las crisis de los pacientes: haloperidol y risperidona. Otro asunto son los anticonvulsivantes para pacientes bipolares y otros con lesiones cerebrales. Es difícil conseguir lamotrigina y oxcarbazepina. Hay pacientes que necesitan litio y no se encuentra y pacientes con demencias y depresión que ameritan hormonas tiroideas como el eutirox, pero no hay”, señala.
El 8 de mayo la Sociedad Venezolana de Psiquiatría respondió a una misiva del ministro Henry Ventura, que días antes había solicitado una lista de medicamentos prioritarios agotados para tratar enfermedades de la especialidad. El gremio aseveró que no era correcto elaborar una lista de prioridades porque todos los principios activos debían estar disponibles para todos los pacientes.
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