Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 6 de agosto de 2015

‘Los círculos concéntricos’ de Carlos Patiño, ganador del 70mo Concurso de Cuentos de El Nacional Por Material cedido a Prodavinci | 3 de agosto, 2015 ¿Quién es Carlos Patiño ganador del 70 Concurso de Cuentos del Diario "El Nacional"?

CARLOS PATIÑO: “TODO LIBRO ES UN VIAJE Y TODO VIAJE TE MARCA.”

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El abogado Carlos Patiño nació en Caracas el 3 de marzo de 1978, es  Abogado especialista en Derecho Laboral con experiencia en función pública, negociación colectiva y conflicto.  El cuento «El Bolívar» (bajo el título «Prohibida seducción») fue seleccionado en la antología de Libros Urbe Sexo a 62 Manos (2008).  El cuento 
(bajo el título «Prohibida seducción») fue seleccionado en la antología de Libros Urbe Sexo a 62 Manos (2008).  El cuento «La cabilla» fue seleccionado en la V Semana de la Nueva Narrativa Urbana, organizada por el PEN CLUB de Venezuela (2010).   El cuento «El asesino del metro» obtuvo mención especial en la V edición del Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores (2011).  El cuento «La máscara de Fawkes» fue seleccionado y leído en público en el Centro Cultural Chacao en el marco del evento Caracas Transmedia (2013).  En el 2013 publica “Te mataré dos veces” donde recopila todos estos cuentos y más.
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¿Qué razón la motiva a escribir?: “La necesidad de sacar esas historias de mi mente, darles forma y compartirlas.”
¿Para usted “escribir “es una profesión o un hobby?: “Es un oficio, un modus vivendi.” 
 ¿Qué es lo más difícil de ser escritor?: “Tener tiempo para escribir y leer que también forma parte del proceso.”
 ¿Qué le hizo saber que se dedicaría a ser escritor?: “Ver el resultado de mis ideas en el papel. La reacción de la gente al leer mis textos.”
 ¿Tiene alguna rutina para sentarse a escribir?: “Procuro tener la mente despejada al escribir. Corro el riesgo de procrastinar.”
 ¿Tiene alguna musa de inspiración?: “Mientras más escribes, más te inspiras, viene solo.”
“Siempre hay rasgos biográficos en la ficción pero no es determinante. En cambio las crónicas las escribo desde la experiencia” 
¿Qué está escribiendo?: “Un libro de crónicas y una novela. Además mantengo mi blog “Cuentos de Camino””
¿Qué libro le hubiese gustado escribir?: “El Péndulo de Focault de Humberto Eco.”
¿Existe el temor frente a la hoja en blanco?: “El temor viene cuando no puedo estar frente a la hoja en blanco.”
¿Cuál género no se ha atrevido a escribir?: “El género infantil no se me da. Me influencia lo que veo y vivo en el tercer país más violento del mundo.”
 ¿Cuál autor venezolano actual recomienda leer?: “Israel Centeno, Fedosy Santaella, Héctor Torres, Norberto Olivar y John Manuel Silva.”
Recuerda con cuál libro se inició en la lectura: “Con varios, entre ellos El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.”
“Todo libro es un viaje y todo viaje te marca.” 
Un libro para iniciarse en la lectura: “Harry Potter.”
Un libro para soñar: “La Historia Sin Fin de Michael Ende.”
Un libro para no leer: “Todo libro merece una oportunidad.”
Libro de papel o electrónico: “Ambos. Pero prefiero el papel. En electrónico opto por Kindle.”
¿Consejos para un principiante en la escritura?: “La fórmula clásica: Leer mucho, escribir mucho y re-escribir aún más.”
Twitter: @carlosdpatino

Carlos Patiño ficciona la violencia del país

El abogado caraqueño publicó "Te mataré dos veces".

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El venezolano acaba de bautizar su primer libro de cuentos con la editorial Ígneo (Oswer Díaz Mireles)
DANIEL FERMÍN |  EL UNIVERSAL
lunes 28 de abril de 2014  08:29 AM
Carlos Patiño (Caracas, 1978) utilizó la violencia de Venezuela para acercarse a la ficción. Te mataré dos veces, el primer libro de cuentos del abogado, reúne relatos en los que la muerte hace de hilo conductor. Dieciocho textos que tienen al crimen como protagonista.

La realidad venezolana, en parte, está reflejada en la obra. Un sindicalista amenazado por otro compañero de trabajo, un asesino suelto en el Metro, un periodista secuestrado por mafias relacionadas con el poder. "Vivir en el tercer país más violento del mundo es una influencia para mi narrativa. El título tiene que ver con eso: antes que la muerte física, hay una muerte moral o política", dijo el autor caraqueño, aficionado a la literatura policial.

Los cuentos de Carlos Patiño tienen una mezcla de denuncia social con suspenso. También hay otros que van más hacia el terror o lo fantasioso. Todos con una estructura sencilla, lineal. "Ese tono directo es deliberado. Trato de evitar el exceso de adjetivos, de adornos. Busco llegarle al lector de forma contundente. Creo que fue Cortázar el que dijo que una novela es una pelea de boxeo ganada por decisión y el cuento por nocaut. Siempre busco ese golpe". 

Te mataré dos veces (Ígneo editorial) agrupa relatos ya premiados en concursos locales. Hay textos que fueron escritos hace ya más de una década. Patiño corrigió algunos; otros, los mantuvo en su versión original. "Escribir es reescribir. Hasta el día antes de publicar, uno siempre está corrigiendo", agregó el narrador, que hoy ejerce de abogado laboral.

Carlos Patiño se considera lector desde su infancia. Se acercó a libros de Raymond Chandler, Edgar Allan Poe, Stephen King, Lovecraft. Hasta que se animó a escribir. "La lectura fue la influencia principal. Llega el momento en el que sientes que tienes anécdotas que debes exteriorizar, que tienes esa necesidad de sacar tus propias historias, plasmarlas en el papel, darle forma", concluyó el escritor, que ya trabaja en un próximo libro de crónicas y en una primera novela. La violencia también estará en sus futuros proyectos.

dfermin@eluniversal.com

A continuación compartimos con los lectores de Prodavinci el cuento Los círculos concéntricos, ganador de la 70ma edición del Concurso de Cuentos de El Nacional, que fue gentilmente cedido por el autor.
Los círculos concéntricos; por Carlos Patiño
Yo sentí el horror de los espejos
No sólo ante el cristal impenetrable
Donde acaba y empieza, inhabitable,
Un imposible espacio de reflejos.
(Los espejos, Jorge Luis Borges)
Si así fue, así pudo ser; si así fuera, así podría ser; pero como no es, no es.
(Lewis Carroll, autor de A Través del Espejo)
En la última página del San Cono de mi abuela hallé el extracto del Libro de los Muertos. Era la hoja arrancada de una versión latina de 1607, transcrita al español y oculta por años en la biblioteca del poeta Cruz Salmerón Acosta. Aquél fragmento del capítulo treinta y cinco denominado Oculus, era, al mismo tiempo, la puerta de acceso al Más Allá y el secreto para ganar a la lotería.
Había regresado a la península de Araya por la venta y demolición de la casa. Como abogado, me correspondía poner todo en orden y dar a cada uno lo suyo (véase Ulpiano). La muerte de Munda, nuestra mater familiae, trastocó el frágil equilibrio del universo Menard.
En vida, superó la pobreza apostando a la lotería. Mi ludopatía nació admirando su prodigio. Mujer del hijo bastardo del hermano del poeta, debió bregar sola mientras el hombre se reproducía en cientos de hijos ilegítimos[1]. Del marido ausente heredó los espejos circulares y la página suelta del Necronomicón.
Recuerdo que de niño me enviaba a las casas de apuestas a jugar terminales y triples, combinaciones numéricas y zoológicas, y a cobrarle las ganancias al día siguiente. Al verificar los documentos y bienes por motivo de la herencia, supe que ganó más de un millón de dólares en casas de juego de todo el país. Sólo el cáncer la detuvo.
Crecí intentando descifrar sus secretos. Ya en la universidad, las apuestas consumían la mesada que me enviaban mis padres y debía, como todos, recurrir a ella por un “préstamo”. Fui estudiante de derecho, pero también astrólogo, tarotista, estadístico y filósofo autodidacta (quise encontrar la verdad como en el Hayy ibn Yaqdhan de Ibn Tufail). Endeudado por la compra masiva de billetes, inventé nuevas fórmulas aritméticas y sistematicé todas las combinaciones factibles que doblegaran al azar.
En mi primer año de graduado, en vez de patear tribunales, levanté una estadística de los números ganadores de la lotería nacional para no jugarlos, por simple lógica de probabilidades de que no repetirían. Descarté ese razonamiento de inmediato porque mi estudio demostró la existencia de combinaciones recurrentes; un fantasma en la máquina. Los patrones de las series premiadas favorecían mayoritariamente a dos números impares y a uno par intercalado. Así, pude dar con los tres números más sorteados de los últimos veinticuatro meses y armar mi triple ganador: el 325. Me propuse jugar ese mismo número durante los siguientes trecientos veinticinco días con la certeza de mi éxito. Terminé en la ruina.
Era imposible que a mi abuela se le revelaran los números en sueños, efemérides, caricaturas del periódico o en la superstición de que un vendedor determinado empavara su racha. Jamás di con su método (véase Descartes). No hasta después de velarla entre los rezos católicos y los cánticos budistas que irremediablemente separan a los Menard.
Vender su casa fue algo en lo que nunca estuve de acuerdo; sin embargo, la mayoría se impuso y debí regresar al pueblo a recoger los últimos enseres antes de que fuera demolida para convertirse en un pintoresco supermercado de pueblo.
Tomé un vuelo a Cumaná y desde allí me trasladé en bote, atravesando el golfo hasta la costa donde fueron esparcidas sus cenizas. Desde la embarcación pude respirar la cálida brisa, mientras surcaba las aguas negroazuladas que bordean colinas fracturadas como restos fósiles. Divisé el castillo en ruinas, el desierto amarillo hendido de cicatrices, las rosadas lagunas con súbitas montañas de sal.
Arribé al siempre concurrido muelle. Saludé a algún conocido y eché a andar bajo el sol de mediodía. En el agreste camino divisé viviendas precarias con ojos curiosos tras las puertas, niños sin camisa exhibiendo miseria, botellas de cerveza vacías como rastros del quehacer cotidiano, y siete chivos bebiendo agua en pozos estancados.
La casa Menard estaba apartada, a pocos metros de la playa. Su sombra rectangular se proyectaba en el muro amarillo que la cercaba. Al llegar, abrí la oxidada verja y me sostuve de una palmera del patio, exhausto y fundido por el calor. Mi lengua humedecía el salitre reseco en mis labios.
Solté mi bolso dejándolo caer al piso de cemento y me quedé viendo el cielo sin nubes, retrasando la oscuridad que profanaría al penetrar su puerta roída y sus paredes desconchadas de color indescifrable.
Mi abuela tenía un apartamento en Caracas y otro en Cumaná, así que era poco lo que podía rescatarse. Mis tíos se habían llevado o regalado el mobiliario y sólo quedaban utensilios rotos y un portarretrato con su foto que alguien olvidó. Habían cortado la luz y el agua, por lo que debía devolverme en el último bote de la tarde. Pero no fue así.
Revisé la sala y la cocina, corrí cortinas e inhale el polvo de los dos cuartos principales, dejando de último el que estaba al final del corredor. Ese que era casi un depósito.
Hallé ropa vieja, colchones destajados, objetos inservibles y una docena de cajas mohosas. Descubrí tras un escaparate de madera carcomida, ocultos bajo una sábana, dos espejos redondos idénticos. Junto a estos había una caja casi vacía que sobre el cartón tenía escrito en marcador negro “libros del tío Cruz Salmerón”. Allí estaba el San Cono, libro de los sueños de Munda, y dentro de él, el manuscrito del conjuro.
Ella comentó una vez que esos espejos pertenecían a la casita de retiro del bardo en la cual se ocultó quince años mientras lo consumía la lepra; en la época en que el pueblo era apenas una aldea de pescadores subyugada por la dictadura del general Gómez (Véase La casa de agua). El poeta del martirio sostenía la pluma con su mano descarnada mientras miraba su deforme y lacerado reflejo multiplicarse en ambas paredes.
En una noche solitaria cualquiera, al mirar con amargura su facies leonina, hubo de pasar al otro lado. ¿Cómo si no explicar el hecho sobrenatural de su famosa predicción, vaticinando que a partir del día y hora de su muerte llovería por semanas luego de un año de sequía que estaba matando a los pobladores?
Luego supe que los espejos enmarcados en oro y con el talle de un ojo como único ornamento, llegaron con los soldados españoles que ocuparon el castillo de la Real Fortaleza de Santiago de Araya en 1626 para defender las valiosas salinas de incursiones holandesas; se cree que traídos por el conquistador catalán Joan Orpí i del Pou. No es de extrañar que al pasar los años fueran adquiridos por la familia del escritor, una de las más ricas de la península.
Y por algún giro impredecible, la humilde Munda Menard, sufrida mujer del sobrino natural de Cruz Salmerón Acosta, encontró las instrucciones para hacer funcionar los arcanos.
Tomé el San Cono y retiré la hoja suelta del libro de los muertos. El ritual del Oculus extraído delNecronomicón y que permite pasar de dimensión para dominar las claves de la clarividencia, estaba escrito con sangre humana. Confirmé que tal como asegura Borges, todos los libros existen.[2]
Organicé el rito antes de la caída del sol. Saqué los cachivaches del cuarto mientras el eco de mi tos alérgica rebotaba en las paredes. Para la medianoche, sólo la tenue luz de un velón blanco alumbraba la habitación proyectando móviles sombras. Ubiqué los espejos circulares uno frente al otro, contrapuestos con un espacio suficiente para ponerme en el medio y mirar el reflejo de mi imagen que se distorsionaba en secuencias infinitas. Sentado desnudo entre los dos espejos, yo era el centro de los círculos concéntricos. El reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo del reflejo de mi reflejo.
Eran los círculos del infierno (véase Dante). Fijé la mirada por varios minutos. Mi rostro fragmentado recordaba el de un demonio. Luego desaparecieron las formas, y el inesperado apagón de la vela me dejó huérfano en la oscuridad más fría que pueda soportar un ser humano. Cuando mis ojos distinguieron las sombras, ya me encontraba al otro lado del espejo.
El otro lado es un laberinto. La niebla limitó mi visión y hube de guiarme por el susurro de los Antiguos, avanzando con la piel hecha jirones y calada por el frío. Era elemental que en mi condición de zurdo debía girar siempre a la izquierda para no perderme en sus bifurcaciones infinitas. Tanteaba lo que creí eran paredes rocosas hasta caer en cuenta del tacto poroso de estructura ósea. El laberinto era una pila milenaria de huesos soldados entre sí. Recorrí sus senderos curvos, dando vueltas y vueltas con el vigor de un anciano al que le pesa el cuerpo, hasta llegar a su centro. Allí, en ese medio perfecto, me esperaba sentada en una mecedora. Conservaba su mirada penetrante y luminosa como lunas incrustadas en su tez morena. Fumaba la colilla de un cigarro invertido apretando los labios semiocultos que sostenían el fuego dentro de su boca. Expulsó el humo por la nariz en una espiral de hilillos fugaces. Me señaló con sus dedos torcidos por la artritis.
—Al fin.
—Te vi morir abuela.
—¿Qué es una familia sin un dolor?
—Dime ¿Cómo puedo ganar?
—¿Qué es una familia sin un secreto?
—¡Dímelo!
—Tus métodos son necios. Tienes que creer. Rézale a San Cono conmigo: Speculum, speculum, San Cono de Teggiano, santo de temprana muerte y devoción ardiente, haz que los misteriosos hilos del azar se tejan para mí. Amén.
—Sabía que tus números no podían provenir de sueños.
—¿Y cómo sabes que no estás soñando? ¿Acaso no te dormiste frente al espejo? Cuando vuelvas, verás el triple ganador entre las noticias del periódico, en la disposición de los vegetales en tu comida, en una hilera de dientes y hasta en la mierda del perro callejero que ronda la plaza. ¿Verdad que sí, Cruz María?
Oí su voz o el eco de su extinta voz que respondía:
—Yo fui Quijote por algunos años.
Cuando volví en mí, ya había amanecido. Cubrí los espejos, guardé el San Cono y el manuscrito en el bolso, y corrí hasta el muelle. El número del ticket para abordar la embarcación era el 325, el mismo de mi perdición temprana. Debía actuar con rapidez, jugar ese número, cobrar el dinero y detener la venta de la casa. Esa noche desbanqué todas las agencias de apuestas. Era rico.
Entonces me sobrevino el terror de perder los espejos. Urgía resguardarlos en caso de no poder impedir la transacción. Aunque en realidad lo que tenía era necesidad de entrar de nuevo; sentir la inexplicable gracia del limbo. Y en medio del sorpresivo pánico, comencé a toser. Tosí y tosí sintiendo el desgarro interno de mis órganos. Me ahogué en mi flema y las arcadas culminaron en un vómito sanguinolento. Era el precio de lo profano.
Mi abuela nunca imaginó que el resto del libro advertía sobre el uso irresponsable de las fórmulas y sortilegios. Yo lo deduje. De ahí que el cáncer la fuera minando prematuramente. En el caso del poeta comprendí que la enfermedad no lo llevó a conocer el portal sino que primero descubrió el conjuro y de ahí devino su lepra. Almas penitentes atrapadas en el espejo. Y ahora mi tuberculosis. Era la muerte cíclica, la condena por descubrir lo que está vedado a los hombres.
Esta vez no regresé a Araya como un pasajero más sino que renté una lancha privada para llevarme de noche los espejos dimensionales. Pero sentí el llamado. Debía traspasar el umbral antes de irme. Entré de incógnito a la casa e improvisé una nueva expedición al laberinto. Y esta vez me perdí adentro.
Rodé y rodé por escaleras circulares infestadas de serpientes ovilladas. Frené frente a la puerta negra tras la cual se halla el mar bajo el castillo que oculta la ciudad de R´Lieh donde mora el dios primigenio Cthulu (véase Lovecraft). Escuché el hambriento succionar de ventosas cuya baba goteaba por sus tentáculos y gelatinosas alas. Me alejé del monstruo y su hedor a limo hasta desfallecer en medio de una nevada. Pasaron horas. Alcé la vista desde el suelo osificado y miré a través del laberinto; tenía al frente una pared acuosa que daba al otro lado del espejo desde la visión de otro espejo.
Pude ver la casa desde afuera y una máquina retroexcavadora (véase Caterpillar), dispuesta a demolerla conmigo adentro. Me arrastré impulsado por el miedo y los espasmos de la tos. Divisé la primera embestida de la máquina contra la pared del patio. El estruendo y el temblor reverberaron amplificados en el infierno frío del laberinto.
Las terribles y milenarias voces de los muertos se encimaron como un pesado lastre que me impedía escapar. El siguiente impacto hizo desplomarse el muro y darle paso a la pala demoledora. Una grieta zigzagueó por la pared de espejo filtrando haces de luz que entibiaron mi hipotérmico cuerpo. Ahora el ruido era el de millones de insectos que aguijoneaban mis oídos. Otro muro cayó y el cristal estalló de repente haciendo volar ráfagas de mortales astillas. Atravesé el umbral de los espejos rotos pero aún me encontraba en la sísmica casa que sobre mí caía en pedazos.
Casi oculta por los escombros vi la página suelta bajo el retrato de Munda. Me lancé sobre ambos, apretándolos contra mi asmático pecho. Desnudo, corrí al exterior con mi último y desesperado aliento, ahora apuñaleado por el calor y las heridas de mis pies sangrantes. Vi la garra de hierro acercarse destrozando todo a su paso como un tanque de guerra; arrancando puertas, ventanas y recuerdos. De las losas partidas del piso comenzaron a brotar chorros de agua salada que rápidamente cubrieron mis ardidas piernas hasta las rodillas. La tormenta de polvo y humedad me escoltó hasta la salida, mientras a mi espalda, un remolino se tragaba los restos de la casa.
***
[1] Por eso los Menard, estirpe de madres solteras y varones sátiros, llevamos el apellido materno (y también porque era una época de radionovelas y melodramas).
[2] Eso no fue lo que literalmente expresó Borges pero así lo recordé en ese momento. Él afirmó que basta que un libro sea posible para que exista (véase La biblioteca de Babel). Por lo que el resultado es el mismo, el Necronomicón existe, todos saben que fue escrito por Alhazread y revelado por H.P. Lovecraft. Incluso inicia su relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius con la frase: Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. Más aún, es probable que Borges haga referencia a Lovecraft en su obra, pero mi edición de Ficciones tiene 2 páginas arrancadas.

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius es uno de los más extensos relatos escritos por el argentino Jorge Luis Borges, aparecido por primera vez en la colección El jardín de senderos que se bifurcan (1941) que más tarde formaría parte del libro Ficciones (1944).
Como es ya representativo de la estética borgeana, en este texto Borges nos ofrece una representación totalizante del cosmos a través de los avatares de mundanas pesquisas personales. La apócrifa versión de un volumen de la Enciclopedia Británica conduce al descubrimiento de... "A first encyclopaedia of Tlön. Vol. XI". Tlön es el fruto de fatigadas generaciones de hombres que secreta y rigurosamente han concebido y diagramado un universo de extremo idealismo. La fuerza totalizante de ese cosmos representado en la Enciclopedia de Tlön, lleva al protagonista a la puesta en duda de la propia realidad y a la sospecha de que la concepción idealista de Tlön es la matriz que poco a poco se apropia del mundo.

Resumen de la historia

Durante una conversación con Borges, Bioy Casares recuerda que "The Anglo-American Cyclopaedia" (una reimpresión de la Encyclopaedia Britannica de 1902) registraba, en un artículo sobre Uqbar, que "Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres". Al revisar el ejemplar que Borges posee de esa obra, descubren que no contiene dicho artículo, y tampoco figura en el índice. Bioy comenta que Uqbar era una región de Iraq o de Asia Menor.
A los pocos días, comprueban que el artículo sobre Uqbar es la única diferencia entre los volúmenes que ambos tienen de la enciclopedia. Releyéndolo, descubren que su literatura es fantástica, y se refiere siempre a una región imaginaria de Tlön. Borges entra en una cruzada por averiguar algo más acerca de Uqbar, pero no da con el menor indicio de su existencia. Dos años después, descubre en un hotel de Adrogué el undécimo tomo de "A First Encyclopaedia of Tlön", que había pertenecido a un ingeniero llamado Herbert Ashe. En la primera página tenía estampada la inscripción: Orbis Tertius. El libro describe detalladamente diversos aspectos de Tlön, un planeta hasta ese entonces desconocido.
Los habitantes de ese mundo consideran al idealismo como el sentido común. Para ellos, cada uno de los seres del universo es parte de una divinidad indivisible, por lo tanto no existen sustantivos, ya que éstos designan seres individuales. Para nombrarlos, utilizan verbos impersonales calificados por subfijos o prefijos, o una acumulación de adjetivos. Estos sistemas hacen que la cantidad de sustantivos sea innumerable. En Tlön no hay razonamientos, debido a que la explicación de un hecho depende de la imposible vinculación de un estado con otro anterior que no puede afectarlo. La coincidencia de un mismo acto realizado por varios hombres en distintos momentos, se debe a que el sujeto del conocimiento es uno, intemporal y anónimo. La percepción de las cosas es lo que perdura en el tiempo, mientras éstas son percibidas. Por lo tanto, el materialismo es una herejía, ya que presupone la existencia de lo material mientras no es percibido.
En la posdata de 1947, el misterio acerca de Tlön es develado. A principios del siglo XVII, una secreta sociedad de intelectuales (cuyo nombre es Orbis Tertius) se organiza para inventar un país imaginario. Después de dos siglos la fraternidad resurge en América. El millonario Ezra Buckley, propone la invención de un planeta ilusorio, y sugiere plasmar la historia en una enciclopedia. En 1914 se termina la edición de los cuarenta volúmenes de la Primera Enciclopedia de Tlön (que contiene en su portada el nombre de la sociedad secreta) y se envía secretamente un volumen a sus trescientos colaboradores, uno de los cuales era Herbert Ashe. Hacia 1944 se descubren, en una biblioteca de Memphis, los cuarenta volúmenes de la Enciclopedia, y la prensa internacional difunde ampliamente el descubrimiento.
La noticia de un planeta regido por leyes humanas que pueden ser descifradas, embelesa a una humanidad que vive en una realidad también ordenada, pero de acuerdo a leyes divinas. Borges conjetura que la tierra se convertirá en Tlön en pocas generaciones.

Temas

Temas filosóficos

Borges se imagina un mundo (Tlön) en donde el idealismo filosófico del siglo XVII de George Berkeley es visto como el sentido común y la "doctrina del materialismo" es considerada una herejía, un escándalo y una paradoja. A través de la descripción de los lenguajes de Tlön, la historia juega con la cuestión epistemológica de cómo los lenguajes influencian a que los pensamientos sean posibles. También contiene varias metáforas de la forma en que las ideas fluyen sobre la realidad. Este último tema es explorado inteligentemente en el comienzo, mediante la descripción de objetos físicos que son llevados a la existencia por la fuerza o poder de la imaginación, pero luego este tema se vuelve más oscuro cuando la idea de Tlön comienza a atraer a la gente y dejan de poner atención a la realidad de la tierra.
Por su parte, Orbis Tertius es un conjunto de recopilaciones literarias creadas por una sociedad "secreta y benévola", que se propone crear un planeta. En el cuento es casi nula la mención de Orbis Tertius, porque su aparición en la historia tiene que ver con la paradoja temporal que Borges plantea en la mayoría de sus relatos. No está demás mencionar, entonces, que Orbis Tertius es una utopía soñada por algunos de los creadores de Tlön.
Gran parte de la historia se relaciona con el idealismo filosófico de George Berkeley, tal vez mejor conocido por cuestionar si un árbol cayendo en el bosque, que no es visto por nadie, hace ruido (Berkeley, obispo anglicano, resolvió esta pregunta para su propia satisfacción diciendo que existe el ruido porque Dios está siempre allí para escucharlo). La filosofía de Berkeley privilegia a la percepción sobre cualquier noción de "cosa" en sí misma; cuando se habla de un objeto real, en realidad se habla de la percepción que se tiene de él.
En el mundo imaginario de Tlön, un idealismo berkeliano "sin dios" es el sentido común. La visión tlöniana reconoce la percepción como fundamental y niega la existencia de una realidad subyacente. Al final de la parte central de la historia, inmediatamente antes del apéndice, Borges expande esto hasta su propio quiebre lógico.

Temas literarios

La historia también anticipa, en pequeña escala, muchas ideas claves que luego fueron expuestas en la obra de Vladimir Nabokov. En un momento, Borges le propone a Adolfo Bioy Casares escribir "una novela en primera persona cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones", lo cual, argumentalmente anticipa la estrategia de Lolita de Nabokov (1955) y la de Pálido fuego (1962). Al mismo tiempo, la obsesión de la Tierra con Tlön en la historia de Borges anticipa la presunción de Nabokov en Ada o el ardor (1969) en donde el mundo del narrador tiene una obsesión similar con Terra. En ambos trabajos, los narradores se obsesionan con un mundo imaginario (Tlön / Terra) hasta el punto de interesarse más en esa ficción que en sus propias vidas. El parelelismo no es perfecto: en la historia de Borges, el mundo del narrador es esencialmente el mundo real, y Tlön es una ficción que gradualmente importuna en él; en la novela de Nabokov, el mundo del narrador es un mundo paralelo y Terra es la Tierra percibida erróneamente como un lugar pacífico y feliz.
En el contexto del mundo imaginario de Tlön, Borges describe una escuela de crítica literaria que arbitrariamente asume que dos trabajos son hechos por la misma persona y, basado en esto, deduce cosas sobre ese escritor imaginado.
Como muchas de las obras de Borges, la historia desafía los límites entre la ficción y la realidad. Menciona a varias personas reales (a él mismo, a sus amigos Adolfo Bioy Casares y Alfonso Reyes Ochoa; así como a Thomas de Quincey, etc.) pero por lo general les da atributos ficticios; la historia también contiene personajes de ficción y otros cuya existencia puede ser cuestionada.

Realidad y ficción en el relato

Niveles de realidad

Hay varios niveles de realidad y ficción en la historia:
  • El Artículo sobre Uqbar es una ficción incluida sólo en algunos ejemplares de una enciclopedia que es, además, la reimpresión literal de otra.
  • El impostor Esmerdis es el único nombre histórico que figura, metafóricamente, en dicho artículo; éste fue un mago que, al descubrir la muerte del verdadero Esmerdis, ocupó su lugar para gobernar en su nombre.
  • Tlön es un mundo ilusorio que a su vez, tiene regiones imaginarias en las que los habitantes de Uqbar basan sus leyendas.
  • El narrador le atribuye a Johannes Valentinus Andreä, la descripción de una comunidad imaginaria, que otros fundaron posteriormente imitando lo ideado por él.
  • La mayoría de las personas mencionadas son reales, pero los eventos en los que ellos se encuentran involucrados son en su gran parte ficticios, como algunos de los trabajos atribuidos a ellos.
  • La fecha de la posdata (1947) es posterior a la primera edición del cuento (1940, revista Sur).

Personajes reales y ficticios

Los personajes son nombrados en orden de aparición en el relato:
  • Adolfo Bioy Casares — personaje real, amigo, escritor y colaborador frecuente de Borges.
  • Smerdis — El relato lo menciona como "el impostor, Smerdis el mago" ["Tlön...", p. 113]. Luego de la muerte del Smerdis real (hijo de Ciro el Grande de Persia) un sacerdote mago llamado Gaumata se hizo pasar por él durante varios meses gobernando en su nombre.
  • Justus Perthes — personaje real, siglo XVIII fundador de una editorial alemana que lleva su nombre; sin discusión, el relato no miente cuando da a entender que en los atlas de esa imprenta no figura Uqbar.
  • Carl Ritter — uno de los fundadores de la geografía moderna. En el relato, Borges hace notar la ausencia de menciones a Uqbar en el índice cartográfico de Erdkunde. (En el relato, sólo se menciona el apellido.)
  • Bernard Quaritch — Un librero auténtico del Londres decimonónico. Todavía existe la librería de este nombre. En el relato sus catálogos incluyen la Historia del país llamado Uqbar de Silas Haslam.
  • Silas Haslam — Un personaje sin duda ficticio. "Haslam" era el apellido de soltera de la abuela paterna de Borges, Frances Haslam. En el relato, además de la Historia del país llamado Uqbar de 1874 (año en el que falleció el Coronel Francisco Borges, abuelo paterno del escritor), una nota a pie de página informa de que Haslam es también autor deUna historia general de los laberintos (los laberintos son un tema recurrente en la obra de Borges). Haslam es un personaje ficticio. ([1]). En un escrito académico, aparentemente respetable, cuyo título es “Complexity of two dimensional patterns” (La complejidad de patrones bidimensionales), firmado por Kristian LindgrenCristopher Moore yMats Nordahl, aparece en la bibliografía el libro de Haslam Una historia general de los laberintos ([2]); pero dado el carácter, en el límite, de la ciencia de la complejidad y de la institución que lo publica (Santa Fe Institute), es evidente que la cita es un guiño intelectual de sus autores.
  • Johannes Valentinus Andreae — Teólogo alemán, y autor real de Chymische Hochzeit Christiani Rosencreutz anno 1459 (El matrimonio químico de Christian RosencreutzISBN 0-933999-35-6), uno de los tres trabajos fundamentales de los rosacruces, pero no de Lesbare und lesenswerthe Bemerkungen über das Land Ukkbar in Klein-Asien (Notas legibles y valiosas sobre el país de Uqbar en Asia menor) libro en realidad inexistente, pero atribuido a Andreae en el relato.
  • Thomas De Quincey — mejor conocido por sus trabajos autobiográficos Confesiones de un inglés comedor de opio(ISBN 84-206-2898-0) y Recuerdos del lago. Mencionado al paso en el relato (por su apodo) por su mención (no verificada independientemente) de Andreae.
  • Carlos Mastronardi — Escritor argentino, miembro del grupo Martín Fierro y amigo cercano de Borges. En el relato, Mastronardi encuentra una copia de la Ciclopedia Anglo-Americana que olvida mencionar a Uqbar.
  • Herbert Ashe — personaje ficticio, basado en Mr. William Foy, un huésped del hotel Las Delicias de Adrogué ([3]), quien como Ashe era inglés, empleado del ferrocarril sur y "adolecía de irrealidad"
  • Néstor Ibarra, Ezequiel Martínez Estrada, y (Pierre) Drieu La Rochelle — todos históricos, descritos en el relato como enfrentados en una disputa sobre si el descubrimiento de Una Primera Enciclopedia de Tlön. Volúmenes XI. Hlaer a Jangr implica la existencia de los otros volúmenes a los que hace referencia. Ibarra fue un notable poeta argentino (y traductor de Borges al francés); Estrada, argentino, fue el autor de, entre otros, Muerte y transfiguración de Martín Fierro, un estudio sobre el trabajo literario más famoso de Argentina en el siglo XIX. Drieu La Rochelle, quien estuvo a punto de suicidarse al difundirse su colaboración con los nazis durante la ocupación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los pocos colaboradores extranjeros de Sur, el periódico argentino de Victoria Ocampo del cual Borges era colaborador regular.
  • Alfonso Reyes Ochoa — escritor y diplomático mexicano destinado en Argentina durante un tiempo, y al que Borges consideraba ser el mejor prosista en lengua castellana moderna. En el relato, el propone recrear de cero los volúmenes faltantes de Una Primera Enciclopedia de Tlön, comentando que "una generación de tlönistas sería suficiente".
  • El filósofo Leibniz se menciona de pasada y Hume es citado por apreciar “que los argumentos de Berkeley no admitían la menor réplica y no causaban la menor convicción.”).
  • El obispo George Berkeley, es motor del relato, fundó la escuela filosófica del idealismo moderno.
  • Xul Solar — pseudónimo de Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, acuarelista argentino, esotérico, y (seguramente lo de mayor interés aquí) inventor de lenguajes imaginarios. En el mundo real un íntimo de Borges y miembro del grupo de Florida; en el relato traduce hábilmente una de las lenguas del hemisferio Sur de Tlön.
  • Alexius Meinong — psicólogo y filósofo austriaco, autor de Gegenstandstheorie (“La teoría de los objetos”), donde se extendió sobre la noción de objetos que existen sólo en nuestra mente. En el relato es citado por su apellido; sus teorías se citan en relación con la explicación de los idiomas del hemisferio Norte de Tlön. Probablemente Borges está reconociendo así de donde extrajo la idea para esta familia imaginaria de lenguas.
  • Bertrand Russell — filósofo británico. En una nota al pie, el relato se refiere (correctamente) a su conjetura de que (en palabras de Borges) “el planeta ha sido creado hace pocos minutos, provisto de una humanidad que «recuerda» un pasado ilusorio.”
  • Baruch Spinoza — filósofo judío, holandés de origen portugués, citado por su apellido, y adecuadamente parafraseado: “Spinoza atribuye a su inagotable divinidad los atributos de la extensión y del pensamiento;”.
  • De manera semejante el uso que el relato hace de la frase alemana Philosophie des Als Ob se refiere presumiblemente al filósofo Hans Vaihinger, cuya obra de ese título propone la noción de que todos los conceptos humanos son simplemente ficciones útiles.
  • El filósofo griego antiguo Zenón de Elea es adecuadamente aludido por sus paradojas en las que niega la posibilidad del movimiento, basándose en la indivisibilidad del tiempo.
  • El filósofo Arthur Schopenhauer, como Meinong, es citado, en este caso por sus Parerga und Paralipomena, emparentados con el panteísmo idealista de Tlön. Probablemente la anotación de Borges acerca de guardar un fundamento psicológico para las ciencias es una especie de broma sobre lo de guardar un fundamento científico para la psicología.
  • William Shakespeare no parece necesitar explicación. Mencionado simplemente en el relato, sin adornos literarios.
  • Gunnar Erfjord no es seguramente una persona real. El nombre es una combinación de Gunnar Lange y Berta Erfjord, padres de la autora argentina Norah Lange [4], otro miembro del grupo Martín Fierro. Al principio de la posdata, una carta de Gunnar Erfjord aclara el misterio de la "sociedad secreta y benévola" que tramó Tlön. Seguramente también es el noruego de Rio Grande do Sul que se menciona previamente en la narración.

Publicaciones

Como ya se ha dicho, "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" originalmente apareció en español en Sur en 1940. El original en español fue publicado como libro en la colección de Borges de 1941El Jardín de senderos que se bifurcan (The Garden of Forking Paths). Ese libro entero se incluyó en Ficciones (1944), un libro reimpreso muchas veces (15 ediciones en Argentina para el año 1971).
La primera traducción al inglés fue por James E. Irby. Apareció en la edición de abril del 1961 de New World Writing. El siguiente año, la traducción de Irby fue incluida como primera pieza en una colección diversa de los trabajos de Borges titulada Labyrinths. Casi simultánea, e independientemente, la obra fue traducida por Alastair Reed; la versión de Reed fue publicada en 1962 como parte de una colaboración de traducción al inglés de Ficciones en su totalidad. La traducción de Reed fue reimpresa en Borges, a Reader (1981, ISBN 0525466547), p.111-122.

Nombres derivados de esta historia

  • Axaxaxas mlö es el título de un libro de ficción mencionado en otra historia corta de Borges: "La biblioteca de Babel".
  • hlör u fang axaxaxas mlö', tomada del lenguaje de Tlön descrito en la historia, es el título de una pieza para clarinete, violín, cello y piano de música de cámara compuesta por el colombiano Diego Vega, quien ganó el Premio Nacional Música de 2004, máximo reconocimiento entregado por el Ministerio de Cultura de Colombia a artistas y creadores.
  • Tlön Uqbar es un proyecto de bandas musicales de Francia, llamado así por el trabajo de Borges. Su álbum, La Bola Perdida fue lanzado en 1999 por el sello holandés Staalplaat.
  • Tlön es una banda argentino-peruana de rock.
  • Uqbar es el nombre de una instancia del juego Lexicon basado en el trabajo de Borges.
  • Uqbar es el nombre de una editorial chilena.
  • Uqbar es el nombre de un planeta en el videojuego Mass Effect.

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