ENTREVISTA GABRIEL PAYARES, ESCRITOR
"El libro puede ser una estancia"
"La literatura es una forma, si no de encontrar respuestas, de afinar las preguntas"
El narrador venezolano publicó su segundo libro de cuentos: "Hotel", que fue editado por Puntocero VENANCIO ALCÁZARES
DANIEL FERMÍN , GABRIEL PAYARES , ESCRITOR | EL UNIVERSAL
lunes 1 de octubre de 2012 12:00 AM
Gabriel Payares (Londres, 1982) ya no es de aquí ni es de allá. El escritor venezolano, que vivió en Inglaterra hasta los tres años, reflejó esa sensación de desarraigo que caracteriza la vida moderna en su nuevo libro de cuentos, Hotel, que fue publicado por Ediciones Puntocero. Siete relatos que hablan del carácter de lo efímero, del mundo como un lugar transitorio, de vivir (o sobrevivir) a la deriva en búsqueda de algo.
-¿Esa sensación de extranjería que hay en su libro tiene algo que ver con el hecho de haber nacido en un lugar que ni siquiera recuerda?
-Algo debe tener que ver, por el hecho de que no he vuelto nunca al lugar en el que nací. El hecho de poder decir 'yo aquí nací' te da una perspectiva del paso del tiempo que es importante. Tú puedes volver al lugar en el que naciste y ver cómo ese sitio te dice cosas. Pero el lugar en el que yo nací no lo conozco, nunca he estado ahí. Es paradójico. De alguna manera, te da una especie de origen imposible que tiene que ver con lo que intenté, sobre todo en el último relato del libro.
-Uno de sus personajes se pregunta para qué dormir si ya es poco lo que puede soñar. ¿La literatura es una forma de vivir los sueños?
-A mí no me gusta la idea de la literatura como escape. Es algo con lo que es muy fácil pactar para nosotros los venezolanos, que somos escapistas por naturaleza. De hecho, el venezolano viaja para huir. La literatura, para mí, es una forma, si no de encontrar las respuestas, al menos de afinar las preguntas, que son nuestras preocupaciones de vida, nuestras motivaciones (...). La reflexión es una vía hacia la epifanía.
-Pero Hotel se presentó junto con Miniaturas salvajes (Salvador Fleján), que privilegia el entretenimiento en vez de la reflexión...
-Yo pienso que hay espacio para todo y hay momentos para todo. Como diría Bolaño, hay momentos para recitar poesía y hay momentos para boxear. A mí lo que más me interesa son unos proyectos literarios un poco más filosóficos, más exigentes con respecto al lector.
-Otro de los personajes del libro dice que escribir es repetirse. ¿Se podría considerar a la literatura como un ejercicio de tautología?
-Yo diría de palimpsesto. Escribir sobre lo ya escrito. Comenzar a sedimentar capas de significado. Ese es uno de los grandes valores del arte, que puede sedimentar, dejar que caigan capas sobre capas, y al final construir algo sólido.
-El cuento Nagasaki en el corazón habla de la vejez, de recuerdos de recuerdos, de ser ecos de nosotros mismos. La escritura hace eso: deja fe de que algo pasó, ¿no?
-Claro, y esa es una de las principales motivaciones del escritor: constatar su propia existencia. La escritura satisface de alguna manera ese proyecto de vida que imita. La escritura te da la opción de repetirte de formas diferentes, es una especie de proyección.
-¿Los libros no son también un hotel que visitamos y abandonamos al terminar el viaje? ¿Un lugar transitorio para refugiarnos?
-Sí, es verdad. Julio Miranda dice en el prólogo de El gesto de narrar que el lector paga con vida el tiempo que dedica a la lectura. Y tiene mucha razón. A fin de cuentas, mientras leemos nos perdemos el mundo fuera del libro. Yo creo eso: que la lectura es una especie de inversión en otro tipo de vida, pero en el que se invierte tiempo vital, que después nos puede hacer falta. Y ahí sí los libros pueden ser una estancia; un sitio para reposar de la vida, o un sitio en el que meterse para admirar la vida. No un hotel como el escapismo, como el viaje del turista, sino un hotel como atalaya, como cuartel de invierno en el cual nos replegamos para mirar la propia vida, no para perderla de vista.
dfermin@eluniversal.com
-¿Esa sensación de extranjería que hay en su libro tiene algo que ver con el hecho de haber nacido en un lugar que ni siquiera recuerda?
-Algo debe tener que ver, por el hecho de que no he vuelto nunca al lugar en el que nací. El hecho de poder decir 'yo aquí nací' te da una perspectiva del paso del tiempo que es importante. Tú puedes volver al lugar en el que naciste y ver cómo ese sitio te dice cosas. Pero el lugar en el que yo nací no lo conozco, nunca he estado ahí. Es paradójico. De alguna manera, te da una especie de origen imposible que tiene que ver con lo que intenté, sobre todo en el último relato del libro.
-Uno de sus personajes se pregunta para qué dormir si ya es poco lo que puede soñar. ¿La literatura es una forma de vivir los sueños?
-A mí no me gusta la idea de la literatura como escape. Es algo con lo que es muy fácil pactar para nosotros los venezolanos, que somos escapistas por naturaleza. De hecho, el venezolano viaja para huir. La literatura, para mí, es una forma, si no de encontrar las respuestas, al menos de afinar las preguntas, que son nuestras preocupaciones de vida, nuestras motivaciones (...). La reflexión es una vía hacia la epifanía.
-Pero Hotel se presentó junto con Miniaturas salvajes (Salvador Fleján), que privilegia el entretenimiento en vez de la reflexión...
-Yo pienso que hay espacio para todo y hay momentos para todo. Como diría Bolaño, hay momentos para recitar poesía y hay momentos para boxear. A mí lo que más me interesa son unos proyectos literarios un poco más filosóficos, más exigentes con respecto al lector.
-Otro de los personajes del libro dice que escribir es repetirse. ¿Se podría considerar a la literatura como un ejercicio de tautología?
-Yo diría de palimpsesto. Escribir sobre lo ya escrito. Comenzar a sedimentar capas de significado. Ese es uno de los grandes valores del arte, que puede sedimentar, dejar que caigan capas sobre capas, y al final construir algo sólido.
-El cuento Nagasaki en el corazón habla de la vejez, de recuerdos de recuerdos, de ser ecos de nosotros mismos. La escritura hace eso: deja fe de que algo pasó, ¿no?
-Claro, y esa es una de las principales motivaciones del escritor: constatar su propia existencia. La escritura satisface de alguna manera ese proyecto de vida que imita. La escritura te da la opción de repetirte de formas diferentes, es una especie de proyección.
-¿Los libros no son también un hotel que visitamos y abandonamos al terminar el viaje? ¿Un lugar transitorio para refugiarnos?
-Sí, es verdad. Julio Miranda dice en el prólogo de El gesto de narrar que el lector paga con vida el tiempo que dedica a la lectura. Y tiene mucha razón. A fin de cuentas, mientras leemos nos perdemos el mundo fuera del libro. Yo creo eso: que la lectura es una especie de inversión en otro tipo de vida, pero en el que se invierte tiempo vital, que después nos puede hacer falta. Y ahí sí los libros pueden ser una estancia; un sitio para reposar de la vida, o un sitio en el que meterse para admirar la vida. No un hotel como el escapismo, como el viaje del turista, sino un hotel como atalaya, como cuartel de invierno en el cual nos replegamos para mirar la propia vida, no para perderla de vista.
dfermin@eluniversal.com
Academia de la Lengua invita a leer a través de la pantalla de Vale TV
"Última palabra" será conducido por Francisco Javier Pérez
EL UNIVERSAL
lunes 1 de octubre de 2012 12:00 AM
Mañana, a las 7:30 pm, Vale TV estrena la serie de producción original del canalÚltimas palabras, presentada y dirigida por el Francisco Javier Pérez, presidente de la Academia Venezolana de la Lengua, quien dedicará cada una de las entregas del programa a la promoción de la lectura.
Centrado en la presentación de obras literarias venezolanas de todos los tiempos, tanto de autores consagrados y primeras figuras, como de autores desconocidos, Últimas palabras tendrá como objetivo acercar de manera atractiva a la audiencia al rico acervo literario nacional, las cuales serán las protagonistas de cada programa.
El conductor del espacio tomará las últimas líneas de cada obra como punto de partida para hacer reflexiones puntuales acerca de ésta, incluido el sentido del texto comentado.
El Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua ofrecerá una amplia visión del contenido de los libros escogidos para que los espectadores descubran los secretos de cada uno de ellos.
En la primera entrega, Pérez hablará de El castellano en Venezuela, de Julio Calcaño, y de las críticas que este libro recibió por parte de algunos intelectuales venezolanos del siglo XIX.
Centrado en la presentación de obras literarias venezolanas de todos los tiempos, tanto de autores consagrados y primeras figuras, como de autores desconocidos, Últimas palabras tendrá como objetivo acercar de manera atractiva a la audiencia al rico acervo literario nacional, las cuales serán las protagonistas de cada programa.
El conductor del espacio tomará las últimas líneas de cada obra como punto de partida para hacer reflexiones puntuales acerca de ésta, incluido el sentido del texto comentado.
El Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua ofrecerá una amplia visión del contenido de los libros escogidos para que los espectadores descubran los secretos de cada uno de ellos.
En la primera entrega, Pérez hablará de El castellano en Venezuela, de Julio Calcaño, y de las críticas que este libro recibió por parte de algunos intelectuales venezolanos del siglo XIX.
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