30 de septiembre de 2010
Hugo Chávez: El ocaso del “mesías tropical”
Qué duda cabe que el teniente coronel Hugo Chávez, actual Presidente de Venezuela desde 1999, representa uno de los grandes defectos de la política latinoamericana, el fenómeno del caudillo populista que no cree en la libertad ni en la democracia representativa, mostrando como una constante en su programa político lo que algunos han calificado como los “desechos radioactivos del marxismo” que quedaron dando vueltas después de la caída del muro de Berlín.
Hace 10 años que la oposición venezolana no medía fuerzas parlamentarias con el comandante Hugo Chávez. En las últimas elecciones de 2005 decidieron restarse por falta de garantías, lo cual sin duda constituyó un grave error, pues dejo abierto el camino para reformas institucionales que progresivamente fueron destruyendo el sistema democrático venezolano. Hoy la oposición Venezolana aprendió de sus errores y podrá enfrentar institucionalmente al gobierno chavista.
Es así como las recientes elecciones parlamentarias en Venezuela le otorgaron a la oposición un importante triunfo con el 52% de los votos, alcanzando el número de parlamentarios necesarios para evitar que continúe el verdadero desmantelamiento de la democracia venezolana.
Por desgracia, en nuestra América Latina siempre se ha dado esta lucha permanente entre democracia liberal y populismo y éste, utilizado siempre como último recurso o a veces sólo como el más rápido, para obtener legitimidad y respaldo social.
El gobierno chavista pasó de la “fiesta”, en donde se tira la casa por la ventana, a la hora en que hay que pagar la cuenta. Esta excede con creces lo que la “Revolución bolivariana” tiene en el bolsillo.
El populismo siempre tendrá un terreno fértil en América Latina, donde nuestra gente vive con la necesidad imperiosa de creer en algo (aunque sea mentira), y vivir en la ilusión. El populismo es como una anestesia de la frustración y evita tener que luchar de verdad en la solución de problemas reales, que necesariamente implican esfuerzo, desgaste, renuncia y frutos al largo plazo. El Populismo es el narcótico de los “niños flojos”. El populismo tipo Hugo Chávez, es en definitiva, lo que su adorado Marx dijo alguna vez de otro sistema: “El Opio Latinoamericano”.
Sin embargo, el gobierno de Hugo Chávez tiene, como todo sistema populista, dos etapas muy marcadas. Primero, la llamada etapa de la “Fiesta” en donde se tira la casa por la ventana para así alcanzar popularidad y comprar respaldo social y que en el caso de Venezuela puede resultar muy larga dado la riqueza petrolera del país (de ahí la explicación de más de 10 años de gobierno chavista) y la segunda etapa, aquella donde llega el momento inevitable de “pagar la cuenta” de la fiesta en que participaron.
El pago de la cuenta populista se ve reflejada en la actual realidad venezolana, con alta inflación, con escasez de productos básicos, con una corrupción galopante y una delincuencia desatada.
Como antecedentes, podemos señalar que en 1998, justo antes de asumir el poder Hugo Chávez, se cometían en Venezuela 4.550 homicidios. Al 2009 se cometen en Venezuela 16.047 homicidios, es decir, es más peligroso ser un ciudadano común y corriente en Venezuela, que un soldado norteamericano en Afganistán luchando contra los talibanes.
Punto aparte merece el crecimiento sostenido de la corrupción. Los altos ingresos provenientes del petróleo y la total falta de transparencia en la utilización de los recursos públicos, han hecho que aparezcan en Venezuela lo que se ha dado en llamar “los nuevos ricos revolucionarios”, personas del entorno del Presidente Hugo Chávez que han hecho grandes fortunas al alero del Estado chavista. No por nada el “Índice de Percepción de la Corrupción” a nivel mundial del año 2009, elaborado por Transparencia Internacional sitúa a Venezuela entre los países más corruptos del mundo, ocupando el lugar 162° (el último lugar lo tiene Haití en el 168°), en lo que algunos llaman un verdadero “empate técnico”.
Podemos agregar también, los recientes resultados del Índice de Libertad Económica 2010. Venezuela ocupa el lugar 174° de un total de 179 países. Nuevamente en los últimos lugares a nivel mundial y superado por países como El Congo (172°), Irán (168°) y Burundi (160°).
Estos son los resultados objetivos de la llamada “Revolución Bolivariana”, vendedora de ilusiones, cuyos ejes son la propaganda y la verborrea del “líder” especialista en encontrar falsos culpables y falsas soluciones y así poder convivir con una realidad que la Revolución no entiende y tampoco tiene la capacidad de superar, generando solamente corrupción y clientelismo, únicos dos legados que Hugo Chávez dejará en Venezuela.
Cómo no recordar aquella novela de Mario Vargas Llosa, la “Fiesta del Chivo” tan descriptiva de estos verdaderos “Mesías Tropicales”.
Para terminar, no puedo dejar de comentar lo último de nuestro “Mesías Tropical”: su reto público a la oposición para llamar a un referéndum revocatorio y no esperar el 2012 para medir fuerzas. Muy astuto, pues el nuevo Congreso no asume hasta enero de 2011 y por tanto Chávez puede seguir gobernado mediante decretos, es decir, con la máxima intervención electoral posible. En el 2012 la oposición podrá fiscalizar de manera más efectiva y ahí, no tengo dudas de que “al reino de la ilusión, le llegarán malas noticias de la realidad”.
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