30 de enero 1818: Bolívar y Páez se encuentran en Cañafístola (Toma de las flecheras), Estado Apure. Venezuela
Estatua ecuestre de José Antonio Páez San Fernando de Apure. Autores:Andrés Pérez Mujica y Eloy Palacios |
(Esta obra fue elaborada con la técnica de vaciado en bronce, y es una de las de un conjunto de obras originales editadas y que fueron distribuidas a nivel nacional. La primera edición fue realizada a finales del siglo XIX. La obra se encuentra ubicada en el Boulevard de San Fernando de Apure, lo que comunmente se le llama “Redoma de Páez”).
El 30 de enero de 1818 se produce el primer encuentro de Bolívar y Páez, en el Hato de Cañafistola, cerca de San Juan de Payara, actual Estado Apure. Ambos caudillos se conocían por cartas pero no se habían visto personalmente. Ante la necesidad de unificar los ejércitos, Bolívar se trasladó a los Llanos en busca de Páez que era el Jefe indiscutible de los llaneros y el triunfador de muchos combates contra el ejército español. Seis días más tarde en presencia del Libertador, el General Páez acompañado de cincuenta de sus mejores Lanceros, realizaba la proeza de la Toma de las Flecheras, en el río Apure, en las afueras de San Fernando.
Ramón Páez, “Toma de las flecheras” litografía; de17x 10.5 cm, copia de un antiguo cuadro. Publicada en la Opinión Nacional, el 13 de Junio de 1890, No 6216. Reproducida a su vez en el Cojo Ilustrado, del 15 de de mayo de 1897, No 130.
Toma de las Flecheras. Autor: Ramón Páez. Acuarela, en BCV. |
No se tiene fecha exacta del nacimiento, en el siglo XIX, de Ramón Páez; tampoco de su muerte, acaecida en Nueva York, en el mismo siglo. Hijo de una de las uniones extraconyugales de José Antonio Páez, fue reconocido por éste y recibió esmerada educación. Estudió en Inglaterra bajo la guía de los padres Stonyhurt, y es probable que con éstos haya obtenido conocimientos de las ciencias naturales. Alumno de ese mismo plantel fue Charles Waterton, autor del libro Viajes en Sur América. En Caracas tuvo como condiscípulos a los que han de ser destacados venezolanos, como José María y Arístides Rojas, Juan Vicente González y Cristóbal Rojas, padre. En 1846 el general Páez hizo su última visita al escenario llanero donde forjó su leyenda. Ramón Páez fue secretario de dicha expedición, haciendo anotaciones y apuntes en cuanto a flora, fauna, geología. Este cúmulo de material recopilado lo publicó en su libro Wild Scenes in South America or Life in the Llanos of Venezuela, en 1862. Acompañó a su padre en las malas y en las buenas. A raíz de su exilio, se radicó en Nueva York, en 1850. Hay una importante relación entre la publicación de los libros de Ramón Páez y la Autobiografía de Páez, la llegada a la gran ciudad del danés Fritz Melbye y el origen (para los anales de la plástica nacional) tanto de la obra del período venezolano de Melbye y Pissarro, como de los propios trabajos del hijo de Páez. La obra plástica de Ramón Páez, prácticamente desconocida, fue rescatada para el país por el BCV. Un descendiente de Ramón Páez, George Mc Manun, se hará célebre en el mundo del cómic con la creación de la historieta "Pancho y Ramona", cuyo nombre original traducido del inglés es "Educando a papá". Trata el tema de la clase media americana en ascenso y su primera aparición tuvo lugar el 3 de agosto de 1913]
Reseña de la toma de las flecheras, del Libro del autor Alfonzo Rumazo, Simón Bolívar, Pag. 135 y 136
Morillo y sus contingentes españoles y criollos descansaban en Calabozo plácidamente, pues se consideraban seguros, con Páez como único enemigo al frente. Habia previsto el general español que la próxima población atacada sería San Fernando, a orillas del rio Apure. Y no se equivocaba. Bolívar y Páez ponen sitio al puerto fluvial, que hallábase muy bien defendido. Pero Bolívar, lejos de considerar aquella maniobra como objetivo vital-y en eso divergía del criterio localista de Páez-, la convierte en movimiento de distracción, pues el grueso del ejército, mas de cuatro mil hombres, atraviesa el Apure y va directamente hacia Calabozo, para caer por sorpresa sobre Morillo.
Los llaneros, Páez y Bolívar: Toma de las Flecheras Autor: Tito Salas, 1928 (Oleo Casa Natal de El Libertador) |
En aquel lugar donde era atravesado el rio, la una márgen está a 700 metros de distancia de la otra; y dos embarcaciones realistas obstruyen el valeroso movimiento de natación de los republicanos, disparando constantemente contra ellos y causando bajas. Bolívar se exaspera y grita:
Simón Bolívar en “La Toma de las Flecheras”. Autor: Tito Salas, 1928. Oleo en Casa Natal de El Libertador |
-¿ No hay aquí un guapo que se tome esas flecheras a nado?
- Si; lo hay- responde altivamente Páez.
Toma de las Flecheras.
Autor: Arturo Michelena
Oleo.
E se lanza con su caballo al agua, seguido de unos cuantos llaneros, y se toma las embarcaciones, luchando a nado contra los que se oponían.
Los llaneros, Páez y Bolívar en “La Toma de las Flecheras”. Autor: Tito Salas. 1928 Oleo en Casa Natal de El Libertador |
Al cabo de tres dias de marcha caen de inmproviso sobre los españoles a las seis de la mañana, cuando todavia muchos no se habian desperezado. Un toque de corneta prolongadísimo ordena a todos los realistas a retirarse y encerrarse en las fortificaciones
Páez hace una descripción del carácter y la figura de Bolívar: “… impetuoso y dominador cuando se trataba de acometer empresa de importante resultado… Era amigo de bailar, galante y sumamente adicto a las damas, y diestro en el manejo del caballo… Amigo del combate, acaso lo prodigaba demasiado…”.
El Libertador Simón Bolívar y José Antonio Páez se encontraron en el caño Cañafístola (Apure). De aquel encuentro, el gran caudillo llanero hace una descripción de la figura de Bolívar:
“Hallábase entonces Bolívar en lo más florido de sus años. Su estatura, sin ser procerosa, era no obstante suficientemente elevada (…) sus dos principales distintivos consistían en la excesiva movilidad de su cuerpo y en el brillo de sus ojos, que eran negros, vivos, penetrantes e inquietos, con mirar de águila. Tenía el pelo negro y algo crespo, los pies y las manos tan pequeños como los de una mujer, la voz aguda y penetrante. La tez, tostada por el sol de los trópicos, conservaba no obstante la limpidez y lustre que no habían podido arrebatarle los rigores de la intemperie y los continuos y violentos cambios de latitud por los cuales había pasado en sus marchas. A pesar de la agitada vida que hasta entonces había llevado capaz de desmedrar la más robusta constitución, se mantenía sano y lleno de vigor; el humor alegre y jovial, el carácter apacible en el trato familiar; impetuoso y dominador cuando se trataba de acometer empresas de importante resultado.
Era amigo de bailar, galante y sumamente adicto a las damas y diestro en el manejo del caballo; gustábale correr a todo escape por las llanuras del Apure. En el campamento mantenía el buen humor con oportunos chistes; pero en las marchas se le veía algo inquieto y procuraba distraer su impaciencia entonando canciones patrióticas. Amigo del combate, acaso lo prodigaba demasiado y mientras duraba tenía la mayor serenidad. Para contener a los derrotados, no escaseaba ni el ejemplo, ni la voz, ni la espada…”.
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