martes 23 de octubre de 2007
VIEJOS CINES DE CARACAS
Por medio de este libro me enteré de que el Sr. Antonio Pimentel fue uno de los pioneros en la industria del cine en Venezuela. Me explico: Este señor tenía una gran atracción por el mundo del cine, por lo cual decidió abrir, en Venezuela y sobre todo en la Capital, en Caracas, salas de cines. El General Antonio Pimentel fue dueño del Cine Caracas, del cine Pimentel y del cine Continental. De este último tengo conocimiento, de los otros dos, no. Y este acontecimiento se dió por allá en el año 1934.
El Cine Continental quedaba o queda, aunque ya creo que no funciona como cine, al lado oeste de El Congreso Nacional. Al lado del Cine Ayacucho. O sea, en el centro mismo de Caracas. Hoy en día son especies de centros comerciales, donde hay ferias de comidas rápidas, tiendas de ropa, calzados, fantasias, etc.
He estado echandole "coco", y creo que Yo nunca entré a ver una película en estos cines: Ayacucho y Continental. A lo mejor porque eran tan viejos, y daban mal aspecto, o porque nunca me interesó alguna pelicula proyectada en ellos. De todas maneras es bueno aclarar que cuando Yo podía ir solo al cine, en estos locales pasaban películas censura "C". O sea para mayores de edad.
Frente a la entrada norte del Congreso Nacional estaba otra sala de cine de nombre: CAPITOLIO.
Allí también proyectaban, en su mayoría, peliculas censura "C". A este cine si entré en una oportunidad. Resulta que estaban proyectando la película BARBARELA, con Jane Fonda, y los comentarios que habían era que ella aparecia desnuda, haciendo el amor con un angel. Entonces un grupo de amigos nos propusimos ir a ver la pelicula. Yo no tenía la edad, pero bien vestido y con cara seria uno metia la coba. Eramos como 5 o 6 "panas". Yo le doy mi cédula de identidad a mi primo Carlos porque él tenía 14 años. Y resulta que a mi fue a quien le pidieron la cédula. O sea, mi cara era muy infantil. De igual manera entré cuando mostré la cédula. El encargado de dejar pasar al público, al ver que yo tenia 17 años no hizo objeción alguna. ¡Como nos reimos!
Otro cine de esta zona, era el Rialto. Estaba en el lado Oeste de la Plaza Bolivar. Allí vi por primera vez NACIDOS PARA PERDER. ¡Tremenda película! Ya hablé de ella en alguno de los artículos de los años 60´s.
Y en esa misma zona, media cuadra hacia el Norte estaba el Cine Principal. Aquí proyectaban sólo películas mejicanas; las que usted quisiera ver. Este cine quedaba o queda, precisamente en la Esquina Principal. Una de las cuatro esquinas que rodean a la Plaza Bolívar. Las otras tres esquinas son: Conde, Monjas y Gradillas. En la esquina de Las Gradillas quedaba una tienda de ropa para caballeros llamada DOVILLA. ¿La recuerdan? Y el slogan era: DOVILLA ¡QUE MARAVILLA! En la Esquina Las Monjas está el famosísimo edificio La Francia.
Donde hoy está ubicado el Metro de Capitolio, o sea el Metro Center, estaba el Cine Palace. Allí vi por primera vez películas de Clint Eastwood.
Bajando hacia la Plaza Miranda, estaba el cine Metropolitano. Era uno de los mejores de la zona. Y más abajito, hacia la Esquina de Puerto Escondido, donde funcionaba el periódico El Nacional, todavía está el Cine Urdaneta. Que broma le echaron a Urdaneta con ese cine. Desde que tengo uso de razón sólo pasan películas pornográficas en este local. Pero de las más horribles. Y lo digo por el aspecto del cine y de la zona, ya que nunca entré a este local.
También conocí, cuando era un niño, el Cine San José, en la avenida Fuerzas Armadas, llegando al mercado de las Flores. Allí me llevaba mi tio Gustavo a ver películas de El Santo, el enmascarado de plata. O a Luis Aguilar como El Aguila Negra. Y por primera vez vi una película de Drácula. ¡Estaba Chorreado! y no se como me dejaban entrar a ver estas peliculas si no eran para menores de edad. Yo tendría 7 años si mal no recuerdo. También recuerdo al Cine Alcazar, este quedaba, creo que frente al Panteón Nacional.
Más hacia el este, pero aun en el centro de Caracas, quedaba el Cine Hollywood. Cerca de la Avenida Urdaneta, en el sector de La Candelaria. Alli vi Los 10 Mandamientos, con Charlston Heston, y también vi El Cid, con el mismo actor. En este local también pasaban muchas películas mejicanas pero de otro tenor, no las rancheras del Cine Principal. En este local vi ARRUYO DE DIOS, con Libertad Lamarque. ¡que lloradera chamo! ¡Que mujer para transmitir dolor, sufrimiento!
PARTE II
Bajando por la misma calle oeste ,donde están los cines Ayacucho y Continental, pasando la Avenidad Universidad, está todavía el Cine Avila, que conjuntamente con el Cine LIDO y el Arauca, proyectaban las películas de Disney.
¿Recuerdan donde quedaba el Cine LIDO?
¿Recuerdan donde quedaba el Cine Arauca?
Si, creo que si lo recuerdan. El cine Lido estaba ubicado donde hoy funciona el Centro LIDO, en Campo Alegre; y el Arauca quedaba en la Avenida Roosevelt con La Avenida Nueva Granada, hoy día, donde está el elevado de la Avenidad Roosevelt.
Antes de llegar a Chacaito, estaba el cine Brodway, hoy, convertido en un Centro de "PARE DE SUFRIR". Y al comienzo de la Gran Avenida de Sabana Grande estaba el Cine RADIO CITY, el primero que trajo las pantalla CINEMASCOPE.
Siguiendo por la Avenida Francisco de Miranda, hacia el Este, al llegar a Chacao nos encontrábamos con el Cine Olympo, al lado de lo que hoy es el Centro Perú. Más adelante, por la misma avenida estaba el Cine La Castellana. Y al llegar a los Palos Grandes estaba el Cine CANAIMA.
Bueno, espero que aquel que se acuerde de otro cine de esos viejos, me lo haga llegar por este canal.
Un gran abrazo para todos.
Circuito Radonski
Cuando Andrés y Lili Radonski, en el año de 1946, llegaron en un barco cargado de esperanzas a las costas de La Guaira, sintieron el hasta entonces desconocido calor de la tierra de sus eventuales hijas, nietos y bisnietos. Escapaban de las secuelas y el horror de una guerra recién terminada, con sus muertes y sus ruinas. Lili y Andrés habían perdido a todos los suyos bajo la demencia asesina de Hitler. Muy jóvenes, recién casados y sin hijos todavía, viajaban de tripulantes en un barco-ambulancia con compañeros de religión venidos de Varsovia, Riga, Cracovia, París, que se hermanaron para siempre ante la adversidad bajo la cual se estrenó su amistad.
Podemos aventurarnos a imaginar el desembarque. Idiomas extraños que se mezclaban con los venezolanismos de los que ayudaron a bajar el ligero equipaje de los pasajeros. Solos, ya en tierra firme y tomados de la mano, con su única y pequeña maleta puesta cercana a los tobillos, Andrés y Lili miraban a su alrededor, sintiendo el temor del desconocido porvenir pero con la total seguridad de estar a salvo en un país de oportunidades.
Inmediatamente después de la sorpresa ante la llegada y la novedad, vino la necesidad y el trabajo. Renunciaron a sus nacionalidades anteriores y adoptaron la nuestra, amando con todas sus fuerzas a este país con el que se nutrieron recíprocamente. Así, a fuerza de lucha pero sobre todo de confianza y de fe, fue tomando forma un negocio que proyectaba películas en grandes y oscuros locales. El primer cine fue el Bolívar, en Puerto La Cruz, donde cada espectador debía llevar su propia silla para asegurarse cierta comodidad. En la taquilla Lili, en el proyector Andrés. Luego, el Broadway en Caracas, conocido y frecuentado por nuestros mayores. De ahí en adelante, con desvelos y tesón, una cadena de establecimientos similares fue tomando cuerpo. La llamaron Circuito Radonski.
Años más tarde, a la muerte de Andrés, Lili queda al frente del negocio y de su familia, nacida toda en Venezuela. Hábil y recia gerente, buena y firme madre, dócil y consejera abuela caracterizaron sus años a cargo de todo. Al morir Lili, hace casi una década, su familia la llora con tristeza pero la recuerda con orgullo.
Hoy en día, años después, la cadena de cines conocida como Circuito Radonski, no existe comercialmente el país. Pero ha surgido otro circuito. De dos familias de trabajo y de fe en Venezuela, se ha refundado en Henrique Capriles Radonski un circuito diferente.
En un país donde pareciera que los méritos para gobernar no son el talento, la educación y el amor por Venezuela sino por el contrario la trasgresión y la ofensa, regresa la palabra circuito, que significa unión. Es una unión de diferentes, de todos, que en armonía y con un norte compartido dan un resultado mayor a la suma de sus partes. Por eso, lo bueno que está pasando hoy en Venezuela es que estamos todos en un circuito de esperanza. Un circuito de unión y de paz que crece a diario. Un circuito que trasciende a las anheladas y malignas divisiones que propone el adversario. Un circuito para unir a todos los venezolanos en lo mejor que somos y lo mejor que podemos llegar a ser. Ahora, en Venezuela hay un camino que recorre alegre ese circuito virtuoso que promete, como entonces, un país de unidad, de oportunidades y de progreso para todos por igual.
@GamezArcaya
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