Ezio Serrano: "Una cosa es salir de Chávez y otra es salir del imaginario que lo soporta"
19-Feb 09:50 amGloria M. Bastidas
El historiador considera que los cursis llegaron al poder y "ahora pretenden cubrir con un manto de heroicidad su primitiva actuación". Asegura que la crisis de los partidos permitió al Presidente erigirse en un nuevo santo
Ezio Serrano está curtido en el análisis político. Era muy joven cuando ya militaba en el Partido de la Revolución Venezolana. Después, pasó a las filas del Partido Comunista de Venezuela. Con esa tradición de izquierda que corría por sus venas lo lógico es que hubiera simpatizado con Hugo Chávez. Pero no.
"Lo que ocurrió en 1998 fue un autogol: los venezolanos escogieron a un militar que ahora está en guerra con la sociedad", dice, mientras sorbe un café con leche. Serrano tiene militancia. Y currículo: es director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Simón Bolívar y cursó un doctorado en Historia en la Universidad Católica Andrés Bello. "La conexión mágica de Chávez con el pueblo forma parte del espejismo que genera el petróleo", agrega. Serrano, que es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la USB, nació en Tovar, Mérida, en 1957. Ya no hace vida en ninguna organización política: es un espíritu libre que se toma la licencia de tirarle a tirios y a troyanos. Ahora su trinchera está en la academia.
--¿Cómo evalúa el uso que hace el Presidente de la figura de Bolívar?
--Los sucesos del 4 de febrero de 1992 fueron un gran espectáculo de cursilería heroica.
Una cursilería que ya venía gestándose por dos vías. Una de esas vías es la de la telenovela, el dramático. Recordemos que El derecho de nacer , del cubano Caignet, produjo una llorantina continental. Ese culebrón conmovió a los venezolanos.
La telenovela se hizo parte de nuestra cultura. Y la otra vía es la de la enseñanza de la historia patria. Carrera Damas lo explicó muy bien al analizar un elemento de nuestro ser nacional: el culto a Bolívar. Alrededor de la figura de Bolívar se crea una iglesia cuyos sumos sacerdotes eran los militares. La llorantina que provocan los relatos heroicos puede perfectamente equipararse con la que provoca la telenovela. Pensemos nada más en aquellos episodios de la historia patria en los que se evoca a un Bolívar que agoniza y que ha sido traicionado. Un Bolívar que muere descamisado e incomprendido. Así que cuando Chávez irrumpe en la escena aquel 4 de febrero, ya tenía el terreno abonado. Lo que para entonces tenemos allí es una sumatoria de melodramas.
--Que Chávez capitaliza...
--El culto al padre fundador, por un lado, y la telenovela, por la otra, se habían encargado de promover lo cursi. Lo cursi asociado a lo conmovedor, lo sentimental, lo emotivo. Y el "por ahora" que pronunció Chávez era como decir: "Tenemos razón para hacerlo: nos aplaudió la cursilería patriotera". Los cursis, que tienen algo de anacrónico, fuera de lugar, llegaron al poder y ahora pretenden cubrir con un manto de heroicidad su primitiva actuación.
Los militares se asumen como el ejército heredero de la gloria de Bolívar. Ellos se consideran los receptores del fuego sagrado de nuestro Prometeo. Y, claro, como la sociedad venezolana venía de todo este desmadre de ataques al partidismo, a los líderes, le resultó muy sencillo a Chávez erigirse en un nuevo mesías, en un nuevo santo. La habilidad de Chávez radica en haber hecho la conexión entre algo que preexistía en el venezolano el culto a Bolívar, lo sentimental en el manejo de la historia y el ejército. Todos estos elementos van a dar ese constructo ideológico que le ha sido tan útil.
--¿Le va a resultar cuesta arriba a la oposición salir del melodrama?
--Una cosa es salir de Chávez en términos de control del poder y otra cosa es salir del imaginario que lo soporta. Si pecáramos de extremistas, podríamos decir que el chavismo existe antes de Chávez. Por ese sentimentalismo, por esa interpretación de la historia con carácter religioso. Eso es parte del chavismo. Pero eso existía antes de Chávez. Nosotros podemos derrotarlo. Seguramente lo vamos a derrotar, como gobernante de carne y hueso, pero los arquetipos, las estructuras mentales e ideológicas que lo sustentan, van a permanecer, en menor o mayor grado. Por eso insisto en que es tan importante comprender nuestro pasado. Hay quienes pretenden borrar la historia. Pero, como dice Borges, estamos hechos de pasado. Entonces, como no pueden suprimir la historia, quieren corregirla. Eso es lo que ocurre en la novela 1984 de Orwell.
--¿Qué habría que hacer con nuestro pasado?
--Tomarlo por los cachos y comprenderlo. ¿Cómo puedes construir el futuro si tú no comprendes tu pasado? Todavía aquí, por ejemplo, no se comprende el verdadero origen de la crisis venezolana, que arranca realmente en 1983, con el Viernes Negro. Y de allí se van a desprender las demás manifestaciones de la crisis, incluida la de representatividad.
Pero el punto de partida de la crisis es económico. Ese es un detalle que se olvida. Lo de la política es una consecuencia.
Pero el factor causal de la crisis es económico, y puso en evidencia el agotamiento del modelo rentista. Al creer que la crisis era política, entramos en un proceso de cambio político dejando intacta la causa, que era económica. Si algo está vivo del pasado es el modelo rentista. Y no sólo está intacto, sino que, además, está exacerbado. El rentismo chavista presenta una característica: es personalista; el anterior era institucional. Esto podría perfectamente ser llamado socialismo rentista. Este gobierno es una alegoría al rentismo y una oda al personalismo político.
Insisto: como la crisis arrancó como crisis económica, la crisis del modelo rentista, eso se convirtió, al no ser atacado, en una crisis de representación, en una crisis de expectativas.
--Y esa crisis de expectativas trajo consigo la antipolítica...
--La antipolítica está cargada de ignorancia. Franco decía que le gustaba hablar de cosas serias: de fútbol, no de política.
Pues los venezolanos nos metimos un autogol en 1998. Nos autoflagelamos. Escogimos un militar, un salvador. Ese es otro de nuestros mitos: el del individuo providencial. ¿Y a quién le vamos a echar la culpa si votamos por él? Ahí tenemos otro mito más: el del pueblo inocente. Nosotros estamos tan rezagados que todavía hay quienes dudan si la riqueza primero se produce y después se reparte o si es al revés. Esa es una cosa tan absurda que sólo en un país que vive los espejismos que genera el petróleo se puede admitir. Otro absurdo es pretender que un país como el nuestro copie el modelo cubano. Si algo demuestra el siglo XX siglo de revoluciones es que todas fracasaron. Todas: la bolchevique; la china; la vietnamita; la cubana, que es la última que está de vuelta. Ahora, atacar los mitos políticos sobre los cuales se mueve el venezolano es un problema delicado.
--¿Por qué?
--El hecho de que Chávez maneje la chequera de Pdvsa lo convierte en un tipo mágico de por sí. En el ideario rentista esto es posible. La gente simplemente se conecta con aquel que le puede dar. De allí la pregunta: ¿conviene atacar al proveedor, al repartidor? Y si no lo atacas, ¿cómo vas a generar una plataforma valorativa distinta para construir un país diferente? Para mí es clave que si no comprendes el pasado no logras el camino correcto para construir el futuro. A juro tenemos que pasar ese rubicón. Hay que transmitir valores distintos a los del rentismo. Porque si obtienes el poder, te vas a conseguir con la misma legión de gente a la espera del reparto.
Y una sociedad en la que los individuos sólo pelean para que les repartan su cuota de la renta no tiene perspectivas democráticas. Las manifestaciones actuales me recuerdan las reformas borbónicas: las protestas que se producen son contra el mal gobierno; ninguna es contra el rey.
-- El rey permanece vestido...
--Igual pasa hoy: son contra los funcionarios, el rey es inocente. En el fondo, la figura del rey llámese Carlos III o nuestro pichón de rey, queda intacta. Porque se sigue esperando que él sea el benefactor. Ese es un problema cultural tremendo, que se afinca en el mito que el petróleo ha sido capaz de producir. La conexión de Chávez con el pueblo está construida con base en el espejismo petrolero. Porque el petróleo es un gran productor de espejismos. Y nosotros nos movemos en medio de espejismos. ¿Podemos imaginar mayor espejismo que vivir sin trabajar? ¿Tú te imaginas un espejismo semejante para una sociedad? ¿O un espejismo como que el Estado te va a dar la vivienda equipada? Eso no es sostenible. Pero la gente lo cree. O por lo menos se juega la lotería en esa onda.
--¿Cómo podemos dejar atrás los espejismos?
--Llevamos treinta años sin una verdadera política económica. Hemos dejado pasar demasiado tiempo: ¡son tres décadas perdidas! Y ocurre que el país está envejeciendo. Nuestra pirámide demográfica ha envejecido. Esta espiral de pobreza que vemos alrededor de las ciudades hace que la población sea cada vez más ajena a la democracia, a la participación. En los barrios de Petare, por ejemplo, vive gente que jamás se ha montado en el Metro. Su área de contacto ciudadano no excede el barrio donde ha vivido siempre. Eso es gravísimo. Viven al margen, en las laderas.
En la democracia, tú eres protagonista de tu destino; eres una persona activa, participativa. Pero en el esquema rentista en el cual estamos atrapados esto no es posible. Creo que la cosa es más grave de lo que se cree. Si no atacamos el fondo del problema nos puede dejar el tren.
"Lo que ocurrió en 1998 fue un autogol: los venezolanos escogieron a un militar que ahora está en guerra con la sociedad", dice, mientras sorbe un café con leche. Serrano tiene militancia. Y currículo: es director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Simón Bolívar y cursó un doctorado en Historia en la Universidad Católica Andrés Bello. "La conexión mágica de Chávez con el pueblo forma parte del espejismo que genera el petróleo", agrega. Serrano, que es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la USB, nació en Tovar, Mérida, en 1957. Ya no hace vida en ninguna organización política: es un espíritu libre que se toma la licencia de tirarle a tirios y a troyanos. Ahora su trinchera está en la academia.
--¿Cómo evalúa el uso que hace el Presidente de la figura de Bolívar?
--Los sucesos del 4 de febrero de 1992 fueron un gran espectáculo de cursilería heroica.
Una cursilería que ya venía gestándose por dos vías. Una de esas vías es la de la telenovela, el dramático. Recordemos que El derecho de nacer , del cubano Caignet, produjo una llorantina continental. Ese culebrón conmovió a los venezolanos.
La telenovela se hizo parte de nuestra cultura. Y la otra vía es la de la enseñanza de la historia patria. Carrera Damas lo explicó muy bien al analizar un elemento de nuestro ser nacional: el culto a Bolívar. Alrededor de la figura de Bolívar se crea una iglesia cuyos sumos sacerdotes eran los militares. La llorantina que provocan los relatos heroicos puede perfectamente equipararse con la que provoca la telenovela. Pensemos nada más en aquellos episodios de la historia patria en los que se evoca a un Bolívar que agoniza y que ha sido traicionado. Un Bolívar que muere descamisado e incomprendido. Así que cuando Chávez irrumpe en la escena aquel 4 de febrero, ya tenía el terreno abonado. Lo que para entonces tenemos allí es una sumatoria de melodramas.
--Que Chávez capitaliza...
--El culto al padre fundador, por un lado, y la telenovela, por la otra, se habían encargado de promover lo cursi. Lo cursi asociado a lo conmovedor, lo sentimental, lo emotivo. Y el "por ahora" que pronunció Chávez era como decir: "Tenemos razón para hacerlo: nos aplaudió la cursilería patriotera". Los cursis, que tienen algo de anacrónico, fuera de lugar, llegaron al poder y ahora pretenden cubrir con un manto de heroicidad su primitiva actuación.
Los militares se asumen como el ejército heredero de la gloria de Bolívar. Ellos se consideran los receptores del fuego sagrado de nuestro Prometeo. Y, claro, como la sociedad venezolana venía de todo este desmadre de ataques al partidismo, a los líderes, le resultó muy sencillo a Chávez erigirse en un nuevo mesías, en un nuevo santo. La habilidad de Chávez radica en haber hecho la conexión entre algo que preexistía en el venezolano el culto a Bolívar, lo sentimental en el manejo de la historia y el ejército. Todos estos elementos van a dar ese constructo ideológico que le ha sido tan útil.
--¿Le va a resultar cuesta arriba a la oposición salir del melodrama?
--Una cosa es salir de Chávez en términos de control del poder y otra cosa es salir del imaginario que lo soporta. Si pecáramos de extremistas, podríamos decir que el chavismo existe antes de Chávez. Por ese sentimentalismo, por esa interpretación de la historia con carácter religioso. Eso es parte del chavismo. Pero eso existía antes de Chávez. Nosotros podemos derrotarlo. Seguramente lo vamos a derrotar, como gobernante de carne y hueso, pero los arquetipos, las estructuras mentales e ideológicas que lo sustentan, van a permanecer, en menor o mayor grado. Por eso insisto en que es tan importante comprender nuestro pasado. Hay quienes pretenden borrar la historia. Pero, como dice Borges, estamos hechos de pasado. Entonces, como no pueden suprimir la historia, quieren corregirla. Eso es lo que ocurre en la novela 1984 de Orwell.
--¿Qué habría que hacer con nuestro pasado?
--Tomarlo por los cachos y comprenderlo. ¿Cómo puedes construir el futuro si tú no comprendes tu pasado? Todavía aquí, por ejemplo, no se comprende el verdadero origen de la crisis venezolana, que arranca realmente en 1983, con el Viernes Negro. Y de allí se van a desprender las demás manifestaciones de la crisis, incluida la de representatividad.
Pero el punto de partida de la crisis es económico. Ese es un detalle que se olvida. Lo de la política es una consecuencia.
Pero el factor causal de la crisis es económico, y puso en evidencia el agotamiento del modelo rentista. Al creer que la crisis era política, entramos en un proceso de cambio político dejando intacta la causa, que era económica. Si algo está vivo del pasado es el modelo rentista. Y no sólo está intacto, sino que, además, está exacerbado. El rentismo chavista presenta una característica: es personalista; el anterior era institucional. Esto podría perfectamente ser llamado socialismo rentista. Este gobierno es una alegoría al rentismo y una oda al personalismo político.
Insisto: como la crisis arrancó como crisis económica, la crisis del modelo rentista, eso se convirtió, al no ser atacado, en una crisis de representación, en una crisis de expectativas.
--Y esa crisis de expectativas trajo consigo la antipolítica...
--La antipolítica está cargada de ignorancia. Franco decía que le gustaba hablar de cosas serias: de fútbol, no de política.
Pues los venezolanos nos metimos un autogol en 1998. Nos autoflagelamos. Escogimos un militar, un salvador. Ese es otro de nuestros mitos: el del individuo providencial. ¿Y a quién le vamos a echar la culpa si votamos por él? Ahí tenemos otro mito más: el del pueblo inocente. Nosotros estamos tan rezagados que todavía hay quienes dudan si la riqueza primero se produce y después se reparte o si es al revés. Esa es una cosa tan absurda que sólo en un país que vive los espejismos que genera el petróleo se puede admitir. Otro absurdo es pretender que un país como el nuestro copie el modelo cubano. Si algo demuestra el siglo XX siglo de revoluciones es que todas fracasaron. Todas: la bolchevique; la china; la vietnamita; la cubana, que es la última que está de vuelta. Ahora, atacar los mitos políticos sobre los cuales se mueve el venezolano es un problema delicado.
--¿Por qué?
--El hecho de que Chávez maneje la chequera de Pdvsa lo convierte en un tipo mágico de por sí. En el ideario rentista esto es posible. La gente simplemente se conecta con aquel que le puede dar. De allí la pregunta: ¿conviene atacar al proveedor, al repartidor? Y si no lo atacas, ¿cómo vas a generar una plataforma valorativa distinta para construir un país diferente? Para mí es clave que si no comprendes el pasado no logras el camino correcto para construir el futuro. A juro tenemos que pasar ese rubicón. Hay que transmitir valores distintos a los del rentismo. Porque si obtienes el poder, te vas a conseguir con la misma legión de gente a la espera del reparto.
Y una sociedad en la que los individuos sólo pelean para que les repartan su cuota de la renta no tiene perspectivas democráticas. Las manifestaciones actuales me recuerdan las reformas borbónicas: las protestas que se producen son contra el mal gobierno; ninguna es contra el rey.
-- El rey permanece vestido...
--Igual pasa hoy: son contra los funcionarios, el rey es inocente. En el fondo, la figura del rey llámese Carlos III o nuestro pichón de rey, queda intacta. Porque se sigue esperando que él sea el benefactor. Ese es un problema cultural tremendo, que se afinca en el mito que el petróleo ha sido capaz de producir. La conexión de Chávez con el pueblo está construida con base en el espejismo petrolero. Porque el petróleo es un gran productor de espejismos. Y nosotros nos movemos en medio de espejismos. ¿Podemos imaginar mayor espejismo que vivir sin trabajar? ¿Tú te imaginas un espejismo semejante para una sociedad? ¿O un espejismo como que el Estado te va a dar la vivienda equipada? Eso no es sostenible. Pero la gente lo cree. O por lo menos se juega la lotería en esa onda.
--¿Cómo podemos dejar atrás los espejismos?
--Llevamos treinta años sin una verdadera política económica. Hemos dejado pasar demasiado tiempo: ¡son tres décadas perdidas! Y ocurre que el país está envejeciendo. Nuestra pirámide demográfica ha envejecido. Esta espiral de pobreza que vemos alrededor de las ciudades hace que la población sea cada vez más ajena a la democracia, a la participación. En los barrios de Petare, por ejemplo, vive gente que jamás se ha montado en el Metro. Su área de contacto ciudadano no excede el barrio donde ha vivido siempre. Eso es gravísimo. Viven al margen, en las laderas.
En la democracia, tú eres protagonista de tu destino; eres una persona activa, participativa. Pero en el esquema rentista en el cual estamos atrapados esto no es posible. Creo que la cosa es más grave de lo que se cree. Si no atacamos el fondo del problema nos puede dejar el tren.
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