Rafael Sylva: “Insólito es que el país aún exista”
A sus 88 años, el productor y libretista del programa radial Nuestro Insólito Universo asegura que lo insólito ya se volvió habitual en Venezuela: "Aquí no hay nada equilibrado. Todo es producto de la improvisación"
— ¿Lo insólito de Venezuela?— Que todavía exista. Desde la Colonia ha sido manejado por tiranos y tiranuelos.
— ¿Un hecho que supere al micro más insólito?— Está pasando; vivimos una época desconcertante, parecida a la Segunda Guerra Mundial, aunque entonces lo único que escaseaba en Venezuela era el caucho debido a ese conflicto.
— ¿Haría un programa político con Porfirio Torres?— Sí, aunque no estuve de acuerdo con que fuera, en 1988, la voz de la campaña de Eduardo Fernández, por razones estratégicas. Desde que lo conocí era de ultraizquierda.
— ¿Le sorprendió que Porfirio fuera la voz de esta revolución?— La verdad, no… Pero Porfirio es mi hermano.
— ¿Habrá hermandad en el país?— No me parece posible.
— ¿Lo insólito del soberano?— El facilismo, la flojera.
— ¿Del proceso?— Que transformó al país.
— ¿De la MUD?— No estoy muy enterado de esa unidad democrática.
— ¿Emulaba a la serie Dimensión Desconocida?— No, mi referencia fue un programa de la década de 1940 en Estados Unidos que se llamaba Aunque usted no lo crea, pero no el de Mr. Ripley.
— ¿Fusiló Expedientes X a su insólito universo?— Al programa lo fusilan constante y religiosamente en YouTube.
— ¿Una pérdida insólita?— Tantas, pero sobre todo el sentido de nación.
— ¿El micro inolvidable?— Uno sobre la pérdida del gentilicio.
— En 45 años van 6.652 emisiones. ¿Cuántas faltarían para terminar de recorrer un mundo tan sorprendente como el venezolano?— ¡Un millón! Cada día hay una sorpresa distinta, generalmente muy desagradable.
— ¿El presidente sorprendente?— Casi todos; el que más: Pérez Jiménez, que decía que no buscaba la presidencia. Hay gente que todavía lo añora.
— Director de la legendaria novela Palmolive, ¿lo insólito de la televisión?— Pasé en ese medio tres años. Nunca envejecí tanto.
— ¿De la venezolana?— Son las más bellas del mundo. Tienen un nosequé…
— ¿El golpe insólito?— El de Carmona.
— ¿Un radioescucha inesperado?— El premio Nobel de Literatura José Saramago; cuando visitó Caracas oyó el programa y le pidió varias copias a Farruco Sesto.
— ¿Qué tal un micro sobre el absurdo en la política?— Basta con leer el periódico.
— Y si la revolución se lo pide…— Ya lo hicieron, sobre el 4-F. Me negué y me gané cierta displicencia.
— ¿Tendrá que pasar lo inusual para que el país cambie?— El país no va a cambiar nunca; jamás volveremos a la Venezuela de los sesenta y los setenta.
— ¿Lo inusual en la política venezolana?— Lo oportunista.
— ¿En la historia?— Haber tenido a un irrepetible como Simón Bolívar.
— ¿En la publicidad en Venezuela?— La manera como se está marchitando.
— ¿Un músico insólito?— Gustav Mahler.
— ¿Venezolano?— Rafael Bolívar Coronado y Pedro Elías Gutiérrez, autores del “Alma Llanera”, cuyos derechos fueron vendidos por un dólar a una empresa norteamericana.
— ¿La década inaudita?— Los ochenta y los noventa.
— ¿Una obra inusitada?— El Hotel Humboldt.
— ¿El paisaje infrecuente?— Un amanecer desde el Ávila.
— ¿Estamos solos en el universo?— Absolutamente. Si dicen que hay vida tan avanzada, ¿por qué no nos visitan?
— ¿Lo insólito de esta vida?— Morir. Posiblemente eso me pase dentro de dos años. Falta que me lo confirmen los entes subterráneos (risa).
— ¿Hay otra vida o vida eterna?— No me gustaría la vida eterna. Ver morir a mi gente y yo ahí.
— ¿Cree en pitonisas, brujos o espiritistas?— No creo en ninguna de las vainas en las que la gente cree, como los santeros y la Iglesia Católica.
— ¿En quién o en qué cree?— En nada. Soy un ateo total.
— ¿Dudó de alguno de sus micros?— Del de la llegada del hombre a la Luna. Parecía imposible.
— ¿Y el fin del mundo?— No sé, pero según todas las profecías comenzamos a vivir lo que se ha llamado el fin de finales.
— ¿Desde cuándo hace micros sobre el fin de finales?— Desde 1972.
— De ausentarse usted, ¿qué sería del programa?— Está previsto, pero no puedo darte detalles.
— ¿Lo sensato nacional?— Tratar de sobrevivir en una ciudad donde todos se encierran en sus casas la mayor parte del tiempo.
— ¿Perdió la capacidad de asombro el connacional?— ¡No! Hay mucha tela que cortar al respecto.
— A sus 88 años de edad ¿le sorprende algo?— Si te contesto, me metería en un problema y ya no estoy para eso.
— En fin, ¿es el país un insólito universo?— Sí; uno de los países más ricos y de mejor clima donde no se consigue un calmante en la farmacia, cuando sí lo hay en Zambia y en Haití.
— ¿Lo extraño por venir?— Cualquier cosa.
— Premio Nacional de Pintura en 1954, ¿cómo plasmaría al país?— Como uno de mis autorretratos: dorado en medio de una tremenda tiniebla.
— ¿Lo insólito suyo?— Mi carácter.
— ¿Qué pasaría en Venezuela si lo insólito se volviese habitual? — Ya lo es. Aquí no hay nada equilibrado. Todo es producto de la improvisación.
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