El Papa advierte que la miseria más peligrosa es la lejanía de Dios
El Pontífice ha recibido a la Asociación Comunidad Juan XXIII a quienes ha recordado que la fe mueve montañas
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 20 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - La miseria más peligrosa es la lejanía de Dios. Lo ha asegurado el santo padre ha recibido a la Asociación Comunidad Juan XXIII, a quienes ha recibido en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Francisco, haciendo referencia a los testimonios que han dado antes de su discurso, ha afirmado que “vuestras historias hablan de esclavitud y de liberación, hablan de egoísmo de los que piensan construir la existencia y se aprovechan de los otros y de la generosidad de aquellos que ayudan al prójimo a recuperarse de la degradación material y moral”.
Estas experiencias --ha dicho el Papa-- resaltan las muchas formas de pobreza del que está herido nuestro mundo y revelan la miseria más peligrosa, causa de todas las demás: “la lejanía de Dios, la presunción de ser capaz sin Él”.
De este modo, el Santo Padre ha precisado que esta es la miseria ciega que considera fin de la propia existencia “la riqueza material, la búsqueda de poder y del placer y de esclavizar a la vida de otros para lograr estos objetivos”.
A propósito ha afirmado que “es la presencia del Señor la que marca la diferencia entre la libertad del bien y la esclavitud del mal, que poder hacernos capaces de cumplir obras buenas y de dibujar una alegría íntima, capaz de irradiar también sobre los que están cerca”
Además, Francisco ha asegurado que la presencia del Señor “ensancha los horizontes, sana los pensamientos y las emociones, no da la fuerza necesaria para superar dificultades y pruebas”. Y afirma “allí donde está el Señor Jesús, hay resurrección, hay vida, porque Él es la resurrección y la vida”.
La fe --ha recordado el Papa-- mueve las montañas de la indiferencia y de la apatía, del desinterés y del estéril repliegue sobre sí mismos. “La fe abre las puertas de la caridad haciendo desear imitar a Jesús, nos incita al bien, dándonos la valentía para actuar según el ejemplo del Buen Samaritano”.
Hablando de Don Oreste Benzi, fundador de la Asociación, el Papa ha indicado que “su amor por los pequeños y los pobres, por los excluidos y los abandonados, estaba enraizado en el amor a Jesús crucificado, que se ha hecho pobre y último por nosotros”. Del mismo modo ha afirmado que “su valiente determinación en el dar vida y muchas iniciativas de compartir en distintos países, brota del confiado abandono a la Providencia de Dios, surgía de la fe en Cristo resucitado, vivo y activo, capaz de multiplicar las pocas fuerzas y los recursos disponibles, como en un tiempo multiplicó los panes y los peces para alimentar a las multitudes”.
El Papa ha señalado que “la providencia os ha hecho crecer, demostrando la vitalidad del carisma del Fundador, que amaba repetir que ‘para estar de pie en necesario estar de rodillas’”.
Para finalizar, el Pontífice ha recordado a los presentes que “es de un corazón lleno de amor de Dios que brota la caridad por los hermanos y las hermanas”.
Francisco, haciendo referencia a los testimonios que han dado antes de su discurso, ha afirmado que “vuestras historias hablan de esclavitud y de liberación, hablan de egoísmo de los que piensan construir la existencia y se aprovechan de los otros y de la generosidad de aquellos que ayudan al prójimo a recuperarse de la degradación material y moral”.
Estas experiencias --ha dicho el Papa-- resaltan las muchas formas de pobreza del que está herido nuestro mundo y revelan la miseria más peligrosa, causa de todas las demás: “la lejanía de Dios, la presunción de ser capaz sin Él”.
De este modo, el Santo Padre ha precisado que esta es la miseria ciega que considera fin de la propia existencia “la riqueza material, la búsqueda de poder y del placer y de esclavizar a la vida de otros para lograr estos objetivos”.
A propósito ha afirmado que “es la presencia del Señor la que marca la diferencia entre la libertad del bien y la esclavitud del mal, que poder hacernos capaces de cumplir obras buenas y de dibujar una alegría íntima, capaz de irradiar también sobre los que están cerca”
Además, Francisco ha asegurado que la presencia del Señor “ensancha los horizontes, sana los pensamientos y las emociones, no da la fuerza necesaria para superar dificultades y pruebas”. Y afirma “allí donde está el Señor Jesús, hay resurrección, hay vida, porque Él es la resurrección y la vida”.
La fe --ha recordado el Papa-- mueve las montañas de la indiferencia y de la apatía, del desinterés y del estéril repliegue sobre sí mismos. “La fe abre las puertas de la caridad haciendo desear imitar a Jesús, nos incita al bien, dándonos la valentía para actuar según el ejemplo del Buen Samaritano”.
Hablando de Don Oreste Benzi, fundador de la Asociación, el Papa ha indicado que “su amor por los pequeños y los pobres, por los excluidos y los abandonados, estaba enraizado en el amor a Jesús crucificado, que se ha hecho pobre y último por nosotros”. Del mismo modo ha afirmado que “su valiente determinación en el dar vida y muchas iniciativas de compartir en distintos países, brota del confiado abandono a la Providencia de Dios, surgía de la fe en Cristo resucitado, vivo y activo, capaz de multiplicar las pocas fuerzas y los recursos disponibles, como en un tiempo multiplicó los panes y los peces para alimentar a las multitudes”.
El Papa ha señalado que “la providencia os ha hecho crecer, demostrando la vitalidad del carisma del Fundador, que amaba repetir que ‘para estar de pie en necesario estar de rodillas’”.
Para finalizar, el Pontífice ha recordado a los presentes que “es de un corazón lleno de amor de Dios que brota la caridad por los hermanos y las hermanas”.
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