Francisco en la mira
El Nacional 29 DE DICIEMBRE 2014 - 00:01
En un firme tono de censura condimentado con frases de gran impacto metafórico, el papa Francisco desafió el lunes 22 de diciembre a los miembros de la Curia Romana -el cuerpo de prelados responsables por la administración de la Santa Sede- quienes deberían ser sus fieles colaboradores y servidores en la conducción de la Iglesia.
La tradicional alocución del Santo Padre con motivo de la Natividad se transformó en una ocasión inédita para apuntar sin ambages las deficiencias y males de una burocracia corporativa reacia a modificar sus privilegios y procedimientos viciados.
La audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico de más de un centenar de prelados -incluyendo decenas de cardenales y obispos- escuchó las duras palabras con una actitud cabizbaja que se tradujo al final en un breve y poco sonoro aplauso que reflejaba una mezcla de estupefacción atónita y resistencia sorda.
Quizás solo un Francisco podía tener el arrojo de denunciar las profundas carencias y desviaciones de una organización cuyos fines han sido trastocados por quienes deberían ejemplarizarlos.
Un autorizado “vaticanista”, Andrea Tornielli, propone una interpretación más bien lite:
“(Francisco) le está pidiendo a todos -incluyendo a sí mismo- una mea culpa evangélica... Él está tratando de convertir corazones y comportamientos. Es algo más profundo que una reforma estructural de la Curia”.
Independiente de la probabilidad de una conversatio morum colectiva, el alcance del mensaje de Francisco se proyecta como un programa de trabajo de las decisiones y acciones que acometerá durante los próximos dos o tres años correspondientes al periodo que el mismo ha indicado como horizonte terminal de su pontificado.
Pienso que la dureza de las múltiples imágenes evocatorias de un profundo desarreglo (15 enfermedades o males) en el gobierno central de la Iglesia utilizadas en su discurso, señalan, por parte de Francisco, una profunda inconformidad y una impaciencia angustiosa con la cultura corporativa inercial poco propensa a la auto-corrección a pesar de haber dedicado a su mutación los 22 meses de su magisterio. Ya en su alocución navideña a la Curia el año pasado, Francisco había alertado del “deslizamiento a la mediocridad”.
Carlo Marroni, otro prestigioso “vaticanista”, escribe:
“Ma con Francesco tutto cambia, di continuo. Il discorso di oggi è un esame di coscienza pubblico del papa con suoi vescovi e cardinali, è una sventagliata su usi e costumi consolidati, , è di certo un manifesto ideologico di quello che Bergoglio intende fare, di come vuole cambiare il governo centrale della Chiesa, scosso spesso da scandali e lotte interne alimentate dalle correnti”.
Marroni considera que las palabras de Francisco “son el manifiesto ideológico y religioso de una reforma radical de la Curia”. Es razonable esperar que las acciones concretas y los detalles se harán presente visiblemente en 2015 a partir de la una nueva reunión en febrero 2015 del G-9, el Consejo Cardenalicio formalizado en octubre de 2013, y un nuevo Consistorio en el cual serán designados unos 10 nuevos cardenales quienes seguramente no representaran a la actual Curia.
Entre los pocos prelados de alto nivel quienes escapan a la arremetida de Francisco, se encuentra el cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado y muy directamente responsable por la hazaña diplomática del deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Parolin sirvió de anfitrión y moderador en el encuentro crucialque tuvo lugar los primeros días del pasado octubre en el Vaticano entre las comisiones de ambos países. En ella se sella el acuerdo que inicia el desmoronamiento del muro de medio siglo.
En una reciente entrevista con Christiane Amanpour (hacer clic), Marco Politi, respetado comentarista de los asuntos del Vaticano, afirma la existencia de un movimiento creciente dentro de la Curia que se opone a los planteamientos reformistas del papa:
“En la Iglesia, hay un fuerte grupo de obispos, sacerdotes y cardenales conservadores, y también obispos y cardenales muy tradicionalistas quienes están prácticamente contra el Papa, trabajan contra el Papa. No les place lo que él quiso hacer en el sínodo sobre la familia en el sentido de dar nuevas posibilidades a los recasados y divorciados para recibir la comunión o una nueva visión en torno a las uniones homosexuales”.
2015 verá un forcejeo de marca mayor entre un Renovador y su organización, buena parte de la cual buscará oponerse de cualquier manera a su proyecto de transformación. El hecho que Francisco decidió, hace pocas semanas, excomulgar a más de 2.000 miembros de diversas mafias es un preludio de lo que está en juego.
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