El confundido
El Nacional 10 DE DICIEMBRE 2014 - 08:23
La noticia del ayer se la llevó nuevamente el presidente Maduro. El lunes volvió a dirigirse al país. Últimas Noticias tituló: “Maduro pidió buscar a los confundidos”. Entiendo que Maduro se refiere a los confundidos dentro del Gran Polo Patriótico, que no cesan de clamar por una mayor participación en las cuotas de poder.
Pero cuando uno relee la frase –“Maduro pidió buscar a los confundidos”– uno se pregunta: ¿acaso no será él uno de ellos o quizá el primero de todos? Lo digo porque, entre las tantas frases del día lunes, el presidente soltó lo siguiente. Gran titular en primera página de Versión Final, Maracaibo: “El dólar paralelo no existe en Venezuela”. Es decir, estimado lector, usted, que vive las penurias por ese dólar que ya anda por los 170, está tras un fantasma, eso no existe.
“El presidente dijo que la divisa no oficial está fuera de la realidad económica del país, ya que de los productos registrados en inspecciones de la Superintendencia de Precios Justos, 99% de ellos se adquiere con el dólar del Estado”. ¿Toda la economía, Maduro? ¿99% de la economía se adquiere a 6,30?
Sigue Maduro: “Tenemos el riesgo país más alto del mundo, eso no es por causa naturales y económicas, eso es por causas políticas”. Vayamos a la reseña que hace el diario oficialista Correo del Orinoco: “Presidente Maduro denunció un bloqueo financiero para impedirnos acceder a financiamiento. ‘Tenemos un bloqueo financiero contra Venezuela para impedirnos acceder a financiamiento que necesitamos para superar parte de la merma del ingreso petrolero’. También afirmó que las calificadoras le han impuesto a la nación el riesgo-país más alto del mundo.”
Según esto, el mundo todo, el primer mundo especialmente, está pendiente solo de Venezuela, y en ellos el criterio es vamos a fregar a Venezuela. Es decir, nosotros que no queremos a Venezuela, y malos somos, vamos a ponerle el riesgo-país más alto del mundo, y además les vamos a hacer un bloqueo financiero. ¿Por qué tenemos esa furia contra Venezuela? ¿Será que el gobierno venezolano no lo ha hecho bien y ha quebrado al país? ¿O es que de puro maluco el capitalismo quiere acabar con la revolución venezolana? ¿No será que esos despojos que van quedando de la revolución son culpa de sus propios líderes actuales?
El Regional del Zulia, en Ciudad Ojeda, fue incluso más allá: “Maduro denuncia bloqueo financiero y planes de ataques aéreos a Venezuela”. ¡¿Ataques aéreos?!
Solo después de leer esto uno no puede entender el insólito titular de primera página del 2001: “Al mal tiempo buena cara. Sonría, es un buen antídoto contra el estrés. Levante el ánimo: celebre, decore, oiga aguinaldos. Elija ser feliz, dé importancia a lo que tiene. Psicólogos aconsejan que en momentos de crisis hay que arroparse hasta donde alcanza la cobija. En Navidad, la alegría familiar no puede estar condicionada a la abundancia”.
Complejidad
El Nacional 9 DE DICIEMBRE 2014 - 00:01
Si a encuestas, foros, análisis y comentarios nos atenemos, el país es un desastre en ámbitos muy diferentes. Casi cualquier arista de la vida nacional luce maltrecha. Es así hasta el punto en que las deficiencias, muchas veces muy graves, de, digamos hace veinte años, se han desdibujado de la memoria para reaparecer en el recuerdo como casi inexistentes. Pero ¿qué importa el recuerdo de lo que el país fue cuando la situación actual es apreciada por gran parte de la población como intolerable por su inmensa distancia de lo deseable? La nación se ha convertido en un gran pichaque de conflictos, insultos, intolerancia, amenazas, arbitrariedades, abusos, mentiras, incompetencia, inflación, escasez, injusticia y crímenes.
En tan grande y diversa cantidad de males no es de extrañar que emerjan dos reacciones extremas: la de perderse en la vastedad del enredo o la de tratar de atender una sola de sus aristas. La primera reacción conduce a una lista inmensa de problemas por atender, lista en la cual todo parece importante y tal vez lo es. La segunda, centra la atención en un solo aspecto del cual se esperan los mayores resultados.
Es bueno aprender la lección de este y otros países. Es bien sabido que las prioridades son clave porque cuando se trata de atender todos los problemas no se atiende ninguno. Es más, la escasez de recursos que sufrimos y que empeorará exige decidir con seriedad aquello muy importante que debe ser atendido tan pronto como sea posible y bien. Lo cual implica decidir qué es aquello muy importante que, con mucho dolor, deberá ser postergado porque hay cosas más importantes aún y los recursos no alcanzan.
Al buscar una sola solución la preferencia tiende a ser con frecuencia una fórmula económica, preferiblemente una que “ajuste” algunas variables muy concretas –tasa de cambio, por ejemplo– y esperar el efecto mágico en el resto de la economía. ¿Quién puede negar la importancia de lo económico? Nadie, sería una insensatez. El peligro, sin embargo, es hacerse la ilusión de que el problema económico se refiere nada más a lo económico, cuando, en realidad, la economía requiere para su buen funcionamiento que operen factores de índole política o social que los economistas no pueden manipular. Mencionemos dos: la confianza en un futuro en el cual se respeten las reglas, y la existencia de un sistema de justicia confiable para gran parte de la población, no solo para los poderosos o los ricos.
Por lo señalado, son insoslayables dos preguntas: ¿puede el régimen hacer un ejercicio serio de formulación de prioridades en función de las necesidades del país, o más bien se le hace inevitable establecerlas ante todo en función de su supervivencia política? ¿Tiene el régimen la disposición de respetar las reglas del intercambio económico para crear estabilidad y de asegurar el buen funcionamiento del sistema judicial libre de influencias indeseables de quienes detentan el poder?
No existen señales de ningún tipo que permitan responder positivamente esas preguntas. La interferencia en las actividades empresariales continúan al igual que las amenazas, emitidas desde el más alto nivel de gobierno; de igual modo, la manera como está planteada la selección de nuevos magistrados para el Tribunal Supremo no es en absoluto esperanzador.
La complejidad del problema del país es tal que cualquier persona sensata sabe que se requiere la mayor seriedad de un gobierno para enfrentarla con una amplia convocatoria a los sectores más diversos del talento y la buena voluntad, en muy distintos ámbitos. Por ser así, es también insoslayable la pregunta: ¿es posible atender eficazmente la enredada crisis del país con el equipo de gobierno actual? Ya muchos venezolanos han respondido que no. Lo cual añade una complicación aún mayor.
Navidad y crisis
Todos tenemos mucho que aportar en el ámbito en que nos movemos para el cambio que deseamos
FRANCISCO JOSÉ VIRTUOSO SJ | EL UNIVERSAL
miércoles 10 de diciembre de 2014 12:00 AM
Se acerca la Navidad. Nos preparamos para tomar unos días de vacaciones, descanso, y encuentro con la familia y amigos. Algo de dinero llevamos en el bolsillo porque es tiempo también de cobrar algunos extras que trae consigo el fin de año. Algo de fiesta tendremos, a pesar de la escasez y la inflación, porque en esta temporada lo propio es celebrar y cada quien buscará hacer el mayor esfuerzo para que así sea.
La Navidad y el fin de año tienen un encanto especial. Se recrea la esperanza, se reza por la paz y la unión, renacen el optimismo y los buenos deseos. La carga religiosa de estos días y el cierre de un ciclo temporal contribuyen de manera especial para que se origine este ambiente. En el contexto tan duro que nos ha tocado vivir este año, entre desabastecimiento, inflación, recesión y confrontación política, agradeceremos el paréntesis que nos trae el clima navideño.
Pero aunque la Navidad trae el milagro de refrescarnos el alma, no dejaremos de pensar en los pronósticos sombríos que los especialistas en diversos campos han tratado de perfilar. Nos acercamos cada vez más a una economía hiperinflacionaria, en donde la escasez y el desabastecimiento se profundizarán, con muy poco es- tímulo para la inversión nacional y extranjera. Todo ello repercutirá gravemente en el salario, en las oportunidades de trabajo y en el consumo familiar. La convivencia se sigue deteriorando por la anomia, la polarización, la desconfianza y el miedo. La institucionalidad sigue desdibujándose. El barco se llena de agua y la sensación de hundimiento crece.
Venezuela saldrá del atolladero en que se encuentra si somos capaces como sociedad de asumir personal y colectivamente nuestra responsabilidad y de hacernos cargo de la situación que padecemos. Todos tenemos mucho que aportar en el ámbito en que nos movemos para el cambio que deseamos. La sociedad tiene que activarse en la búsqueda de soluciones desde los sindicatos, gremios, partidos, organizaciones comunitarias, actuando con autonomía, reivindicando sus derechos, ofreciendo alternativas y construyendo capacidades para los cambios necesarios.
Seguro que en estas navidades, en los muchos encuentros que sostendremos con familiares y amigos, aparecerán, una y otra vez, ambas dimensiones: lo mal que estamos y la necesidad de activarnos para producir las transformaciones necesarias. Pero de seguro que al mismo tiempo aparecerán los fantasmas del realismo mágico, tan propios de nuestra idiosincrasia. La intervención casual de algún líder mesiánico que va a cambiar todo o la realización de alguna hazaña especial que modificará radicalmente la marcha de los acontecimientos o el golpe de suerte gracias al cual solucionaré mi vida, o cualquier otro evento portentoso.
Aparecerá también el escéptico diciendo: "esto no lo cambia nadie", y lo más recomendable es que cada quien se salve como pueda; que lo más sensato es buscar cómo salir del país, comprar dólares para ponerse a salvo, buscar algún "enchufao" que te proteja o te ayude o pasar "agachao" hasta donde se pueda.
Ni realismo mágico ni escepticismo. La mejor apuesta es asumir nuestra responsabilidad.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
La Navidad y el fin de año tienen un encanto especial. Se recrea la esperanza, se reza por la paz y la unión, renacen el optimismo y los buenos deseos. La carga religiosa de estos días y el cierre de un ciclo temporal contribuyen de manera especial para que se origine este ambiente. En el contexto tan duro que nos ha tocado vivir este año, entre desabastecimiento, inflación, recesión y confrontación política, agradeceremos el paréntesis que nos trae el clima navideño.
Pero aunque la Navidad trae el milagro de refrescarnos el alma, no dejaremos de pensar en los pronósticos sombríos que los especialistas en diversos campos han tratado de perfilar. Nos acercamos cada vez más a una economía hiperinflacionaria, en donde la escasez y el desabastecimiento se profundizarán, con muy poco es- tímulo para la inversión nacional y extranjera. Todo ello repercutirá gravemente en el salario, en las oportunidades de trabajo y en el consumo familiar. La convivencia se sigue deteriorando por la anomia, la polarización, la desconfianza y el miedo. La institucionalidad sigue desdibujándose. El barco se llena de agua y la sensación de hundimiento crece.
Venezuela saldrá del atolladero en que se encuentra si somos capaces como sociedad de asumir personal y colectivamente nuestra responsabilidad y de hacernos cargo de la situación que padecemos. Todos tenemos mucho que aportar en el ámbito en que nos movemos para el cambio que deseamos. La sociedad tiene que activarse en la búsqueda de soluciones desde los sindicatos, gremios, partidos, organizaciones comunitarias, actuando con autonomía, reivindicando sus derechos, ofreciendo alternativas y construyendo capacidades para los cambios necesarios.
Seguro que en estas navidades, en los muchos encuentros que sostendremos con familiares y amigos, aparecerán, una y otra vez, ambas dimensiones: lo mal que estamos y la necesidad de activarnos para producir las transformaciones necesarias. Pero de seguro que al mismo tiempo aparecerán los fantasmas del realismo mágico, tan propios de nuestra idiosincrasia. La intervención casual de algún líder mesiánico que va a cambiar todo o la realización de alguna hazaña especial que modificará radicalmente la marcha de los acontecimientos o el golpe de suerte gracias al cual solucionaré mi vida, o cualquier otro evento portentoso.
Aparecerá también el escéptico diciendo: "esto no lo cambia nadie", y lo más recomendable es que cada quien se salve como pueda; que lo más sensato es buscar cómo salir del país, comprar dólares para ponerse a salvo, buscar algún "enchufao" que te proteja o te ayude o pasar "agachao" hasta donde se pueda.
Ni realismo mágico ni escepticismo. La mejor apuesta es asumir nuestra responsabilidad.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
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