La guerra económica de José Vicente Rangel y Nicolás Maduro por Juan Carlos Zapata
Frente a frente. Con mesura, José Vicente Rangel fue llevando a Nicolás Maduro al terreno que quería. El Presidente no parecía estar en una entrevista. El tono de voz era el del jefe de Estado ante a un grupo de militantes, o del Maduro en cadena nacional, siempre en plan de ataque. Rangel, reposado, hacía el contraste. Maduro, demostraba, una vez más, estar fuera de contexto.
Cuando Rangel penetró en el terreno económico, lo hizo con los puntos que le han dado vueltas en la cabeza en los últimos meses. Que no es secreto. Rangel venía hablando de correcciones económicas en varios de sus programas y en algunos de sus artículos en Ultimas Noticias. La coincidencia en la visión con el Plan Ramírez resultaba evidente. Y de allí la preocupación, no oculta, de que se caminaba sobre vidrios rotos. Se notó ayer que Rangel tenía entre ceja y ceja desahogarse. Y lo hizo a su modo. Sin levantar la voz. Inmutable. Como si él no rompiera un vidrio, ni siquiera de los que ya están rotos. De pronto, aquellas preguntas, ambos las calificaron de provocaciones. Tal vez porque en el fondo de lo que estaban hablando era del Plan Ramírez.
- El aumento de la gasolina. Rangel se lo recordó. Se perdió la oportunidad. Que los trabajadores ya le habían dado el visto bueno. (No se dijo, pero en el III Congreso del PSUV también se apoyó el aumento). ¿Y qué respondió Maduro? Que el tema es delicado para la mayoría de los venezolanos. Que en este contexto es echarle fuego a la candela. ¿Cuál es el contexto? Maduro lo dijo: un momento en que predomina el factor especulativo. La respuesta es contradictoria en sí misma. Se nota que hay temor, miedo, falta de voluntad. Pues, justamente, el aumento de la gasolina es para evitar el factor especulativo. De hecho, fue errático. Cuando comparó el precio de la gasolina con el del agua puso un margen de diferencia de 2.000 a 3.000 veces. En un margen de esa magnitud se descubre a un jefe de Estado que no maneja los números ni la precisión del problema. ¿Por qué no ser más preciso? ¿Por qué la improvisación? Luego dijo que el gobierno no está urgido para aumentar la gasolina. Que hay recursos para cubrir el presupuesto de 2015. Pero, enseguida, soltó una perla sumamente grave: “La verdad es que no tenemos claro el impacto del arranque” de la medida. Es decir, del aumento de la gasolina. Lectores. He aquí la verdad. El Gobierno. El Presidente. Aún lucen desconcertados. No están seguros de qué hacer. Cómo lo van a hacer. Por ello habla de que aún tiene que “calcular el momento”.
- El problema cambiario. Donde se volvió un enredo fue tratando de explicar lo de los diferentes tipos de cambio. Aquí Rangel, sin mayores aspavientos, lo introdujo en campo difícil. Y era otra vez la propuesta Ramírez. Un orgulloso Maduro volvió a defender lo que es una debilidad: que el 98% de las divisas de 2014 son recursos del estado. Entonces habló de los distintos tipos de cambio. Y entró en materia del Sicad II, reconociendo que no ha funcionado como se previó que debía funcionar, y que los actores privados no lo han aprovechado, ignorando dos aspectos fundamentales: que la corrupción sigue canalizando las divisas por los tipos de cambio más baratos, pues al voltearse en el mercado paralelo obtienen más ganancias; y que mientras no haya confianza, ni el paralelo bajará, ni en el Sicad II los privados entrarán a ofertar divisas propias. Maduro prefirió irse por lo mismo: la guerra económica, la conspiración, y hacerse eco del gran poder que tienen las webs que publican el dólar paralelo. Hasta Eligio Cedeño reapareció en medio de la polémica. Ya eliminada Cadivi, ya ido Manuel Barroso, lo peor es que Maduro reconoció problemas en el Cencoex, organismo manejado por Alejandro Fleming, colaborador suyo directo, de confianza. Puso de ejemplo a una empresa a la que se le habían aprobado 36 millones de dólares y cuyos dueños no vivían en Venezuela desde hacía 5 años. O sea, se eliminan organismos y se crean otros para que funcionen mejor, y resulta que el nuevo repite los mismos problemas. Entonces, ya no tuvo otra opción sino anunciar que”vamos a hacer un ajuste (a Sicad II), en el momento que esté listo lo anunciaré. Vamos a incorporar nuevos elementos. Sicad 2 no ha funcionado como diseñamos que funcionara”. Fue ahí que introdujo el tema de que es “una mafia que desde Miami, la que ataca fantasmalmente la moneda, y sencillamente su objetivo es sumar elementos dentro de la guerra psicológica”. De modo que volvió a lo mismo, mil veces dicho: “Voy a instalar en Miraflores un Estado Mayor de Guerra económica que personalmente voy a dirigir como tarea central. He logrado la asesoría de un conjunto de expertos nacionales e internacionales”. Al final, no valen otras conclusiones. Maduro no parece entender la economía. Casualmente ayer, Francisco Rodríguez (Bank Of America), le declaraba a El Universal que urge “sincerar el tipo de cambio. El gobierno está vendiendo dólares a precios irreales”, y que “hay que distinguir entre las políticas microeconómicas, macroeconómicas y sociales”.
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