30 MARZO 2016
(ZENIT – Roma).- La Asamblea Nacional de Venezuela aprobó este martes el proyecto de Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional, destinada a obtener la liberación de los presos políticos.
La diputada opositora Delsa Solórzano, que presentó el proyecto de ley, aseguró que “nuestro país quiere hoy reconciliación, nuestro país anhela hoy saber que amnistía es reconciliación”.
El presidente Nicolás Maduro, por su parte, aseguró en un discurso televisado que “leyes para amparar terroristas y criminales, no pasarán por aquí. Hagan lo que hagan”. El mandatario dijo que en su país no hay presos políticos, sino políticos presos y podría apelar al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para que declare la ley inconstitucional, y que no pase, como sucedió ya en otras ocasiones.
El proyecto de ley que contó con los votos de la oposición, una vez aprobada de manera definitiva daría la liberación entre otros al dirigente del opositor partido Voluntad Popular (VP) Leopoldo López, condenado a 14 años de cárcel en septiembre de 2015, declarado culpable de incitación pública a la violencia y por haber liderado una manifestación no autorizada por el Municipio Libertador de Caracas. La manifestación reprimida por la Guardia Nacional Boliviariana tuvo un saldo de 43 muertes, entre ellos oficialistas y opositores. La Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y diversas organizaciones internacionales de derechos humanos condenaron el arresto porque consideraron que fue motivado políticamente.
El domingo, con motivo de la oración del Regina Coeli, el papa Francisco se refirió a la situación de Venezuela, “en las difíciles condiciones en las que vive”:
Que la Pascua y su mensaje, deseó el Santo Padre, “se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos. Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos”.
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