Creer en la resurrección hoy
La justicia divina otorga vida al inocente y le concede plenitud y abundancia
FÉLIX PALAZZI | EL UNIVERSAL
sábado 26 de marzo de 2016 12:00 AM
La reciente masacre de Tumeremo evidencia cómo nos hemos acostumbrado a que la muerte y la violencia sea lo normal de nuestros días. La muerte de los mineros es un hecho más que se une a la del estudiante de la UCAB, la del turista, en fin a la de todos aquellos que salieron y nunca más regresaron. Acostumbrarse a ver las cruces y a los crucificados de nuestra realidad y a ser indolentes ante esta realidad es un contrasentido para aquellos que creemos en la resurrección y seguimos al resucitado. No se puede proclamar la resurrección si nos hacemos indiferentes y convivimos con la muerte de tantos.
La fe en la resurrección suele ser, para muchos, un postulado sin sen-tido y sin referencia. Algunos la confunden con una propuesta sobre la continuidad de la vida luego de la muerte en este gran mercado de espiritualidades contemporáneas. Otros creen que es una simple ilusión para decir que no se habrá perdido todo luego de morir. La doctrina oficial de la iglesia Católica entiende a la resurrección como la glorificación en cuerpo y alma al final de los tiempos.
La fe en la resurrección nace en Israel alrededor del siglo II a.C. Uno de los primeros textos sobre la resurrección es el de 2 Macabeos 7. El rey Antíoco había profanado la costumbres de Israel introduciendo una "forma distinta de vivir" en el pueblo. Como consecuencia de ella, siete hermanos son llevados al martirio. El texto narra un suplicio violento y despiadado. En la escena del martirio se relata la presencia de una madre que "con fortaleza en el alma y sostenida en la esperanza" les habla a cada uno. La belleza de esta figura materna representa tanto la presencia femenina al anunciar la fe en la resurrección, como el amor materno de Dios.
En el relato, el Rey promete cargos y puestos al último de los hermanos en ser asesinado, si éste decide sumarse a su causa. Incluso, convence a la madre para que lo persuada. Sin embargo, la madre sostiene a su hijo implorando que vea todo lo que Dios hace en historia y todo aquello que ha hecho. Le invita acontemplar el presente, por donde Dios pasa, pues solo desde el presente se puede entender el futuro. Futuro que, por la "misericordia de Dios", recobrará a todos sus hijos perdidos. Pero el relato no termina aquí. El joven, antes de morir, se entrega confiado a Dios y se siente sostenido por el testimonio de sus hermanos. Se entrega creyendo que Dios le devolverá su vida, mientras que el tirano solo conocerá la muerte. A Jesús también lo ejecutó el poder tirano y murió por confiando en su Padre. También fueron mujeres las primeras en anunciar la resurrección.
Siendo la resurrección el nervio central de la fe cristiana no puede ser únicamente la celebración de lo acontecido en Jesús hace dos mil años atrás o la esperanza que todo creyente reserva para sí y los suyos luego de esta vida terrena. La fe en la resurrección nos recuerda no dejarnos embelesar por el poder que se sirve a sí mismo. Antíoco o Pilatos, así como los tiranos de nuestra historia, no son eternos. Hoy, proclamar la resurrección en Venezuela es solidarizarse con todas las madres y las familias que esperan encontrarse de nuevo con sus hijos e hijas. Creer en que Dios les hará justicia. La justicia que les negó este mundo. Pero la justicia de Dios no es la del castigo o del premio, y menos la de la venganza. La justicia divina otorga vida al inocente y le concede plenitud y abundancia. Creer en la resurrección significa liberarnos de la indiferencia ante la muerte de tantos crucificados de nuestra historia y colocarnos al lado de la víctima.
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi
La fe en la resurrección suele ser, para muchos, un postulado sin sen-tido y sin referencia. Algunos la confunden con una propuesta sobre la continuidad de la vida luego de la muerte en este gran mercado de espiritualidades contemporáneas. Otros creen que es una simple ilusión para decir que no se habrá perdido todo luego de morir. La doctrina oficial de la iglesia Católica entiende a la resurrección como la glorificación en cuerpo y alma al final de los tiempos.
La fe en la resurrección nace en Israel alrededor del siglo II a.C. Uno de los primeros textos sobre la resurrección es el de 2 Macabeos 7. El rey Antíoco había profanado la costumbres de Israel introduciendo una "forma distinta de vivir" en el pueblo. Como consecuencia de ella, siete hermanos son llevados al martirio. El texto narra un suplicio violento y despiadado. En la escena del martirio se relata la presencia de una madre que "con fortaleza en el alma y sostenida en la esperanza" les habla a cada uno. La belleza de esta figura materna representa tanto la presencia femenina al anunciar la fe en la resurrección, como el amor materno de Dios.
En el relato, el Rey promete cargos y puestos al último de los hermanos en ser asesinado, si éste decide sumarse a su causa. Incluso, convence a la madre para que lo persuada. Sin embargo, la madre sostiene a su hijo implorando que vea todo lo que Dios hace en historia y todo aquello que ha hecho. Le invita acontemplar el presente, por donde Dios pasa, pues solo desde el presente se puede entender el futuro. Futuro que, por la "misericordia de Dios", recobrará a todos sus hijos perdidos. Pero el relato no termina aquí. El joven, antes de morir, se entrega confiado a Dios y se siente sostenido por el testimonio de sus hermanos. Se entrega creyendo que Dios le devolverá su vida, mientras que el tirano solo conocerá la muerte. A Jesús también lo ejecutó el poder tirano y murió por confiando en su Padre. También fueron mujeres las primeras en anunciar la resurrección.
Siendo la resurrección el nervio central de la fe cristiana no puede ser únicamente la celebración de lo acontecido en Jesús hace dos mil años atrás o la esperanza que todo creyente reserva para sí y los suyos luego de esta vida terrena. La fe en la resurrección nos recuerda no dejarnos embelesar por el poder que se sirve a sí mismo. Antíoco o Pilatos, así como los tiranos de nuestra historia, no son eternos. Hoy, proclamar la resurrección en Venezuela es solidarizarse con todas las madres y las familias que esperan encontrarse de nuevo con sus hijos e hijas. Creer en que Dios les hará justicia. La justicia que les negó este mundo. Pero la justicia de Dios no es la del castigo o del premio, y menos la de la venganza. La justicia divina otorga vida al inocente y le concede plenitud y abundancia. Creer en la resurrección significa liberarnos de la indiferencia ante la muerte de tantos crucificados de nuestra historia y colocarnos al lado de la víctima.
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
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