ENTREVISTA MANUEL ACEDO SUCRE, ABOGADO Y ESCRITOR
Todos nosotros en una novela
"Mucha gente dice que reconoce a seres de la vida real en los personajes, pese a que han sido satirizados" "Traté de retratar cómo cae la sociedad en la involución. Si no fuera por la sociedad, eso no habría pasado"
"Nosotros todos", primera novela del abogado y ahora escritor Manuel Acedo Sucre, ya se encuentra en las librerías KISAÍ MENDOZA
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GIULIANA CHIAPPE , MANUEL ACEDO SUCRE , ESCRITOR | EL UNIVERSAL
lunes 7 de enero de 2013 12:00 AM
En todas las sociedades persiste una dosis de gatopardismo, ese fenómeno que el escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa conceptualizó para la historia y que se refiere a la adaptación de los individuos a nuevos sistemas de poder que en el fondo rechazan, pero que aprovechan en su beneficio.
Es lo que ha vivido la sociedad venezolana en los últimos 14 años, con un nuevo sistema político que facilita el desarrollo de una nueva clase que acumula excesiva riqueza, mientras la sociedad se plantea, en paralelo, dilemas morales y decisiones vitales.
En lo que es su primera novela, Nosotros todos, Manuel Acedo Sucre plantea en clave de ficción este gatopardismo a lo venezolano, caracterizado por el humor y una amoralidad paradójica, a ratos indignante, a veces simpática.
Su narración resulta también muy particular. Está hecha, en parte, como una conjugación verbal. Los capítulos son cuatro: Yo, el banquero; Tú, la pendeja;Él, el operador y Nosotros todos, y en cada uno se destaca uno de los personajes, sin perder el hilo de la novela, que gira alrededor de la sustanciosa venta de una carta de Simón Bolívar... que es falsa.
-¿Cómo fue la concepción de esta primera novela?
-Yo soy abogado y sólo había escrito documentos relacionados con mi trabajo, nunca narrativa. Pero siempre había tenido la inquietud de hacerlo, porque me gusta muchísimo leer. Siempre me preguntaba qué hace que una novela sea buena, regular o mala y, mientras leía, intentaba descifrar los recursos literarios, pero nunca me había atrevido a escribir.
-Es decir que usted leía y, a la vez, analizaba.
-Sí, me gusta desmenuzar la novela, descubrir cómo hizo su autor para atrapar al lector. Aunque tenía miedo de escribir algo malo, por circunstancias fortuitas, el año pasado tuve tiempo libre y decidí hacerlo.
-¿De dónde nace ese estilo narrativo de recurrir a los pronombres?
-Quería hacer algo original. Ese estilo no lo había leído antes y me pareció, además, una forma de ayudar a la descripción de los personajes, pues refleja su idiosincracia.
-Ese estilo también lo ayuda a englobar a una buena parte de la sociedad venezolana.
-Mucha gente dice que reconoce a seres reales en los personajes, a pesar de estar satirizados. Lo que ocurre es que abundan en la sociedad local.
-Una sociedad que a veces pervierte, se adapta incluso a lo que no quiere.
-Hay gente que fue supuestamente educada en democracia y que vive de su trabajo, pero que llegó a votar por un individuo que intentó un golpe de Estado y que dispone de unas ideas atrasadas sobre lo que debe ser el desarrollo de un país. Ellos votan por ese señor y luego se desencantan, pero resulta que el señor llegó para quedarse y para implantar su visión. Y esa sociedad, a pesar de estar desencantada, se adapta. Esto es lo que quiero reflejar, aunque con un toque cómico.
-Es una adaptación que recuerda a El gatopardo italiano. Siempre parece repetirse ese fenómeno político.
-Sí. Lo particular en el caso de Venezuela es que el sistema político había ido evolucionando. Cada vez éramos un poquito mejor. Buenos ejemplos son la descentralización y el nacimiento de nuevos partidos políticos. Y de repente caemos en un sistema que, en mi opinión, involuciona, regresa al caudillismo, a ideas del siglo XIX y a la épica de luchas armadas. Lo que traté de retratar es cómo cae la sociedad en tal involución. Si no fuera por la sociedad, eso no habría ocurrido.
-Hay humor pero también reflexión. Algunos personajes se plantean dilemas y decisiones dentro de un proceso reflexivo psicológico.
-Como pasa en la vida real, algunos personajes llegan a la conclusión que el sistema es como es y que lo único que queda es aprovecharse. Y si cambia el sistema, pues se adaptarán al nuevo sistema. Otros se escandalizan pero no hacen mucho por revertir la situación y también se aprovechan. Pero hay otro grupo que sí percibe lo que ocurre, y reacciona.
-¿Cómo hizo un abogado para encontrar editores para su primera novela?
-Acababa de leer La otra isla, de Francisco Suniaga, quien fue descubierto por Carsten Todmann, de OT Editores. Al final de la novela, estaba el correo del editor. Le escribí y le dije que tenía una novela, que si quería leerla. Me contestó que dejara el manuscrito en su oficina. Yo pensé que eso no iba a ninguna parte. Para mi sorpresa, me llamó a las dos semanas, me dijo que le había gustado y que pediría un par de opiniones más, la de Alfredo Chacón y la de Francisco Suniaga. Así empezó todo.
-¿Cómo observa la literatura y el mercado editorial venezolano?
-Creo que hay un renacer. Hace 15 años, los venezolanos no leían tanto. Ahora se leen muchos ensayos, autoayuda y narrativa. Los autores también se están destacando. Eduardo Sánchez Rugeles me parece tremendo escritor. Las novelas de Alberto Barrera, La enfermedad y Rating, me parecen extraordinarias. Francisco Suniaga me parece de los mejores. Otros autores como Federico Vegas me gustan porque han traído el tema histórico a la novela. Están saliendo cosas buenas y la gente las está apreciando, como refleja el mercado.
Es lo que ha vivido la sociedad venezolana en los últimos 14 años, con un nuevo sistema político que facilita el desarrollo de una nueva clase que acumula excesiva riqueza, mientras la sociedad se plantea, en paralelo, dilemas morales y decisiones vitales.
En lo que es su primera novela, Nosotros todos, Manuel Acedo Sucre plantea en clave de ficción este gatopardismo a lo venezolano, caracterizado por el humor y una amoralidad paradójica, a ratos indignante, a veces simpática.
Su narración resulta también muy particular. Está hecha, en parte, como una conjugación verbal. Los capítulos son cuatro: Yo, el banquero; Tú, la pendeja;Él, el operador y Nosotros todos, y en cada uno se destaca uno de los personajes, sin perder el hilo de la novela, que gira alrededor de la sustanciosa venta de una carta de Simón Bolívar... que es falsa.
-¿Cómo fue la concepción de esta primera novela?
-Yo soy abogado y sólo había escrito documentos relacionados con mi trabajo, nunca narrativa. Pero siempre había tenido la inquietud de hacerlo, porque me gusta muchísimo leer. Siempre me preguntaba qué hace que una novela sea buena, regular o mala y, mientras leía, intentaba descifrar los recursos literarios, pero nunca me había atrevido a escribir.
-Es decir que usted leía y, a la vez, analizaba.
-Sí, me gusta desmenuzar la novela, descubrir cómo hizo su autor para atrapar al lector. Aunque tenía miedo de escribir algo malo, por circunstancias fortuitas, el año pasado tuve tiempo libre y decidí hacerlo.
-¿De dónde nace ese estilo narrativo de recurrir a los pronombres?
-Quería hacer algo original. Ese estilo no lo había leído antes y me pareció, además, una forma de ayudar a la descripción de los personajes, pues refleja su idiosincracia.
-Ese estilo también lo ayuda a englobar a una buena parte de la sociedad venezolana.
-Mucha gente dice que reconoce a seres reales en los personajes, a pesar de estar satirizados. Lo que ocurre es que abundan en la sociedad local.
-Una sociedad que a veces pervierte, se adapta incluso a lo que no quiere.
-Hay gente que fue supuestamente educada en democracia y que vive de su trabajo, pero que llegó a votar por un individuo que intentó un golpe de Estado y que dispone de unas ideas atrasadas sobre lo que debe ser el desarrollo de un país. Ellos votan por ese señor y luego se desencantan, pero resulta que el señor llegó para quedarse y para implantar su visión. Y esa sociedad, a pesar de estar desencantada, se adapta. Esto es lo que quiero reflejar, aunque con un toque cómico.
-Es una adaptación que recuerda a El gatopardo italiano. Siempre parece repetirse ese fenómeno político.
-Sí. Lo particular en el caso de Venezuela es que el sistema político había ido evolucionando. Cada vez éramos un poquito mejor. Buenos ejemplos son la descentralización y el nacimiento de nuevos partidos políticos. Y de repente caemos en un sistema que, en mi opinión, involuciona, regresa al caudillismo, a ideas del siglo XIX y a la épica de luchas armadas. Lo que traté de retratar es cómo cae la sociedad en tal involución. Si no fuera por la sociedad, eso no habría ocurrido.
-Hay humor pero también reflexión. Algunos personajes se plantean dilemas y decisiones dentro de un proceso reflexivo psicológico.
-Como pasa en la vida real, algunos personajes llegan a la conclusión que el sistema es como es y que lo único que queda es aprovecharse. Y si cambia el sistema, pues se adaptarán al nuevo sistema. Otros se escandalizan pero no hacen mucho por revertir la situación y también se aprovechan. Pero hay otro grupo que sí percibe lo que ocurre, y reacciona.
-¿Cómo hizo un abogado para encontrar editores para su primera novela?
-Acababa de leer La otra isla, de Francisco Suniaga, quien fue descubierto por Carsten Todmann, de OT Editores. Al final de la novela, estaba el correo del editor. Le escribí y le dije que tenía una novela, que si quería leerla. Me contestó que dejara el manuscrito en su oficina. Yo pensé que eso no iba a ninguna parte. Para mi sorpresa, me llamó a las dos semanas, me dijo que le había gustado y que pediría un par de opiniones más, la de Alfredo Chacón y la de Francisco Suniaga. Así empezó todo.
-¿Cómo observa la literatura y el mercado editorial venezolano?
-Creo que hay un renacer. Hace 15 años, los venezolanos no leían tanto. Ahora se leen muchos ensayos, autoayuda y narrativa. Los autores también se están destacando. Eduardo Sánchez Rugeles me parece tremendo escritor. Las novelas de Alberto Barrera, La enfermedad y Rating, me parecen extraordinarias. Francisco Suniaga me parece de los mejores. Otros autores como Federico Vegas me gustan porque han traído el tema histórico a la novela. Están saliendo cosas buenas y la gente las está apreciando, como refleja el mercado.
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