El deslinde de Betancourt con Fidel Castro
En enero de 1959, a ventidos días de la caída de Batista, Fidel Castro visitó a Venezuela en busca de petróleo para Cuba, y es recibido en el aeropuerto por Luis Beltrán Prieto y Wolfgan Larrazábal, expresidente de la Junta de Gobierno formada al derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez. El diputado Domingo Alberto Rangel pronuncia el discurso de salutación en el Congreso Nacional, elogiando a Crescencio Pérez, símbolo cubano de la revolución que llama campesina, como llama a Fidel ...“hijo de Venezuela, porque Venezuela es madre de libertadores”...
Castro visita a Betancourt y éste lo recibe con una frase: ...”no han debido presentarse armados a Maiquetía”... 88. Fidel habia llegado con la plana mayor del “Movimiento 26 de julio”, entre otros, Raúl Castro, el Che Guevara, y Camilo Cienfuegos. Todos jóvenes, veían a Venezuela con gran entusiasmo. Un año antes los venezolanos habían derrocado al dictador Perez Jiménez, y durante 1958 prestaron ayuda económica y militar a la guerrilla, tanto el gobierno como los partidos de izquierda, entre ellos Acción Democrática. Betancourt era enemigo de Fulgencio Batista y amigo de dirigentes cubanos como Manuel Urrutia, Oswaldo Dorticos y sobre todo de Raúl Roa, que fueron los dos primeros Presidentes de Cuba y el último, el famoso embajador de Castro en la ONU durante la guerra fría. Betancourt había sido protegido en Cuba durante el exilio, por el gobierno de Prio Socarrás, hasta el año 1952 en que éste fue derrocado por el sargento Fulgencio Batista. Inicialmente, para los cubanos Betancourt era el líder capaz de incidir en una estrategia de enfrentamiento contra los EE.UU, porque había sido uno de los principales dirigentes del Partido Comunista de Costa Rica y miembro del supuesto Buró del Caribe de la III Internacional. Los cubanos apreciaban indudablemente su experiencia, así como el hecho de haber iniciado en 1945 una revolución democrática mediante la hábil manipulación de los militares, etc. El único de los dirigentes cubanos que había manifestado dudas contra todos los líderes de los partidos populares de América Latina, entre ellos Betancourt, había sido aparentemente el Che Guevara, o al menos ese dato aparece en varias de las biografías escritas sobre el famoso guerrillero, que registran una reunión del Che y otros jóvenes con Betancourt en Guatemala en tiempos del gobierno de Jacobo Arbenz.
Betancourt sin embargo le describe al líder cubano las enormes dificultades económicas que espera para Venezuela durante su gobierno, en particular el pago de la deuda externa, la confrontación contra la reacción medinista-perezjimenista, la amenaza del sector militar en su mayoría ansioso de retomar el poder, y también le expone la imposibilidad de que Venezuela le entregue petróleo a Cuba directamente, y sobre todo, lo difícil de que sea a crédito, debido al control que tenían las compañías transnacionales sobre la producción y la comercialización del petróleo venezolano.89
En AD viene existiendo un sentimiento general de apoyo a los rebeldes cubanos. En 1959 la dirigencia adeca llegó a proponer un frente internacional de defensa de la revolución cubana. La política petrolera que planea el gobierno de Betancourt se basaría en un intento de desatar al país de una rigurosa posición en la división internacional del trabajo, que como consecuencia de la monoproducción ocupaba Venezuela. Intercambiar con Cuba sobre la base de respectivas especializaciones productivas era para Betancourt algo desacertado dentro de una expectativa de diversificación económica latinoamericana planeada sobre la base de un modelo de sustitución de importaciones. Era más nacionalista intentar desamarrarse de la División Internacional, o al menos no asirse más. Por el contrario Fidel se planteaba, por desconocimiento del tema económico que por necesidad, economías que giraban en torno a la producción especializada: Explotación de la caña, explotación del petróleo, que se complementarían con el intercambio en países de influencia de la Unión Soviética y Europa, contrario incluso a los planteamientos económicos del Che Guevara, quien luchó hasta última hora dentro de Cuba por la idea de la diversificación económica, siendo por ello objeto de presiones políticas de la URSS.
En el partido AD jamás se había planteado la unión o colaboración latinoamericana sobre la base de la especialización productiva, porque de ninguna forma puede ser favorable a un país hacer trueque de una materia extractiva por mercancías industriales, mucho menos en el caso del petróleo, una materia estratégica para las grandes potencias que controlaban su tecnología y comercialización. Al Estado venezolano se le planteará muchas veces desde 1959 el comercio interestatal de petróleo con el resto de la América Latina, y la respuesta sería mas o menos constante: Aunque dar petróleo directamente a otro Estado tiene algunas ventajas y atractivos políticos, en todo caso no es posible hacer un seguimiento de un barril de petróleo, y después de despacharlo de los puertos no sabremos si va a ingresar a las reservas de las empresas transnacionales, lo cual tiene para los donatarios un lógico sentido mercantilista: Comprar barato y vender mas alto. La política petrolera no podía basarse en 1959 en ninguna idea liberal del proceso económico. El petróleo era y siguió siendo un producto de elevada necesidad mundial, y hasta el menos avisado se daba cuenta que los países latinoamericanos lo demandaban con ingencia, pero no significaba ello que por obra de la oferta y la demanda podía regularse su valor en el mercado mundial. Un país que no toleraba el liberalismo económico internamente, no podía abandonar su producción principal a la suerte del mercado mundial. Romper la idea liberal en la esfera de la comercialización petrolera chocaba así mismo en 1959 con cualquier rebaja de precios en mercados regionales aunque fuese en razón de la corta distancia o los compromisos políticos.
Temía Betancourt del proyecto de Cuba, que se encaminara a un rol inconsciente de retaguardia del capitalismo norteamericano, llevado a convertirse en un régimen que los EE.UU utilizarían para chantajear al resto de América Latina, y estaba seguro que los EE.UU no solo le permitirían sino que inducirían finalmente a los cubanos a establecer un gobierno ligado a los intereses de la URSS. Betancourt había concebido una estrategia donde promovía al Partido Comunista de Venezuela(PCV) en un rol de oposición radical activa, ligada a los intereses de la URSS, que pudiera ser exhibida como la demostración de que el comunista no era él, a pesar de que – o por ello mismo - preveía contradicciones esenciales con las transnacionales petroleras y mineras que ocasionarían con toda seguridad fuertes presiones externas. En esos momentos, AD era visto en los EE.UU como un temible partido revolucionario, y Betancourt frente a Castro vio claramente una oportunidad adicional de que las fuerzas mas reaccionarias del continente le quitaran la vista de encima y voltearan hacia Cuba. La presencia de un régimen comunista en América Latina ofrecía una oportunidad de intentar reformas demócrataburguesas que en otras circunstancias ni siquiera podían pensarse. Para los EE.UU Rómulo Betancourt seguía siendo el líder de un partido marxista y el fundador del Partido Comunista de Costa Rica.
Betancourt le explicó a Castro que el Estado venezolano era dueño efectivamente de los yacimientos pero la producción y comercialización la controlaban las transnacionales petroleras debido a concesiones que habían obtenido años atrás en los gobiernos autoritarios de Gómez, Medina Angarita y Pérez Jiménez, y que si bien el nuevo gobierno iba a reiniciar una política de No más concesiones petroleras ni mineras, y que si bien se trataría de convencer a los árabes para una alianza por la defensa de los precios, y que si a la vez se iba a fundar una empresa petrolera estatal; también en las circunstancias del momento era imposible convenir un intercambio de gobierno a gobierno entre Venezuela y Cuba, porque Venezuela no podía nacionalizar en forma inmediata la industria, la cual representaba el 90% del ingreso fiscal y casi la totalidad del ingreso de divisas; mucho menos con la crisis financiera que ya se ha previsto por la gran fuga de capitales y la deuda dejada por Pérez Jiménez de unos 4.000 millones de dólares. No es lo mismo, arguyó Betancourt, nacionalizar dos vetustas refinerías en Cuba que estatizar una producción que representa el 46% de las importaciones petroleras de los EE.UU. La misma Cuba recibía en ese momento petróleo de las transnacionales desde Venezuela. Castro le había dicho a Betancourt que estatizaría las empresas batisteras y norteamericanas, y éste le recomendó – según afirmó en sus memorias - que lo hiciera indemnizándolas o con la promesa de indemnización para disminuir las consecuencias dentro de los EE.UU.
El encuentro había sido tenso pero amistoso. Betancourt se dio cuenta que con una Cuba radicalizada y amenazante los EE.UU. estarían tan ocupados con ella que descuidarían las presiones que habían montado contra la política venezolana de no concesiones petroleras ni mineras que había sido decretada en 1945 por Betancourt, suspendida por el dictador Pérez Jiménez. El mismo Betancourt comentó tiempo luego que Castro no parecía escuchar los argumentos y seguía hablando que Venezuela y Cuba debían aliarse para enfrentarse a los EE.UU, y concluye: “Allí di por terminada la reunión”.
Castro regresó a Cuba y sacó de la manga el as escondido del petróleo soviético, pacto que al firmarse en 1960 ocasionó que las transnacionales petroleras cortaran los suministros que venían haciendo desde los yacimientos venezolanos. México se negó a suministrar petróleo a Cuba, excepto una pequeña cuota, con el alegato de que su producción si acaso alcanzaba para su propio consumo, y se ha dicho que Canadá hizo lo propio. Al cortarse los suministros, Castro amplió el pacto con la URSS para la totalidad de suministros petroleros de la isla.
Entre tanto, el Congreso de los EE.UU. ya venia considerando la disminución de la cuota de importación de azúcar de Cuba, pero hasta ese momento los numerosos amigos de la isla que los tenía en el Congreso gringo, habían logrado que no se tomara ninguna decisión. Fidel Castro había calculado que como los importadores de azúcar hacían buenos negocios con el azúcar cubano, se encargarían de impedir cualquier medida contra la cuota azucarera. Falló en sus cálculos. El desafío en el asunto petrolero ocasionó que el resto de la cuota azucarera que quedaba de 1960 -unas 700.000 Tm-, fue suspendida por el Congreso norteamericano. Inmediatamente la URSS ofreció a Cuba adquirir esas 700.000 TM, mientras el Che Guevara logró un convenio con China Comunista para la adquisición de 500.000 Tm/a para los siguientes cinco años, es decir hasta 1965, que al parecer incluyó unos préstamos de China a Cuba con cero interés, lo cual viene a formar parte del enfrentamiento Chino-Soviético por dominar el escenario cubano.
Fidel repostó el 6 de agosto de 1960 y estatizó el grueso de las inversiones norteamericanas en Cuba (la compañía de electricidad, la telefónica, tres centrales azucareros y dos refinerías de petróleo). El decreto incluso contuvo una consideración que la opinión norteamericana tuvo que ver como una insolencia: Las estatizaciones pueden tener la contrapartida de indemnización solo contra los excedentes de azúcar vendida a los EE.UU. por encima de los tres millones de Tm en los años siguientes.
En septiembre de 1960 Castro continuó y estatizó la subsidiaria de la empresa gomeras, la cadena de tiendas Minimax, y las oficinas de bancos norteamericanos. Siguió la confiscación de las dos tabacaleras, y el 14 de octubre estatizó 400 compañías nominales, de las cuales solo 20 eran norteamericanas.
En respuesta, las empresas acudieron a tribunales norteamericanos demandando a Cuba indemnizaciones, y los tribunales de EEUU decretaron el 19 de octubre una medida de embargo a todas las exportaciones hacia Cuba con excepción de medicinas y algunos alimentos. El embargo no se originó en una medida de gobierno, sino en una decisión judicial.
Castro el 25 de octubre repostó nuevamente estatizando 166 compañías norteamericanas mas bien nominales que quedaban en Cuba, y que eran of shores de cierta frecuencia en el Caribe.
En esos cinco meses (junio-noviembre de 1960) de guerra económica, emergió un proceso casi inconsciente de radicalización cubana, azuzado por la URSS pero impulsado por los EEUU, lo que logró insertar a Cuba en la estrategia de la guerra fría y sirvió a Castro para obtener una bandera de ultranacionalismo con la cual gobernó a Cuba sin rendir cuentas. Hasta esos momentos de 1960 el gobierno había expropiado a batisteros que se habían enriquecido con dineros mal habidos del juego, la prostitución y la corrupción administrativa. En mayo de 1959 se había dictado una Ley de Reforma Agraria mas bien tímida que no tenía repercusión alguna ya que si bien imponía redistribir la escasa tierra isleña, la comercialización del azúcar y su derivados se reservaba al Estado. También se había dictado un decreto de congelación de alquileres urbanos y de tarifas de electricidad y se había nacionalizado el vetusto sistema de transporte urbano. Había libertad de prensa y televisión, y partidos políticos. La revolución devino en una rauda estatización por obra del enfrentamiento con los EE.UU. No obstante, Castro significó mas que todo un escándalo y no una real controversia económica y política para los EE.UU. Solo a los filósofos franceses se les ocurrió hacer un ícono del gobierno cubano. El ultranacionalismo le sirvió a Castro para liquidar a sus adversarios internos.
Lo que pasó en Cuba entre junio y noviembre de 1960 es prácticamente todo el contenido de la revolución cubana, retórica aparte. Desde la perspectiva de nuestro tiempo habría que preguntarse: ¿Fidel Castro se envolvió en la fantasía de verse dentro de aquel mundo de desarrollo industrial de la URSS y los países del este de Europa (en la propaganda del bloque soviético)?. ¿Creyó que Cuba sería sembrada de chimeneas industriales y en un país de tan poca población brotarían de las piedras leche y miel?. Quizá. Pero Cuba fue tratada por la URSS como un país mas del tercer mundo. El audaz emplazamiento de tecnología nuclear se vino abajo cuando Nikita Kruschov reculó ante el bloqueo de la marina de EE.UU. Los generales del Kremlin le habían hablado muy claro al Primer Secretario Soviético: No vamos a matarnos por una isla del Caribe. Años luego, cuando EE.UU. suministró a la URSS una inmensa cantidad de trigo para solventar la crisis que los soviéticos tenían con la pérdida de sus cosechas por las heladas, todo el mundo – en especial los cubanos - empezó a comprender que la guerra fría era en realidad un entendimiento de las grandes potencias para someter al resto del planeta. Cuba siguió siendo un país monoproductor, sin diversificación económica, sometido a un atraso brutal e injusto. Cuba se habia suicidado, un síndrome que cierto autor cubano dice es congénito del pueblo cubano.90
La ansiedad por el petróleo venezolano le viene a Castro desde esa época.
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