Constelaciones familiares Una llave para sanar
De la mano de un alemán surgió hace ya más de dos décadas un método terapéutico basado en la convicción de que cada persona hereda de sus ancestros no sólo sus rasgos físicos, sino también el carácter, los gustos, los gestos y hasta el comportamiento. Venezuela no se escapa de practicar esta manera de curar las heridas traídas del pasado.
María Elisa Espinosa
mespinosa@eluniversal.com
Muchas veces el universo puede ayudar a explicar fenómenos que se dan en la vida diaria de una persona. Por ejemplo: así como una constelación se refiere a un grupo o conjunto de estrellas y planetas que forman parte de un sistema que se encuentra en continua interacción, sucede igual con los seres humanos al ser partícipes de un sistema que se inicia con la familia y se dirige hacia otros grupos humanos.
La diferencia radica en que, además de regirse por leyes naturales como ocurre con los planetas y las estrellas, los hombres y mujeres también se manejan por leyes espirituales, familiares, sociales y culturales, formando así un sistema tan complejo como maravilloso, del cual mucho se puede aprender y del cual mucho se puede desentrañar para ser mejores cada día.
Grosso modo, es en esto en lo que se basa el método terapéutico de Constelaciones Familiares propuesto por el alemán Bert Hellinger, teólogo, educador y filósofo, pero además psicoterapeuta formado en diversas disciplinas como el psicoanálisis, el psicodrama, la terapia primal, la hipnosis y la terapia sistémica familiar, de la cual se valió en gran medida para dar con su particular descubrimiento hace ya más de dos décadas y luego de haber estado investigando sobre ello por más de 30 años, en gran medida inspirado por lo que vivió junto a miembros de la tribu zulú en Sudáfrica, donde observó la relación tan especial de respeto y paciencia mantenida entre los miembros de una misma familia.
Concretamente, según explica Irene Specht, presidenta del Instituto Venezolano de Escuelas Holísticas y consteladora acreditada por el Instituto Bert Hellinger de Venezuela, este estudioso del comportamiento humano propone que “cada persona es parte de su sistema familiar y depende del mismo para su existencia y calidad de vida”.
En otras palabras: cada individuo pertenece a una familia, y cada familia es un sistema. Así que cuando algo afecta a uno de sus miembros, esto repercute sobre el resto de ellos. De allí que digan sus seguidores que cuando una persona no logra solucionar una situación que le afecta (como por ejemplo problemas de adicción, depresiones, enfermedades, problemas económicos o de trabajo y divorcios), esto puede haber sido ocasionado o activado por algún familiar, bien sea del presente o del pasado.
Convencido de esto es que Hellinger propone el método de Constelaciones Familiares como una vía para descubrir, precisamente, en cual punto de ese sistema ha estado la traba (o “embrollo”) para que la vida de una determinada persona no logre fluir como se desea. Según asegura el alemán, sólo a partir de ese hallazgo es que puede darse una sanación verdadera.
Una cuestión de genética
Desde el momento en que el método de Constelaciones Familiares defiende como una gran certeza el hecho de que cada individuo posee la información de las vidas de las que proviene, tanto a nivel psíquico como físico, se está afirmando igualmente que dicha transmisión se da desde lo más profundo del ser; es decir, a través de sus genes.
“Es por ello que, así como se puede heredar el color de los ojos y de la piel, o la forma de las manos, etcétera, también se puede heredar el carácter, los gustos, los gestos, las tendencias depresivas y psicopáticas, las obsesiones… Es decir, un gran número de características que posiblemente pertenecían a alguno de nuestros antepasados”, explica Specht, quien define todo esto como “el alma de la familia”.
“Allí reside toda la información de nuestra historia familiar, la conozcamos o no. Esta historia está impresa en nuestras células y conlleva un orden que permite que la vida fluya a través de nosotros. Este orden se traducirá en cualidades, así como también heredamos los conflictos no resueltos que se hayan podido generar en el seno de nuestras familias debido a factores tales como la inversión del orden jerárquico dentro del sistema familiar, la pérdida de seres queridos, abortos, separaciones traumáticas, abandonos, violencia intra y extra familiar como guerras, asesinatos, suicidios y luchas de poder, además de secretos familiares como hijos no reconocidos, crímenes y relaciones fuera del matrimonio”.
Y también un asunto de energía
Según detalla en su libro Ecos del pasado Carola Castillo, fundadora y directora de los Institutos Bert Hellinger de Venezuela, de Western Pennsylvania en Estados Unidos, de Ecuador y República Dominicana, el método ideado por el psicoterapeuta alemán consiste en “constelar” o “conformar” a una persona valiéndose de otras que participen como representantes de aquellos integrantes de su familia que estén implicados en determinado “recurso” (prefiere esa palabra a “problema”) que se quiera resolver.
Hellinger descubre que durante el proceso de la constelación se llegan a dar “conexiones especiales” gracias a las cuales estos representantes comunican la información de los miembros de la familia que ellos representan.
Pero habrá que admitir que algo así no resulta fácil de digerir por parte del denominador común de los humanos; incluso el propio Hellinger en su momento llegó a confesar en una entrevista que le hiciera su amigo y colega, Norbert Linz, no contar con un razonamiento al respecto.
Sobre eso dijo: “No puedo explicarlo, pero es posible ver cómo, en cuanto los participantes de una constelación son situados unos con otros, ya no actúan ni sienten como ellos mismos, sino como los miembros de aquella familia que representan. Incluso desarrollan los síntomas físicos de aquellas personas”.
En todo caso, si alguna explicación pudiera tener esto, sería que se trata de un proceso “fenomenológico”, tal cual lo terminó calificando el estudioso alemán para que luego sus seguidores, y entre ellos Castillo y Specht, lo suscribieran basadas en la experiencia que han tenido en terapia individual y muy especialmente en aquellas constelaciones familiares que se trabajan en grupo: “En este tipo de dinámicas —detalla Specht— la persona plantea un tema que quiere trabajar y partiendo de eso se busca en el grupo las personas que puedan representar a los integrantes de esa situación específica. Luego de esto se produce una imagen; es decir, las personas se van colocando en el lugar adoptando una posición que resulta de un movimiento de la energía. Nosotros no inventamos nada, es lo que se está dando en el momento. La energía se mueve y nosotros (los consteladores) vamos viendo el movimiento y a partir de eso buscamos una solución para ese conflicto o eso que no estaba resuelto”.
Por todo ello, el método de Constelaciones Familiares, según también aclara la terapeuta, termina enmarcándose en una nueva fuerza -denominada “energética”- que ha surgido en las últimas décadas dentro del estudio del comportamiento humano, sumándose así a otras tres mucho más conocidas: terapia dinámica (en la cual se incluye el psicoanálisis), la mecánica (con el conductismo como método) y la humanista (entre las cuales se conocen terapias como la Gestalt y el análisis transaccional entre otras).
Por lo que la pregunta obligada para un individuo pragmático y racional sería: ¿No se confunde todo esto con esoterismo?
Specht lo niega y se extiende explicando que esta nueva vía energética de la psicología, incluyendo las Constelaciones Familiares, apunta a “la inclusión de mente, cuerpo y espíritu; de pensamientos, sentimientos y acciones para tener una ‘centración’ con toda la parte espiritual, toda la información que se trae de atrás. Es decir, es el organismo como un todo. Es el ser humano en toda su dimensión… La idea es la integración”.
En todo caso, entiende la terapeuta que algunas personas lleguen a dudar de esta terapia, aunque vaticina que “lo harán hasta que lo vivan, y no sólo este tipo de terapia, cualquiera otra. Estamos hablando de crecimiento personal y ojalá todos nos interesáramos por ello, por tratar de ser cada día mejor”. •
Quiénes, cómo, cuándo |
• Pertenecen al sistema familiar el padre, la madre, la pareja (actual o no), hermanos, tíos (no así los sobrinos), abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y más atrás; incluso animales con los cuales se ha establecido un vínculo muy fuerte pueden llegar a conformarlo, según advierte Specht. • Un constelador familiar no puede ser cualquier persona, según bien se ocupan de aclarar quienes se han dedicado a estudiar y practicar este método en Venezuela. “Es importante tomar en cuenta el poder que encierra este trabajo... Si no sabemos manejarlo, si lo hacemos sin asumir la responsabilidad que implica, es decir, sin ver las consecuencias que puede tener para nuestra alma, podemos encontrarnos algunas veces en un callejón sin salida, no para nuestra intelectualidad sino para nuestro más profundo ser”, escribe al final de su libro Ecos del pasado Carola Castillo. • Castillo, pionera en Constelaciones Familiares en el país, ideó la manera de trabajar en esta terapia ya no sólo con el apoyo de un grupo sino de forma individual. Para ello creó unos muñequitos (figurines sistémicos) que fungen de representantes de cada miembro del sistema y entran a actuar en función de cada “recurso” que se quiera abordar. • Para que una sanación se pueda llegar a dar a través de una constelación familiar hay una palabra clave: asentir, o lo que es lo mismo, aceptar como cierto. Según explica Irene Specht, esto va más allá de perdonar o aceptar simplemente... “Cuando yo perdono, hago un juego, me pongo en una posición superior y cuando acepto también estoy haciendo un juicio. En cambio, cuando asiento, lo acepté plenamente, lo liberé todo”.
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• El Instituto Venezolano de Escuelas Holísticas (IVEHO) tiene programado el taller En busca de la alegría, mi niño interior, para los días 5, 6 y 7 de mayo. Allí los participantes tendrán la oportunidad de vivir la experiencia de las constelaciones. Más información por los teléfonos: 754.0951, 753.1105 y 0416-622.8513. e-mail: iveho@hotmail.com.
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