El "santo" Chávez pierde fieles en tiempos de crisis
El deceso del líder de la revolución bolivariana inauguró un tiempo de nueva religiosidad, con sus propias oraciones, sitios de peregrinación y reliquias. Sin embargo, los intentos de crear una religión política a partir de su carisma parecen haberse estrellado contra el desencanto producido por la crisis económica. A tres años del fallecimiento del mandatario, los destellos de la veneración popular han perdido su fulgor
No parecen tiempos fáciles para rendir tributo a Hugo Chávez. A la parada de la Ruta del 4-F, frente al liceo Fermín Toro, no siempre llegan los metrobuses que, según promesa gubernamental, funcionarían siempre de manera gratuita para subir a seguidores y curiosos al Museo Histórico Militar, rebautizado como Cuartel de la Montaña, lugar donde se erige la tumba del ex presidente venezolano de cuyo anuncio oficial de muerte se cumplieron ayer tres años.
Quizás la tímida afluencia de visitantes no es suficiente para justificar el servicio este mediodía del sábado 27 de febrero, pues pese a lo emblemático de la fecha solo hay un puñado de menos de ocho personas en espera, a las que trata de disuadir una empleada del Metro de Caracas. “Hay un megamercal en el barrio El Observatorio y está cerrada la vía”, les dice para que desistan de montarse en la unidad. Parece una eventualidad, pero las interrupciones de la ruta no son raras. A Jesús Martínez, estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello, el fin de semana anterior le aseguraron que habían eliminado esa línea de metrobuses y que debía pagar 40 bolívares para hacer el viaje en camionetica si quería conocer el lugar que se hizo de peregrinaje obligatorio para los adeptos a la revolución bolivariana.
El domingo 28 de febrero, sin embargo, sí es posible subirse al Yutong con aire acondicionado y con las notas de “Así se compone un son” de Ismael Miranda como melodía de fondo, que deja a los pasajeros a unos metros de las puertas del cuartel y que más de un vecino aprovecha para ir desde la estación El Silencio hasta Monte Piedad, donde está la parada Guerreros del 4-F. “Siempre hay puesto y se viaja cómodo”, se regodea un hombre ya mayor, para quien usar el transporte gratuito supone un verdadero ahorro. Frente a las puertas del museo lucen innecesarias las hileras de cadenas parecidas a las que se usarían en un parque temático, pues no pasa de veinte el número de quienes intentan entrar en ese turno al recinto, entre ellos “muchos cubanos”, según apreciación de la guía.
Para la historiadora Margarita López Maya, la exigua presencia de visitantes en el cuartel puede interpretarse como un síntoma del fracaso de la estrategia gubernamental de promover una religión política a partir del culto a la personalidad de Chávez y la sacralización de su figura. “En ello se han invertido muchos recursos públicos, pero no está funcionando, a juzgar por la disminución de más de 2 millones de votos que ha sufrido el chavismo. Luego de 3 años de crisis se ha acentuado el desencanto y crece la conciencia de que se malbarató el tiempo para tomar las medidas que eran necesarias”, señala.
Recientemente una campaña del gobierno hace mano del culto para no perder militantes, o feligresía, en medio de crisis. El lema “La cosa está muy dura, pero tengo fe”. En uno de los videos una mujer asegura que a pesar de que hay colas, desabastecimiento y “todo está muy caro”, no se compara con la vida antes del chavismo.
El escenario del rito
Hay dos procesos que pueden dar como resultado el nacimiento de una religión política, describe Antonio Elorza, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Por una parte, puede ocurrir que una creencia religiosa logre proyectarse hacia espacios de poder político y, por la otra, que un movimiento o partido adopte formas o contenidos de naturaleza religiosa, como parece haber ocurrido en el caso venezolano.
En vida de Chávez ya había voces que advertían sobre los planes de construir una “religión a la bolivariana”. El sacerdote e investigador de la comunicación Honegger Molina García detalló en un artículo para la revista Comunicación algunos de sus rasgos, entre otras cosas, el usufructo del crucifijo –que protagonizó momentos críticos como el retorno de Chávez al poder en la madrugada del 13 de abril de 2002–, pero también en la exaltación de símbolos propios, como la boina roja y el escapulario de Maisanta. Con fines de investigación, recopiló 1.400 fotografías provenientes de todo el país donde podía verse al entonces presidente junto a Jesucristo en afiches y en murales en las calles o en aulas de escuelas bolivarianas. En una sola de sus alocuciones dominicales, podía llegar a decir la frase “Dios te bendiga” más de 40 veces, refiere.
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