El Mito de Fabricio Ojeda
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La historia de Fabricio Ojeda, venezolano que
ocupa sitio prominente en el altar comunista,
se teje en medio de una intriga cuyos hilos
vienen a dar en Hugo Chávez.
Fabricio Ojeda es un privilegiado ícono de la izquierda latinoamericana. Su nombre es enaltecido por el propio Fidel Castro. ¿Qué hizo Fabricio para merecer la gloria? Poca gente fuera de los altos mandos cubanos sabe exactamente lo que hizo para elevarse al panteón comunista. En próximos artículos descorreré el velo de ese misterio que alimenta un mito. Tengo información fidedigna nunca publicada que me atrevo a llamar sensacional. La iré desglosando en próximos artículos. Si producen polémica, esta servirá para aclarar la historia, cualquiera que ella sea.
El tema me ha intrigado desde que comencé a investigar para un libro sobre la idea imperial de Fidel Castro. Es defendible cualquier plan de hacer realidad el sueño de Bolívar y Martí, unificar a Hispanoamérica, pero es repudiable su intención de hacerlo dentro del esquema de un imperio comunista bajo su mandato o, ya que él no pudo, de su delfín, Hugo Chávez.
Fabricio jugó un papel importante en las primeras etapas de ese proyecto. Venezuela, Wolfang Larrazábal y Fabricio Ojeda jugaron roles clave en el triunfo de Fidel. Fabricio fue un hombre dedicado a su ideología y murió luchando por ella. Fue un personaje con méritos, pero la izquierda celebra su nombre por razones equivocadas.
Fabricio Ojeda fue captado en la UCV por el partido comunista siendo activista de URD en los años 50. Estas infiltraciones eran normales en la época de la guerra fría. Muchos jóvenes de la época, indignados ante la desigualdad social y la pobreza general en un país rico como Venezuela, hicieron del marxismo su biblia. Muchos estudiantes, militares, profesionales, etc., bebieron de la pócima moscovita y se hicieron obedientes peones de la Unión Soviética, cerrando los ojos ante aquella tiranía sangrienta que luego denunciaría Krushchev. El marxismo fue la droga de los intelectuales en los años 50 y 60.
Hay que considerar el marco histórico. Antes que existiera Fidel ya existía el partido comunista soviético. Este era el brazo ideológico del segundo imperio más poderoso del mundo, sus tentáculos por todo el planeta. Inicialmente, la organización encargada de inocular el comunismo en otros pueblos fue el Comintern. Esta era una organización internacional cuyo fin era derrocar por todos los medios, incluyendo la fuerza, a los gobiernos burgueses del mundo, para crear un imperio comunista mundial. El Comintern se disolvió cuando la Unión Soviética se unió a los países no comunistas en la Segunda Guerra Mundial. Al terminar la guerra Europa había perdido su protagonismo. Quedaron en pie dos colosos antagónicos: los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La URSS reactivó su plan de convertirse en un imperio mundial. Sobraba uno de los dos grandes imperios sobraba y se inició la Guerra Fría, que se extendió a la América Latina.
El Plan Marshall, con apenas 13 mil millones de dólares, detuvo el avance de la URSS en Europa Occidental. Para contrarrestarlo Stalin estableció el Cominform, una coalición de partidos comunistas de países europeos con objetivos similares al Comintern. En 1956, poco después de la muerte de Stalin, la Cominform fue disuelta por Krushchev. El líder soviético, al no poder expandir el comunismo en Europa Occidental, desplazó la política expansionista hacia los países subdesarrollados incluyendo Latinoamérica. La idea básica seguía igual: derrocar a los gobiernos burgueses del tercer mundo e imponer en ellos gobiernos comunistas.
Al moverse el escenario al Tercer Mundo, la KGB y la CIA adquirieron gran importancia. A través de esas organizaciones clandestinas la URSS y USA penetraron el Tercer Mundo, apoyando partidos y lideres que compartían sus ideas. Dentro de este escenario convulso aparecen Fidel Castro y Fabricio Ojeda, entre otros revolucionarios. El desarrollo de esta historia continuará en los próximos artículos.
El Golpe que no se dio 0
El golpe que no se dio
Gen Carlos Peñaloza
El Partido Comunista tiene desde los años
cincuenta la determinación de tomar el poder en
Venezuela. En 1958 no lo hizo porque Pérez Jiménez
descuadró el marco político al escapar cuando
se creyó que resistiría.
Fabricio Ojeda fue un hombre de izquierda que murió fiel a sus principios. La ayuda encubierta que en Venezuela obtuvo para Fidel en 1958, fue decisiva para el triunfo de la revolución cubana. Este aporte le ganó la confianza y el agradecimiento del dictador cubano. Las circunstancias no aclaradas de su muerte contribuyeron a crear su leyenda. Lo demás quedó a cargo de la eficiente maquinaria propagandista castrista que lo convirtió en un ícono revolucionario rodeado de misterio.
Su vida hasta graduarse en la Universidad Central de Venezuela fue casi anónima. A partir de allí una serie de circunstancias lo catapultan. Lo contradictorio es que Fabricio hizo cosas importantes y apasionantes que no se conocen, pero se le celebra por hechos que no realizó. Se la he inmortalizado como el presidente de La Junta Patriótica que anunció la huida de Marcos Pérez Jiménez. Muy pocos conocen por qué le tocó anunciar esa noticia y asumir una jefatura que nunca tuvo.
La Junta Patriótica fue creada por Guillermo García Ponce, un líder fundamental del Partido Comunista de Venezuela, luego que Pérez Jiménez convocara al plebiscito de 1957. Los principales líderes de AD, COPEI y URD estaban en el exilio o la clandestinidad, esos partidos estaban casi disueltos y en manos de dirigentes jóvenes de segunda línea. El único partido que continuó funcionando en la clandestinidad fue el PCV, gracias a su disciplina y la estructura de células. García Ponce fue un hombre audaz e inteligente que vio la oportunidad de tomar el poder en 1957 con el apoyo de la URSS. Kruschev se orientaba a expandir el comunismo hacia los países subdesarrollados incluyendo Latinoamérica. Venezuela era un blanco apetitoso. En la Sierra Maestra, Fidel Castro se había alzado contra Batista. Fidel tenía contactos discretos con el Partido Comunista Cubano y existían células comunistas de exiliados cubanos operando en Venezuela.
El rechazo a Pérez Jiménez aumentó después del fraudulento referendo de 1957. La oportunidad parecía propicia para su derrocamiento. Douglas Bravo había captado algunos jóvenes militares. A nivel universitario y en el movimiento sindical, el PCV era fuerte.
El obstáculo era el recelo que el comunismo despertaba en los venezolanos. Era necesario crear una organización neutral controlada por García Ponce sin inspirar suspicacia. Camuflar al partido comunista con la piel de cordero de la Junta Patriótica y a través de esa organización lograr alianzas con las demás fuerzas políticas. La Junta se creó no como el comando de una revolución contra Pérez Jiménez, sino como una modesta organización de apoyo a la resistencia. De esa manera se disimulaba la intención de apoderarse del poder. Pero el PCV controlaba la Junta. AD, URD y COPEi eran “compañeros de viaje” que se llevarían una sorpresa el día del golpe. Por fortuna, ese golpe nunca se dio. Quedó esperando hasta 1992.
Mañana: Continuación de este relato sobre Fabricio Ojeda, Fidel Castro y el PCV.
ANUNCIO:
EL PDVAZO
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El tema de actualidad en Venezuela es la explosión del tumor putrefacto de corrupción que crecía incontroladamente en PDVSA. Desde que llegó Ali Rodriguez Araque a PDVSA, a raíz del paro petrolero, una mafia de saqueadores híbrida formada por los operadores financieros de siempre, unidas a los rojo rojitos petroleros hambrientos de fortuna se encargaron de corromper a PDVSA.
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El escándalo de los fondos de pensiones es solo la punta del iceberg. Si Chávez no toma medidas serias para detener este proceso la enfermedad podría tener carácter terminal y conducir a Venezuela a la ruina. La única jugada lógica que tiene Chávez en su manos es decapitar la cúpula petrolera. Pero ellos saben demasiadas cosas.
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Se atreverá el paracaidista?
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Los próximos artículos giraran sobre este tema.
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