Además del proyecto Alcatraz creado por los Hermanos
Vollmer hace años en su hacienda Santa Teresa, donde
se produce el Ron del mismo nombre, para establecer
la paz con los jóvenes delincuentes del entorno.
Película "Hermano" da un mensaje de esperanza a los pandilleros
(EFE).- La ópera prima del cineasta venezolano Marcel Rasquin, "Hermano", donde se narra cómo la vida compensa el talento aunque se nazca en un lugar violento, lanza un mensaje de esperanza a miles de pandilleros de barrio que el proyecto Alcatraz de la Fundación Santa Teresa hace años convierte en realidad.
Este proyecto, que nació de la mano de Alberto J. Vollmer, se dedica a rescatar de las calles suburbiales de la Comunidad de José Rafael Revenga, en el estado de Aragua a jóvenes delincuentes sin futuro aparente a través de programas de trabajo social y la práctica del rugby.
Aunque en la película de Rasquín, que es una ficción y no un documental, a estos dos hermanos que malviven junto a su madre en un rancho del barrio de La Ceniza se les presenta la ocasión de escapar de su realidad jugando al fútbol, el proyecto Alcatraz rescata a los chicos con rugby, cuyas categorías juvenil y de mayores han cosechado ya algunos éxitos.
Desde "Hermano", Rasquin muestra una realidad violenta, cruel, y a veces, hasta sádica, pero también desvela mundos de ilusiones, de ideales y proyectos que tienen estos jóvenes, chicos normales que piden a gritos la normalización de sus vidas, que aman a sus familias y que son capaces de cualquier cosa por salir adelante.
Para eso sirve el Proyecto Alcatraz: para "transformar el liderazgo violento en liderazgo virtuoso", según rezan sus estatutos, donde también figuran en lugar destacado máximas como "la confianza es la base para la paz" o "mi futuro depende de mí".
Esta iniciativa, han explicado a EFE responsables de la Fundación Santa Teresa Internacional, nació en marzo de 2003 como respuesta a un atraco a mano armada que tres chicos cometieron contra un miembro de seguridad de la compañía.
Capturados los delincuentes, se les dio la alternativa de pagar su delito con trabajo no remunerado para el Proyecto Alcatraz en lugar de ser encarcelados, y los chicos aceptaron, aunque curiosamente, con ellos llegaron otros veintidós chavales, miembros de la misma banda que pidieron incorporarse al proyecto.
Durante tres meses, estos jóvenes que se apuntan al proyecto participan en un programa que incluye trabajo intensivo, formación en valores, educación, asistencia psicológica y trabajo comunitario y, sobre todo, la posibilidad de jugar al rugby.
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