El Carabobeño 07 junio 2011
Desde el inicio de la humanidad el hombre ha buscado diferentes maneras de comunicarse. Los jeroglíficos, el humo, la música, las palabras han sido sus mecanismos. La pintura es también un modo de expresión.
Se entiende la comunicación como el intercambio de sentimientos, opiniones, o cualquier otro tipo de información mediante el habla, la escritura y las señales.
Dibujar o pintar puede significar para cada persona algo diferente. Hoy día, médicos, psicólogos y educadores venezolanos utilizan la pintura para identificar lo que refleja la salud mental, corporal y emocional, sobre todo de los niños y niñas, a través de la técnica de la psicopintura.
Dinora García, educadora y especialista en esta técnica, asegura que sirve para diagnosticar estados de salud mental, emocional, físico y espiritual de una persona. "Permite además, la comunicación entre el consciente y el inconsciente".
Diry Navas, entrenadora del Taller "La Magia de la Psicopintura", coincide con la anterior apreciación. Opina que los dibujos constituyen una de las muchas formas del lenguaje simbólico, que moviliza los niveles relativamente primitivos de la personalidad. "Las personas tienden a expresar en sus dibujos, a veces en forma inconsciente e involuntaria, una visión de sí mismos, tal como son o cómo les gustaría ser".
Para la experta, la psicopintura es una herramienta para diagnóstico escolar, pues el niño o la niña permite conocer diversos aspectos de su nivel cultural, intelectual, emocional. También se pueden conocer los sueños, recordar hechos pasados, hablar del futuro, de las frustraciones, deseos, valores y así el docente podrá tener un mejor control del grupo en el salón de clases.
Posibles asociaciones
Dinora García, maestra en programación neurolingüística, sostiene que en los dibujos de los escolares se pueden observar detalles que a una persona mayor le puede pasar inadvertidos. La técnica puede detectar cómo se siente el niño respecto a su familia, su escuela, y otros ambientes. "El dibujo puede ser en la infancia, un canal de comunicación entre el niño y su mundo exterior".
La posición del dibujo, sus dimensiones, los trazos, la presión del manejo, entre otras cosas, dicen mucho en una sola imagen y los colores juegan un importante papel: el rojo representa la vida, el ardor, el activo; el amarillo, curiosidad y alegría de vivir; el naranja, necesidad de contacto social y público e impaciencia; el azul, la paz y la tranquilidad; el verde, cierta madurez, sensibilidad e intuición; el negro representa el inconsciente; el marrón, la seguridad y planificación. "El dibujo de un solo color puede denotar pereza o falta de motivación", detalla.
Manifiesta la terapeuta educacional que esas pautas son simplemente unas pinceladas dentro del gran mundo de esta técnica. No se deben generalizar las reglas de interpretación. Por ejemplo: los trazos continuos, sin interrupciones, suelen denotar un espíritu dócil, mientras el borrado o cortado puede revelar a un niño algo inseguro e impulsivo. La presión del manejo indica entusiasmo y voluntad, cuanto más fuerte sea, más agresividad existirá. Cuanto más superficiales sean demuestra falta de voluntad o fatiga física.
Los dibujos con formas grandes muestran cierta seguridad, mientras los de formas pequeñas suelen estar hechos por niños que normalmente necesitan de poco espacio para expresarse, pero también pueden mostrar a un niño reflexivo o con falta de confianza.
García comenta que desde el inicio del garabato se pueden analizar diferentes aspectos. "El dibujo toma una especial relevancia en la evaluación a partir de los 4, 5 y 6 años de edad, momento en el que está consolidado. Algunos de los elementos pueden ser susceptibles de observación y evaluación en las primeras etapas del niño. El modo en que toma los lápices: si lo hace de forma tranquila o lo agarra fuertemente, su trazo será seguramente aún torpe, pero si lo agarra de forma forzada puede ser un indicador de tensión.
Según la especialista, existen otros indicadores como la mirada y la actitud. "Los padres deben saber si el niño o niña disfrutan con la actividad. Ellos deben verificar si está pendiente de lo que hace fijando la mirada en el papel o simplemente se limita a hacer movimientos con el lápiz sin prestar atención. Si es así, deberían intentar corregirle y que atienda visualmente a lo que está haciendo. Si no está motivado para pintar, mejor dejarlo para otro momento sin esforzarlo".
Dinora García finalmente recomienda a las instituciones educativas, desde el preescolar hasta el bachillerato, utilizar la técnica de la psicopintura para explorar inconvenientes generados por el entorno de los dibujantes.
Revelaciones a través de la psicopintura
Basyl MacíasDesde el inicio de la humanidad el hombre ha buscado diferentes maneras de comunicarse. Los jeroglíficos, el humo, la música, las palabras han sido sus mecanismos. La pintura es también un modo de expresión.
Se entiende la comunicación como el intercambio de sentimientos, opiniones, o cualquier otro tipo de información mediante el habla, la escritura y las señales.
Dibujar o pintar puede significar para cada persona algo diferente. Hoy día, médicos, psicólogos y educadores venezolanos utilizan la pintura para identificar lo que refleja la salud mental, corporal y emocional, sobre todo de los niños y niñas, a través de la técnica de la psicopintura.
Dinora García, educadora y especialista en esta técnica, asegura que sirve para diagnosticar estados de salud mental, emocional, físico y espiritual de una persona. "Permite además, la comunicación entre el consciente y el inconsciente".
Diry Navas, entrenadora del Taller "La Magia de la Psicopintura", coincide con la anterior apreciación. Opina que los dibujos constituyen una de las muchas formas del lenguaje simbólico, que moviliza los niveles relativamente primitivos de la personalidad. "Las personas tienden a expresar en sus dibujos, a veces en forma inconsciente e involuntaria, una visión de sí mismos, tal como son o cómo les gustaría ser".
Para la experta, la psicopintura es una herramienta para diagnóstico escolar, pues el niño o la niña permite conocer diversos aspectos de su nivel cultural, intelectual, emocional. También se pueden conocer los sueños, recordar hechos pasados, hablar del futuro, de las frustraciones, deseos, valores y así el docente podrá tener un mejor control del grupo en el salón de clases.
Posibles asociaciones
Dinora García, maestra en programación neurolingüística, sostiene que en los dibujos de los escolares se pueden observar detalles que a una persona mayor le puede pasar inadvertidos. La técnica puede detectar cómo se siente el niño respecto a su familia, su escuela, y otros ambientes. "El dibujo puede ser en la infancia, un canal de comunicación entre el niño y su mundo exterior".
La posición del dibujo, sus dimensiones, los trazos, la presión del manejo, entre otras cosas, dicen mucho en una sola imagen y los colores juegan un importante papel: el rojo representa la vida, el ardor, el activo; el amarillo, curiosidad y alegría de vivir; el naranja, necesidad de contacto social y público e impaciencia; el azul, la paz y la tranquilidad; el verde, cierta madurez, sensibilidad e intuición; el negro representa el inconsciente; el marrón, la seguridad y planificación. "El dibujo de un solo color puede denotar pereza o falta de motivación", detalla.
Manifiesta la terapeuta educacional que esas pautas son simplemente unas pinceladas dentro del gran mundo de esta técnica. No se deben generalizar las reglas de interpretación. Por ejemplo: los trazos continuos, sin interrupciones, suelen denotar un espíritu dócil, mientras el borrado o cortado puede revelar a un niño algo inseguro e impulsivo. La presión del manejo indica entusiasmo y voluntad, cuanto más fuerte sea, más agresividad existirá. Cuanto más superficiales sean demuestra falta de voluntad o fatiga física.
Los dibujos con formas grandes muestran cierta seguridad, mientras los de formas pequeñas suelen estar hechos por niños que normalmente necesitan de poco espacio para expresarse, pero también pueden mostrar a un niño reflexivo o con falta de confianza.
García comenta que desde el inicio del garabato se pueden analizar diferentes aspectos. "El dibujo toma una especial relevancia en la evaluación a partir de los 4, 5 y 6 años de edad, momento en el que está consolidado. Algunos de los elementos pueden ser susceptibles de observación y evaluación en las primeras etapas del niño. El modo en que toma los lápices: si lo hace de forma tranquila o lo agarra fuertemente, su trazo será seguramente aún torpe, pero si lo agarra de forma forzada puede ser un indicador de tensión.
Según la especialista, existen otros indicadores como la mirada y la actitud. "Los padres deben saber si el niño o niña disfrutan con la actividad. Ellos deben verificar si está pendiente de lo que hace fijando la mirada en el papel o simplemente se limita a hacer movimientos con el lápiz sin prestar atención. Si es así, deberían intentar corregirle y que atienda visualmente a lo que está haciendo. Si no está motivado para pintar, mejor dejarlo para otro momento sin esforzarlo".
Dinora García finalmente recomienda a las instituciones educativas, desde el preescolar hasta el bachillerato, utilizar la técnica de la psicopintura para explorar inconvenientes generados por el entorno de los dibujantes.
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