Imagen y distorsión...
Ojalá permitiera que todos, sin distingos, oráramos por él
RAFAEL MUCI-MENDOZA | EL UNIVERSAL
sábado 24 de septiembre de 2011 12:00 AM
La imagen corporal es la imagen tridimensional que todo el mundo tiene de sí mismo; es la representación que tenemos del propio cuerpo; es el soporte del narcisismo. Se requiere ser mirado con aceptación y ello no ocurre sin mediación de una estructura aceptablemente saludable. Su desarrollo implica un complejo proceso dinámico que depende de la maduración neurológica y psicológica matizado por las experiencias a lo largo de la vida. El cuerpo todo es un complejo depósito de áreas psíquicas, de conflictos y defensas corporeizadas provisto de historia psíquica, de significaciones y de valoraciones personales, una de cuyas formulaciones es el esquema o imagen corporal.
En una foto de Chávez con su hermano Mahmud publicada algunos meses atrás, se le aprecia con sobrado derroche de salud, seguro de sí mismo, asiendo con firmeza las manos del dictador (El Nacional, El Mundo, 19.09.11). Le veo ahora, y paradójicamente me conmueve; la distorsión de su imagen corporal, hecho terrible en los enfermos de cáncer debe ser aceptado con verdadera humildad. La caída del cabello y la pigmentación de la piel, manos y uñas, traída por la quimioterapia, la cara de luna llena impacto del efecto de la cortisona, el tono irritable y el ánimo persistentemente alzado. Todo ello atentatorio de la imagen corporal de sí mismo; es un duro golpe al narcisismo.
Sólo la negación de la situación y la audacia de mentirse a sí mismo, impiden una relación saludable del cuerpo con el enemigo interno, la enfermedad. Ojalá permitiera que todos, sin distingos, oráramos por él. Nuestras oraciones también valen.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada; las ilusiones pasadas ya no las puedo arrancar. Sueño, con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá... Alfredo Lepera
rafael@muci.com
En una foto de Chávez con su hermano Mahmud publicada algunos meses atrás, se le aprecia con sobrado derroche de salud, seguro de sí mismo, asiendo con firmeza las manos del dictador (El Nacional, El Mundo, 19.09.11). Le veo ahora, y paradójicamente me conmueve; la distorsión de su imagen corporal, hecho terrible en los enfermos de cáncer debe ser aceptado con verdadera humildad. La caída del cabello y la pigmentación de la piel, manos y uñas, traída por la quimioterapia, la cara de luna llena impacto del efecto de la cortisona, el tono irritable y el ánimo persistentemente alzado. Todo ello atentatorio de la imagen corporal de sí mismo; es un duro golpe al narcisismo.
Sólo la negación de la situación y la audacia de mentirse a sí mismo, impiden una relación saludable del cuerpo con el enemigo interno, la enfermedad. Ojalá permitiera que todos, sin distingos, oráramos por él. Nuestras oraciones también valen.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada; las ilusiones pasadas ya no las puedo arrancar. Sueño, con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá... Alfredo Lepera
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