Orlando Viera-Blanco: Sobre los tacones de Cristina Posted: 24 Sep 2011 03:55 PM PDT El diario sensacionalista New York Post, publicó una nota sobre las curiosidades y excentricidades que rodean a diplomáticos que se encuentran en la Gran Manzana por la 66° Asamblea General de Naciones Unidas.  El rotativo de marras se dio banquete con la presidenta Cristina Kirchner…y algunos otros. Según revelan , la jefa de Estado habría comprado 20 pares de zapatos de la prestigiosa firma Christian Louboutin, de 5500 dólares cada uno, durante su visita oficial a Francia la semana última. La cuenta final da nada más y nada menos que 110.000 dólares.Adicionalmente no podían faltar bolsos de Louis Vuitton y Hermès que se asegura, corresponden a los míticos modelos «Birkin» y «Kelly». La presidenta argentina no se molestó en salir de la habitación del hotel en el que se hospedaba (el lujoso Four Seasons George V, donde los precios por noche van de los 1.100 a los 9.200 euros), para hacerse de la lujosa compra. El servicio de personal shoppers, se encargó de llamar a las tiendas más exclusivas de París para que cargaran los modelos seleccionados por Kirchner. A la par de ‘atender asuntos de gobierno’, la presidenta sumó horas probándose los zapatos. (Fin de la nota de prensa). Con el mayor desparpajo y sin temor a la elocuencia del descaro, Cristina,  re-edición de la Evita del siglo XXI, apareció en un encuentro de la Unesco,  bien montada en sus Hills de Louboutin, acompañando a representantes de las Abuelas de la Plaza de Mayo, premiadas por su labor en favor de los derechos humanos y la paz.Esto es como dar un speech dietético,  degustando un brazo gitano con una merengada de banana. Volviendo al NY Post, el artículo reseña que el mandatario de Ruanda, Paul Kagame, está alojado en la suite presidencial del Mandarin Oriental. La habitación, con vistas panorámicas a Central Park, el río Hudson y Manhattan, cuesta unos 12.000 euros (16.000 dólares) por día. Aclara que el ingreso anual promedio por habitante de Ruanda, es de 1150 dólares/año  según cálculo del Banco Mundial. Según el diario estadounidense, durante estos días tampoco era extraño ver a ministros, como el marroquí Taieb Fassi Fihri, cenando en el restaurante Harry Cipriani, con equipo de seguridad incluido. De estas anécdotas, nuestro Presidente, y su gabinete, tienen un listado extenso de derroches. No vamos a detenernos en los lujos, excentricidades, boatos y bonne vivre, que derraman quienes vestidos de oliva y pregonando un discurso colectivista, lucen trajes a la medida, 100% lana, corbatas 100% seda, prendas de las más fina y costosa orfebrería; comen en tablas del más elevado gourmet, se chupan los dedos con el mejor caviar y posan su cuello, en almohadas y edredones con plumas de pato, perdón de ganso. Quiero referirme a la incongruencia en términos de placer en el poder, en términos de despliegue y derroche. El mundo debe evaluar muy de cerca estas elocuentes incoherencias, tanto en lo ético, como en lo normativo. Hay que pedir cuentas de estas desproporciones y de estos despropósitos. Desluce y deja de trascender cualquier misión por la paz entre Palestina e Israel, si tales esfuerzos comportan un porcentaje mínimo de tiempo del que se emplea en cenas, banquetes, protocolos y banalidades diplomáticas. Poca relevancia tiene la lucha por el medio ambiente, la mortalidad infantil, los descamisados del mundo, la defensa de las razas originarias/indígenas, el desarme nuclear, la defensa de la capa de ozono; la lucha contra el cáncer, contra el SIDA, contra el hambre, mientras tanto voceros de esas arengas así como los gobiernos que se sientan a escucharlos, demuestren que el interés por estos temas, va a la par, de un par de zapatos, de un bolso Gucci, una siesta en el Mandarin  o una cena en Le Cirque. Obviamente, como dice la canción, mandatarios, diplomáticos y dignatarios, no son ‘la roca que golpea la ola’, son seres de carne y hueso, que por una parte merecen un tratamiento y una atención acorde a su investidura, y por el otro, no escapan de la esencialidad narcisista y ególatra que comporta el cargo, es decir, el poder. El tema –decíamos- es el descaro en la exhibición de esas ansiedades banales. Cuantas veces no le hemos oído decir a nuestro canciller Maduro, que tenemos que velar por nuestros hijos de la calles, por nuestros dignificados/ damnificados-sic-; que debemos construir una alianza continental, por la liberación de las cadenas del imperio. Y yo le diría canciller, entonces no se apersone en Manhattan, no frecuente sus comensales ni se hospede en sus hoteles.  Mande un mensaje, no sólo escrito sino ejemplar y proporcional a su decir y parecer, y ahórrele unos cuantos verdes a la revolución,  dedicando esos gastos a atender nuestros niños de la calle, a nuestros sin-techo, a nuestros presos o a nuestros enfermos.  Permanezca aquí Maduro, trabajando a mangas recogida, dándole solución a los problemas de su nación. El mundo –decíamos- debe penalizar y condenar con vigor, estas desmesuradas demostraciones de desfachatez, porque lo contrario es dar licencia para que el capitalismo pague todos los indigestos. Y la culpa no es de un modelo económico, sino de un convencionalismo grupal, social, que acepta estas bofetadas al hambre, a la violencia por la que se desgarran vestiduras gris plomo, sin otra razón, que querer vestir así, ser así,  dormir con los mismo edredones y saciar el apetito con el mismo bouquet. El New Herald (http://www.elnuevoherald.com/2009/10/27/575183/chavez-llama-al-ahorro-mientras.html#ixzz1ibyJ5XUI), revela que el presupuesto oficial para el año 2010, aprobado por la Asamblea Nacional Venezolana para el despacho presidencial, aprobó unos $2,200 millones en gastos de seguridad personal,  viáticos y calzado del jefe de Estado venezolano.  Un aumento de más del 600% en comparación a los $350 millones que presupuestó en el 2009. Aquel incremento de gastos presidenciales se produjo en medio de llamados del presidente Chávez a bañarse con totuma, en duchas comunistas de tres minutos, y con agua fría… De acuerdo con el estudio elaborado por el hoy diputado Carlos Eduardo Berrizbeitia de Proyecto Venezuela, los gastos presidenciales incluyeron unos $2.7 millones asignados a agencias de festejos para gastos de alimentos y bebidas; $264,000 en prendas de vestir; $18,500 para calzados; $138,000 para la adquisición de revistas y periódicos; $145,000 para productos de tocador (jabón, champú y otros productos de higiene personal); y $405,000 para servicios de lavandería. Otros gastos detallados en el reporte de Berrizbeitia al que tuvo acceso El Nuevo Herald incluyen $16 millones para gastos de seguridad; $3.16 millones para relaciones sociales; $9.6 millones para viáticos y pasajes; y unos $2 millones para gastos de teléfono. Recientemente estando en una Clínica Privada del Sur-Este de Caracas, me comentaron como el estacionamiento y un amplio sector de la clínica, ‘fue sitiado para darle acceso y lugar’, a un importante miembro de gabinete, cuya esposa iba a dar a Luz. NO critico que la dama, consorte del buen revolucionario, quiera parir su muchacho en centros de salud seguros, bonitos y profilácticos, mismos que por cierto se ven y se permiten construir, bajo un pensamiento capitalista y productivista. Sabemos que es a lo menos un riesgo y toda una sinfonía de suciedad, desmantelamiento, fealdad y precariedad, parir en los hospitales públicos de la revolución. Pero lo que es intolerable, son los modos…son las formas como se hacen las cosas, mismas que son el fundamento de la verdad. No es la incoherencia de parir en cunas de oro, bordados ropajes, asistidos de excelsos salones neonatología y una buena cafetería para degustar un mejor champagne!. No es el derroche de poder, sino el derroche de un yo si puedo, porque yo soy mas en lo cual hay una sutil diferencia, entre estar legitimado para favorecer la autoridad, y excederme en su ejercicio por causa de mi incontrolable vanidad. Es la vanidad que creo, me asiste, por ser “heredero” del poder popular, mandatario de la soberanía nacional, y en nombre de la cual, envío  shoppers a comprarme mis zapatos de charol, cierro vías y espacios para privilegiar el paso de las paridoras de la revolución, aparto mesas y vips con cubiertos de plata, para los bodyguards del islamismo puro y reservo las mejores vistas de los mas ostentosas ‘posadas’, para acariciar la mirada del dictador, que con su pupila, ve arder los estómagos de sus súbditos, la tristeza de su pueblo, mientras contempla y respira,  la arboleda y la inmensidad, deCentral Park. Sobre los tacones de Cristina, las yuntas de Chávez o las duchas de vapor, sobre losas de mármol de los prístinos precursores del poder del pueblo, no existe más que eso: una vulgar mentira, un doloroso engaño, una elocuente estafa. Un falso-positivo diría Calixto Ortega, que a cuenta de denunciar la decadencia de los débiles y los oprimidos, de arengar el poder popular y la soberanía cósmica de la historia de la sangre negra, indígena o mestiza,   exprimen hasta más no poder, los privilegios de la raza blanca, sus dotes y los estilos de éstos de degustar el poder. Es haciéndose de los placeres que da la vida eurocentrista, disfrutando los manjares que suministran sus detractados o salvando sus vidas en los hospitales del imperio, como Cristina, Chávez, Kagame (que apellido!), Mugabe, Gadafi o Fidel, se dejan ver las costuras (y sus tacones), por el capitalismo salvaje, esto es,  degustando en sus mesas, exhibiendo sus marcas, descansando sus espaldas y visitando sus aposentos,  también a rabiar…. Una clara demostración que la demagogia del discurso clientelar, esta montado en frágiles tacones. Bájense de ellos, y luzcan su verdadera estatura. Saludos Venezolanos. T @ovierablanco.