Los personajes femeninos en la literatura no contemporánea
- 14-abr-2010
- Paula Mara Moreno Gil
- Mujeres en la literatura - Fresco Romano
Heroínas, villanas, compañeras o consejeras; las mujeres han desempeñado diferentes papeles en la literatura dependiendo de la época y el género.
La mujer, como personaje literario, ha tenido preeminencia en ciertos géneros como el romántico y el dramático, tanto en prosa como en verso y en teatro, precisamente en aquellos tradicionalmente más destinados a un público lector femenino.
Hasta hace poco más de medio siglo, la mujer ha estado relegada por lo general a personaje secundario en los géneros más enfocados al público masculino, como los géneros de aventura y sus subgéneros.
Mujeres y sentimientos en la literatura
En el género del drama y la tragedia, donde la trama suele girar alrededor de los sentimientos, o más bien sobre los giros trágicos a donde suelen llevar estos, las mujeres suelen ser protagonistas absolutas (Madame Bovary, de Gustave Flaubert; Jane Eyre, de Charlotte Brönte; La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín; La dama de las camelias, de Alejandro Dumas; Ana Karenina de Leon Tolstoi; Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós y muchas otras).
La mujer como símbolo en el teatro
En el teatro, ya desde el mundo clásico, las mujeres tenían papeles preeminentes cargados de simbolismo, como en el caso de Antígona, Medea, Electra… Siendo un ejemplo reciente La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca.
Igualmente, aunque los aparentes protagonistas sean hombres, a menudo las mujeres resultan ser las desencadenantes de toda la acción (y por tanto las verdaderas protagonistas), como es el caso de varias obras de Shakespeare: en Otelo, los celos del protagonista por su mujer desencadenarán la tragedia, mientras que en Macbeth es la ambición de la esposa de éste lo que marcará decisivamente el devenir de sus actos. Muchas veces la mujer, aunque parezca en un segundo plano, juega el papel de fatum, de "impulsora" o "precipitadora" del destino, ya sea del propio o de uno ajeno.
La mujer en la ficción de aventuras
En los géneros destinados al público masculino, por el contrario, la mujer es más un complemento adicionado al protagonista masculino, al héroe:
Verne y Tolkien, dos visiones diferentes de los personajes femeninosLa mujer como objeto de deseo. Incluso en e caso de ser heroínas, como Lady Rowena, en Ivahoe, de Waltter Scott, en la que se centra el interés amoroso del héroe.- La mujer como objeto-obstáculo. Villanas, como Milady en Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas.
- La mujer como objeto-ayuda. Compañera del héroe o consejera.
En la obra de Julio Verne, las protagonistas femeninas suelen ser pasivas, meras compañeras de hazañas de los hombres. Para Verne, misógino tan confeso como empedernido, la mujer y todo lo que la presencia de esta implicaba, eran un estorbo para la trama de sus historias.
Las heroínas de Tolkien, por el contrario, siempre cuentan con cierto “carácter”, pero aún así suele resaltarse su pureza, belleza y fidelidad por encima de éste, como en el caso de Arwen o de Luthien Tinuviel; Galadriel es más poderosa, pero acaba apareciendo como una simple consejera.
La mujer en los cuentos tradicionales
El las narraciones tradicionales, ya las mujeres tenían un simbolismo muy definido según fuera su relación con el hombre; así, por ejemplo, Campbell, experto el literatura tradicional afirma que el héroe se puede encontrar en su aventura con:
- Mujeres-diosa. Son símbolo de la felicidad y de la vida, personificando el elemento femenino de la psique masculina.
- Mujer-objeto de adoración/veneración. Con un tratamiento no muy alejado de la concepción de la mujer en el amor cortés o en los románticos como Bécquer.
- Mujer-tentación. Como el ánima negativa, como las sirenas que atraen a los navegantes a la muerte o los súcubos.
Los estereotipos positivos y negativos de la mujer
A menudo en narraciones de ambientación histórica, el papel de la mujer en general es secundario, pero parecido al que desempeñaban en dichas épocas; relegadas a segundo plano, supeditadas al mando de los hombres, objetos de maniobras políticas y matrimonio arreglados… Y al igual que en la historia, no faltan excepciones al canon: mujeres fuertes, de gran personalidad y con importante peso en la sociedad, la cultura o la política, como Leonor de Aquitania.
Es curioso, y paradójico, que a la literatura, a la que se la ha permitido siempre ser profundamente crítica con la sociedad, se haya mostrado tan conservadora respecto a las mujeres, o incluso decididamente misógina o reaccionaria. En el mejor de los casos la presencia de las mujeres se ciñe a estereotipos, tanto positivos como negativos.
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