Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 31 de marzo de 2013

El Ecumenismo del Papa Francisco refleja maravillosamente bien el sentido de la Pascua católica


''Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros heridos por una vida que no respeta su dignidad''
Videomensaje del papa por la ostensión extraordinaria de la Sábana Santa de Turín
Por Francisco papa
CIUDAD DEL VATICANO, 30 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos el texto del mensaje enviado por el santo padre Francisco con motivo de la ostensión extraordinaria de la Sábana Santa de Turín.
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Queridos hermanos y hermanas:
También yo me pongo con vosotros ante la Sábana Santa, y doy gracias al Señor que nos da, con los instrumentos de hoy, esta posibilidad.
Pero aunque se haga de esta forma, no se trata simplemente de observar, sino de venerar; es una mirada de oración. Y diría aún más: es un dejarse mirar. Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que el pueblo fiel, como vosotros, quiera detenerse ante este icono de un hombre flagelado y crucificado? Porque el hombre de la Sábana Santa nos invita a contemplar a Jesús de Nazaret. Esta imagen –-grabada en el lienzo– habla a nuestro corazón y nos lleva a subir al monte del Calvario, a mirar el madero de la cruz, a sumergirnos en el silencio elocuente del amor.
Así pues, dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma. A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio. Este rostro desfigurado se asemeja a tantos rostros de hombres y mujeres heridos por una vida que no respeta su dignidad, por guerras y violencias que afligen a los más vulnerables... Sin embargo, el rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence.
Por eso, contemplando al hombre de la Sábana Santa, hago mía la oración que san Francisco de Asís pronunció ante el Crucifijo:
Sumo, glorioso Dios,/ ilumina las tinieblas de mi corazón/ y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,/ sentido y conocimiento, Señor,/ para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento. Amén.


Encuentro y amistad entre un papa y un rabino
A propósito del libro ''El jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio SJ''
Por Redacción
ROMA, 30 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El diario vaticano L'Osservatore Romano, del 18-19 de marzo, publica un artículo del rabino de Buenos Aires, Abraham Skorka, que corresponde al prólogo del libro de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, titulado en español El jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ , (Buenos Aires, Vergara, 2010). Reproducimos a continuación el citado texto.  
El libro del rabino prologado por el cardenal Bergoglio, que se cita en este artículo, se titula¿Hacia un mañana sin fe?, (Buenos Aires, Longseller, 2006).
"Que yo sepa, debe ser la primera vez en dos mil años de historia que un rabino escribe el prólogo de un texto que recoge los pensamientos de un sacerdote católico. Hecho que asume mucha importancia ya que este sacerdote es el arzobispo de Buenos Aires, primado de Argentina y cardenal creado por Juan Pablo II": esta frase, con la cual se abren estas reflexiones, la escribí en 2006, pero cambiando el orden de los nombres y de los títulos respectivos, para la presentación de uno de mis libros, con un prefacio del cardenal Bergoglio.
No se trata de un intercambio de cortesías, sino del testimonio sincero y exacto de un diálogo profundo entre dos amigos, en la vida de los cuales la búsqueda de Dios y de la dimensión de espiritualidad, que reside en el fondo de todo ser humano, ha sido y es siempre, una preocupación constante.
El diálogo entre las religiones, que asumió una importancia particular a partir del concilio Vaticano II, comienza habitualmente con una fase de encuentros y de simpatía, para pasar a continuación a la del diálogo que sabe abordar los temas más espinosos. Con Bergoglio, no hubo fases. La aproximación comenzó con un intercambio de réplicas "ácidas" sobre los equipos de fútbol de los que éramos unos seguidores, para pasar inmediatamente después a la franqueza del diálogo que conoce la sinceridad y el respeto. Cada uno expresó al otro su visión particular sobre los múltiple temas que dan forma a la vida. No hubo cálculos ni eufemismos, sino conceptos claros y directos. Cada uno abrió su corazón al otro, como en la verdadera amistad tal como la define el Midrash (cf. Sifre Devarim, Piska 305).
Podemos estar en desacuerdo, pero cada uno se esfuerza siempre por comprender el sentimiento profundo y el pensamiento del otro. Y con todo lo que emerge de nuestros valores comunes, los que emanan de textos proféticos, hubo un compromiso que supo plasmarse en múltiples acciones. Más allá de las interpretaciones y de las críticas que otros pudieron hacer, caminamos juntos con nuestra verdad, con la convicción común de que los círculos viciosos que degradan la condición humana pueden ser rotos. Persuadidos de que el sentido de la historia puede y debe ser cambiado, que la visión bíblica de un mundo rescatado, descrito por los profetas, no es una simple utopía sino una realidad que se puede alcanzar. Que hacen falta solamente personas comprometidas para realizarla.
Este libro es un testimonio de la vida de Bergoglio --y prefiero titularlo El pastor más bien que El jesuita- que el ha confiado a todos aquellos con quienes compartió la parábola de su existencia, y en particular a su rebaño. El lector encontrará allí a menudo las expresiones: "pequé, me equivoqué, he aquí cuales fueron mis errores, el tiempo, la vida me enseñaron". Hasta sobre los temas espinosos que concernían a la realidad argentina, el comportamiento dela Iglesia y sus artimañas en los años sombríos, el lector descubrirá un relato expuesto con humildad y con un esfuerzo constante por comprender y por escuchar a su prójimo, sobre todo al que sufre.
Algunos no estarán de acuerdo con su evaluación, pero más allá de toda crítica plausible, todos estarán de acuerdo con el espíritu de humildad y de comprensión con el que afronta cada tema.
La preocupación de Bergoglio, que atraviesa todo su libro como un leitmotiv, puede ser definida en dos palabras: encuentro y unidad. Comprendiendo este último término como un estado de armonía entre los hombres, en el cual cada uno, inspirado por un sentimiento de amor, contribuye al crecimiento material y espiritual del otro a partir de su propia identidad.
Siguiendo el texto bíblico, Bergoglio pone en la base de sus reflexiones la palabra "amor" que nos reenvía, entre otros versículos bíblicos, a éstos: "Amarás al Señor, tu Dios" (Dt 6, 5), "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lv 19, 18), "Amarás al extranjero como a ti mismo" (Lv 19, 34). Son considerados por el rabino Akiba (cf. Bereshit Rabbah, Parashah 24) como la síntesis de todas las enseñanzas de la Torah, y citadas en este sentido por Jesús, según los evangelios (cf. Mt 22, 34-40; Lc 10, 25-28). Es la palabra que expresa el sentimiento más elevado del hombre que es, para Bergoglio, fuente de inspiración para realizar sus acciones y confirmar su mensaje.
El lector encontrará en este texto la visión del cardenal sobre los problemas con los que debe enfrentarse la Iglesia católica hoy en día, teniendo en cuenta sus deficiencias sin reservas y con un lenguaje crítico y claro. Del mismo modo, encontramos las intervenciones del cardenal para rehabilitar los valores de nuestro entorno, palabras que le llevaron a enfrentarse a situaciones complejas con algunas autoridades gubernamentales, que no supieron enlazar con los mensajes de críticas sociopolíticas de las cuales los profetas tenían la costumbre de hacerse los portadores en su época. El maestro en la fe, según la visión bíblica del mundo debe expresar su crítica ante todos los miembros de la sociedad en la cual el predica, en la tribuna del espíritu que está lejos de todo interés partidista. Los fracasos sociales que ha podido percibir a través de su encuentro con Dios, no pueden permanecer en el silencio de nuestro ser como está escrito por el profeta: "El Señor ha hablado, ¿quién no profetizará?"(Amos 3, 8).
Cuando yo era niño, mi padre, un inmigrante nacido en Polonia, tenía la costumbre de llevarme, con mi hermano, a visitar los lugares de la historia de nuestro país. Saliendo del Cabildo , nos hacía observar la representación que se encuentra en la fachada de la catedral. Representa el encuentro de José con sus hermanos, nos dijo. Yo había oído hablar de los episodios de antisemitismo que mis antepasados ​​habían sufrido en Polonia y, por esta razón, esta escultura que se destacaba sobre una iglesia me llenaba de esperanza. Llegará un día, pensé, donde cada uno reconocerá el vínculo de fraternidad que le unirá a su prójimo.
Veo en este libro, y en los numerosos episodios que relata, un homenaje a esta esperanza que compartimos como hermanos desde hace muchos años, que ha enriquecido nuestra espiritualidad, y que sin duda nos ha acercado a aquel que sopló el aliento de vida de cada ser humano.
Cordial entrevista entre el metropolita Hilarión y el papa Francisco
Esperanza de nuevos progresos en las relaciones
Por Redacción
ROMA, 30 de marzo de 2013 (Zenit.org) -
El metropolita Hilarión expresó su esperanza de que "los progresos realizados en las relaciones entre la Iglesia ortodoxa rusa yla Iglesia católica romana bajo el papa Benedicto XVI se confirmaran durante el nuevo pontificado".
La web del Departamento de los Asuntos Eclesiásticos Exteriores del Patriarcado de Moscú da cuenta del encuentro de su presidente, el metropolita Hilarión de Volokolamsk, con el papa Francisco, el miércoles 20 de marzo en El Vaticano.
El metropolita transmitió al papa Francisco "los saludos del patriarca Kyrill de Moscú y de toda Rusia, que también le agradece igualmente por sus oraciones" y "subrayó que el Primado dela Iglesiarusa había seguido aténtamente la elección y la entronización del Romano Pontíce".
El presidente del DREE ha ofrecido al papa Francisco el libro del patriarca Kirill, Libertad y responsabilidad, en español.
El papa envió sus "mejores deseos para el primado dela Iglesia OrtodoxaRusa".
”Durante la entrevista, el metropolita Hilarión habló de la vida y del ministerio dela Iglesiaen Rusia, expresando su esperanza de que el progreso constatado en las relaciones entrela Iglesiaortodoxa rusa yla Iglesiacatólica bajo el papa Benedicto XVI sea confirmado bajo el nuevo pontificado".
Hizo hincapié en que "el Patriarcado de Moscú da una gran importancia al desarrollo de las relaciones conla Iglesiacatólica, especialmente en el campo del trabajo social, de la ayuda a los pobres y a los necesitados, y la defensa de los cristianos perseguidos".
El metropolitano Hilarión también "informó al pontífice de los problemas que aún existen en las relaciones entre las dos Iglesias, expresando la esperanza de que se puedan encontrar soluciones bajo el nuevo pontificado".
Al final del encuentro, el presidente del DREE ofreció al papa Francisco un icono dela Madrede Dios llamada "Mirad mi humildad", regalo del patriarca Kyrill.
"Los primeros pasos de vuestra santidad después de vuestra elección llevaban la marca la humildad", dijo el metropolita Hilarión, entregando el icono al nuevo pontífice.
El papa respondió: "Yo no soy humilde, y le pido que ore para que el Señor me conceda la humildad".
Este mismo icono mariano fue a su vez obsequiado por Francisco a Benedicto XVI, en su primera visita al papa emérito en Castel Gandolfo, reiterando las palabras que había dicho al metropolita dela Iglesiaortodoxa rusa.
Traducido de la edición francesa de ZENIT por Raquel Anillo 


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