Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 2 de febrero de 2014

Si nos quedaba alguna duda, ya ha sido disipada: en Venezuela no hay el más mínimo margen de diálogo entre el régimen autoritario y la oposición democrática.

El Carabobeño 29 enero 2014

Milagros Socorro || Es ilegítimo

@MilagrosSocorro
Si nos quedaba alguna duda, ya ha sido disipada: en Venezuela no hay el más mínimo margen de diálogo entre el régimen autoritario y la oposición democrática.
Lo escribo con dolor y angustia: he sostenido muchas veces que solo el avenimiento le ahorrará sangre a Venezuela y crispación a un pueblo ya largamente castigado. Pero, como ha dicho Luis Miquilena en reciente entrevista, a propósito de la vigencia de los imperativos del 23 de enero de 1958, no puede hablarse de diálogo cuando se alude al entrecortado intercambio entre amo y siervo.
Mucho menos, cuando se trata de “dialogar” con quien se ha propuesto la destrucción no solo del país, que ya es dolor continuo, sino de todos quienes nos oponemos a él; a quienes abominamos de Chávez, el gran demoledor; a quienes les hemos echado en cara su alcahuetería frente al ocupante extranjero... en fin, a quienes denunciamos que nuestro país está gobernado por mafias que han conducido al país al actual, flagrante, desastre. Pero no solo quienes se muestran activos en la oposición a la ruina de Venezuela son objetivo de aniquilamiento, también los tibios, los que se han acomodado (y cada cierto tiempo sueltan frasecitas de oportunismo), quien no se arrastre y de continuas muestras de sumisión. Todos somos blanco del plan de exterminio.
No otra cosa puede inferirse de los hechos, ya muchas veces reiterados. Y nada distinto puede concluirse cuando se oye a Maduro asegurar que la oposición tiene planes de “pagar con drogas la conducta de algunas bandas delictivas”. Incluso en el océano de declaraciones viles y cobardes, tanto de Chávez como de sus perniciosas secuelas, esta destaca por su bajeza. Y peligrosidad.
Nada es tan grave en la actual circunstancia de Venezuela como señalar a un grupo de azuzar la violencia hamponil, que tantas vidas ha cobrado y que ha desparramado ese pavor que hace tan dura la vida venezolana.
Si el presidente acusa a un individuo o grupo de una acción tan abyecta cómo estimular las bandas delictivas, pagándoles, además, con droga (un modus operandi, por cierto, habitual entre sus amiguitos de las FARC), debe tener indicios muy sólidos, nombres muy comprobados y una investigación solvente que lo respalde. Si no es así, él mismo es un criminal.
Porque es un crimen acusar a más de la mitad del país de semejante ignominia, sin otro propósito que el de asesinar moralmente a quien se le opone; sin más idea que la de destrozar al adversario y, mediante la calumnia, hacerlo blanco del odio y la eventual retaliación de unas víctimas del hampa que lloran doblemente: la pérdida del ser querido y la impunidad.
Si la declaración de Maduro carece de sustento y fue proferida solo para arrojar sobre los demócratas la jauría de la venganza, estamos frente a un criminal que no puede ejercer la más alta magistratura de la República; y que se hace más ilegítimo en la medida en que despliega sus bajos móviles.
El Estado que el chavismo controla (o media en el control que ejerce La Habana) tiene en sus manos todos los cuerpos policiales y todos los organismos de inteligencia. No hay ningún otro responsable de la inseguridad ciudadana que nos ha puesto en lugar primado del ranking mundial de la violencia.
La perversa declaración, hecha por Maduro el domingo 26 de enero, debe encontrar patrocinio en la realidad. Debe tener un soporte minucioso. Y debe justificarla pronto. Mientras no lo haga, todo venezolano que sea identificado como opositor al régimen puede ser diana de ataques movidos por una acusación gravísima, que, proveniente del presidente (aún cuando haya sido puesto en ese cargo por las manipulaciones del CNE, como tenemos muchas razones para pensar), lo es mucho más.
A Maduro solo le queda demostrar que su imputación tiene bases serias (y no que se trató de una treta para manipular a sus seguidores y un complot para dañar arteramente a sus opositores). Si no lo hace, quedará claro que no hay el más mínimo resquicio para el diálogo; y que estamos librados al más cruel de los arbitrios.
Un minuto antes de arrojar la onerosa incriminación, Maduro se refirió a la oposición democrática de Venezuela como “ultraderecha montana”. No sabemos cuál es la idea que el supremo ignorante tiene de la palabra “montana”, pero el desvarío nos deja ver que el hombre de los muchos padres repite nociones sin saber siquiera cómo se pronuncian o qué nombran.
El dislate confirma que no habla solo. Alguien lo dirige. Alguien que está tan lejos, -en una isla de indolencia, quizá-, a quien no le importan las consecuencias que tendrá la obliteración del diálogo en Venezuela. Alguien a quien no le horroriza ver a Venezuela sumida en la confrontación violenta. Alguien que nada pierde cuando la patria sea finalmente reducida a un montón de cenizas.

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