Ahmed Zaki Yamani
(La Meca, 1930) Abogado y político saudí. Cursó estudios en las universidades de El Cairo, Nueva York y Harvard. Trabajaba como abogado profesional cuando el príncipe Faisal (más tarde rey), le convirtió en asesor legal del Consejo de Ministros saudí, cargo que ocupó de 1958 a 1960.
Más tarde, en 1962, fue nombrado por el rey ministro de Petróleo y Recursos Minerales. Ocupó también el cargo de ministro de Estado (1960-1962), fue presidente de la Arabian American Oil Company, y, de 1968-1969, ocupó el cargo de secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pasando a ser presidente de la misma en 1974-1975.
La seguridad en sí mismo, su talento para la estrategia y las negociaciones, hicieron que pronto gozara de una gran influencia, que aumentó con el gran ascenso de los precios del petróleo en los años 1973-1974, y que convirtieron a Arabia Saudí, con el 30% de las reservas mundiales petrolíferas, en una superpotencia económica. Aprovechó esta influencia para encabezar las exigencias, por parte de los Gobiernos de la OPEP, de obtener una participación en las concesiones de las grandes compañías petroleras, logrando que Arabia Saudí se hiciera con el control absoluto en 1977
Así cayó Yamani
El jeque... sostenía que los elevados precios estimulaban nuevas fuentes de energía
RICARDO ESCALANTE | EL UNIVERSAL
jueves 4 de diciembre de 2014 12:00 AM
Una tarde a mediados de 1986 conversaba yo con el venezolano Gonzalo Plaza en el lobby de un hotel en Ginebra cuando un enorme movimiento repentino nos llamó la atención: entraba uno de los personajes más poderosos del mundo en un cuarto de siglo, el jeque Ahmed Zaki Yamani, rodeado de unos 20 espalderos, y en ese instante ocurrió algo que jamás he olvidado.
Gonzalo, hombre culto, de cancha y grandes amistades, me sorprendió con una frase que sonaba a fanfarronería: "ya vendrá a conversar con nosotros", mientras el saudita, de barba y pelo canosos, sonreía a medida que avanzaba en compañía de 3 pequeños hijos. Yo apenas observaba.
En efecto, al ver a mi amigo, Yamani caminó hacia nosotros y lo abrazó de manera efusiva: "¿Cómo estás Gonzalo, cómo está tu esposa? . Lucía simpático y nada arrogante, a pesar de que la economía y muchas cosas de la política mundial tenían que ver con él y a la inversa. El encuentro duró unos 4 minutos, en los cuales el petrolero hizo preguntas sobre Venezuela. Yo, a la sazón fuera de los medios, solo atiné a decir un par de frases.
Los signos de las diferencias entre Yamani y el Rey Fahd ya habían aflorado, pero nadie suponía que el ministro estaba a punto de ser liquidado. Unos días antes él había reiterado la intención de recuperar mercados petroleros aun a costa de bajos precios, mientras la posición de Fahd era que éstos no debían ser inferiores a 18 dólares (cifra que muchos estimaban exagerada).
El jeque, cuyo prestigio e independencia de criterio eran descomunales, sostenía que los elevados precios estimulaban nuevas fuentes de energía y hasta pactó ventas con descuentos, lo que atizó el descontento de Fahd y causó la caída del jeque. La guerra de precios había puesto el petróleo en cerca de 10 dólares por barril.
Antes de aquella época los conflictos geopolíticos habían elevado los precios del crudo, mientras Yamani vaticinaba que los recortes de producción implicaban ceder cuotas de mercado difíciles de recuperar después. Al defenestrar a Yamani, Arabia Saudita participó en acuerdos con Irán y otros países de la Opep para aminorar el volumen de suministros, pero ahora las cosas son distintas: la postura de la familia Real saudita es similar a la otrora de Yamani. ¡Ironías del destino!
@opinionricardo
Gonzalo, hombre culto, de cancha y grandes amistades, me sorprendió con una frase que sonaba a fanfarronería: "ya vendrá a conversar con nosotros", mientras el saudita, de barba y pelo canosos, sonreía a medida que avanzaba en compañía de 3 pequeños hijos. Yo apenas observaba.
En efecto, al ver a mi amigo, Yamani caminó hacia nosotros y lo abrazó de manera efusiva: "¿Cómo estás Gonzalo, cómo está tu esposa? . Lucía simpático y nada arrogante, a pesar de que la economía y muchas cosas de la política mundial tenían que ver con él y a la inversa. El encuentro duró unos 4 minutos, en los cuales el petrolero hizo preguntas sobre Venezuela. Yo, a la sazón fuera de los medios, solo atiné a decir un par de frases.
Los signos de las diferencias entre Yamani y el Rey Fahd ya habían aflorado, pero nadie suponía que el ministro estaba a punto de ser liquidado. Unos días antes él había reiterado la intención de recuperar mercados petroleros aun a costa de bajos precios, mientras la posición de Fahd era que éstos no debían ser inferiores a 18 dólares (cifra que muchos estimaban exagerada).
El jeque, cuyo prestigio e independencia de criterio eran descomunales, sostenía que los elevados precios estimulaban nuevas fuentes de energía y hasta pactó ventas con descuentos, lo que atizó el descontento de Fahd y causó la caída del jeque. La guerra de precios había puesto el petróleo en cerca de 10 dólares por barril.
Antes de aquella época los conflictos geopolíticos habían elevado los precios del crudo, mientras Yamani vaticinaba que los recortes de producción implicaban ceder cuotas de mercado difíciles de recuperar después. Al defenestrar a Yamani, Arabia Saudita participó en acuerdos con Irán y otros países de la Opep para aminorar el volumen de suministros, pero ahora las cosas son distintas: la postura de la familia Real saudita es similar a la otrora de Yamani. ¡Ironías del destino!
@opinionricardo
Tomado del archivo de El Universal del año 2000
LAS PREOCUPACIONES DEL JEQUE YAMANI
Félix Rossi-GuerreroHace unas pocas semanas volvió a opinar la figura que dominó a la OPEP durante doce años, entre 1974 y 1986. Debe admitirse que aún mantiene su prestigio y es escuchado con atención -aunque quizá más entre los países consumidores que entre los productores. Su estilo -elegante y educado- y su forma de exponer las ideas -con lógica y claridad- permanecen inalterables. Esta vez dijo algo impactante que las agencias internacionales recogieron ávidamente: 'la Edad de Piedra terminó, no por falta de piedras, y la edad del petróleo terminará, no por falta de crudo'.
Se refería el famoso ex ministro a los altos precios de hoy día, recordando, sin dudas, lo que sucedió hace unos 20 años cuando la revolución iraní casi triplica el precio del petróleo en tres años (de 12 dólares en 1978 hasta 33 dólares por barril en 1981). El peligro de un aumento tan brusco fue entonces comprendido por el joven ministro (aunque mucho menos por sus colegas) y Arabia Saudita se esforzó por contener los precios llegando a producir casi 10 millones de barriles diarios en 1981. En realidad, el pánico que cundió en los mercados hacía muy difícil frenar los aumentos: el error más grande fue querer sostener un nivel de precios alcanzado artificialmente reduciendo la oferta. Unos años más tarde, en 1986 se produjo el colapso que redujo los precios a 13 dólares por barril. El jeque Yamani argumenta, ahora, que los precios comenzarán a bajar el año próximo ('a un solo dígito') y pronostica que 'en 20 años la tecnología habrá cortado la demanda para el combustible de transporte'. En otras palabras, el uso del petróleo será reemplazado por otras fuentes de energía y las reservas remanentes permanecerán en el subsuelo.
Las preocupaciones merecen ser comentadas pero las analogías históricas son siempre peligrosas. En primer lugar debe observarse que el impacto del petróleo sobre la economía se mide en términos reales. Según ' The Economist ' (9-9-2000), el precio real actual es apenas la mitad del precio de 1981. Otros han calculado que en términos reales (a precios de 1990), el precio está en 21 dólares por barril. Por otra parte, los países industrializados utilizan la mitad del petróleo que hubieran necesitado hace 25 años para producir una unidad del PNB, debido, en gran parte, a la mayor importancia que tienen ahora las llamadas economías de servicios. Así, el efecto de un precio alto tanto sobre el crecimiento económico como sobre la tasa de inflación es mucho menor que hace 20 o 25 años aun cuando tampoco puede catalogarse de insignificante.
Según esta opinión, un precio de unos 30 dólares por barril (más o menos 10%) no es una cifra exagerada (recordemos que el precio -promedio del West Texas Int. fue de 22,15 en 1996). El problema está en cómo se llegó al nivel actual. Aún recuerdo el aumento entre 1972 y 1974, cuando el petróleo subió de 2 dólares a 10 dólares por barril. En aquel entonces, el doctor Manuel Pérez Guerrero me observó que el nuevo nivel parecía correcto, pero que el aumento había sido demasiado violento. Ahora se ha repetido la historia: entre 1998 y este año, el precio promedio habrá aumentado (para el wti) de 14,40 a unos 31-32 dólares. Un aumento de 17-18 dólares en 2 años es excesivo, causa desajustes financieros y presupuestarios, no da tiempo para apartarse y puede provocar reacciones hasta violentas.
Pero hay una diferencia, ahora, respecto a 1974 y 1981. La OPEP está consciente del problema. Ha considerado el nivel de precios alcanzado hacia fines de septiembre (34-35 dólares) excesivo y ha tomado medidas para reducirlo aumentando la producción. Quizá haya subestimado la demanda o sobreestimado la producción No-OPEP. Quizá la OPEP haya sido algo lenta en reaccionar (también debido a la baja en la producción de Iraq de junio y julio) impidiendo una rápida reposición de los inventarios y hasta haya estimulado (sin querer) cierta especulación al revelar un mecanismo para que el precio permanezca entre ciertos límites (que aún no aplicó). Pero no hay dudas de que la actitud de la Organización ha evolucionado y considera que una reducción en el precio promedio de este año -equivalente a unos 3-4 dólares- para el año próximo debe interpretarse como saludable.
La otra preocupación tiene que ver con los avances tecnológicos que reducirían la demanda del petróleo, especialmente en el sector transporte. Sin embargo, se sabe que las compañías petroleras han estado ocupándose de esta posibilidad con mucho detenimiento, por razones obvias. Me permito citar lo que opina Exxon-Mobil (informe a los accionistas del 14-4-2000) 'La compañía ha participado en experiencias comerciales relacionadas con fuentes de energía renovables invirtiendo más de 500 millones de dólares en investigaciones y actividades. Luego de evaluar todas las opciones, se tomó la decisión de no continuar buscando otras alternativas, por lo menos a corto plazo, sino concentrarnos en nuestra fuente típica de energía y en el negocio petroquímico. La junta directiva confía que las llamadas fuentes de energía tradicionales continuarán teniendo una importancia crítica en satisfacer la demanda energética por muchos años más... no creemos que otras fuentes ofrezcan, por el momento, una oportunidad comercial a Exxon-Mobil'.
En realidad, se ha hablado de buscar algún sustituto al petróleo y al gas natural porque, según algunos, la producción mundial de ambas fuentes podría alcanzar su tope máximo entre los años 2010 y 2020. Esto último es muy discutible (entre otras cosas no toma en cuenta el aumento ocurrido en el factor de recobro de los yacimientos) pero una solución sería el llamado 'carro eléctrico', donde la electricidad se produciría mediante una reacción química de oxígeno e hidrógeno. Ahora bien, un litro de hidrógeno es seis veces más costoso que un litro de gasolina (excluyendo impuesto). Nada es eterno en este mundo, ya lo sabemos. Pero el fin de la era del petróleo no parece aún vislumbrarse. Ciertamente ni yo ni el jeque Yamani (quien tiene mi edad, vamos a presenciarlo. Y tampoco, creo que mis hijos.
Félix Rossi-GuerreroHace unas pocas semanas volvió a opinar la figura que dominó a la OPEP durante doce años, entre 1974 y 1986. Debe admitirse que aún mantiene su prestigio y es escuchado con atención -aunque quizá más entre los países consumidores que entre los productores. Su estilo -elegante y educado- y su forma de exponer las ideas -con lógica y claridad- permanecen inalterables. Esta vez dijo algo impactante que las agencias internacionales recogieron ávidamente: 'la Edad de Piedra terminó, no por falta de piedras, y la edad del petróleo terminará, no por falta de crudo'.
Se refería el famoso ex ministro a los altos precios de hoy día, recordando, sin dudas, lo que sucedió hace unos 20 años cuando la revolución iraní casi triplica el precio del petróleo en tres años (de 12 dólares en 1978 hasta 33 dólares por barril en 1981). El peligro de un aumento tan brusco fue entonces comprendido por el joven ministro (aunque mucho menos por sus colegas) y Arabia Saudita se esforzó por contener los precios llegando a producir casi 10 millones de barriles diarios en 1981. En realidad, el pánico que cundió en los mercados hacía muy difícil frenar los aumentos: el error más grande fue querer sostener un nivel de precios alcanzado artificialmente reduciendo la oferta. Unos años más tarde, en 1986 se produjo el colapso que redujo los precios a 13 dólares por barril. El jeque Yamani argumenta, ahora, que los precios comenzarán a bajar el año próximo ('a un solo dígito') y pronostica que 'en 20 años la tecnología habrá cortado la demanda para el combustible de transporte'. En otras palabras, el uso del petróleo será reemplazado por otras fuentes de energía y las reservas remanentes permanecerán en el subsuelo.
Las preocupaciones merecen ser comentadas pero las analogías históricas son siempre peligrosas. En primer lugar debe observarse que el impacto del petróleo sobre la economía se mide en términos reales. Según ' The Economist ' (9-9-2000), el precio real actual es apenas la mitad del precio de 1981. Otros han calculado que en términos reales (a precios de 1990), el precio está en 21 dólares por barril. Por otra parte, los países industrializados utilizan la mitad del petróleo que hubieran necesitado hace 25 años para producir una unidad del PNB, debido, en gran parte, a la mayor importancia que tienen ahora las llamadas economías de servicios. Así, el efecto de un precio alto tanto sobre el crecimiento económico como sobre la tasa de inflación es mucho menor que hace 20 o 25 años aun cuando tampoco puede catalogarse de insignificante.
Según esta opinión, un precio de unos 30 dólares por barril (más o menos 10%) no es una cifra exagerada (recordemos que el precio -promedio del West Texas Int. fue de 22,15 en 1996). El problema está en cómo se llegó al nivel actual. Aún recuerdo el aumento entre 1972 y 1974, cuando el petróleo subió de 2 dólares a 10 dólares por barril. En aquel entonces, el doctor Manuel Pérez Guerrero me observó que el nuevo nivel parecía correcto, pero que el aumento había sido demasiado violento. Ahora se ha repetido la historia: entre 1998 y este año, el precio promedio habrá aumentado (para el wti) de 14,40 a unos 31-32 dólares. Un aumento de 17-18 dólares en 2 años es excesivo, causa desajustes financieros y presupuestarios, no da tiempo para apartarse y puede provocar reacciones hasta violentas.
Pero hay una diferencia, ahora, respecto a 1974 y 1981. La OPEP está consciente del problema. Ha considerado el nivel de precios alcanzado hacia fines de septiembre (34-35 dólares) excesivo y ha tomado medidas para reducirlo aumentando la producción. Quizá haya subestimado la demanda o sobreestimado la producción No-OPEP. Quizá la OPEP haya sido algo lenta en reaccionar (también debido a la baja en la producción de Iraq de junio y julio) impidiendo una rápida reposición de los inventarios y hasta haya estimulado (sin querer) cierta especulación al revelar un mecanismo para que el precio permanezca entre ciertos límites (que aún no aplicó). Pero no hay dudas de que la actitud de la Organización ha evolucionado y considera que una reducción en el precio promedio de este año -equivalente a unos 3-4 dólares- para el año próximo debe interpretarse como saludable.
La otra preocupación tiene que ver con los avances tecnológicos que reducirían la demanda del petróleo, especialmente en el sector transporte. Sin embargo, se sabe que las compañías petroleras han estado ocupándose de esta posibilidad con mucho detenimiento, por razones obvias. Me permito citar lo que opina Exxon-Mobil (informe a los accionistas del 14-4-2000) 'La compañía ha participado en experiencias comerciales relacionadas con fuentes de energía renovables invirtiendo más de 500 millones de dólares en investigaciones y actividades. Luego de evaluar todas las opciones, se tomó la decisión de no continuar buscando otras alternativas, por lo menos a corto plazo, sino concentrarnos en nuestra fuente típica de energía y en el negocio petroquímico. La junta directiva confía que las llamadas fuentes de energía tradicionales continuarán teniendo una importancia crítica en satisfacer la demanda energética por muchos años más... no creemos que otras fuentes ofrezcan, por el momento, una oportunidad comercial a Exxon-Mobil'.
En realidad, se ha hablado de buscar algún sustituto al petróleo y al gas natural porque, según algunos, la producción mundial de ambas fuentes podría alcanzar su tope máximo entre los años 2010 y 2020. Esto último es muy discutible (entre otras cosas no toma en cuenta el aumento ocurrido en el factor de recobro de los yacimientos) pero una solución sería el llamado 'carro eléctrico', donde la electricidad se produciría mediante una reacción química de oxígeno e hidrógeno. Ahora bien, un litro de hidrógeno es seis veces más costoso que un litro de gasolina (excluyendo impuesto). Nada es eterno en este mundo, ya lo sabemos. Pero el fin de la era del petróleo no parece aún vislumbrarse. Ciertamente ni yo ni el jeque Yamani (quien tiene mi edad, vamos a presenciarlo. Y tampoco, creo que mis hijos.
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