Antonio Ecarri Bolivar ||
Un Fantasma recorre el mundo y no es el del fanatismo (I)
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Cuando a mediados del siglo XIX Carlos Marx y Federico Engels publican el Manifiesto Comunista, documento que alentó las luchas de los pueblos por la justicia y la igualdad durante las últimas décadas del siglo XIX con fanatismo extremo y, luego, recibió el impulso definitivo con la revolución rusa de 1917, se afirmaba allí que: "Un fantasma se cierne sobre Europa: el fantasma del comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes".
La teoría comunista, a pesar de sus incontables falencias y debilidades, se erigía así - desde el mundo de las ideas - por culpa de unos dogmáticos intérpretes, en una especie de "topus Uranus" de Platón, según el cual, "mientras el mundo de la realidad material es apariencia, el mundo de las ideas es la única existencia auténtica y verdadera; de los arquetipos perfectos y paradigmas únicos de la realidad" (...).
Ahora bien, como del dicho al hecho hay mucho trecho según el refranero español, cuando esas ideas paradisíacas del comunismo se pusieron en práctica, aquellos "arquetipos perfectos y paradigmas únicos" se hicieron añicos, pues la dictadura del proletariado que daría paso al comunismo se convirtió en la dictadura de un solo partido, el partido se dejó dominar por un solo hombre y el "topus uranus", ya no de Platón sino de Carlos Marx, se hizo carne en Stalin, Pol Pot, Mao, Ceausescu, Castro y fue, entonces, cuando después de décadas de tiranías los pueblos del Este de Europa - encabezados por los polacos, los berlineses que derrumbaron el muro, y la URSS - vieron caer como castillo de naipes aquel pensamiento, convertido en dogma, imposible de aplicar sin conculcar la libertad y la democracia.
Una vez que los pueblos dieron cuenta del comunismo y borraron hasta las huellas de su paso por el mundo, ahora se han dispuesto a dar una nueva pelea, sin precedentes y a través de los avances tecnológicos de las comunicaciones, a los sátrapas que con cualquier excusa /religiosa o ideológica/ escarnecen a sus respectivos pueblos.
En efecto, un nuevo fantasma recorre a los países asiáticos con regímenes de oprobio como Egipto, Irán, Siria, Libia, Yemen y ese nuevo espectro es el de las "redes sociales", de twitter y facebook, a través de Internet.
Los jóvenes progresistas hoy reclaman democracia, en esos países con gobiernos fundamentalistas, para acabar con el fanatismo religioso que oculta su faz dictatorial detrás del sagrado Corán para disimular su vesania.
La alternativa democrática en Venezuela, al lado de obreros que se oponen a la criminalización de la protesta y los estudiantes que luchan por su derecho al estudio, también seguirá el ejemplo de Asia y Europa, haciendo recorrer al "nuevo fantasma" de las telecomunicaciones por esta tierra de Bolívar, como instrumento de agitación para impedir "fundamentalismos" oprobiosos en el seno de esta sociedad tolerante, plural y esencialmente democrática. Seguiremos en nuestra próxima entrega.
Raúl Vásquez H. (*) || El costo del crimen
Hablar del crimen hoy en día en nuestra sociedad resulta cada vez más cotidiano, sin embargo, es interesante argüir algunas teorías a objeto de comprender este fenómeno.
El premio Nobel de Economía (1992) Gary Becker, en su famoso ensayo Punishment and Crime: An Economic Approach (1965) arroja luces sobre esta problemática. Becker destaca la conducta racional de los delincuentes, planteando que estos hacen un análisis costo-beneficio, en el cual sopesan las probabilidades de ser capturados y el posible castigo que enfrentarán, antes de incursionar en una determinada acción delictiva.
Al igual que cualquier actividad económica, la actividad criminal puede ser analizada comparando sus costos y beneficios. Así tendremos que el costo de delinquir parte fundamentalmente de dos factores: la probabilidad de ser capturado y el castigo esperado (condena). Si la probabilidad de ser capturado es baja, así como la probabilidad de ser condenado, los incentivos para delinquir y para la reincidencia compulsiva serían muy altos. Algo de esto pareciera estar ocurriendo en nuestro país. Actualmente, en Venezuela la tasa de homicidios es de 45 por cada 100.000 habitantes (MPPIJ, 2011), el 93 por ciento de los individuos capturados por homicidios queda en libertad (Observatorio Venezolano de la Violencia, 2010), mientras que el secuestro aumentó en 2.579 por ciento entre 1999 y 2010 (Incosec, 2011).
Este auge de la criminalidad a todas luces devela que están dados todos los incentivos para delinquir debido a la impunidad (baja probabilidad de ser condenado), situación que estaría elevando la utilidad en términos económicos para incursionar en actividades delictivas, o dicho de otro modo, el costo de oportunidad de dedicarse a actividades lícitas se estaría tornando cada vez más alto.
Tomando en cuenta esta lógica del crimen, es que debemos enfocar una propuesta de política pública que abarque tanto la prevención como el castigo, a fin de enviarle una señal clara de cero tolerancia a los potenciales delincuentes y fundamentalmente a los reincidentes.
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