Reverón: Desmontando el mito
Diego Rísquez, director de la película, tuvo hace poco una caída fea en la moto. Se fracturó la clavícula y le ha tocado compartir el tiempo de promoción de la cinta con los consultorios donde (según él) sólo lee Sala de Espera. ¿Cómo negarnos pues, una entrevista junto al actor Luigi Sciamanna sobre su último trabajo en torno al loco/genio de Macuto?
Por Carlos “Caque” ArmasDe Reverón se ha escrito y dicho mucho. Y sin embargo, para una gran cantidad de venezolanos, su nombre sigue siendo poco más que una sonoridad. A la mayoría les suena, pero realmente no saben quién es. Si preguntas en la calle, de seguro te encontrarás con gente que reconoce al pintor, al loquito de Macuto, al tipo de la barba y el sombrero que hace poco cumplió 122 años, pero poco más. Si le preguntas al cineasta Diego Rísquez, te dirá que hay más que ver detrás de la barba.
“Nuestra historia formal ha olvidado a personajes como él y creo que mi película ayuda a entender mejor al hombre detrás del mito, siento que la gente lo va a querer investigar más después de verla. Cuando hice Manuela Sáenz (2001), ella era sólo un nombre sin rostro para muchos venezolanos y Beatriz Valdés, luego de mi película, se convirtió en ese rostro para las masas, allí redescubrieron un personaje. Creo que el arquetipo de Reverón se va a desmontar con esta película.”
No es primera vez que Rísquez dedica un filme al pintor venezolano más famoso del mundo, ya en 1978 rodó A Propósito de la Luz Tropical y en 1994, Karibe con Tempo, además de obras plásticas donde se revela como todo un “groupie” del artista.
“Me enamoré de su capacidad de crear un universo propio y aislarse en él, allí en su refugio, El Castillete. De eso y de su relación con Juanita, una relación nada convencional; su formación con los grandes, su período blanco (…) Por primera vez en el continente se pone un artista a la orilla del Caribe y llega a una antítesis de lo que se creía era el colorido caribeño: El blanco domina todos los colores. Es algo que sólo percibe el que ha vivido ahí. Todo es visualmente muy interesante.”
Para Rísquez, plantearse una película biográfica sobre un personaje que realmente existió, implica buscar todo sobre ese personaje. Vio “pa? tras y pa? lante”, en cámara lenta, cámara rápida y cuadro por cuadro los documentales de Margot Benacerraf (1952), Roberto Luca (1945) y Edgar Anzola (1934); detalló las fotografías de Boulton y Razzeti; tripeó con el libro Los Fantasmas y Demonios de Armando Reverón de Calzadilla, leyó la entrevista que le hizo Oscar Yánez antes de su muerte y encima de toda esa investigación, le puso el toque Rísquez.
“Tampoco la película pretende ser una biografía, no soy historiador. Hay libertad creativa pues me interesa que hayan varios niveles de lectura, el primario, para la gran mayoría del público y otro, con un poco más de guiños para el que sabe y ha leído de Reverón.”
- Dices no ser historiador y sin embargo, tus últimas tres películas han sido sobre personajes históricos venezolanos. No eres el único, el biopic y la épica venezolana han gozado de cierta popularidad los últimos años, ¿A qué crees que se debe esto?
- Desde 1999, cuando llega Chávez al poder, hay como una vuelta al siglo XIX. Si hay una constante en mi filmografía, es que en todas mis películas estoy buscando una identidad del país, una inquietud de buscar en nuestro pasado para entender nuestro presente. Quiero que nuestra filmografía hable de nosotros y si alguien ha sido pionero en visitar cinematográficamente el siglo XIX, he sido yo.
Sus próximos proyectos puede que tampoco se distancien mucho del tema. Luego de Reverón, Rísquez planea abarcar el tema de la resistencia indígena pero como una ópera.
Castillete en Todasana
Las películas de Diego Rísquez siempre han estado ligadas a las artes plásticas y él mismo dice haber sustituído el pincel por la cámara. Algunos recordarán aquel cameo que realizó en su Francisco de Miranda, donde pintaba in situ el famoso cuadro de la firma del acta de independencia mientras Luis Chataing y Tareck William Saab hacían cola para firmarla. Tan kistch como suena, es innegable que Rísquez ha sido constante con su estilo cinematográfico, firmemente ligado a su faceta de director de arte. Por eso Reverón le cae como anillo al dedo.
Luego de la tragedia de Vargas en 1999, El Castillete de Reverón quedó totalmente destruído. Diego Rísquez, con dinero de su propio bolsillo, tardó dos años en levantar una réplica en Todasana, que al ser visitado por la cineatsa Margot Benacerraf, que vivió en el Castillete original, dijo: “No es el castillete, pero en atmósfera, se siente como si lo fuera”.
Luigi Sciamanna, El Hombre Detrás de la Barba y el Pumpá
En los setenta y ochenta, era difícil encontrar una cinta donde no estuvieran Miguel Ángel Landa y Orlando Urdaneta. En ese entonces, ellos eran las superestrellas del cine venezolano. Hoy ese título recaería sobre Edgar Ramírez, Erich Wildpret y muy de cerca, repuntando de manera constante, un actor cuyo trabajo no pasa desapercibido. Luigi Sciamanna, quien se ha hecho un nombre a cuenta de una gran cantidad de papeles secundarios que se roban el show y el protagonismo en obras de teatro y el telefilm Sucre, donde interpretó al mismísimo Gran Mariscal.
A pesar del pelero facial que siempre ha caracterizado a Reverón, sonaba extraño imaginarlo siendo interpretado por un actor calvo. Rísquez tenía sus dudas, pero no fue hasta que lo vio actuando con barba en la obra de teatro Los Productores, que quedó convencido de que podía meterse en la chiva de este mítico personaje.
“Luigi es renacentista, es capaz de todo. Canta y escribe obras de teatro. Además ya había hecho un gran papel en mi Francisco de Miranda”, Cuenta Rísquez, “Él tiene unos rasgos físicos tan característicos, que nunca le dan un rol protagónico, pero es un gran actor. No se parece en nada a Reverón, es calvo, nariz aguileña, ojos de otro color, pero conseguimos una gran maquilladora española. Luigi hasta escribió parte del guión, de ahora en adelante tendremos una relación Scoresse/De Niro.”
Para Luigi, la experiencia significó un viaje por vías paralelas entre las demandas físicas y las demandas intelectuales y emocionales del personaje. “Abordas el personaje con la decisión de quien se lanza al mar desde un acantilado. Reverón es un viaje hacia el laberinto, la profundidad, la sombra, la enfermedad, el amor, el dolor, la creatividad, la luz, la religión, el mito, la familia, la naturaleza, la amistad, la locura. Muy intenso, muy intenso. Tanto física como espiritual, emocional y psicológicamente. El intercambio con Diego Rísquez, Sheila Monterola, el equipo técnico, mis colegas actores Diana Volpe, Héctor Manrique, Antonio Delli, Adrian Delgado, Anabela Troconis, MIrtha Borges, Luís Fernández, Prakriti Maduro. Los sonidos de la naturaleza; el mar, el sudor; la disciplina del trabajo; la camaradería; la vegetación; la gente de Todasana (...) Cuando abordas el personaje en el set lo llevas a otra dimensión.”
- Tus aportes a la escritura del guión, ¿Fueron hechos de forma conjunta con el guionista Armando Coll o consistió en aportes posteriores a su entrega final?
-Recibí el personaje en 2009 y no fue sino hasta marzo 2010 cuando por sugerencia de Marialejandra Yépez, asistente de dirección y script, que Diego se decidió a que participara como co-guionista. El trabajo lo hice a solas. La primera etapa de escritura corresponde a Armando Coll y Diego; la segunda me corresponde y Diego siempre supervisando. La mayor parte del trabajo consistió en reestructurar al personaje central, ahondar en su relación con Juanita, los amigos que lo frecuentan y agregar algunos personajes que en la primera versión no existían. La estructura escrita por Coll tiene la virtud de estar basada en las acciones más que en el diálogo, incorporó la radio como referente del “afuera” y esbozaba un Reverón más silente que parlante y ante todo ejecutante. Muy valioso. Cuando entré como guionista el trabajo se hizo bajo enorme presión por el poco tiempo. Llegó un momento en que estaba desesperado por dejar de ser guionista y volver a ser actor porque, aunque parezca una enorme contradicción, para escribir debí distanciarme del personaje, para verlo desde afuera y proyectarlo dentro de su espacio, sus amigos, el entorno. Además de que no me gusta escribir bajo presión; me causó bastante angustia, pero reconozco que fue un ejercicio maravilloso, que me permitió desde la hoja escrita blindar al personaje.
- También Reverón te ha permitido mostrar tus dotes de cantante…
- Cantar el tema de amor de Reverón es algo que ni en mis sueños más delirantes habría podido imaginar. Todo fue producto de la presión. En el lugar donde se escucha ahora la canción Niña Dulce iba otro tema, pero los derechos de la disquera para usarlo no terminaban de salir. Fue entonces cuando aAlejandro Blanco Uribe, compositor de la música de la película, se le ocurre la idea de ponerme a cantar. En una semana agarré unos viejos intentos de poesía que tengo guardados y combinándolos con las imágenes de la película escribí la letra de la canción (…) Me gustaría cantar más. Creo que soy un buen crooner. En efecto mi repertorio es el jazz. Lo creas o no (risas).
- ¿El mayor reto de esta producción para ti?
- Interpretar a Reverón, co escribir, componer, cantar...¿Qué más quieres? Me faltó sólo interpretar a Pancho, el mono de Reverón.
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