La verdad ofende

sábado 17 de septiembre de 2011

La verdad ofende

LUIS CHUMACEIRO

No sé si fue la lectura de la poesía de mi amigo Juan Carlos Sánchez o el hastío por los temas de siempre, pero debo confesar que estuve a punto de escribir sobre mujeres, mi tema preferido en un pasado que cada día se aleja más. Pero ni los versos que refieren "espectros olvidados" o "la existencia más allá del recuerdo" me apartaron de esta realidad tan extraña y candente que se vive aquí. Además, la referencia a las féminas no deja de tener sus riesgos y es lo más inteligente no mostrar ciertas cicatrices.

De manera que pretendo enseñar una cara distinta, plena de optimismo, destacando como la América toda se puso vieja y no por eso deja de ser entretenida; y si agregamos las andanzas de las "potencias civilizadas" contra los pobres pueblos subdesarrollados, la única conclusión es que el mundo está definitivamente loco y que los venezolanos no tenemos el monopolio de la imbecilidad y la audaz ignorancia.

Seamos más humildes y asumamos que en otras latitudes pueden ser tan irresponsables, criminales e hipócritas como lo suelen ser los hijos de Bolívar en su patria.

Mientras escribo estas líneas, la televisión francesa transmite las imágenes de Sarkozy y de Cameron, dignos representantes de los imperialismos francés e inglés, participando en un peculiar mitin en Trípoli. Esa fue una visión inolvidable. El Presidente de Francia se asemejaba a un adeco en pleno proselitismo partidista, en cualquier caserío perdido de la República, animando a sus "hermanos musulmanes" en su esfuerzo de unión y reconciliación.

Lo único que me faltó escuchar de él fue la celebré invocación Allahu Allahu Allahu

Akbar; al mejor estilo de Hugo Rafael.

Eso refleja que el nuestro está a la altura de individuos como Berlusconi, ex socio de Gadafi, en eso de darse besos y abrazos entre hombres. Pero Chávez es mejor porque es el único que no le ha sacado el cuerpo al dictador libio. Tal fidelidad debe tener algún mérito, más si tomamos en consideración que él no se caracteriza por esa virtud y que ni siquiera los miembros de la Liga Árabe avalan al ególatra más despiadado del Medio Oriente.

Pero regresemos al país y sus importantes avances. Hay que reconocer las cualidades donde se encuentren, sin egoísmo ni mezquindad. El suceso de la semana ha sido, sin ninguna duda, la dádiva del CNE al fijar la elección presidencial para octubre del próximo año; y, al mismo tiempo, matar de un solo tiro las regionales y municipales separándolas. El principal beneficiado destacó la independencia del organismo electoral y agradeció que cumplieran su deseo de fijar la fecha de su triunfo el mismo día de la patrona de Sabaneta, como pa’ que no quepa duda.

La oposición, por su parte, afirma que el objetivo del adelanto es desmantelar al Estado en los tres meses subsiguientes a la supuesta derrota roja. Anuncia su ley de transición. Lo único que falta es que designen de una vez a los ministros del nuevo régimen. Y muchos están convencidos de que Chávez cree que va a perder. En realidad, a sabiendas del absoluto control sobre todo el proceso, pretende extender su triunfo en la presidencial al arrase de todas las gobernaciones y alcaldías. Deja vú.

No me quiero despedir de ustedes sin hacer un reconocimiento al Poder Judicial.

Al fin alguien obtiene una respuesta oportuna de un tribunal de la República. Me refiero al caso de Didalco Bolívar y su inmediata libertad condicional. Esto a pesar de cierta especie malintencionada, pregonada por los diabólicos medios de comunicación social, sobre el pacto que supuestamente tiene el ex Gobernador con el chavismo.

El líder de Sabaneta, quien ha hecho de la mentira un arte, se apresuró a negar la acusación de una forma sincera por demás.

Él dijo: "Si el pueblo del Zulia perdonó a mi compadre Arias Cárdenas, ¿por qué los aragüeños no pueden hacer lo mismo con Bolívar?; el modelo del hombre nuevo de la Revolución". Y dicen por ahí que Pancho está de lo más dolido porque lo andan comparando con gente de mala reputación. Hay que reconocer que la verdad si ofende. 

Fuente: TalCual