Yván Serra Díaz || El final de las revoluciones
La primera revolución que me viene a la memoria es la llamada Revolución Inglesa (1642-1660), liderada por Oliver Cromwell. El desdén con que los reyes de la familia Estuardo Jacobo I y Carlos I trataron al parlamento, planteó una situación de animadversión por parte de la nobleza para su rey. Cuando se necesitó de ellos para pedir un aumento de los impuestos para los cada vez más ostentosos gastos de la corona, los parlamentarios plantearon condiciones a los que el reinado se negó originando dos guerras civiles, ambas ganadas por el partido antimonárquico que finalizaron con el juicio y la decapitación de Carlos I y la imposición del único período republicano en la historia de Inglaterra. Solo que con la muerte de Cromwell y siendo incapaz sus seguidores de mantener el régimen, finalizó la revolución con la restauración de los Estuardos y la ascensión al trono de Carlos II, hijo del decapitado Rey.
Quizás la más famosa sea la Revolución Francesa (1789 – 1799). Originada por la situación de malestar existente por lo que hoy llamaríamos una severa crisis económica y que obligó a Luis XVI, heredero de reyes absolutistas, a convocar a los Estados Generales (especie de parlamento o Asamblea).Los estados generales estaban constituidos por estamentos que representaban a la nobleza, al clero y al tercer estado, este a su vez integrado por quienes no eran ni nobles, ni curas. Ante la negativa a la solicitud del tercer estado de votar por persona en lugar del voto por estamentos, el tercer estado se autoproclama como el representante del pueblo y en los días siguientes, toman el poder en Francia. Aprisionan al rey y la reina, quienes morirán guillotinados meses después.
Además de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, la revolución nos ofrece a Robespierre y la época del terror. Finalmente, unos de los más astutos militares con que contaba la revolución, el general Napoleón Bonaparte, da un golpe de Estado, acabando con la República al proclamarse Emperador de Francia. Con la caída de Napoleón, derrotado militarmente en Waterloo, se restaura la monarquía, y Luis XVIII, tío de Luis XVI, es reconocido como Rey de Francia.
La Revolución Rusa (1917 – 1991), significo la llegada al poder de los partidarios del comunismo inspirado por la doctrinas de Carlos Marx. Aprovechando las derrotas militares de Rusia en la primera guerra mundial, y su consecuente hambruna, las manifestaciones populares condujeron a la abdicación del Zar Nicolas II. El partido socialdemócratas (mencheviques) se hace inicialmente del poder, pero serán los comunistas (bolcheviques) dirigidos por Lenin, que finalmente dominaran la sociedad rusa, tras una cruenta guerra civil.
Lenin, el hombre fuerte del régimen, inició el experimento comunista, a través de políticas de colectivización y planificación económica. Cuando se dio cuenta que esta política conducía a Rusia a la ruina, diseñó un plan de apertura liberal con la nueva política económica que la muerte le impidió llevar a feliz termino. Toma el poder Stalin quien gobernará con mano dura. Se cuenta a millones de víctimas entre los ajusticiados, las hambrunas y las purgas. Cuando muere su imagen es repudiada por su sucesor Nikita Jrushchov en un celebre discurso ofrecido en el XX Congreso del Partido Comunista Ruso.
El gobierno surgido por la revolución rusa, se vuelve cada vez más burocrática e ineficaz. Con el ascenso al poder de Gorbachov, se da inicio la política de la reforma, conocida como la Perestroika, que aspiraba a modernizar el pesado aparato de la república soviética. Los veteranos líderes del partido comunista conspiran e intentan un golpe de Estado que no triunfa porque el pueblo volcado en las calles lo impide. Sin embargo la revolución termina y Gorbachov entrega el mando a Boris Yeltsin, un importante opositor del régimen y se desintegra lo que fuera la Unión de República Socialista Soviética. La presencia actual de Putin como presidente de Rusia, parece indicar, que ciertamente la cultura zarista se mantiene en la personalidad de sus dirigentes.
De la Revolución China (1912 – 1979) no puede decirse con propiedad que fuera una, sino varias. La caída de la monarquía ocurre en 1912 por un movimiento liderado por Sun Yat-sen, quien es considerado tanto por los comunistas, como por los nacionalistas, como el padre fundador de la China Moderna. Con la muerte de Sun, toma el poder Chiang Kai-shek, que no pudo mantener la unidad del lado republicano, viéndose obligado a entablar una guerra civil (1927 – 1950) con el ejército del Partido Comunista Chino dirigido por Mao Zedong, quien finalmente resulta vencedor.
Mao, impone el comunismo a la sociedad china. Su gobierno se caracterizó por el culto a la personalidad y sus audaces políticas. Con “El Gran Salto Hacia Adelante” y “La Revolución Cultural”, el gobierno tiranizó y provocó la muerte de millones de chinos. Con el deceso de Mao en 1976, y luego de algunos devaneos políticos entre los sucesores de Mao, el poder pasará al ala reformista y pragmática del partido comunista chino, dirigido por Den Xiaoping quien promovió una serie de reformas económicas que liberalizaron a la economía china del yugo de la planificación centralizada y colectivista al permitir abundantes espacios a la iniciativa privada.
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