Lectura Tangente
La lucha por la conquista y consolidación de nuestra mayoría exige la paciencia, la previsión,
la astucia y la inteligencia en los pasos seguros con los que vamos avanzando.
Combinando, si así lo exigen las circunstancias, todas las formas de lucha. Pero ello
no obsta para que no mantengamos alerta la conciencia de los mejores sobre
nuestros problemas esenciales ni despertemos de su letargo criminal a quienes
vegetan seducidos por el poder del neopopulismo salvaje que nos avasalla.
la astucia y la inteligencia en los pasos seguros con los que vamos avanzando.
Combinando, si así lo exigen las circunstancias, todas las formas de lucha. Pero ello
no obsta para que no mantengamos alerta la conciencia de los mejores sobre
nuestros problemas esenciales ni despertemos de su letargo criminal a quienes
vegetan seducidos por el poder del neopopulismo salvaje que nos avasalla.
1
El populismo salvaje ha vuelto a hincar sus colmillos en América Latina, si es que alguna
vez estuvimos libres de sus tenaces y venenosas mordeduras. Como lo acaba de demostrar
el caso de la estatización de la empresa petrolera YPF en la Argentina de
Cristina Fernández de Kirchner, resurge renovado y más salvaje que nunca, aferrado
a las velas del peronismo, siguiendo el guión que Sigmund Freud considerara la causa
y etiología de las neurosis: ante la impotencia surgida de las dificultades del sujeto
para enfrentar los problemas que le plantea la realidad, recae en las fijaciones
de su más remoto pasado y pretende resolver sus impasses volviendo a reproducir sus
taras originarias, las de su infancia. Con mayor virulencia si se es presa del
complejo anal; una perversa fijación a lo material que regresa en cuanto nos vemos asediados
por las carencias y la vida nos da señales de peligrosa inseguridad. Las manifestaciones
de esa regresión son múltiples, algunas anodinas e inofensivas, otras perversas, obscenas
y hasta criminales. Y quien crea que solo se manifiestan en el plano de nuestra subjetividad,
se equivoca: constituyen la etiología de los totalitarismos. Pues los pueblos, enfrentados
a la necesidad de resolver sus crisis, suelen desahogarse como los neuróticos: se agarran
al primer clavo ardiendo que les promete tomarlos de la mano y llevarlos al puerto seguro
de los prejuicios más raigales. Detrás de todo caudillo populista, la clásica personalidad
autoritaria, hay un pueblo que se ha vuelto neurótico. Ha regresado a su perversa a
nalidad. Abandonó las claves del comportamiento adulto y renuncia de buen o mal grado a
su emancipada experiencia. Se ha embrutecido: está enfermo.
vez estuvimos libres de sus tenaces y venenosas mordeduras. Como lo acaba de demostrar
el caso de la estatización de la empresa petrolera YPF en la Argentina de
Cristina Fernández de Kirchner, resurge renovado y más salvaje que nunca, aferrado
a las velas del peronismo, siguiendo el guión que Sigmund Freud considerara la causa
y etiología de las neurosis: ante la impotencia surgida de las dificultades del sujeto
para enfrentar los problemas que le plantea la realidad, recae en las fijaciones
de su más remoto pasado y pretende resolver sus impasses volviendo a reproducir sus
taras originarias, las de su infancia. Con mayor virulencia si se es presa del
complejo anal; una perversa fijación a lo material que regresa en cuanto nos vemos asediados
por las carencias y la vida nos da señales de peligrosa inseguridad. Las manifestaciones
de esa regresión son múltiples, algunas anodinas e inofensivas, otras perversas, obscenas
y hasta criminales. Y quien crea que solo se manifiestan en el plano de nuestra subjetividad,
se equivoca: constituyen la etiología de los totalitarismos. Pues los pueblos, enfrentados
a la necesidad de resolver sus crisis, suelen desahogarse como los neuróticos: se agarran
al primer clavo ardiendo que les promete tomarlos de la mano y llevarlos al puerto seguro
de los prejuicios más raigales. Detrás de todo caudillo populista, la clásica personalidad
autoritaria, hay un pueblo que se ha vuelto neurótico. Ha regresado a su perversa a
nalidad. Abandonó las claves del comportamiento adulto y renuncia de buen o mal grado a
su emancipada experiencia. Se ha embrutecido: está enfermo.
2
Paga Europa la crisis económica generada por su liviandad en el manejo de los frutos
de la prosperidad y el progreso conquistados con tesón y sacrificios, luego de la Segunda
Guerra, pero por sobre paga la irresponsabilidad de cumplir promesas electoreras y
abrirse indiscriminadamente a las exigencias de su población y al asalto de la multirracial
pobresía invasora, que le cae a saco para obtener lo que los gobiernos de sus países
de origen les niegan. Y ante la necesidad de comprender la causa de esas erradas políticas,
responsabilidad colectiva de
todos sus habitantes, reproduce el mecanismo de la regresión populista. Al populismo
que la hundió en la crisis responde con neopopulismo salvaje. De la extrema derecha,
en donde la indignación contra las invasiones del subdesarrollo supera toda otra
medida exasperante, o de la izquierda radical y socialista, donde las responsabilidades
son achacadas al capitalismo, al industrialismo, al institucionalismo o a cualquier
otra razón que pueda ser fácilmente atribuida al establecimiento.
de la prosperidad y el progreso conquistados con tesón y sacrificios, luego de la Segunda
Guerra, pero por sobre paga la irresponsabilidad de cumplir promesas electoreras y
abrirse indiscriminadamente a las exigencias de su población y al asalto de la multirracial
pobresía invasora, que le cae a saco para obtener lo que los gobiernos de sus países
de origen les niegan. Y ante la necesidad de comprender la causa de esas erradas políticas,
responsabilidad colectiva de
todos sus habitantes, reproduce el mecanismo de la regresión populista. Al populismo
que la hundió en la crisis responde con neopopulismo salvaje. De la extrema derecha,
en donde la indignación contra las invasiones del subdesarrollo supera toda otra
medida exasperante, o de la izquierda radical y socialista, donde las responsabilidades
son achacadas al capitalismo, al industrialismo, al institucionalismo o a cualquier
otra razón que pueda ser fácilmente atribuida al establecimiento.
Es una situación compleja y extremadamente difícil de enfrentar. La pérdida de los
privilegios de la prosperidad y de la seguridad en el propio progreso social suelen saldarse
en el comportamiento del sujeto con un cúmulo de sentimientos de alta conflictividad
sociopolítica: rencores, odiosidades, xenofobia, irresponsabilidad extrema y la tentación
irreverente de echarse en brazos de caudillos mesiánicos y autoritarios, aquéllos que
pescan en el río revuelto de las crisis. Fue el caldo de cultivo del fascismo y del nazismo.
Es el caldo del totalitarismo que comienza a calentarse sobre las naciones más
evolucionadas del planeta.
privilegios de la prosperidad y de la seguridad en el propio progreso social suelen saldarse
en el comportamiento del sujeto con un cúmulo de sentimientos de alta conflictividad
sociopolítica: rencores, odiosidades, xenofobia, irresponsabilidad extrema y la tentación
irreverente de echarse en brazos de caudillos mesiánicos y autoritarios, aquéllos que
pescan en el río revuelto de las crisis. Fue el caldo de cultivo del fascismo y del nazismo.
Es el caldo del totalitarismo que comienza a calentarse sobre las naciones más
evolucionadas del planeta.
3
Si hay algo que hemos aprendido los venezolanos, víctimas centenarias del populismo –
jamás desarraigado de nuestra práctica política - , es que nada, absolutamente nada
puede darse por seguro en el desarrollo y evolución de los pueblos. Y que la tentación de
echar por la borda los valores de la convivencia pacífica y la estabilidad democrática
conquistados con esfuerzo y sacrificios sin par está siempre latente. Detrás de todo
presidente está el caudillo, y de cada caudillo el monarca. Detrás de toda democracia,
la monarquía, y de la monarquía, un tirano. Detrás de todo ciudadano, se arrastra
avieso un siervo de la gleba. Son el fundamento último de nuestra sociabilidad.
Ante una crisis mayor de nuestra vida en sociedad, reflotan el tirano, el siervo y la tiranía
como refugios de falsas certezas. Para volver a entronizar al tirano, resucitar al siervo
y hundirnos en el pantanal de la barbarie.
jamás desarraigado de nuestra práctica política - , es que nada, absolutamente nada
puede darse por seguro en el desarrollo y evolución de los pueblos. Y que la tentación de
echar por la borda los valores de la convivencia pacífica y la estabilidad democrática
conquistados con esfuerzo y sacrificios sin par está siempre latente. Detrás de todo
presidente está el caudillo, y de cada caudillo el monarca. Detrás de toda democracia,
la monarquía, y de la monarquía, un tirano. Detrás de todo ciudadano, se arrastra
avieso un siervo de la gleba. Son el fundamento último de nuestra sociabilidad.
Ante una crisis mayor de nuestra vida en sociedad, reflotan el tirano, el siervo y la tiranía
como refugios de falsas certezas. Para volver a entronizar al tirano, resucitar al siervo
y hundirnos en el pantanal de la barbarie.
La cantidad y la calidad de las élites intelectuales, académicas, científicas, culturales,
profesionales y empresariales de la Alemania de la República de Weimar eran
sencillamente abrumadoras. El pueblo más culto del planeta no supo reaccionar con
cordura y racionalidad ante los embates del bolchevismo y su propia crisis social y
económica, que lo amenazaban con su disolución, echándose en brazos del más
iletrado, irracional y fanático de sus ciudadanos. Abriendo paso a la crisis y la subsecuente
guerra mundial, el conflicto bélico más grave experimentado por la humanidad en su
turbulenta historia de atrocidades.
profesionales y empresariales de la Alemania de la República de Weimar eran
sencillamente abrumadoras. El pueblo más culto del planeta no supo reaccionar con
cordura y racionalidad ante los embates del bolchevismo y su propia crisis social y
económica, que lo amenazaban con su disolución, echándose en brazos del más
iletrado, irracional y fanático de sus ciudadanos. Abriendo paso a la crisis y la subsecuente
guerra mundial, el conflicto bélico más grave experimentado por la humanidad en su
turbulenta historia de atrocidades.
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A nuestra medida y circunstancia, fue lo que hemos vivido desde la crisis sufrida a
partir del derrumbe de nuestras certezas económicas. Cuando el tristemente famoso
viernes negro del 18 de febrero de 1983 pusiera fin a más de medio siglo de
estabilidad monetaria y a un crecimiento y prosperidad económicas únicas no
solo en América Latina, sino incluso en Europa y gran parte del mundo civilizado.
Que nuestra democracia era, en gran medida, una democracia subsidiada, y que
nuestros valores civilizatorios dependían en gran medida de la seguridad económica
que nos garantizaba el régimen de libertades conquistado el 23 de enero de 1958,
lo demuestra la caída ininterrumpida en los abismos de la desestabilización, el golpe
de Estado y el neopopulismo salvaje que no se detuvieran desde entonces.
La pérdida de nuestra seña de identidad – un dólar a 4.30 con 60 años de existencia –
demostró la fragilidad de nuestras convicciones democráticas y la latencia de dos
factores disolutivos de nuestra identidad nacional siempre al acecho: el militarismo
golpista y el populismo más desaforado.
partir del derrumbe de nuestras certezas económicas. Cuando el tristemente famoso
viernes negro del 18 de febrero de 1983 pusiera fin a más de medio siglo de
estabilidad monetaria y a un crecimiento y prosperidad económicas únicas no
solo en América Latina, sino incluso en Europa y gran parte del mundo civilizado.
Que nuestra democracia era, en gran medida, una democracia subsidiada, y que
nuestros valores civilizatorios dependían en gran medida de la seguridad económica
que nos garantizaba el régimen de libertades conquistado el 23 de enero de 1958,
lo demuestra la caída ininterrumpida en los abismos de la desestabilización, el golpe
de Estado y el neopopulismo salvaje que no se detuvieran desde entonces.
La pérdida de nuestra seña de identidad – un dólar a 4.30 con 60 años de existencia –
demostró la fragilidad de nuestras convicciones democráticas y la latencia de dos
factores disolutivos de nuestra identidad nacional siempre al acecho: el militarismo
golpista y el populismo más desaforado.
Fueron los dos factores que impidieron la única respuesta sensata, racional y oportuna
a la crisis profunda que nos sacudía desde ese nefando viernes negro y la aterradora
incapacidad del gobierno de turno para enfrentarlo con lucidez y coraje: las medidas
económicas y sociales del gobierno de Carlos Andrés Pérez. Medidas económicas
y sociales de una elemental sensatez que el militarismo golpista y el populismo
ancestral de nuestras élites no podían tolerar. Chávez, controlando al primero,
y Caldera, manipulando al segundo, se confabularon para la brutal regresión hacia el
neopopulismo salvaje, la tiranía y el servilismo que hoy sufrimos.
a la crisis profunda que nos sacudía desde ese nefando viernes negro y la aterradora
incapacidad del gobierno de turno para enfrentarlo con lucidez y coraje: las medidas
económicas y sociales del gobierno de Carlos Andrés Pérez. Medidas económicas
y sociales de una elemental sensatez que el militarismo golpista y el populismo
ancestral de nuestras élites no podían tolerar. Chávez, controlando al primero,
y Caldera, manipulando al segundo, se confabularon para la brutal regresión hacia el
neopopulismo salvaje, la tiranía y el servilismo que hoy sufrimos.
5
Trece años de neopopulismo salvaje y el hundimiento en el más primitivo sustrato de
nuestra nacionalidad – que el caso Aponte Aponte ha venido a poner de manifiesto
en toda su obscena y aterradora crudeza – nos sitúan ante un panorama realmente
desolador: si las encuestas más serias y responsables no mienten, de 28 millones
de venezolanos, la nada módica suma de 14 ó 15 millones se muestran solidarios
con un gobierno corrompido hasta el tuétano, controlado por implacables narcoterroristas,
ladrones, asaltantes y asesinos dispuestos a llegar a los últimos extremos por
entronizar en nuestro país una tiranía al mando de un Estado narcoterrorista y forajido.
Y de los restantes 14 ó 15 millones que lo rechazan, la indudable conciencia
democrática que los caracteriza no termina por fraguar una clara conciencia de las
razones del profundo mal que sufrimos. Puede que el neopopulismo salvaje en el
que se sustenta el régimen de oprobios que nos tiraniza no le luzca a esa mayoría
democrática con todo el rigor de su perversa irresponsabilidad. Y considere que sin
una abierta o secreta connivencia con los vicios del neopopulismo salvaje será
imposible desplazar del Poder a quienes hunden consciente y sistemáticamente
nuestros valores institucionales en el fango.
nuestra nacionalidad – que el caso Aponte Aponte ha venido a poner de manifiesto
en toda su obscena y aterradora crudeza – nos sitúan ante un panorama realmente
desolador: si las encuestas más serias y responsables no mienten, de 28 millones
de venezolanos, la nada módica suma de 14 ó 15 millones se muestran solidarios
con un gobierno corrompido hasta el tuétano, controlado por implacables narcoterroristas,
ladrones, asaltantes y asesinos dispuestos a llegar a los últimos extremos por
entronizar en nuestro país una tiranía al mando de un Estado narcoterrorista y forajido.
Y de los restantes 14 ó 15 millones que lo rechazan, la indudable conciencia
democrática que los caracteriza no termina por fraguar una clara conciencia de las
razones del profundo mal que sufrimos. Puede que el neopopulismo salvaje en el
que se sustenta el régimen de oprobios que nos tiraniza no le luzca a esa mayoría
democrática con todo el rigor de su perversa irresponsabilidad. Y considere que sin
una abierta o secreta connivencia con los vicios del neopopulismo salvaje será
imposible desplazar del Poder a quienes hunden consciente y sistemáticamente
nuestros valores institucionales en el fango.
Hay demasiados indicios de una pérdida de nuestra singladura moral y de la complacencia
de vastos sectores opositores con mecanismos de control y manipulación ciudadana
característicos de una sociedad corrompida por el neopopulismo salvaje. Es cierto: la
necesidad de salir del caudillo parece imponer la necesidad de transar en el manejo
de nuestros valores esenciales. Y legitimar con la severidad de la ley lo que a
todas luces constituye un perverso mecanismo de manipulación de las necesidades
reales de nuestros sectores más desvalidos. Pero cometerían un grave error quienes
creen que ante la gravedad de la crisis que enfrentamos más vale transar con el
populismo y postergar para un futuro eventualmente más controlable la lucha por la
decencia y la dignidad nacionales que enfrentarlo con toda la rudeza, la virilidad y el
poder de una cruzada moral que vuelva a situar nuestros valores en el centro de nuestras
preocupaciones esenciales.
de vastos sectores opositores con mecanismos de control y manipulación ciudadana
característicos de una sociedad corrompida por el neopopulismo salvaje. Es cierto: la
necesidad de salir del caudillo parece imponer la necesidad de transar en el manejo
de nuestros valores esenciales. Y legitimar con la severidad de la ley lo que a
todas luces constituye un perverso mecanismo de manipulación de las necesidades
reales de nuestros sectores más desvalidos. Pero cometerían un grave error quienes
creen que ante la gravedad de la crisis que enfrentamos más vale transar con el
populismo y postergar para un futuro eventualmente más controlable la lucha por la
decencia y la dignidad nacionales que enfrentarlo con toda la rudeza, la virilidad y el
poder de una cruzada moral que vuelva a situar nuestros valores en el centro de nuestras
preocupaciones esenciales.
La lucha por la conquista y consolidación de nuestra mayoría exige la paciencia,
la previsión, la astucia, la tenacidad y la inteligencia en los pasos seguros con
los que vamos avanzando. Combinando todas las formas de lucha. Pero ello no
obsta para que no mantengamos alerta la conciencia de los mejores sobre nuestros
problemas esenciales ni despertemos de su letargo criminal a quienes vegetan
seducidos por el poder del neopopulismo salvaje que nos avasalla.
la previsión, la astucia, la tenacidad y la inteligencia en los pasos seguros con
los que vamos avanzando. Combinando todas las formas de lucha. Pero ello no
obsta para que no mantengamos alerta la conciencia de los mejores sobre nuestros
problemas esenciales ni despertemos de su letargo criminal a quienes vegetan
seducidos por el poder del neopopulismo salvaje que nos avasalla.
E-mail: sanchezgarciacaracas@gmail.com
Twitter: @sangarccs
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