El Papa Negro
JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE | EL UNIVERSAL
martes 19 de marzo de 2013 12:00 AM
La elección en el reciente Cónclave Vaticano del Cardenal argentino Jorge Bergoglio, como nuevo Papa de la Iglesia católica, con el simple nombre de Francisco, ha causado no poca sorpresa. Al ser el primer sucesor latinoamericano de San Pedro, de habla castellana, rompe con una larga tradición de Pontífices europeos; si a ello le añadimos que también, por primera vez en la historia, llega al Papado un cardenal jesuita, estamos en presencia de un acontecimiento histórico. Y no nos referimos a que la nacionalidad del Papa o su orden religiosa, constituyan un hito por sí mismas, sino a que ellas son más bien la consecuencia, la respuesta necesaria, a una situación de agobio y de crisis que afecta a la Iglesia católica desde el siglo pasado y cuya feligresía reclama desde hace rato, una apertura, que en algunos temas como el divorcio, el celibato sacerdotal, la moral sexual y el aborto, toca puntos muy sensibles, tanto para quienes se consideran excluidos por el ortodoxismo de la Iglesia católica, como para la propia Curia Romana que debe ver cómo algunos de sus miembros mantienen una doble moral y son un mal ejemplo para la propagación de la fe y la captación de nuevas vocaciones sacerdotales.
Refleja la noticia internacional, la vida sencilla en su Buenos Aires natal, de Francisco, nombre dicho sea de paso, que no creo haya sido escogido por el nuevo Papa en honor de San Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana, como se asegura en algunos medios, o en ningún caso únicamente de aquél, sino más bien, de San Francisco Javier, conocido como el Apóstol de las Indias, gracias a su asombrosa acción evangelizadora en la India, China y Japón, fundamentalmente, cofundador con San Ignacio de Loyola de la Compañía de Jesús. Sencillez y simpleza de las que ha dado ya varias muestras, no solo en su vestimenta como Papa, sino igualmente en su salutación a la multitud que lo aclamó, al trato con sus colegas cardenales al final de Cónclave, en sus primeras andanzas por la ciudad de Roma, en taxi o caminando, casi como un simple cura más de los cientos que allí confluyen, y en la postura de oración permanente, de quien está acostumbrado a hacer aquello diariamente. Y no es extraño, porque ese comportamiento de vida austera y templanza, es distintivo de un jesuita de verdad.
Históricamente, los jesuitas han sido vistos dentro de la Iglesia, como la "oveja negra" de la familia, como niños rebeldes que abren puertas, algunas prohibidas, y cruzan fronteras inexploradas. Es extensa la lista de teólogos jesuitas cuestionados en su momento por la Iglesia católica, entre ellos el conocido Pierre Teilhard de Chardin. Expulsados de la Iglesia y de varios países en diferentes épocas, de ellos Napoleón escribió: "Los Jesuitas son una organización Militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio". A su vez, Pablo VI, los refirió así: "Donde quiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano allí han estado y están los jesuitas". Más recientemente, es bien conocido el rechazo de Juan Pablo II, Papa poco heterodoxo, a la Compañía de Jesús, por sus posturas reformistas, consideradas por algunos sectores como de izquierda. Principalmente, después del Concilio Vaticano II, cuando el apostolado jesuítico toca tierra firme con "el trabajo social"; es la época también de los "curas obreros", de la convivencia con los pobres en zonas marginales, de la Teología de la Liberación, de la toma de posturas político-sociales, y del asesinato de jesuitas en Centroamérica en los 80.
El estoicismo y la templanza, virtudes ascetas en la antigüedad, forman parte de la filosofía jesuita, como forma de vida y de acción, lejos del boato, el hedonismo y materialismo exagerado. Conocidos son sus "ejercicios espirituales", llevados de alguna manera a la práctica educativa en las aulas de clase, donde los jesuitas han ganado merecida reputación.
Basta escuchar algunos de los sermones y homilías del otrora Cardenal Bergoglio, contra el absolutismo y los vicios derivados del poder, para darse cuenta que las muestras de austeridad y humildad que está dando no son mera casualidad. Ni que su nombre evoque a San Francisco de Asís, el de los pobres.
La característica sotana de color negro que suelen usar los jesuitas, y su histórica cercanía con el papado, le han dado el sobrenombre de "Papa Negro" al Prepósito General de la Compañía de Jesús, por lo que hay quienes piensan que la profecía de Nostradamus se estaría cumpliendo con la llegada de Francisco al Vaticano. Sin embargo, no hay duda de que este es un Papa que viste de blanco, de un blanco lleno de luz y transparencia.
Xlmlf1@gmail.com
Refleja la noticia internacional, la vida sencilla en su Buenos Aires natal, de Francisco, nombre dicho sea de paso, que no creo haya sido escogido por el nuevo Papa en honor de San Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana, como se asegura en algunos medios, o en ningún caso únicamente de aquél, sino más bien, de San Francisco Javier, conocido como el Apóstol de las Indias, gracias a su asombrosa acción evangelizadora en la India, China y Japón, fundamentalmente, cofundador con San Ignacio de Loyola de la Compañía de Jesús. Sencillez y simpleza de las que ha dado ya varias muestras, no solo en su vestimenta como Papa, sino igualmente en su salutación a la multitud que lo aclamó, al trato con sus colegas cardenales al final de Cónclave, en sus primeras andanzas por la ciudad de Roma, en taxi o caminando, casi como un simple cura más de los cientos que allí confluyen, y en la postura de oración permanente, de quien está acostumbrado a hacer aquello diariamente. Y no es extraño, porque ese comportamiento de vida austera y templanza, es distintivo de un jesuita de verdad.
Históricamente, los jesuitas han sido vistos dentro de la Iglesia, como la "oveja negra" de la familia, como niños rebeldes que abren puertas, algunas prohibidas, y cruzan fronteras inexploradas. Es extensa la lista de teólogos jesuitas cuestionados en su momento por la Iglesia católica, entre ellos el conocido Pierre Teilhard de Chardin. Expulsados de la Iglesia y de varios países en diferentes épocas, de ellos Napoleón escribió: "Los Jesuitas son una organización Militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder, Poder en su más despótico ejercicio". A su vez, Pablo VI, los refirió así: "Donde quiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano allí han estado y están los jesuitas". Más recientemente, es bien conocido el rechazo de Juan Pablo II, Papa poco heterodoxo, a la Compañía de Jesús, por sus posturas reformistas, consideradas por algunos sectores como de izquierda. Principalmente, después del Concilio Vaticano II, cuando el apostolado jesuítico toca tierra firme con "el trabajo social"; es la época también de los "curas obreros", de la convivencia con los pobres en zonas marginales, de la Teología de la Liberación, de la toma de posturas político-sociales, y del asesinato de jesuitas en Centroamérica en los 80.
El estoicismo y la templanza, virtudes ascetas en la antigüedad, forman parte de la filosofía jesuita, como forma de vida y de acción, lejos del boato, el hedonismo y materialismo exagerado. Conocidos son sus "ejercicios espirituales", llevados de alguna manera a la práctica educativa en las aulas de clase, donde los jesuitas han ganado merecida reputación.
Basta escuchar algunos de los sermones y homilías del otrora Cardenal Bergoglio, contra el absolutismo y los vicios derivados del poder, para darse cuenta que las muestras de austeridad y humildad que está dando no son mera casualidad. Ni que su nombre evoque a San Francisco de Asís, el de los pobres.
La característica sotana de color negro que suelen usar los jesuitas, y su histórica cercanía con el papado, le han dado el sobrenombre de "Papa Negro" al Prepósito General de la Compañía de Jesús, por lo que hay quienes piensan que la profecía de Nostradamus se estaría cumpliendo con la llegada de Francisco al Vaticano. Sin embargo, no hay duda de que este es un Papa que viste de blanco, de un blanco lleno de luz y transparencia.
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