Carlos Leáñez: Hegemonía comunicacional bloquea mensajes divergentes
Carlos Leáñez, uno de los autores del libro La Neolengua del Poder en Venezuela.. (Foto Nubia Reina)
Dhameliz Díaz || ddiaz@el-carabobeno.com
Sabe de violencia simbólica. Del manejo del neolenguaje para alcanzar el control total de los ciudadanos, sin disparar un tiro. Identificada la estrategia del discurso político para tratar de imponer la dictadura perfecta... “Pero tenemos patria”, el especialista en Políticas Lingüísticas Carlos Leáñez se enfoca en el Lenguaje para la Libertad, investigación que ayuda a entender para que se conviertan en pasado el relato único, las explicaciones excluyentes y todo rastro de una normalidad colectivista y cuartelaria. “No es tarea fácil”.
-Estamos sometidos a una neodictadura, con serias pretensiones totalitarias que persigue doblegarnos en lo espiritual.
Enfático en resguardar la esperanza, aun el resultado de sus investigaciones sobre la manipulación de la lengua para que los venezolanos no piensen ni razonen, acepta la entrevista vía Skipe “procuremos mantener el contacto visual”. Dificultoso por la colocación de la cámara, el reflejo de los lentes y la necesidad de anotar frases claves. Solicita expresamente que sus palabras no sean sometidas a la interpretación. Cuidadoso al extremo, identifica cómo operan los relatos para procesar el estímulo y revestirlo de significados. Conoce cómo se construye y funciona el neolenguaje para destruir, pulverizar, indispensable en la revolución socialista.
¿Cuál es el rendimiento político de frases como ... “Pero tenemos patria”?
-Se trata de conectar con la sensación de nuestras raíces auténticas, exclusivamente indígenas, puras, buenas y el anhelo de retornar al paraíso, abonando la totalitaria utopía. Es de gran utilidad, porque al indicar que lo bueno está en la pertenencia precolombina nos separa de la herencia de occidente, clave para la construcción de la democracia, la libertad, y le da al régimen una suerte de patente de corso ante la comunidad internacional para acometer, en virtud de la legitimidad endógena, toda una serie de acciones y construcciones “soberanas” que de ninguna manera deben estar sometidas a “injerencia” extranjera.
Advertida desde el prólogo de su ensayo, que los relatos contados [desde el epicentro del poder político] pueden convertirse en el catálogo de la “normalidad”: percepciones, pensamientos y sentimientos “correctos” de la sociedad para adaptarse e integrarse, en un tiempo histórico [16 años de revolución roja rojita]. La explicación se va revelando. Por qué frente al mismo estímulo, permanecer en una cola bajo el sol durante horas para comprar papel higiénico o cualquier otro bien de primera necesidad, un ciudadano lo explica como la consecuencia de la persecución del régimen a las iniciativas privadas, mientras que el otro cree fehacientemente, que solo buscan acaparar bienes para obtener más ganancias y “generar zozobra capaz de llevar al traste la lucha antiimperialista”.
¿Vamos comprendiendo? Socavar el lenguaje es un objetivo, para que los individuos pierdan su fuerza más potente: la libertad. “La hegemonía comunicacional permite bloquear la emisión de mensajes que contradigan sus parámetros de interpretación de la realidad e impide la construcción y emisión de mensajes divergentes distintos a los del poder, utilizando la censura y la represión”.
O sea, socavar la lengua desde el Estado es táctica y estrategia. “Montar relatos de guerra o resistencia antiimperialista capaces de dar pleno sentido al colectivo e incluso al individuo”.
¿Cómo funciona?
-La secuencia ideal, luego de haber logrado la toma de todas las ramas del Estado [controlar los poderes públicos] y colocarle la sordina a los medios de comunicación populares y masivos [emblemática la caída de RCTV y el caso Cadena Capriles - Últimas Noticias] debe completarse con la postración del aparato educativo, para la inhabilitación cognitiva de los individuos. Una lengua degradada hace creíbles y cada vez más irrefutables los relatos épicos y la propaganda masiva y omnipresente. Una educación de calidad garantiza la formación de ciudadanos capaces de argumentar y contrarrestar la propaganda, de lograr, digamos, soberanía individual, lo cual no le interesa al régimen.
Tropa, no ciudadanos
Paralelamente, hay un desmontaje de la lengua. Desarrolla el planteamiento como buen profesor: “Invaden el espacio público con gríngolas. ¿A qué me refiero? Hablan de empresas abandonadas, cuando en realidad son empresas estranguladas. O de abastecimiento biométrico, cuando es racionamiento electrónico. Agarran a la gente fuera de base porque está sometida a un solo emisor del mensaje y ya la escuela no funciona como ese espacio de discernimiento, porque está puesta al servicio del poder. Poco a poco nos han metido en metáforas terribles, el país es visto cada vez más como un cuartel y los ciudadanos como tropa. La vida ya no es el transcurrir de experiencias, exploración y disfrute, sino en el marco de una guerra, como parte de una tropa, en un cuartel, haciéndosenos normal la relación mando-obediencia. Una persona que es parte de una tropa obedece a su mando superior. A través del lenguaje se nos han ido cambiando todas las coordenadas del ejercicio ciudadano, enmarcado en deberes, derechos y hacer cuestionamientos cada vez que sean necesarios”.
¿El lenguaje ofensivo, soez, escatológico, el trato denigrante, forman parte de la estrategia para socavarlo?
-Es muy grave que el régimen haya sometido a la población a un modelaje degradado, me refiero a hacer posible que en la tribuna que debería ser ejemplo del debate público [AN], se refuerce el modo de relación del malandro, impositivo, arbitrario, regido por la ley del más fuerte. Quien ve a un diputado dando un discurso con voz destemplada rebosante de insultos y procacidad, entiende que se puede ascender a la cumbre sin formarse, ni estudiar, bastan la audiencia y la lealtad al poder. Eso no tiene nada que ver con la argumentación de la democracia, ni con una sociedad que aspira a superarse.
La dictadura perfecta
La lengua cotidiana, a su juicio, no sirve para oponerse al paquete semiótico de opresión que busca el quiebre cognitivo y psicológico de los venezolanos ¿Cómo restablecer los marcos del razonamiento democrático?
-La dictadura perfecta es aquella que no tiene necesidad de reprimir y para ello debe dominar totalmente la conciencia. Se toma al Estado, luego a la sociedad y finalmente la cabeza de los individuos. Controlan todas las instituciones, están en pleno combate para el control de la sociedad y han tomado muchas cabezas, sobre todo en la provincia profunda donde están expuestos a un solo mensaje. Sin embargo, los venezolanos todavía no estamos en un taponamiento cognitivo absoluto, nos queda capacidad de acción. Vivimos en un momento muy álgido de la guerra simbólica, porque la realidad es como la interpreto. Si consiguen imponer el marco de la guerra contra el imperialismo, tenemos que hacer la cola disciplinadamente, pero no creo que lo hayan logrado, comienza a calibrarse que el socialismo del siglo XXI no funciona.
-¿Cuál debe ser la estrategia para detener el socavamiento de la lengua para encauzarla hacia el marco democrático?
-Tener esperanza, nada está perdido. Temo que nosotros creamos lo que ellos dicen, que somos: escuálidos, lo que significa ser apocados. ¡Y no es así! Ningún otro gobierno había utilizado la lengua para manipular como este, imagínate a otro mandatario con los mismos resultados, estaría fuera del poder desde hace tiempo. ¿Qué ha pasado? Todavía tienen una precaria posesión del espacio simbólico, no son las bayonetas, inservibles para sentarse sobre ellas. La estabilidad está garantizada con la prosperidad y creación de riquezas, que solo ofrecen los civiles, a quienes odia este régimen. El lenguaje diferencia al gorila del hombre porque genera espacios simbólicos. Quien los domine, domina la política.