Félix Palazzi, Doctor en Teología dogmática
"Jesús atrajo por su mensaje de conversión, de cambio..."
"Jesús se presenta como alguien que no practica la violencia ni tiene pretensión de ser rey". "Queda el reto de descubrir aquí y ahora esa trascendencia que se nos reveló en la resurrección de Jesús".
Palazzi: "La salvación no es una realidad que está por encima de la historia o fuera de ella"
MARÍA DE LOURDES VÁSQUEZ | EL UNIVERSAL
domingo 5 de abril de 2015 09:16 AM
Comprender el misterio de la resurrección de Jesús de Nazaret no es tarea fácil para el cristiano común, ni siquiera para estudios de las sagradas escrituras. Hoy, cuando la humanidad asiste a un nuevo memorial de la resurrección del Hijo de Dios, el teólogo Félix Palazzi responde a algunas de las interrogantes que se plantean en torno a la figura de Cristo y su victoria sobre la cruz. Palazzi es doctor en Teología Dogmática de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello.
-¿Qué es la Semana Santa? ¿Un período para recordar un conjunto de hechos grandiosos, un período para reflexionar sobre la fe y renovar las creencias,... ?
-No podemos limitar nuestro crecimiento como creyentes a unos días o espacios particulares. Durante la Semana Santa celebramos tres hechos fundamentales que sí nos pueden y deben poner a reflexionar con seriedad nuestra fe. El primero es la pasión de Jesús. Pensar cómo a una persona tan buena la apresaron, torturaron y asesinaron. Eso nos debe llevar a meditar cómo Jesús se solidariza con tantos inocentes que están hoy día presos y están siendo torturados y asesinados en tantas partes. El segundo es la muerte. Nadie quiere una muerte tan terrible como la que padeció Jesús. Aun así, en su muerte nos enseña que los verdugos le podrán quitar la vida, pero nunca su dignidad. Jesús muere entregándose libremente al Padre y no maldiciendo a los victimarios. Y tercero la Resurrección. Un acontecimiento que nos lleva a meditar cómo Dios, el Padre de Jesús, no se pone del lado de los que lo matan. Favorece al inocente, al que sufre, al que torturan y asesinan, y le devuelve la vida al colocarlo a su derecha. Son tres hechos que nos ayudarían a renovar nuestra fe.
-Cuando revisamos la historia de Israel durante los dos primeros siglos de nuestra era, nos damos cuenta de que hubo diferentes hombres que se autoproclamaron Mesías. Pero Jesús de Nazaret trascendió a todos ellos. ¿Por qué? ¿En qué radica la grandeza de Cristo?
-La palabra griega Cristo es la traducción del hebreo Mesías. Pero mientras muchos en el siglo I esperaban a un mesías político que liberase al pueblo de los romanos, Jesús se presenta como alguien que no practica la violencia ni tiene pretensión de ser rey. De hecho rechaza a los que lo quieren coronar. Pero también rechaza a Pedro cuando éste lo llama mesías, porque Pedro pretendía que Jesús fuera un libertador político. La relevancia que nos puede enseñar esta opción de Jesús hoy en día es ver cómo el ponerse del lado de los pobres y las víctimas no significa que se tenga que asumir un camino violento o armado. Es la gran tentación de nuestros países latinoamericanos. Jesús atrajo por su mensaje de conversión, de cambio de mentalidad, a partir de una verdadera solidaridad junto a un llamado a construir la paz y la justicia.
-¿Es Jesús de Nazaret el único resucitado de la historia? ¿Cuál es su diferencia con respecto a Lázaro?
-Jesús es resucitado por su Padre y es llevado a su lado, mientras que Lázaro, como suelen explicar algunos teólogos, no experimenta una resurrección como tal sino una resucitación o reanimación porque regresa a esta misma vida. En Lázaro se nos muestran dos cosas importantes. Primero, el dolor que Jesús siente por sus amigos y la solidaridad que les expresa cuando más están sufriendo. Segundo, el llamado que le hace a salir de la tumba, de la muerte, y pasar a la vida, a la acción. La resurrección simboliza también ese paso de una vida en la que morimos a diario, a otra en la que vamos encontrando abundancia y esperanza para seguir luchando con esperanza y no sólo sobreviviendo.
-¿Cuál es la trascendencia de la resurrección de Jesús de Nazaret? ¿Es simplemente la historia de una persona que superó la muerte, una promesa de sobrevivencia o por el contrario se trata de cambio total que trasciende la mera existencia?
-Primero nos dice algo que muchas veces olvidamos. La historia no es eterna. La historia tiene un fin y todos nos encontraremos con Dios al morir. Por eso queda el reto de descubrir aquí y ahora esa trascendencia que se nos reveló en la resurrección de Jesús. Segundo la resurrección es plenitud de eso que comienzo a vivir aquí. Por eso Pablo habla de resurrección para la vida o para la muerte. Quien ha comenzado a vivir la solidaridad, el amor y la justicia aquí, ya ha comenzado a experimentar la vida eterna. Quien es corrupto, injusto, apegado al dinero y tortura, ya ha comenzado a negar la vida eterna. En Jesús se nos muestra cómo lo que es reconocido por Dios es el modo cómo él vivió aquí y ahora.
-¿Es posible mantener la fe en la promesa de salvación que se desprende de la resurrección de Jesucristo en un mundo tan secularizado como el de hoy?
-La salvación no es una realidad que está por encima de la historia o fuera de ella. Nos salvamos en el mundo y nunca fuera de él. Esa es la lógica de la misma encarnación. Dios que asume el mundo en todas sus condiciones y posibilidades. Así, nosotros estamos llamados a vivir el día a día con un sentido de trascendencia mediante actitudes como la solidaridad y la fraternidad. Eso es vivir en actitud salvífica. Mientras más nos alejamos del mundo, de la realidad cotidiana, más tendemos a privatizar la fe y vivir aislados, mientras que la salvación es siempre una relación que me humaniza porque no puedo vivir sin los otros, y como los otros si quiero encontrarme a mi mismo y vivir plenamente esta vida. Podemos recordar tantas parábolas, como la del rico que acumuló y acumuló pensando solo en tener cada vez más. Al final Dios lo llama necio y le pregunta qué hará con todo eso cuando muera. El reto es comenzar a vivir con trascendencia aquí y ahora, y en medio de los problemas de cada día saliendo de nuestras burbujas e indiferencia.
-¿Qué respuesta dar ante las dudas que se le presentan al cristiano cuando se ve interpelado por la necesidad de demostrar la veracidad histórica de la resurrección de Jesús de Nazaret?
-La resurrección no es demostrable porque no es un hecho histórico. Es un acontecimiento, como decimos en teología, y esto implica una apuesta en fe. Por eso siempre hablamos de la fe en la resurrección. Lo histórico tiene que ver con lo que ésta revela de la historia. Un Dios que apuesta por la vida y que se coloca del lado del inocente y la víctima, más nunca del lado del victimario y el verdugo. Un Dios que solo ofrece vida y salvación, y nunca castigo ni imposición. Ese es el Dios de Jesús. Pero repito, es una apuesta en fe, pues no es demostrable si no a través de la vida de quien cree y vive así.
-¿Si la esperanza cristiana se basa en el poder de Dios contra toda injusticia, según lo comenta usted en su artículo Resurrección y Justicia, cómo explicarle a las personas la realidad de un mundo tan convulso, con tantas desigualdades?
-Porque Dios no es un dictador autoritario que impone su forma de ser sobre los seres humanos. Ya el hecho de imponer algo, así sea algo bueno, le hace perder su valor, porque significa que debo pasar por encima de la libertad del otro. El hecho de que Dios se ponga del lado de la justicia y esté en contra de toda injusticia y desigualdad es un llamado para hacer lo que hizo Jesús, es decir, apostar la vida, la forma de pensar, el trabajo, lo que hacemos, para que exista justicia e igualdad. El mundo no cambiará si nosotros no lo hacemos cambiar. Dios lo creó pero nosotros tenemos la tarea de recrearlo. Ese es el precio de la libertad. A veces no lo entendemos porque apostamos por estilos de vida autoritarios que parecieran más fáciles, pero luego padecemos sus consecuencias con el paso del tiempo. Creo que de eso tenemos ya experiencia.
-¿Están bien encaminados los esfuerzos de evangelización que realizan actualmente, qué aspectos hay que corregir, dónde hay que poner el énfasis?
-Mientras la evangelización se siga entendiendo como la transmisión de contenidos, al estilo de aprender catecismos, tendremos a sujetos que entiendan a la religión desde su pertenencia o no a un grupo, a una parroquia, pero no a sujetos que entiendan su vida diaria, desde la familia pasando por el trabajo y la participación religiosa, como los lugares en donde debo vivir y discernir la fe. Vemos cómo mucha gente te dice que la fe es una cosa y el trabajo es otra. Eso es signo de una evangelización que no está dando frutos. Una auténtica evangelización nos debe llevar a conocer más a Jesús, a leer los evangelios, a enamorarnos de su praxis y meditar sus palabras. Lo demás es secundario porque sin esto, que es lo fundamental, la religión se convierte en una ideología, y no en una experiencia que libera, que me hace más humano y me ayuda a encontrar la salvación en esta historia.
mvasquez@eluniversal.com
-¿Qué es la Semana Santa? ¿Un período para recordar un conjunto de hechos grandiosos, un período para reflexionar sobre la fe y renovar las creencias,... ?
-No podemos limitar nuestro crecimiento como creyentes a unos días o espacios particulares. Durante la Semana Santa celebramos tres hechos fundamentales que sí nos pueden y deben poner a reflexionar con seriedad nuestra fe. El primero es la pasión de Jesús. Pensar cómo a una persona tan buena la apresaron, torturaron y asesinaron. Eso nos debe llevar a meditar cómo Jesús se solidariza con tantos inocentes que están hoy día presos y están siendo torturados y asesinados en tantas partes. El segundo es la muerte. Nadie quiere una muerte tan terrible como la que padeció Jesús. Aun así, en su muerte nos enseña que los verdugos le podrán quitar la vida, pero nunca su dignidad. Jesús muere entregándose libremente al Padre y no maldiciendo a los victimarios. Y tercero la Resurrección. Un acontecimiento que nos lleva a meditar cómo Dios, el Padre de Jesús, no se pone del lado de los que lo matan. Favorece al inocente, al que sufre, al que torturan y asesinan, y le devuelve la vida al colocarlo a su derecha. Son tres hechos que nos ayudarían a renovar nuestra fe.
-Cuando revisamos la historia de Israel durante los dos primeros siglos de nuestra era, nos damos cuenta de que hubo diferentes hombres que se autoproclamaron Mesías. Pero Jesús de Nazaret trascendió a todos ellos. ¿Por qué? ¿En qué radica la grandeza de Cristo?
-La palabra griega Cristo es la traducción del hebreo Mesías. Pero mientras muchos en el siglo I esperaban a un mesías político que liberase al pueblo de los romanos, Jesús se presenta como alguien que no practica la violencia ni tiene pretensión de ser rey. De hecho rechaza a los que lo quieren coronar. Pero también rechaza a Pedro cuando éste lo llama mesías, porque Pedro pretendía que Jesús fuera un libertador político. La relevancia que nos puede enseñar esta opción de Jesús hoy en día es ver cómo el ponerse del lado de los pobres y las víctimas no significa que se tenga que asumir un camino violento o armado. Es la gran tentación de nuestros países latinoamericanos. Jesús atrajo por su mensaje de conversión, de cambio de mentalidad, a partir de una verdadera solidaridad junto a un llamado a construir la paz y la justicia.
-¿Es Jesús de Nazaret el único resucitado de la historia? ¿Cuál es su diferencia con respecto a Lázaro?
-Jesús es resucitado por su Padre y es llevado a su lado, mientras que Lázaro, como suelen explicar algunos teólogos, no experimenta una resurrección como tal sino una resucitación o reanimación porque regresa a esta misma vida. En Lázaro se nos muestran dos cosas importantes. Primero, el dolor que Jesús siente por sus amigos y la solidaridad que les expresa cuando más están sufriendo. Segundo, el llamado que le hace a salir de la tumba, de la muerte, y pasar a la vida, a la acción. La resurrección simboliza también ese paso de una vida en la que morimos a diario, a otra en la que vamos encontrando abundancia y esperanza para seguir luchando con esperanza y no sólo sobreviviendo.
-¿Cuál es la trascendencia de la resurrección de Jesús de Nazaret? ¿Es simplemente la historia de una persona que superó la muerte, una promesa de sobrevivencia o por el contrario se trata de cambio total que trasciende la mera existencia?
-Primero nos dice algo que muchas veces olvidamos. La historia no es eterna. La historia tiene un fin y todos nos encontraremos con Dios al morir. Por eso queda el reto de descubrir aquí y ahora esa trascendencia que se nos reveló en la resurrección de Jesús. Segundo la resurrección es plenitud de eso que comienzo a vivir aquí. Por eso Pablo habla de resurrección para la vida o para la muerte. Quien ha comenzado a vivir la solidaridad, el amor y la justicia aquí, ya ha comenzado a experimentar la vida eterna. Quien es corrupto, injusto, apegado al dinero y tortura, ya ha comenzado a negar la vida eterna. En Jesús se nos muestra cómo lo que es reconocido por Dios es el modo cómo él vivió aquí y ahora.
-¿Es posible mantener la fe en la promesa de salvación que se desprende de la resurrección de Jesucristo en un mundo tan secularizado como el de hoy?
-La salvación no es una realidad que está por encima de la historia o fuera de ella. Nos salvamos en el mundo y nunca fuera de él. Esa es la lógica de la misma encarnación. Dios que asume el mundo en todas sus condiciones y posibilidades. Así, nosotros estamos llamados a vivir el día a día con un sentido de trascendencia mediante actitudes como la solidaridad y la fraternidad. Eso es vivir en actitud salvífica. Mientras más nos alejamos del mundo, de la realidad cotidiana, más tendemos a privatizar la fe y vivir aislados, mientras que la salvación es siempre una relación que me humaniza porque no puedo vivir sin los otros, y como los otros si quiero encontrarme a mi mismo y vivir plenamente esta vida. Podemos recordar tantas parábolas, como la del rico que acumuló y acumuló pensando solo en tener cada vez más. Al final Dios lo llama necio y le pregunta qué hará con todo eso cuando muera. El reto es comenzar a vivir con trascendencia aquí y ahora, y en medio de los problemas de cada día saliendo de nuestras burbujas e indiferencia.
-¿Qué respuesta dar ante las dudas que se le presentan al cristiano cuando se ve interpelado por la necesidad de demostrar la veracidad histórica de la resurrección de Jesús de Nazaret?
-La resurrección no es demostrable porque no es un hecho histórico. Es un acontecimiento, como decimos en teología, y esto implica una apuesta en fe. Por eso siempre hablamos de la fe en la resurrección. Lo histórico tiene que ver con lo que ésta revela de la historia. Un Dios que apuesta por la vida y que se coloca del lado del inocente y la víctima, más nunca del lado del victimario y el verdugo. Un Dios que solo ofrece vida y salvación, y nunca castigo ni imposición. Ese es el Dios de Jesús. Pero repito, es una apuesta en fe, pues no es demostrable si no a través de la vida de quien cree y vive así.
-¿Si la esperanza cristiana se basa en el poder de Dios contra toda injusticia, según lo comenta usted en su artículo Resurrección y Justicia, cómo explicarle a las personas la realidad de un mundo tan convulso, con tantas desigualdades?
-Porque Dios no es un dictador autoritario que impone su forma de ser sobre los seres humanos. Ya el hecho de imponer algo, así sea algo bueno, le hace perder su valor, porque significa que debo pasar por encima de la libertad del otro. El hecho de que Dios se ponga del lado de la justicia y esté en contra de toda injusticia y desigualdad es un llamado para hacer lo que hizo Jesús, es decir, apostar la vida, la forma de pensar, el trabajo, lo que hacemos, para que exista justicia e igualdad. El mundo no cambiará si nosotros no lo hacemos cambiar. Dios lo creó pero nosotros tenemos la tarea de recrearlo. Ese es el precio de la libertad. A veces no lo entendemos porque apostamos por estilos de vida autoritarios que parecieran más fáciles, pero luego padecemos sus consecuencias con el paso del tiempo. Creo que de eso tenemos ya experiencia.
-¿Están bien encaminados los esfuerzos de evangelización que realizan actualmente, qué aspectos hay que corregir, dónde hay que poner el énfasis?
-Mientras la evangelización se siga entendiendo como la transmisión de contenidos, al estilo de aprender catecismos, tendremos a sujetos que entiendan a la religión desde su pertenencia o no a un grupo, a una parroquia, pero no a sujetos que entiendan su vida diaria, desde la familia pasando por el trabajo y la participación religiosa, como los lugares en donde debo vivir y discernir la fe. Vemos cómo mucha gente te dice que la fe es una cosa y el trabajo es otra. Eso es signo de una evangelización que no está dando frutos. Una auténtica evangelización nos debe llevar a conocer más a Jesús, a leer los evangelios, a enamorarnos de su praxis y meditar sus palabras. Lo demás es secundario porque sin esto, que es lo fundamental, la religión se convierte en una ideología, y no en una experiencia que libera, que me hace más humano y me ayuda a encontrar la salvación en esta historia.
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