Monseñor Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal
"Debemos crear encuentros y aceptar posiciones distintas"
"Lo más grave en el país es la crisis de carácter moral. De eso todos somos corresponsables".
Monseñor Moronta cumplirá 16 años como Obispo de la capital tachirense, este año
LORENA EVELYN ARRÁIZ | ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
domingo 5 de abril de 2015 09:28 AM
San Cristóbal.- Este año, monseñor Mario del Valle Moronta cumplirá 16 años como Obispo de San Cristóbal. Asegura que ante la crisis que atraviesa el país es viable la reconciliación nacional respetando y aceptando las ideas de los similares y contrarios. El mensaje que están dejando a las comunidades es el de la reconciliación, el perdón, la paz y el amor, dice.
-¿Cómo mantener la fe ante eventos que afectan la paz?
-Mientras no tomemos conciencia primero de que somos corresponsables de la crisis aun cuando unos tengan un poquito más de responsabilidad que otros; de que ya no se puede seguir esperando un mesías de carácter político, económico incluso religioso para superar la crisis y de que todos somos corresponsables para superar la crisis, creo que es inútil que enfrentemos el tema del futuro. Nosotros le damos, por la coyuntura, una connotación más importante a lo político, a lo económico, que la tiene, pero lo más grave y es en donde todos tenemos una gran corresponsabilidad y la Iglesia no escapa de ello, es la crisis de carácter moral, de carácter ético, y es allí donde entra en juego la fe de todos. La fe no es solo decir "yo creo en Dios", no es solamente acudir a los actos litúrgicos; la fe implica el actuar en sintonía con Dios que se hizo hombre para liberar a la humanidad del pecado del mundo, que es lo que estamos viendo en diversas expresiones sobre todo de la crisis moral.
-Usted ha recibido a líderes del gobierno y de la oposición. ¿Los ha orientado a la reconciliación?
-Yo suelo decirles tres cosas importantes, amén pues, de aquellas cosas puntuales de lo que a veces se viene a hablar. La primera es que nunca dejen sentirse que son pueblo. Cuando un líder político, un líder social, un comunicador, un sacerdote, una persona que tiene una influencia de liderazgo, dice "hay que ir al pueblo", significa que hace mucho renunció a ser pueblo y por tanto la primera cosa que les recuerdo, y me lo recuerdo a mí y se lo recuerdo continuamente a los sacerdotes de mi Diócesis, es que nosotros no podemos estar al margen del pueblo en la acera de al frente sino caminado con la gente. Nos toca tener los mismos sentimientos de alegría, de frustración, de angustia, de hacer cola -si hay que hacerla- de sufrir las mismas condiciones de nuestro pueblo. El Papa Francisco, en la carta Evangeli Gaudium, haciendo memoria del obispo mártir de la Argentina, monseñor Angelelli, decía que la única manera de poder hablar y escuchar a Dios, es con un oído en el pueblo porque el que tiene el oído en el pueblo le va a trasmitir a Dios lo que ese pueblo necesita.
-¿Cuáles son los otros dos aspectos?
-Que hay que ser fieles a las propias ideas. ¡Qué bonito es poder tener ideas e incluso dentro de un mismo partido político diversidad de opiniones! Hay que crear momentos de encuentro porque este nos recuerda que todos somos iguales. Que no se cierre nunca el diálogo; diálogo no es renunciar a las posiciones sino entender que el otro tiene posiciones y que me puede dar ayuda y viceversa...que va a ver consenso, concordia en aquellas cosas que son esenciales.
Y la tercera cosa que les digo, que se respeten mutuamente y que respeten a los demás. Nos tenemos que respetar porque somos seres humanos. Eso es esencial y ahí es donde yo puedo empezar a hablar de los derechos humanos, que no son solamente los de los políticos o de los que están presos, sino también de los niños, cuando no los ayudo a ser mejores personas, cuando no los amparo...
-Táchira se ha caracterizado por tener mucho fervor católico ¿El pueblo se mantiene en la fe?
-Creo que tenemos una gran responsabilidad y esto no significa que otras partes sean menos, sino sencillamente es un dato sociológico: El Táchira, quizás Mérida y otras regiones andinas, conservan una fortaleza religiosa no solamente en el número sino en realizaciones. Hay todavía un poquito más de práctica religiosa que en otras partes, también el sentido de familia, de respeto,. que aún se da y eso hay que mantenerlo. No solamente una herencia cultural sino también religiosa y esa es la responsabilidad de la iglesia.
-¿Participaría en alguna actividad para promover la reconciliación nacional?
-Eso es lo que estamos haciendo desde la iglesia, aquí en el Táchira. Acabamos de tener un gran movimiento que es trabajar en las comunidades y uno de los grandes temas era durante todo el tiempo del Adviento, Cuaresma y antes de Semana Santa insistir en la reconciliación, el perdón, la paz y el amor; por tanto estamos en sintonía con eso. La reconciliación no es solo unir a los grandes líderes o las grandes ideologías políticas sino también que en el barrio, la urbanización o la escuela hayan condiciones mínimas para la convivencia y si se organiza algo aquí o a escala nacional, puede estar segura que pueden contar no solamente conmigo sino con toda nuestra Diócesis. Estamos en sintonía con esa tarea.
-¿Qué significa el Táchira para usted?
-Voy a cumplir 17 años en el Táchira. Es el sitio donde más he durado en mi vida. Vine con la ilusión y el compromiso de hacerme tachirense. Para mí ha sido enriquecedora mi experiencia y no me he sentido relegado como algunos pensaban. Espero que los frutos sean los suficientemente buenos para presentárselos a Dios al final de mi vida.
-¿Cómo mantener la fe ante eventos que afectan la paz?
-Mientras no tomemos conciencia primero de que somos corresponsables de la crisis aun cuando unos tengan un poquito más de responsabilidad que otros; de que ya no se puede seguir esperando un mesías de carácter político, económico incluso religioso para superar la crisis y de que todos somos corresponsables para superar la crisis, creo que es inútil que enfrentemos el tema del futuro. Nosotros le damos, por la coyuntura, una connotación más importante a lo político, a lo económico, que la tiene, pero lo más grave y es en donde todos tenemos una gran corresponsabilidad y la Iglesia no escapa de ello, es la crisis de carácter moral, de carácter ético, y es allí donde entra en juego la fe de todos. La fe no es solo decir "yo creo en Dios", no es solamente acudir a los actos litúrgicos; la fe implica el actuar en sintonía con Dios que se hizo hombre para liberar a la humanidad del pecado del mundo, que es lo que estamos viendo en diversas expresiones sobre todo de la crisis moral.
-Usted ha recibido a líderes del gobierno y de la oposición. ¿Los ha orientado a la reconciliación?
-Yo suelo decirles tres cosas importantes, amén pues, de aquellas cosas puntuales de lo que a veces se viene a hablar. La primera es que nunca dejen sentirse que son pueblo. Cuando un líder político, un líder social, un comunicador, un sacerdote, una persona que tiene una influencia de liderazgo, dice "hay que ir al pueblo", significa que hace mucho renunció a ser pueblo y por tanto la primera cosa que les recuerdo, y me lo recuerdo a mí y se lo recuerdo continuamente a los sacerdotes de mi Diócesis, es que nosotros no podemos estar al margen del pueblo en la acera de al frente sino caminado con la gente. Nos toca tener los mismos sentimientos de alegría, de frustración, de angustia, de hacer cola -si hay que hacerla- de sufrir las mismas condiciones de nuestro pueblo. El Papa Francisco, en la carta Evangeli Gaudium, haciendo memoria del obispo mártir de la Argentina, monseñor Angelelli, decía que la única manera de poder hablar y escuchar a Dios, es con un oído en el pueblo porque el que tiene el oído en el pueblo le va a trasmitir a Dios lo que ese pueblo necesita.
-¿Cuáles son los otros dos aspectos?
-Que hay que ser fieles a las propias ideas. ¡Qué bonito es poder tener ideas e incluso dentro de un mismo partido político diversidad de opiniones! Hay que crear momentos de encuentro porque este nos recuerda que todos somos iguales. Que no se cierre nunca el diálogo; diálogo no es renunciar a las posiciones sino entender que el otro tiene posiciones y que me puede dar ayuda y viceversa...que va a ver consenso, concordia en aquellas cosas que son esenciales.
Y la tercera cosa que les digo, que se respeten mutuamente y que respeten a los demás. Nos tenemos que respetar porque somos seres humanos. Eso es esencial y ahí es donde yo puedo empezar a hablar de los derechos humanos, que no son solamente los de los políticos o de los que están presos, sino también de los niños, cuando no los ayudo a ser mejores personas, cuando no los amparo...
-Táchira se ha caracterizado por tener mucho fervor católico ¿El pueblo se mantiene en la fe?
-Creo que tenemos una gran responsabilidad y esto no significa que otras partes sean menos, sino sencillamente es un dato sociológico: El Táchira, quizás Mérida y otras regiones andinas, conservan una fortaleza religiosa no solamente en el número sino en realizaciones. Hay todavía un poquito más de práctica religiosa que en otras partes, también el sentido de familia, de respeto,. que aún se da y eso hay que mantenerlo. No solamente una herencia cultural sino también religiosa y esa es la responsabilidad de la iglesia.
-¿Participaría en alguna actividad para promover la reconciliación nacional?
-Eso es lo que estamos haciendo desde la iglesia, aquí en el Táchira. Acabamos de tener un gran movimiento que es trabajar en las comunidades y uno de los grandes temas era durante todo el tiempo del Adviento, Cuaresma y antes de Semana Santa insistir en la reconciliación, el perdón, la paz y el amor; por tanto estamos en sintonía con eso. La reconciliación no es solo unir a los grandes líderes o las grandes ideologías políticas sino también que en el barrio, la urbanización o la escuela hayan condiciones mínimas para la convivencia y si se organiza algo aquí o a escala nacional, puede estar segura que pueden contar no solamente conmigo sino con toda nuestra Diócesis. Estamos en sintonía con esa tarea.
-¿Qué significa el Táchira para usted?
-Voy a cumplir 17 años en el Táchira. Es el sitio donde más he durado en mi vida. Vine con la ilusión y el compromiso de hacerme tachirense. Para mí ha sido enriquecedora mi experiencia y no me he sentido relegado como algunos pensaban. Espero que los frutos sean los suficientemente buenos para presentárselos a Dios al final de mi vida.
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